Capítulo uno: Día a día

Alex era una chica casi normal, viene de una manada casi desconocida pero de las más poderosas entre los lobos. Sí, ella era una loba y lo peor para ella era que estaba apunto de transformarse en una. Solo faltaban dos días para que su cumpleaños número 16 llegará y su transformación estaría completa donde conocería a su loba. Dónde para muchos lobos era una transformación dolorosa.

Ella no tenía una buena vida, sus padres La adoptaron Cuando solo tenía 5 años y siempre le marcaban esa realidad. Ellos desde el día en que llegó la trataban Cómo alguien exterior a la familia o poca cosas, también tenía un hermano hijo legítimo de la pareja, que la maltrataba casi todos los días del año.

Lo mismo le sucedía en su escuela como la secundaria. Aunque ella era una chica dulce y de apariencia tímida, parecía que cuándo los alumnos la veían sentían algún tipo de rencor hacia ella, porque cada vez que se cruzaban con ella Alex salía con un moretón o lastimadura de aquel encuentro. Aunque ella no había hecho nada malo o algo para defenderse de aquel bullying que tenía, ellos lo hacían por diversión.

 

La familia adoptiva de Alex estaba compuesta por su hermano llamado Logan, la madre Elizabeth y su papá Ernesto. Prácticamente casi toda la manada que ella que ella era una Omega, y en esa manada tenían la cultura de creerte esos eran especie débil y sumisa.

 

  Alex estaba durmiendo profundamente, soñando con un hermoso lobo negro y ojos profundos. Aunque eso no duró mucho cuando sintió como agua caía por toda su cama, tratando de respirar se levantó rápidamente y miro como su hermano tenía un balde amarillo con lo que restaba del agua, era una de las formas que tenía despertarla cuando ella no lo hacía.

 —¡Oye! ¿Sabes que puedes solo llamarme o simplemente despertarme con una pequeña sacudida?— dijo tratando de no sonar enojada como levantando el colchón mojado y colocándolo contra la pared para que se ventile más.

—Pues agradece que me tome mi tiempo para levantarme, idiota.—Habló el chico con veneno, mirándola con su típica y habitual cara de odio solo dirigida a ella, la cual ya estaba muy acostumbrada.

Alex se levantó sin responder y se dirigió al baño, lo primero y habitual que ella hacía al entrar era posicionarse frente al espejo y llevarse directamente, observando su rostro, cabello y piel, las formas que tenía y las comparaba con las demás lobas de la manada. Horrible….simple…omega. Se miró una vez más y esta vez dijo su vista a sus propios ojos, de un marrón oscuro, sonrio levemente y se dio ánimos a si misma, si nadie la apreciaba no significaba que ella misma se uniría a los tontos. Salió sigilosamente de su cuarto y bajo las escaleras saliendo por la puerta trasera de su casa y se fue directo a la escuela que estaba cruzando el bosque, así que con una gran y sobrehumana velocidad lo atravesó para llegar a tiempo a la escuela. Al llegar se encuentra con el típico chico popular, bad boy, Adonis y todo poderoso futuro alpha de la manada donde ella vivía, Louis.

Todas las chicas se volvían locas por el, antiguamente Alex era una de las tantas, pues se había enamorado se esos hermosos ojos caramelo, como alguien una vez le dijo “Solo mira los ojos de aquella persona que hace tu corazón palpitar y enamórate de ellos, porque van a ser lo único que no cambiará a lo largo del tiempo” Pero luego descarto la idea cuando vio la actitud cínica que poseía el muchacho. Caminando para llegar a la puerta choca con una pared de músculos que se pusieron rígidos al contacto, giró su cabeza encontrándose a Louis haciendo enojar, no sólo a el, si no a una de las chicas que estaban junto a el. El grito histórico dela mujer hizo que instintivamente el y Alex se llevaran sus manos hacia sus oídos tratando de amortiguar el doloroso sonido saliendo de su boca, distrayendo a Alex de una buena cachetada de la mano sorprendentemente pesada de la chica, para luego recibir un empujón haciéndola caer al piso, su pecho comenzó a calentarse y a hormigueaban al compás de su gruñido, sus ojos titilaban de su color natural a un azul eléctrico…estaba perdiendo el control. Eso era malo, muy malo. Según los libros antiguas si un lobo perdía el control y se transformaba antes de su cumpleaños número dieciséis, perdía completamente el control de su parte lobuna convirtiéndose en un Salvaje. 

—¡Oye! Tranquila gatita, guarda tus garras si no quieres que te las corte.—Sonrió ladiñamente el lobo que no se molestó en levantarla.

—¿De que estas hablando?—Preguntó Alex sin ser consciente de su situación—¿Qué?—Se miró las manos donde tenía garras afiladas en lugar de uñas—¿Qué me paso?

—Que ignorante. ¿Es que no te das cuenta de que casi pierdes el control?—Dijo rodando los ojos de exasperación.

—¿Co..como? Si solo faltan dos días para mi trasformación, no puedo hacerlo ahora.—Susurró sin darse cuenta de la cara incrédula de Louis.

—Me importa muy poco lo que te falte o que te pase. Eso sí, aléjate de mis chicas.— Mira detrás suyo para ver a las tres mujeres que sonrieron coquetamente comandos u mirada atravesó las suyas—Estoy de buen humor, lo dejaré pasar.

—Las que parecen en celo.—Confirmo para ella misma, susurrando sin que saber que el había escuchado perfectamente.

—¿Cómo has dicho?—Preguntó haciéndose el desentendido.

—No dije nada.—Habló Alex bruscamente. Claro que eso enfureció al chico y sin que ella lo esperara le dio una patada en la boca del estomago haciendo que se pusiera en posición fetal para tratar de respirar.

Afortunadamente suena el timbre, haciendo que los chicos se marcharan dejándola sola y tirada en el piso como, según ella, una completa estúpida. Al recomponerse se dirigió a su aula asignada donde el profesor a cargo la regañó por llegar unos minutos tarde, ignorando el hecho de que la niña estuviera demacrada en aspecto. Alex suspiro para mirar el fondo del aula, buscando algún asiento vacío, claro que casi se atraganta con su propia saliva al ver con quien le tocaba el lugar, Louis. Camino lentamente, siendo a veces empujada por los demás o tropezando con las piernas que se ponían en su camino pero pudo llegar a su destino sentándose en el lugar tratando de ignorar al chico lado suyo. Así pasaron las horas, donde de vez en cuando el hombre la miraba fijamente para incomodaba o golpeaba su silla haciendo que pareciera un accidente.

Al terminar las clases entro la cafetería y pidió la comida de siempre, pizza. Por suerte tenía la plata que se ganó durante el mes trabajando de camarera cerca de su casa donde era el único lugar donde le permitieron trabajar, se sentó en su mesa, una al fondo de rodó donde apenas se oían los gritos de la gente al hablar sin importarle usar sus sentidos desarrollados. Mientras devoraba su pizza, sintió  caminar de unos tacones que resonaban en su cabeza haciendo que girará la mirada hacia el ruido, una mujer de unos años mayor que ella caminaba decidida hacia ella, sus rulos castaños rebotaban con el son de su andar que caían por debajo de sus hombros, su mirada intimidante de un color chocolate hacia temblar sus huesos inconscientemente. Llevaba un vestido azul suelto de una tela suave y elástica donde se veía a simple vista lo caro que salía completamente liso y limpio, dejó la pizza a un lado y se sentó recta a esperar a la muchacha.

—¿Eres la huérfana?—Preguntó con una voz dulce y melodiosa, dejando que una sonrisa surcara por su rostro.

—Creo que si, supongo que no soy la única.—Susurró, acomodando su cuerpo en la silla. 

—Bien.—Miró hacia sus costados y pidió una malteada que una persona estaba bebiendo, luego con paciencia destapó el vaso y apoyo la tapa en la mesa. Suspiró decidiendo y miró a Alex con determinación—No eres bienvenida.—Al terminar de decirlo levantó la mano arriba de la cabeza de Alex y dio vuelta el brazo dejando que todo el líquido espeso cayera encima de su cabello. Más de un jadeo se escucho en el lugar y prácticamente todos comenzaron a reír. La ira surco en su pecho haciéndolo sentir más caliente esparciendo hasta su garganta, gruñó levantándose y miró fijamente a la castaña delante de ella. La muchacha la miró atemorizada y retrocedió unos pasos perdiendo el toque imponente que había llevado hasta ese momento, claro que sonrió levemente al ver detrás de Alex alertándola del inminente ataque que estaba por tener, se dio la vuelta y sus ojos escanearon al que tenía delante de ella, lo reconoció al instante. Era el mejor amigo de Louis y futuro beta de la manada, Eric.

El chico que le superaba más de medio metro de altura estampó su bandeja de plata haciendo que Alex quedara inconsciente antes de tocar el suelo. La sala quedó en silencio y tres tipos más se acercaron a levantar el cuerpo de la muchacha, salieron de la secundaria bajo la vista de los superiores y aún así caminaron con tranquilidad sabiendo que nadie los iba a detener, era algo que sucedió a menudo en la manada con los lobos débiles. Se metieron en el medio del bosque y la tiraron bruscamente junto a una roca para después desaparecer riendo y jugando como si no hubieran tirado a una mujer desmayada y goleada en el medio del bosque junto a muchos más depredadores. Despertó horas después, pues la falta de dormir le había echo estragos en su cuerpo y de una forma fea, aunque tenía un horrible golpe al costado de su cara sus ojeras ya no estaban y sentía que había recuperado gran parte de su energía, aún así le costó levantarse al haberse torcido el tobillo cuando ellos la tiraron. Como pudo caminó de regreso a casa, donde se sostenía de los árboles más cercanos para no caerse y lesionarse mucho más, por lo que su caminata excesivamente lenta tardo más de una hora hasta que llego a la puerta de su casa 1…2…3… contaba en su mente para prepararse, sabía lo que iba a pasar y solo estaba calmando su tormentosa mente antes de pasar al sufrimiento. Abrió la puerta lo más lento y silencioso que pudo, aunque era inútil pues los tres seres vivos que estaban dentro de la casa podían escuchar su corazón latir a mil por hora desde hace unos metros. Puso su pie dentro, tanteando el ambiente este al posarse en la madera hizo qué crujiera mandándome un estremecimiento que recorrió toda su columna vertebral hasta su nuca erizándole los pelos cortos que está poseía. Suspiró entrecortadamente y dejo que los pasos siguieran, llegando a la cocina que estaba justo a unos metros de la entrada, apoyado en la encimera de color blanco se encontraba su padre quien tenía un baso mediano de cristal con un poco de alcohol. Al mirarla dejó el baso en la masa haciendo que resuene el ruido alrededor de la sala.

—¿Dónde estuviste?–Dijo el hombre caminando hacia ella, golpeando sus zapatos contra el mármol del suelo. Alex se asustó y bajo la cabeza antes de seguir sus instintos y salir corriendo. El era muy agresivo con ella, cada cosa que hacía era un castigo en el futuro por parte de el, realmente implantó la semilla del miedo en ella y no se la podía sacar.

—Lo siento señor, unos…unos chicos me golpearon y terminé desmayada en medio del bosque.— El era capaz de matarla a golpes, por lo que con calma inexistente le explicó el porqué de su gran tardanza. 

—¿Sabes cual es tu deber en esta casa? No puedes perder ni un minuto de el tiempo que tienes para hacer tus quehaceres. ¿Por qué no puedes ser un poco inteligente y no meterte con nadie? Eres una omega débil y por eso te ganan.—Soy fuerte…lo soy. Cuestionó en su mente, más no soltó ni una sola palabra en físico—Eres una deshonra para esta familia, para la manada…. Vete, hoy tampoco comerás.— Habló volviendo a tomar el baso y acomodándose en el lugar inicial.

—Si, señor.— Susurró caminando hacia la parte baja de la casa, donde su habitación se encontraba. El día anterior no había podido comer absolutamente nada solo por ignorar a su hermano que le ordenaba hacer algo. Bajo las escaleras y al ver todo su cuarto desordenado sollozo estrenada, tomo su colchón y lo acomodo en su lugar poniéndole todo lo que debía hacer para su comodidad, levantó los papeles con garabatos de ella llena de pelos y mocos que su hermano había echo. Y cuando terminó de limpiar se dejó ser y comenzó a llorar abrazando las sábanas que la cubrían, todos los minutos que estuvo despierta sus ojos derrochaban lágrimas tras otra  y solo cuando estos se cerraron dejaron de crearlas. 

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