Capítulo 7

Trabajar junto a Sinclair no había sido tan peligroso como ahora, ese hombre me tortura con cada beso que me da, con cada detalle que tiene conmigo me enamora un poco más, nunca pensé decir esto una semanas después de aceptar su propuesta, pero realmente ese hombre está iniciando a gustarme mucho, es rápido, demasiado para ser yo, pero algo me dice que esa manera de tratarnos antes eran indicios de que nos pertenecíamos uno al otro, lo sé, lo sé… soy una suspira corazones, me encanta el romance y Sinclair me ha demostrado que es romántico, ¿Cómo no enamorarse?

Mi hermana como siempre es una toca pelotas, ahora no me molesta con eso de que soy virgen, ahora está totalmente convencida que mi virginidad será historia una vez me mude con Sinclair, que por cierto será este día, mis nervios están de locos y las burlas de Ira me lo ponen más difícil, grita a los cuatro vientos que gracias a ella tengo al hombre más codiciado de todo Norte América. ¡Joder con mi hermana!

Por otro lado están mis padres, mi madre orgullosa de su bebé, y mi padre siempre tirándole en la cara a su amigo que le ha robado a su niña, está vuelto loco y con razón, las revistas del corazón y los programas de chismes ya me tienen en boca, han puesto un tiempo límite, según ellos mi relación con Sinclair acabará en 3 meses y este volverá con Danna, ¿Qué coño le pasa a la gente?

Danna... cada vez que digo su nombre o pienso en ella se me revuelve el estómago, la maldita mujer no para de llamarme y ponerme “Sobre aviso” como ella le dice al joderme la vida en el trabajo, Sinclair se asegura que no crea en sus palabras y yo confío en él, lo hemos prometido, es la base de nuestra relación.

—¿Nerviosa hermanita?— mi hermana se sienta en mi silla e inicia a trastear el computador —la verdad es que hoy mismo perderás la virginidad— me mira y sonríe —mi hermana cogiéndose al más codiciado soltero de todos los Estados Unidos— niega sin borrar la sonrisa que ahora se volvió traviesa —¡qué envidia!— riendo sigue mirando la computadora, yo trato de ignorar la mirada de Sinclair atreves del cristal, desde que iniciamos la relación se niega a cerrar las persianas, y sé que lo hace porque esas malditas mujeres vienen a visitarlo y quiere que yo esté tranquila —¿Qué flores te gustan?— gira un poco la pantalla.

—Sabes que amo los tulipanes, ¿Algún embarazo? ¿Quién es la afortunada?— mi hermana enarca la ceja, he pasado de lo que ha dicho, no pienso caer en su juego.

—Nadie cariño, es para otra cosa— asiento —veo que llevas los nervios peor de lo que pensé— resoplo —¿Cuál arreglo te gusta más?— me vuelve a mostrar, sin dudarlo escojo uno morado en combinación con rosas blancas —buena elección— sigue buscando y yo cada vez me descoloco más.

—¿Qué haces? ¿Para qué me preguntas esas cosas a mí?— Ira me ignora completamente.

—¿Qué platillos utilizarías para algo formal e importante?— dejando mi descoloco y confusión me coloco a su lado, si en algo somos perfectas juntas es para hacer cenas de todo tipo.

—Mariscos o carnes, sabes que sirve tanto para algo intimo como para cenas formales, mira este— le señalo un bocadillo de camarones, pero inmediatamente me arrepiento –no, mira el montadillo de lomo y queso, puede ser un buen aperitivo— mi hermana asiente y anota en la hoja que toma de mi gaveta, ruedo los ojos

—para el platillo de entrada la soupe á lóignos— mi hermana me mira con las cejas alzadas.

—¿Sabes que el aperitivo y platillo de entrada es lo mismo no?— asiento divertida, soy bastante comelona, no lo puedo evitar.

—Lo sé, pero para mí son distintos, ahora pasa de mí y presta atención— Ira suspira —¿Recuerdas la cena que hicimos para nuestros padres? Donde vino el escoces con el pelo rojo y esos ojos grandes y verdes— mi hermana asiente casi en un suspiro, francamente las dos suspiramos al recordar al hombre de fuego como le pusimos por ser ardiente solo a la vista —les gustó, y cuando le explicamos la sencilla receta quedaron fascinados, es un buen platillo— mi hermana sin rechistar apunta.

—Es verdad, y como plato fuerte podemos hacer carne roja al punto, puré de patatas y vegetales al vapor en compañía de un buen vino— la apoyo completamente, hasta hambre me ha dado —bien y de postre cheesecake, parece que a todos les gusta tu postre— sonrío orgullosa por eso.

—Claramente, tengo buen gusto hermana— me siento en mi mesa —¿El inútil de tu marido no piensa largarse nuevamente?— Ira suelta el bolígrafo y se acomoda en la silla, tuvo una fuerte discusión con su esposo y este le dijo que la dejaría sola y ella tomando el valor que nunca le había mostrado lo echó, por supuesto me cagué de la risa, pero después ver a mi hermana destrozada me partió el corazón de pollo que tengo —Ira, tú puedes seguir adelante con los niños, no lo necesitas, ese hombre no es bueno para ti, déjalo e inicia a vivir para ti misma, date una oportunidad de conocer cosas nuevas, experimentar y sentirte completa aun estando sola— las lágrimas recorren sus mejillas.

—Es que lo amo…— me mira —es el padre de mis hijos y el único hombre con el que he estado… ¿Sabes lo que pasará si me dejo con él? la prensa y todos los medios de comunicación me tendrán en boca, soy la esposa del gobernador de los Ángeles, eso sería espantoso, él podría destruirme— ahora que veo a mi hermana en esa situación me doy cuenta que lo que la gente diga o haga no debe afectarnos.

—¿Recuerdas cuando iniciamos la apuesta y tú me dijiste que no me debería importar lo que las personas dijeran?— ella asiente —eso mismo te digo yo a ti, sabes que lo mío es distinto, las personas me señalan y escriben en piedra lo que será mi futuro, por lo que yo debo demostrar que no es así, pero tú… tú no debes demostrarle nada a nadie, has sido una buena esposa, eres una buena madre e hija, como hermana te vas al infierno, pero aun así… deberías dejarlo— mi hermana ríe entre sollozos.

—Eres una mierda Zuly… estoy llorando, no bromees así— acaricio su cabello.

—Somos hermanas, debo hacerte reír aunque estés llorando como troll— inicia a carcajear —¿Ves? Así debe ser, pero ahora deja de reír y piensa las cosas, esta es tu oportunidad de liberarte de ese insecto, es un pejelagarto, Ira, ese hombre te ata y te utiliza solo para darse una buena imagen ante todos sus seguidores, termina con ese imbécil y sal adelante junto a los niños, si quieres te presto mi casa en la playa— no borro mi sonrisa y mi hermana me mira con reproche.

—No ganarás esa apuesta— toma la hoja y se levanta —debo irme— pasa totalmente de lo que le he dicho, siempre es así, hace de oídos sordos y una vez se descuida ya tiene al pejelagarto en medios de las piernas haciéndole promesas que duran hasta el orgasmo.

—Bien, como quieras, cuídate— me da un beso en la cabeza.

—Nos vemos después futura ex virgen— con la nariz roja y ojos húmedos sonríe antes de retirarse, yo miro fijamente la puerta, odio ver sufrir a mi hermana, odio que un hombre sea tan cabrón como ese idiota. Patrick Jones es el cenador de los Ángeles, hombre que ante los ojos de todas las personas es correcto, hogareño y familiar, hombre respetable y que lucha por la integridad de la mujer, pero es un maldito farsante que golpea a mujeres y las engaña, estoy por colgarlo de las pelotas en cualquier edificio de 100 pisos.

—Buenos días— la profunda voz de Sinclair me sacan de mis pensamientos, yo que le había dado la espalda a la puerta me giro y al verlo acercarse retrocedo —no te resistas cenicienta— sonríe como el odioso que es.

—No, Sinclair quédate lejos de mí— quiero mirarlo sería pero la sonrisa no se me borra —estamos en el trabajo— él que sabe lo que provoca cuando me besa no deja de caminar despacio hacía mi dirección.

—No te haré nada, solo quiero un pequeño beso… una diminuto— mi corazón inicia a latir con fuerza, ese hombre me enloquece con solo hablarme —vamos nena, me lo debes… lo necesitas, sabes que no puedes resistirte a este semental que tienes frente a ti— le miro con reproche, le gusta molestarme con eso.

—Eres un arrogante— me cruzo de brazos a la parque dejo de retroceder—¿Ya te lo había dicho?— asiente como si eso no fuera de importancia —Sinclair, sabes que debes mantenerte lo más lejos posible de mí, mira que lo de ayer no te lo perdonaré— se parte de la risa, yo por mi parte le miro resentida.

—Lo lamento, realmente no debí hacerlo— trata de contener la carcajada, pero es imposible inicia a reír nuevamente —nunca creí que ese beso te dejara con las piernas débiles— me sonrojo. Resulta que ayer Sinclair me invitó a cenar a un restaurante donde van las personas importantes como él y los paparazzi como siempre estaban al asecho, Sinclair tuvo la grandiosa idea de demostrar que nuestro amor iba en serio dándome un beso de esos que te mete la lengua hasta el fondo, de esos que te absorben y te hacen olvidar el mundo, de los que te hacen llegar a un orgasmo, esos que al separarse debes sostenerte porque caerías y fue justo lo que me pasó, al terminar ese beso y vernos a los ojos por un segundo, un conocido de Sinclair le saludó y el idiota me soltó, no había de donde apoyarme y caí como una tonta, ¿El tirulo de la revista de cotilleo al día siguiente? “El imponente y cautivador abogado Drummond dejo K.O a la hija menor de los Bélanger” ¡quiero morirme de la vergüenza!

—No es gracioso, ¡Salí en la portadas de todas las revistas!— le muestro la que tengo sobre el escritorio —no te lo perdonaré tan fácil— cuando finalmente se acerca besa mis labios, yo lo rodeo por las caderas.

—¿Sabes lo primero que pensé cuando te vi en el piso?— niego mirándole a los ojos —que finalmente estaba obteniendo lo que más deseaba, si te dejé de esa manera con ese beso es porque me estás queriendo— me acomoda un mechón de cabello tras la oreja —no es un secreto que la semana pasada iniciaste a verme como un amigo y cómplice, pero ahora estoy totalmente seguro que has visto más allá del capullo que veías antes, me satisface estar enamorándote— acaricio su mejilla.

—Creo que ese sentimiento estaba, únicamente que yo lo escondía, amo que seas un capullo, amo que seas detallista y romántico y más me gusta que solo lo hayas sido conmigo, ahora con seguridad puedo decir que eres adorable— frunce el cejo al escuchar esa palabra que siempre le digo en español —tranquilo príncipe, eres mi adorable— le giño y vuelvo a besarlo, sus manos bajan por mis curvas y buscan mis nalgas, al tener sus zarpas como quiere me presiona más a su cuerpo, pero el estúpido teléfono suena interrumpiendo ese momento tan especial e íntimo— oficina del señor Drummond, Zuleika Bélanger le habla, ¿En qué puedo ayudarle?— tras la línea se escucha un suspiro de fastidio.

—¿Podrías pasármelo? Soy Gloria— cierro los ojos con fuerza, me tocó ver muchas veces como Sinclair cerraba las persianas para tener más privacidad con esa mujer.

—El señor Drummond no se encuentra señorita Gloria, ¿Algún recado que quiera dejarle?— los celos me abruman, pero los controlo, miro a Sinclair y está con el cejo fruncido, sé que se me nota todo en la cara.

—Por una mierda, ¿Crees que lo vuestro va a funcionar?— pregunta burlona —tarde o temprano extrañará los clubes y entonces volverá a la vida que tú le has arrebatado— los ojos se me cristalizan, son muchos los miedos que he creado en esta semana, pero la confianza que tengo en Sinclair es más grande.

—Pues ya veré que haré con mi pareja cuando ese momento llegue, ahora le pediré con toda la cortesía que no se merece, por supuesto, que deje de llamarlo si es para hacerle perder el tiempo, y para dejarle las cosas más claras seré yo la que siempre contestaré, ¿Sabe por qué? Porque si debo poner a las mujeres como usted en su lugar lo haré sin más, pase buenas tardes.— cuando voy a colgar Sinclair me quita el teléfono y se lo pone al oído.

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