Capítulo 1

Como siempre que mi hermana se pelea con el inútil de mi cuñado, viene a casa de mis padres a hacer de mi vida una pesadilla interminable, sentados a la mesa le doy chuches como desayunos a mis sobrinos de 5 y 3 años, Camilo y Nathan unos críos que son monos, me aman y soy su consentida, su tía favorita y no me extraña, las hermanas de su padre son unas brujas.

—Mamá, dile a Ira que me deje en paz— miro a mi madre suplicante —no quiero estar de parejas, ¿Acaso no puedo ser una virgen tranquila?— mi hermana carcajea y papá solo niega. Le gusta tenernos a las dos juntas aunque eso signifique Zuly a nada de matarse por las tonterías de su hermana.

—Deja de meter a mamá. Tienes 20 años Zuly, me preocupa que mi hermanita esté pasando por algo y no darme cuenta— resoplo, bufo y gruño para soportarla —cielo, ¿Te sientes acomplejada? ¿Alguien te ha tratado mal y por eso no tienes a nadie?— ruedo los ojos.

—Más bonita que tú soy, y más inteligente por supuesto, no estés dando a entender que tengo problemas de autoestima, Ira… soy virgen porque quiero serlo, no quiero estar con cualquier hombre que me trate mal cada vez que quiere y…

—Zuleika…— me interrumpe mi madre, muerdo mi labio con fuerza —respeta a tu hermana, es su decisión seguir de saquito de boxeo— me echo a reír sin disimulo.

—Mamá…— protesta mi hermana —eso fue solo un accidente, ¿De acuerdo? Patrick no me golpea, solo fue una vez y me defendí— enarco una ceja y niego —saben que las marcas son por los juegos, últimamente hemos practicado el sado, es todo— miro a mis pobres sobrinos y después a su madre.

—Estamos desayunando y en presencia de los niños, ¿Podemos dejar de hablar esas cosas?— mi hermana resopla.

—Bebé tiene razón, están los niños presentes. Desayunemos en paz— interviene papá con una sonrisa.

—Gracias…— papá me guiña, es el único en no empeñarse para que yo busque novio, creo que para él es mejor que su bebé esté en casa.

—Tía Zuly— Camilo el mayor de mis sobrinos tira de mi camisa, le miro con ternura a la par que limpio sus mofletitos gorditos —no busques novio, te quiero solo para mí. Si tienes novio ya no me darás chuches— dice esto último como un susurro, me parto de la risa con mi sobrino.

—Tranquilo mi amor, tu tía no buscará novio porque nadie quiere serlo— miro a mi hermana furiosa después de decirle a mis sobrinos que salieran del comedor —¿Qué? No me mires así, tanto cuidar tu virginidad y tarde o temprano la vas a perder con un idiota que te embarazará y se cansará de ti algún día— frunzo el cejo.

—Vamos como tú. Estoy cansada de decirte que si soy virgen es porque quiero, además puedo conseguir a quien yo quiera cuando quiera— ella asiente.

—Sí, puedes, pero igual te desvirgarán, seguirán contigo por un tiempo te dejarán y quedarás desvirgada. No entiendo tú empeño en seguir siendo virgen— me giro para mirarle de frente.

—¿Por qué tan segura que perderé mi virginidad si tengo novio?— ella carcajea como si hubiera escuchado la mayor estupidez —puedo tener novio y seguir siendo virgen— no deja de reír, endurezco el gesto.

—¿Pero qué dices? No hay nadie suficientemente loco como para ser novio de una mujer sin tocarla, no seas tonta— enojada me levanto.

—Me voy a trabajar— les doy un beso a mis padres, mi hermana es la persona más cruel que hay en el mundo.

—Sí, llegarás al trabajo que yo te conseguí— ruedo los ojos, odio que me lo restriegue todo en cara, detesto eso.

—Sí, pero el que he sabido mantener, te recuerdo hermanita, soy inteligente— le doy un guiño.

—Sigo pensando que deberías trabajar en el club con nosotros— suspiro al escuchar a mi madre —deberías ir a New York, necesitamos a alguien que lo lleve— esa sería una gran oportunidad para alejarme de mi disfuncional familia, pero extrañaría a mis sobrinos y trabajaría en un lugar que me hace sentir incomoda además del cambio de universidad.

—No, gracias, estoy bien con mi sueldo de secretaria, una vez me gradúe de la universidad me volveré la mejor programadora y diseñadora de todo el país— sin querer entrar en el debate de siempre voy a mi habitación para cepillarme los dientes. Al terminar me miro al espejo, una rubia, delgada de buen físico, de estatura media y un poco alocada, esa soy yo, una universitaria que trabaja para un cabrón.

Dejando de mirarme al espejo tomo mi bolso y salgo de la habitación. Una vez me despido de mis padres me apresuro a ir por mi coche, voy tarde y no quiero escuchar las tonterías del patán de mi jefe. Al llegar saludo a mi mejor amiga, Francia, ella es recepcionista del edificio, mayormente está liada con todo así que solo la saludo de lejos. Es parlanchina y cada vez que me acerco nos vamos de lengua hasta darnos cuenta demasiado tarde de que nos hemos echado más de media hora hablando en horas laborales. Mi piso es el presidencial, soy la secretaria del dueño aunque realmente hago el trabajo de una asistente, y como me pagan bien no pongo pretextos, tengo mi propia oficina, aunque debo aceptar que es gracias a mi hermana, a pesar de todo se aseguró de buscarme un buen puesto.

—Buenos días— saludo a una de mis compañera, al entrar a mi oficina veo a mi jefe, resoplo y maldigo mentalmente, hay únicamente una pared de cristal que nos separa y tiene las persianas abiertas. Cuando me llama suspiro, espero que no me salga con una canallada —¿Si jefe?— le sonrío con hipocresía, jamás en la vida había conocido a un hombre tan arrogante como ese.

—No me has traído un café, y has llegado después que yo— rodea el escritorio y se apoya en este una vez está frente a mí, llevo la mirada hasta su lujoso reloj TANK de Cartier.

—Soy su secretaria como usted mismo me dice, no tengo que traerle café, para eso contrate a una asistente, y que haya llegado antes de mi entrada no es mi culpa— le miro a sus azules y coquetos ojos y sonrío.

—¿Te he dicho que eres la más insolente de todas?— me encojo de hombros.

—Así como yo le he dicho que es el mayor capullo que he conocido en mi vida— nos miramos a los ojos. Sinclair Drummond es un escoces que llegó a Norte América desde niño, es un moreno de ojos azules, alto de físico perfecto y un cuerpo de Dios, tiene 38 años y es un maldito ligón de ligas mayores. Es amigo de mi hermana y de mis padres, siempre busca la manera de tenerme bajo su control, pero no le doy oportunidad.

—Que boquita— enarco una ceja al verlo sonreír —creo que deberías tratarme con más respeto. Llevas 2 años trabajando para mí y no veo que mejores— ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

—¿Hago mi trabajo bien?— él asiente —¿Falto?— ahora niega —entonces no tiene más que pedirme, si usted me deja en paz no hay de que temer, pero si cree que por conocer a mi hermana y ser mi jefe me voy a dejar pisotear por usted lo lleva claro. Ahora pasemos a cosas importantes. Tiene junta a las 9 horas, un almuerzo a las 13 horas, y Danna sacó cita con usted para la noche, traeré el expediente que necesita para la junta. Es todo señor, con permiso— doy media vuelta y salgo de su despacho.

Trabajo para el mejor abogado de los Ángeles, Sinclair tiene su propia firma de abogados, es prestigiosa y muy solicitada por personas famosas, supongo que algo bueno tiene mi familia, se rodean de personas poderosas.

Lista y centrada en mi trabajo siento una mirada sobre mí, trato de ignorarlo, pero es imposible hacerlo. Al alzar la cabeza y mirar al frente mis ojos quedan justo a la altura de los suyos, él que me miraba juega con la copa que lleva en la mano, su seriedad le hace ver como una persona misteriosa, sin duda es un hombre atractivo. Me quedo perdida en su mirada de mar hasta que el ruido de la puerta me interrumpe, la voz de mi hermana me hace cerrar los ojos.

—Hola virgencita— resoplo y miro en su dirección —¿Qué? ¿No puedo venir a ver a mi hermanita?— acaricia mi mejilla para después sentarse a mi lado. Saluda a Sinclair con la mano mientras le dedica una gran sonrisa —deberías acostarte con él, en el club todas mueren por estar entre los brazos del Rey— este alza la copa en modo de saludo, miro a mi hermana con ganas de matarla —cielo, algún día tendrás familia y para ello debes perder tu virginidad— resoplo.

—Déjame estar Irasema, ya deja el maldito tema estar— casi le grito, ella que aun miraba a su amigo gira su cabeza y me mira escandalizada —estoy harta de tus burlas, ¿No puedes dejar mi virginidad en paz?— mi hermana frunce el cejo.

—Yo solo digo que deberías dar el paso sin pensarlo, es inevitable que la pierdas— sonríe mientras ve sus uñas –además, nadie está lo suficientemente loco como para estar con una mujer y no follársela— me mira burlona —¿Acaso eres tú capaz de encontrar a alguien que esté contigo sin tocarte por un tiempo definido? Y eso para ponérsela fácil— furiosa por su juego y con ganas de callarle la boca asiento.

—Sí, sí puedo encontrar a alguien— me señalo —yo puedo buscar a un hombre que esté conmigo y no me toque— mi hermana al contrario que yo se levanta relajada y ladea su cabeza.

—Pues bien… hagamos una apuesta— me mira con malicia.

—Venga, hagámoslo— digo sin miedo.

—Bien, para que sea más emocionante tengo algo. Te buscas a un loco que acepte estar contigo sin tocarte— piensa por un momento —me has dicho que quieres familia, pues bien, siendo virgen no la tendrás, así que debes tener un bebé— alza la mano antes de que diga algo —sin perder tu virginidad, no puede ser adoptado, tiene que salir de ti, ¿Lo aceptas hermanita?— le miro incrédula, su sonrisa burlona me impulsan a aceptar.

—Bien, pero tengo unas condiciones... tú no me molestarás más nunca, si consigo a alguien la apuesta será por 10 meses, tendré un hijo y él no me tocará en esos 10 meses— ella asiente sonriendo.

—Si logras todo eso ganarás, pero eso sí, tendrás que casarte con esa persona— se encoge de hombros, ella sabe que no me llevo con el matrimonio —si no te casas pierdes y me burlaré de ti el resto de mi vida, cada vez que vea a tu futuro bebé y a su padre me reiré hasta el punto de no poder respirar, y por supuesto cada vez que te mire a ti serás como un chiste para mí— sé que es una estupidez, sé que no debería caer en su juego, es una locura lo que me pide, nadie en su sano juicio aceptaría algo así, pero no puedo dejarla salirse con la suya, no esta vez.

—Acepto, pero algo más, si yo gano me darás tu casa… la que tienes frente al mar en Florida, esa que amas como si fuera un hijo más— ahora soy yo quien sonrío, no le ha gustado, pero sonríe nuevamente.

—De acuerdo, acepto, pero hay algo más, debes vivir con tu futuro esposo— me tiende su mano, está muy segura de  todo esto. Este es mi mal y mi problema, soy muy impulsiva, nunca pienso a largo plazo, me dejo llevar por el momento y muchas veces lo pago caro. Sin querer echarme para atrás estrecho su mano, mi hermana con una carcajada me tira un beso y sale de mi despacho para hablar con su amigo, confundida y sin saber cómo coño voy a ganar esa absurda apuesta llamo a mi amiga.

—Recuérdame que tan estúpida soy— chillo cuando me responde —joder… he aceptado la mayor locura de mi vida solo por querer callarle la maldita boca a mi hermana— estoy tan alterada que me olvido del mundo y me comporto como si estuviera poseída. Quito mis tacones para caminar y maldecir más cómoda.

—¿Qué te ha hecho hacer ahora?— pregunta mi amiga con un tono de derrota, Francia es mi amiga desde niña y sabe perfectamente lo loca y estúpida que puedo a ser.

—He hecho una apuesto con Irasema, Joder Francia… estoy loca… voy a perder y ella se saldrá como siempre con la suya, ¿Qué voy hacer?— mi amiga que resopla como un toro, queda en silencio por unos segundos.

—Esta noche te quiero en mi casa, quiero saber que tonterías has aceptado esta vez, te voy a matar Zuly, eres la persona más insensata que he conocido en toda mi vida. Debo irme, tengo mucho trabajo, nos vemos en la noche— al colgar la llamada inicio a golpearme la cabeza con la mano.

—Eso Zuly, tú síguele el juego a tu hermana y olvídate de que siempre te gana, maldita sea mujer, ¿Cómo pretendes ganar esa apuesta? Eres una tonta… la mayor del mundo, aparte de Virgen pendeja— estoy regañándome por todo lo alto cuando siento el olor de un delicioso perfume masculino, me detengo y giro para ver en dirección a la puerta. Sinclair está parada mirándome fijamente, agradezco que haya cerrado la puerta —¿Qué? ¿Nunca has visto a una secretaria poseída como la niña del exorcismo?— le miro furiosa —o ¿Acaso no creer que hayan vírgenes a estas alturas de la vida?— le ataco sin miramientos y sin saber le suelto todo como si él estuviera al tanto de mis locuras —no estoy para sus juegos señor… acabo de hacer una apuesta con la insufrible de mi hermana… joder que debo tener mi propia familia en 10 meses y aun así seguir virgen, pero no… no puedo adoptar, el bebé debe salir de mí, ¿Sabe lo que es eso? ¡Jamás encontraré a un hombre lo suficientemente loco como para que acepte algo así! Y…

—Yo lo acepto— me interrumpe y yo paro en seco la marcha que tenia de un lado para el otro y le miro incrédula, ¿Qué está diciendo? —puedo formar una familia contigo y de paso te ayudaré a callarle la boca a tu hermana— me sonríe y yo me pierdo.

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