Capítulo 3

Ha pasado 2 días desde que Sinclair se ofreció para ayudarme en mi apuesta y de paso proponerme algo como única condición, 2 días desde que le dije a mi mejor amiga que lo aceptaría, pero aquí estoy sin querer darme cuenta que él es mi única opción y sin querer tirarme a la boca del lobo, sé que ese hombre no cumplirá lo que yo le pida, no es hombre de una sola mujer.

—Oh miren mis amores… su tía la santa— se mofa mi hermana al verme entrar al comedor —saluden— mis niños sonríen con inocencia y sus ojitos brillantes.

—Buenos días tita— saluda camilo a la par que su hermano.

—Buenos días cielitos— beso la cabeza de mis sobrinos quienes se bajan y salen del comedor para ir con su niñera quien los llamó.

—Te voy a pedir que no me digas así frente a ellos, zorra resbaladiza y próxima solterona— mi hermana endurece el gesto.

—Por lo menos yo no soy una virgen tonta que cree morirá junto al hombre que le quitará la virginidad— le miro furiosa —no, no me mires así linda… puedo molestarte siempre que quiera— ríe burlona.

—Pues no puedes, ya estoy cumpliendo la apuesta— ella queda seria y ahora soy yo quien sonrío —así es hermanita, te voy a callar la boca y tendrás que respetarme por el resto de tu vida, ve despidiéndote de tu casita en la playa— le guiño y me giro para iniciar a comer mi desayuno.

—¿De qué nos hemos perdido?— pregunta mi madre —¿De qué apuesta están hablando ahora?— le miro y ella a nosotras, siempre nos metemos en problemas por nuestras diferencias, mi hermana y yo no aprendemos.

—De nada— miro mi plato.

—Quiero saber de qué hablan— nos exige nuestro padre.

—De nada papá, son esas apuestas totas que siempre hacemos, no hay de qué preocuparse— mi hermana le sonríe como el ángel que no es —mejor hablemos de la inauguración del nuevo Club, será una pasada, ya quiero ir…— descompongo el gesto, odio asistir a esas fiestas.

—Yo no quiero ir— les informo —me iré con Francia— muerdo mi labio.

—Por supuesto que no jovencita, debemos ir con nuestras dos hijas, con las herederas de los Clubes más conocidos en todo Norte América, no quiero protestas— sentencia mi madre, furiosa porque siempre me arrastren a ese lugar que detesto siempre que celebran algo me levanto de la mesa.

—Con permiso— empujo a mi hermana al pasar por su lado, me dirijo a mi habitación, ni siquiera sé si Sinclair aún está dispuesto a ayudarme en esta locura. Escucho la puerta abrirse, giro y ahí está mi hermana mirándome con el ceño fruncido, por mi parte yo alzo las cejas —¿Se te perdió algo hermanita? ¿O es que estás temerosa por saber que ganaré está apuesta?— sonrío triunfadora.

—¿Quién es ese que está dispuesto a vivir contigo sin tocarte?— me cruzo de brazos, no pienso responder a eso –Zuleika, deja lo de esa apuesta por favor, no quiero que sufras por algo tan absurdo, prometo no molestarte más, pero por favor hermana— si algo malo tengo yo es que soy muy orgullosa y si algo malo tiene mi hermana es que jamás deja de molestar cuando algo le da placer —solo déjalo estar Zuly, nadie soportará 10 meses sin sexo, te van a engañar y créeme que eso es muy doloroso, no quiero que quedes con un hijo por ahí, ¡por el amor de Dios! no creí que además de virgen fueras tonta— sus palabras me cabrean.

—Por lo menos soy tonta pero sigo virgen, ¿y tú qué? Tienes dos hijos y un marido que no te sirve para nada— mi hermana me mira con dolor, no debí decir eso.

—Y justo esto es lo que no quiero para ti— me mira por unos minutos, pero no estoy dispuesta a ceder, esto va más allá de una simple apuesta con mi hermana, buscar a un hombre y casarme con él después, demostrar que no seguiré los pasos de mis padres y que las personas vean que no soy como ellos, que no me gusta ver a las personas follar, ni follo yo con mis clientes como ellos lo hacen, eso quiero demostrar yo –ok, está bien, sigamos en la apuesta, después de todo me divierto siempre que pierdes— sonríe mi hermana al ver que no daré mi brazo a torcer –solo dime quien es el que accedió a tal locura— pienso en si decírselo o no y opto por lo segundo.

—No comas ansías hermana pronto lo vas a conocer, quizá esta misma noche le invite a la inauguración del Club— le guiño —ahora sal de mi habitación, quiero bañarme para salir con mis sobrinos tal y como se los he prometido— mi hermana resopla y sale de mi habitación.

—Estás loca— grita cuando está bastante lejos, riendo me dirijo a la ducha.

Una vez lista y aguantar un tercer grado de parte de mi madre finalmente salgo con mis sobrinos, por supuesto llamé a mi mejor amiga para que nos esperara en el parque. Mis niños van felices, les encanta salir conmigo, eso significa diversión y chuches, a mí me encantan los chuches, ¡Los adoro!

Una vez en el Beverly Garden Park sonrío al verlo todo, me encanta este lugar, Beverly Hills lo tiene todo con su estilo y sitios como este. Mi móvil suena, al sacarlo sonrío, es Francia.

—¿Dónde estás? he llegado hace 5 minutos, eres una impuntual— me gruñe, esa es mi amiga, exagerada, y obsesionada con la puntualidad, realmente no sé cómo no somos enemigas, yo soy un poco más relajada que ella.

—Ya estoy en la entrada, no te me pongas loca… ¡Niños!— chillo cuando salen corriendo —dirígete a la entrada, los niños se han ido corriendo— cuelgo la llamada e inicio a correr con la mirada fija en los niños que corren como liebres, ¡Son rápidos! Antes de poder llamarlos nuevamente estoy enseñando las plantas de mis deportivas, caigo al piso de culo, he chocado con algo realmente fuerte.

—Por una mierda— escucho que carcajean, levanto la mirada inmediatamente aun en el piso, Sinclair está riéndose a carcajadas mientras me mira, no es para más, el cabello me ha quedado en la cara, se me ha salido una deportiva, y estoy como en una escena de crimen.

—Eres un tonto Sinclair, ¿Cómo puedes reírte? ¡Me has estrellado!— tiende su mano y se la aparto de un manotazo, lo odio por odioso —no me toques— gruño cuando me toma a la fuerza y me pone en pie.

—Lo lamento, no quise reírme, pero has caído de muerte— inicia a reír nuevamente, golpeo su pecho —vale… vale… lamento haberte tirado, no te vi, y además, el diablo ya te chupó, ¿De qué te preocupas?— le miro con reproche.

—Pues que bien que me ha chupado, así puedo justificar mi maldad— le arrebato la botella de agua, la destapo y se la tiro a la cara —eres un gilipollas— le devuelvo su botella y me dirijo a buscar a mis terremotos con tsunami.

—Eh cenicienta, ¿No te iras sin tu zapatilla o sí?— miro mis pies y recuerdo que se me ha salido una, doy un largo suspiro y me giro, el idiota no borra su sonrisa y me muestra la deportiva. Enojada por solo tener que verlo camino hasta él, cuando le voy a quitar mi zapato él lo alza de manera que no puedo alcanzarlo —yo te lo pondré— se arrodilla y me toca el tobillo para que me ponga el zapato, sin protestar lo hago, quiero alejarme de ese tonto, no sé cómo consideré hacer mi apuesto con él —a la perfección— dice una vez mi pie entra con facilidad. Sinclair desliza sus dedos desde mi tobillo hasta mis caderas y me acerca a él de un movimiento firme, su cuerpo sudoroso y mojado por el agua que le he tirado al contrario de darme asco me gusta, su perfume combinado con su olor natural es como una droga para respirar, sus ojos azules miran fijamente a los míos, su cuerpo firme y musculoso contra el mío me hace temblar hasta las uñas. Antes de que pueda decirle algo para que me suelte sus labios se pegan a los míos iniciando un beso pasional y exigente, lo correspondo, aquel beso me ha dejado en una nube, ha sido el primero de toda mi vida, el idiota se ha robado mi primer beso, pero me gusta y pienso seguir correspondiéndolo, pero de eso él no debe darse cuenta así que inicio a alejarlo de mí, su lengua se mete a mi boca y me hace jadear, es intenso y sofocante, ¡Maldita sea… me siento extraña! 

—¡Estás loco!— le grito por puro disimulo cuando se aleja de mí —¡Me has besado!— Sinclair no deja de sonreír mientras me mira —eres un desquiciado— inicio a correr, había olvidado a mis sobrinos, soy una piscina tía, hoy me he dado cuenta porque las mujeres caen tan fácil ante ese hombre, con solo su posesivo beso me desarmó, solo espero que no lo haya notado y que mi aparente enojo y resistencia me hayan ayudado. 

—No sé por qué te enojas, serás mía cenicienta— le escucho gritar divertido, no creí que aún me estuviera esperando.

—¿Dónde estabas? Corrí como una loca para alcanzar a estas tremenduras— mi amiga sale de la nada con mis sobrinos de la mano, les miro con reproche y ellos como siempre me sonríen angelicales y yo me muero de amor.

—No te enojes, solo míralos, son preciosos… tiernos y me adoran…— mis niños se sueltan de mi amiga y corren hasta mí para darme ese abrazo que me fascina.

Sinclair me ha dejado con un calor extraño, la imagen de su sudor recorriendo su cara, cuello y brazos no salen de mi cabeza, ¿Quién corre en camiseta sin mangas y se ve tan sexy? Me maldigo por pensar en ese antipático. Si hay alguien igual de burlón que yo es Sinclair Drummond, cuando no estamos discutiendo estamos burlándonos de las personas.

—No puedo contigo Zuly, realmente no puedo— niega mi amiga cruzando los brazos —vamos a caminar, y ustedes pequeños demonios, pórtense bien, ¿De acuerdo?— mis sobrinos ríen con malicia y salen corriendo sin alejarse mucho.

—He dado mi primer beso— miro a mi amiga sin dejar de caminar, ella se detiene y me mira con ojos grandes y boca muy abierta —me lo han robado ok…— me detengo y muerdo mi labio —y me gustó— desvío la mirada, solo ella sabe que jamás había besado a nadie, nunca he tenido novio que durara más de 2 días, y todo acababa cuando yo no me dejaba tocar o besar, la vida de mis padres siempre me ha acomplejado, pienso que todos piensan que soy liberal porque así son mis padres.

—¿Me estás diciendo que algún loco vino hasta ti, se acercó lo suficiente y sin más te besó?— la mirada de mi amiga es la de una desquiciada que está a punto de perder la poquita cordura que le queda, Francia es esa amiga que está dispuesta a dejar sin pelotas a cualquier cabrón que toque a sus amigas.  

—No exactamente…

—¿Quién ha sido?— como siempre que estoy nerviosa inicio a reír, carcajeo como si me hubiera dicho un chiste, odio mis nervios, me rio siempre aunque no sea momento ni lugar para ello –no puede ser…— susurra con incredulidad —¡Le has dicho que si!— gruñe —¿No pensabas contármelo?— me mira dolida, en medio de la risotada que me está dejando sin aire niego —¿Puedes tratar de calmarte para que dejes de reír?— intento hacer lo que me pide, pero recuerdo mi caída, mi zapato volando y después la carcajada de Sinclair y eso me hace reír más.

Tras calmarme y ser consciente de la paciencia de mi amiga nos sentamos en una banca mientras los niños se divierten en los juegos, me siento estúpida por haber correspondido a ese beso, soy una de las primeras que me burlo de las mujeres que están locas por Sinclair, y ahora que he probado un poco de él lo entiendo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo