Capítulo 8

—Deja de llamar, te lo he pedido mil veces, respeta a mi mujer, te he dejado en claro que su posición siempre será respetada y defendida por mí, te agradecería mucho que no vuelvas a decirle nada de lo que le has dicho— sin más corta, y besa mi frente —lo lamento rubia, se los he dejado claro mil veces— asiento humedeciéndome los labios.

—Lo sé, no pasa nada, confío en ti, ¿Lo sabes cierto?— él asiente y yo recuesto mi cabeza en su pecho —confío en el capullo que me está enamorando— bromeo —¿es hora de la cita médica?— me separo para verle a los ojos —estoy nerviosa, finalmente me voy a embarazar— en sus ojos hay un brillo único, siempre que hablamos del embarazo se emociona.

—No veo la hora de verte con la nariz hinchada, con los pies adolorido y cargándote en todo yo por hacerte pasar por eso— carcajeo, no se equivoca en eso último.

—Por supuesto me voy a cagar en todo tú, y agradezco que sea por cesárea y así no dolerá— de la mano salimos de mi oficina una vez lo pongo todo en orden. Sinclair puede ser divertido, pero lo posesivo y territorial nadie se lo quita, los amigos que tenía en el bufet ahora temen acercarse a mí, no quieren perder su trabajo, resulta que Sinclair se tomó la tarea de hablar con ellos, pero doy fe de que no les quitó hablarme, simplemente les dejó su posición en claro, y ellos para evitar me tratan lo menos posible.

Una vez en el auto enciendo el estéreo, Sinclair está aprendiendo a manejar mercedes Benz y otros autos que no sean deportivos, quiere tener todos los cuidados para mis bebés y para mí.

—No quiero que te vean desnuda— dice de pronto, no me mira —te verán antes que yo— gruñe y yo sonrío, a mí no me hace gracia, nunca nadie me ha visto desnuda, pero estoy tranquila, tal cosa no pasará.

—Tranquilo… no pasa nada— me guardo que no me mirarán, soy virgen y no hay nada que ver, o eso creo yo —¿Cómo se hace una inseminación artificial?— caigo en cuenta de que no sé cómo se hace tal cosa, Sinclair después de poner en marcha el auto por el cambio de luz me mira.

—Es igual a una inyección, te inyectan mi esperma— abro los ojos de par en par.

—No, no permitiré que me hagan algo así, si me meten algo por ahí ya no seré virgen… Sinclair, no lo voy a permitir— él me mira con incredulidad y casi riendo —no es broma, no quiero que me metan nada por ahí— le miro seria.

—¿Cómo creías que hacían la inseminación artificial? ¿Qué le pedían el favor al espiritusanto y este se ponía mis pelotas para que el hijo fuera mío?— nunca había pensado en ello, jamás investigué sobre el tema, no lo creí necesario.

—No lo sé ok, pero estoy completamente segura que no quiero eso, se supone que nadie debe verme, absolutamente nadie…— aparca el coche y me mira.

—Está bien, podemos intentarlo de otra manera, pero te gustará menos, aunque debo aceptar que no te meterían nada— le miro con atención

—te vería desnuda claro, pero no habrá penetración— entrecierro los ojos —puedo masturbarme y venirme en la entrada de tu cavidad, y de esa manera probar suerte— siento que toda mi cara arde.

—Pero de esa manera no tendría dos bebés, es casi imposible— él asiente.

—Peor es tener nada— suspira —mira rubia, realmente te amo, pero tener un hijo contigo es garantía de que no me dejarás tan fácil, es una estupidez, pero es mi único boleto para salvaguardarme, si tengo uno o dos no importa, no si es contigo— acaricia mi mejilla, es tonto, con o sin hijo me haría de su lado si me fallara —viviremos juntos y aunque no te toque como yo deseo te puedo asegurar que nos veremos desnudos siempre, debemos trabajar, salimos a la misma hora y seguramente nos vistamos al mismo tiempo, seremos como cualquier pareja, a diferencia que nosotros no tendremos sexo— paso saliva con dificultad —ahora, te toca escoger, hacerlo a nuestra manera, o ir con el doctor para que lo haga según lo planeado— muerdo mi labio y dejo mi vista puesta en sus ojos, que me vea desnuda no es el problema, que se corra en la entrada de mi cavidad es la locura, voy a querer más, con él así me pasa, siempre quiero más y más. Tras pensar en lo que es justo asiento.

—Está bien, intentemos en casa, si no resulta lo haremos según lo planeado, es justo que cumpla con mi parte, aunque sé que me amas y que yo lo estoy haciendo, debo darte la garantía que quieres, pero debo decirte que no te dejaría, ahora te conozco bien, sé que me cuidarías y jamás te irías de mi lado— me estiro y le doy un beso en los labios —pero te voy a pedir que me tientes lo menos posible, ¿De acuerdo?— le veo asentir.

—Aquí el que está en problemas soy yo— se pone en marcha —te tendré desnuda, abierta de piernas y eso solo me hará querer hundirme hasta lo más profundo de ti— por alguna razón sus palabras me dan un corrientazo que hace que mi cavidad se contraiga —me has dicho que hoy no tienes que ir a la universidad— dice al llegar al edificio donde trabajamos.

—Exacto, hoy completamos la mudanza, bueno lo único que falta soy yo— bromeo subiendo al ascensor —¿Por qué?— niega.

—Por nada, solo quería estar seguro que así fuera— asiento sin decir más, al llegar a la oficina nos ponemos a trabajar, y como no puedo siempre tener un día estupendo hasta el final recibo las famosas llamadas a las que tanto le tememos, inmediatamente me dirijo al despacho de Sinclair.

—Traigo noticias… ¿Recuerdas el caso de la pareja divorciada que peleaba por la custodia de los niños y que como siempre ganaste?— el asiente, ese fue un caso bastante complejo —me han llamado para decir que requieren de tu presencia, debes ir en 3 días— le miro preocupada —¿Es posible que se vuelva abrir el caso?— saca con pesadez el aire de sus pulmones y asiente —ok, buscaré el expediente— me dirijo a la pequeña habitación que tiene en su despacho y entro para buscar el expediente de dicho caso.

—Creo que me tengo que desestresar— le siento pegado a mis espalda —necesito de tu atención para retomar este caso— pasa sus manos por mis curvas de manera ascendente hasta llegar a mis pecho, me humedezco en el acto —necesito solo explorar un poco más— dice con voz ronca a mi oído, el vello se me eriza, no me fuerzo por apartarlo, él tiene como un sedante que me deja en calma cada vez que me toca.

—Sinclair, no puedes tocarme— susurro para no gemir, ahora ha metido sus manos bajo mi falda, el calor que siento me hace sudar, me estoy agitando y lo estoy deseando con fuerza.

—El placer no se da únicamente con la penetración cenicienta, se puede dar tocando las partes exactas y hablando en el tono perfecto— me aferro al estante, cierro los ojos con fuerza cuando acaricia mi empapado sexo por sobre mis braguitas —eres mía y no me prohibiré tocarte, ya bastante tengo con soportar no penetrarte con pasión, salvajismo y desespero, es suficiente castigo no empalarte centímetro a centímetro— mi respiración se agita, ese hombre me deja totalmente fuera de control.

—Sinclair— jadeo su nombre al sentir su dedo meterse entre mis bragas y después deslizarse a lo largo de mi hendidura.

—Fui yo quien ordenó que te llamaran— pasa su lengua por mi oreja —fue una idea estúpida proponerte embarazarte de esa manera, solo de pensarlo la polla inició a dolerme, así que decidí traerte aquí y experimentar un poco— acelera sus movimientos en ese lugarcito que me hace temblar, se siente delicioso, abrumador, sofocante y descontrolado aquel placer que estoy sintiendo —si me contengo para no follarte aquí, entonces soy capaz de cumplir mi palabra, de no ser así me mantendré lejos— Las piernas me tiemblan y un calor matador envuelve mi cuerpo por completo, pero en mi bajo vientre se concentra más, de tal manera que siento una enorme pesadez que se hace más grande y menos llevadera —eso es, gime para mí… cielo— su voz me lleva a obedecer, gimo sin vergüenza, gimo sin control, jadeo sin poder resistirlo, y grito cuando esa enorme presión de mi bajo vientre explota y se expande por todo mi cuerpo provocando que mis rodillas se doblen. Sinclair me sostiene y no deja de mover sus dedos.

—Sinclair… ya por favor— me recargo en su pecho —ya…— las lágrimas se deslizan por mis mejillas, no puedo dejar de temblar ni de gemir, se siente estupendo, juro que toqué el cielo y después me arrastraron al infierno para más placer.

—Joder… te has venido en chorros— gruñe a mi oído. Sofocada y sin aliento por lo agitada de mi respiración le miro y justo se está llevando los dedos a la boca, cierro los ojos, verlo hacer eso creo que me hizo explotar nuevamente. Me gira y cuando me tiene de frente besa mis labios con vehemencia, me exige y yo correspondo, lo deseo, por primera vez deseo a alguien de esta manera —ahora recupérate, te quedarás aquí conmigo, en mi oficina— no le miro, me siento algo avergonzada —hey, cenicienta— me obliga a mirarle —esto lo hice para tener algo intimo contigo, de esta manera no veras tan extraño las intimidades que tengamos en casa— un poco más repuesta le miro con reproche.

—Esto lo podías hacer en casa, no aquí como se lo hacías a tus amantes, ¿Qué hubieras hecho si no te podías controlar? ¿Me dejarías sin ti así nada más? ¿O me hubieras tomado a la fuerza?— enojada e incómoda por estar mojada sosteniéndome de los estantes me alejo de él para salir de ese archivador.

—Rubia…— dice con tono de sentencia —jamás te dejaría, simplemente hubiera tomado mi distancia, y que sea la última vez que pienses eso de mí, jamás te hubiera tomado a la fuerza, además, creo que te me hubieras entregado sin más— ladea su maldita sonrisa, odio que tenga razón, en ese momento no pensé en apuesta ni en nada —sabes que aquí no he metido a nadie— no le hago caso, pero eso no dura mucho, tira de mí —te amo, y jamás te tomaría donde he estado con otra, bien lo pude hacer sobre mi escritorio.

—Oh por Dios, cállate— le chillo sin querer escuchar —no quiero saberlo Sinclair— me mira sonriendo.

—Amo cuando te pones celosa, aunque debo aceptar que después de un orgasmo te ves mucho más preciosa cuando te molestas por celos— le miro seria, pero mi tonta sonrisa por saber que tuve mi primer orgasmo con el sale a la luz.

—Y yo odio que seas el primero en todo, deberías dejarme enojar alguna vez, no es válido que nos llevemos tan bien, eso no me permite enojarme— como respuesta me besa.

—No me gusta lo toxico, por eso me fijé en ti, toda tú eres tiernas y sé que tu naturalidad es lo esencial para llevar una relación bonita y que en cada problema que haya podamos hablarlo y resolverlo— le abrazo por el cuello, este hombre me asombra cada día un poco más.

—Si sigue así me enamorará locamente señor Drummond— besa mis labios con ternura.

—Es lo que deseo, ahora que he probado tu sabor estoy completamente convencido que debes ser la señora Drummond, la mujer que pasará el resto de mi vida a mi lado, no podemos olvidarnos que te llevo 18 años— me guiña.

—Me gustan maduritos, y más si están tan buenos como tú. Ahora que me has quitado mi inocencia por medio de una masturbación y me has hecho temblar como chihuahua centrémonos en el trabajo— tras darme un último y morboso beso nos arreglamos y seguimos con el trabajo, yo feliz porque ese caso no está abierto y no tendrá mucho trabajo.

Al salir nos vamos a la que desde hoy será mi hogar. La casa es bastante lujosa, de dos pisos con ventanales de piso a techo de concepto abierto. Al entrar sonrío, no esperaba menos el reputado abogado Drummond, hay 5 habitaciones con enormes closet y baños espaciosos y maravillosos con jacuzzi y tinas de baño que parecen piscina. Recamara de invitados en la planta baja con baño incluido, la habitación principal cuenta con una terraza con vista al jardín. La casa también cuenta con un amplio y lujoso salón de entretenimiento y uno de juegos, biblioteca, amplia cocina con isla y un desayunador que da a la parte trasera de la casa, es hermoso el panorama. Cuenta también con una amplia alberca con jacuzzi y 400 mts2 de jardín, área de asado y recreo. 

Cuando ya hemos visto toda la casa estoy a nada de reprocharle que me ha traído a uno de sus mataderos, pero una risa me descoloca. 

—Han llegado— al ver a mi hermana es como si mi cabeza quedara en pausa —he hermanita… quita esa cara, seré la cuñada entrometida— me guiña, al ver a mis sobrinos sonrío saliendo de mi estado.

—Mis niños— me agacho y les reparto besitos —están preciosos— una vez miran a Sinclair se van sin decirles nada, están celosos y adoro que estén así, son una chulada —¿Mamá? ¿Papá? ¿Francia?— les miro descolocada.

—¿Creías que dejaría esto así como así?— mi madre está abrazada al brazo de mi padre y él está completamente serio, miro a Sinclair y también le mira serio, está tenso, así que lo tomo de la mano, ese ambiente no me gusta.   

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo