Capítulo Cinco

Una semana después

La semana ha pasado tranquila, Galilea ha dejado un poco de miedo a un lado, aunque la noto extraña cuando llega papá, él no le habla y no le dirige ni una mirada, sé que toda esta situación la descoloca, ha bajado de promedio y faltó a una materia la cual deberá repetir.

Estoy tratando de llevar de la mejor manera posible esta vida, pero se me complica ahora que sólo soy yo quien esta trabajando para sacar la casa a flote. 

-Buscaré un trabajo. -dice de repente Galilea.

-No, sólo estudia y ya, yo me encargo del dinero. 

-Ashton por favor, sabes que necesitamos dinero. 

-Lo sé Galilea, pero debes concentrarte en tus estudios. 

-Será medio turno, por la tarde, di que sí.

Lo pienso por un momento, después de todo no sería mala idea.

-¿Y dónde trabajaras? 

-En el restaurante del papá de Camila. 

-Con una condición. -digo.

-¿Cuál? 

-No descuides la escuela, ¿hecho? 

-¡Hecho! 

Terminamos el desayuno y por primera vez en la semana puedo ver a mi pequeña sonreír, espero que el trabajo le funcione como distracción. 

-¿Te gustaría salir a pasear? 

-¿A pasear? ¿A dónde? 

-Conozco un lugar muy bonito y además creo que te va a gustar. 

Galilea asiente con la cabeza, a ella le gusta estar en el agua, y yo conozco un lugar que le va a encantar, por las mismas presiones que papá nos da no hemos podido salir y disfrutar de un paseo, creo que ya es tiempo. 

-Ashton quiero ver.

-Ya casi llegamos peque, no seas tan desesperada. 

-¿Era necesario que me cubrieras los ojos? 

-Sí, era necesario. 

Caminamos por el puente de un lago al cual me gusta venir, claro que yo lo hago de noche, hay chicos aquí que ambientan el lugar con música libre, es sensacional porque lo hacen muy bien, ahora hay puestos de diversos tipos donde venden desde joyería muy bonita hasta fruta, dulces, ropa, y cuanta cosa podamos imaginar. 

-¿Lista?

Galilea asiente y lentamente quito la tela que cubría sus ojos, ella se queda en silencio por un momento y temo que no le guste el lugar. 

-Es hermoso.

-¿Te gusta? 

-Mucho, es realmente muy hermoso, ¿Podemos nadar? -pregunta.

-Claro que podemos, ¿Deseas hacerlo ahora? 

-Quizás más tarde, ¿Podemos ver allá? -me señala los puestos.

-Claro, vamos.

Tomo su mano y ella sonríe, adoro cuando mi hermana sonríe porque se ve bien, sin preocupación de nada, y por un momento me recuerda a mamá, ella es muy parecida, caminamos por los puestos mirando y deteniéndonos cada que a Gali le gusta algo, ella toma unos aretes de jade muy bonitos, el precio no es elevado y sin que ella lo sepa los compro, seguimos viendo cosas, ella se ve feliz, y eso me hace feliz a mí. 

Después de varias horas recorriendo el lugar decido que es hora de comer algo, llegamos hasta un restaurante, Gali no pierde tiempo en elegir una mesa que esta al aire libre y cerca del lago. 

-¿Qué ordenaras?

-Lasaña de verduras, ¿y tú? 

-Albóndigas y spaghetti. 

Hago el pedido y mientras nos traen la comida esperamos oyendo una música muy movida, Galilea mueve su cabeza al ritmo de está y de pronto un joven de los que toca en el grupo la invita a bailar, ella se niega al principio pero luego asiente y se levanta, yo me río porque Gali es pésima bailando. 

Ella trata de seguir el ritmo pero no le sale, ella ríe con ganas cuando se equivoca y pisa al muchacho, ella niega con la cabeza y esta a punto de rendirse pero el muchacho pide a sus compañeros que cambien de ritmo, esta vez es movida pero no como la de antes, ella comienza a bailar y lo hace bien, claro que eso digo porque es mi hermanita, ella agarra el ritmo y ahora de verdad lo hace bien, se nota que esta disfrutando de bailar porque su sonrisa es enorme, su vestido se mueve con el viento, es un vestido muy bonito, floreado y rojo, combina con su pelo, ella me mira y baila sin despegar su mirada de la mía, yo sólo puedo mirarla, su sonrisa, sus ojos, esa carita inocente, es hermosa, mi hermana es realmente hermosa. 

No sé en que momento me levanté de la silla y caminé hacía ella, ahora nos encontramos ambos bailando alegremente, los aplausos de la gente nos animan a seguir, yo me siento feliz, relajado, me siento bien bailando con mi pelirroja favorita. 

La música termina y nosotros terminamos con un espectacular cierre, inclino a Galilea hacia abajo, su pelo que estaba atado cae, la miro a los ojos y le sonrío, el viento juega con su cabello y esa es la imagen más sublime que pude ver en ella, la levanto y la abrazo, ella hace una reverencia al público y nos vamos a nuestra mesa. 

-Eso fue genial. -sonríe.

-Sí, lo fue. 

-No sabía que bailaras tan bien Ash. 

-Ni yo sabía que lo hacía, ¿Qué hay de ti? Bailaste muy bien. 

-Claro, después de haberle pisado los pies a ese chico.

-Pobre, no quisiera ser él. -me burlo.

-¿Qué insinúas? -pregunta ofendida.

-Que espero que le salven los dedos.

Ella me fulmina con la mirada y esta a punto de decir algo pero la mesera nos interrumpe. 

-Aquí tienen, su orden. 

Ella deja los platos en la mesa, agradecemos y nos disponemos a comer. 

-Señorita esto es para usted.

Ella toma el papel de sus manos junto con una pequeña flor morada, y sin pensarlo don veces lo lee, ella sonríe y mira hacía el grupo de música, en donde el chico que la saco a bailar le saluda con una sonrisa, ella lo imita y cuando se gira hacía mi puedo ver que sus mejillas están rosadas.

Frunzo el ceño y ella lo nota. 

-Lo siento Ash.

-Yo no dije nada Galilea, ¿Qué dice la nota? 

Ella me la muestra y ahora siento que debo golpearlo. 

"Bonito baile, pero no esperaba menos de una chica tan linda como tú, fue un placer ser pisado por ti bella pelirroja, Gastón" 

-Oye se enfriara y sabrá horrible, mejor comamos, ¿sí? 

Ella asiente y terminamos o más bien empezamos a comer, Gali sonríe por momentos pero cuando se da cuenta de que la veo se pone seria, quiero reírme pero no lo hago, ¿Acaso a mi hermanita le gustó ese tal Gastón? Si fue así que feos gustos tiene. 

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-Ashton, Madame Lucrecia te espera en su oficina.-me anuncia Celeste.

-Gracias Celeste, ya voy.

Después de dejar a mi hermana en casa de Camila me vine a trabajar, ella dice que tenía que estudiar pero más bien creo que quería contarle sobre ese tal Gastón, ni que fuera guapo el muchacho. 

Camino hacía la oficina de Madame Lucrecia, normalmente si hay algo de que hablar ella viene, para mi no es un problema, ella es la jefa. 

Entro a su oficina y ella me hace la señal de que espere mientras termina la llamada. 

-Sí, el traje azul es de Afrodita... sí Nicole usará el negro y Natasha el rojo... sí Vivian no quiero más errores, Natasha no soporta a Afrodita, no quiero enfrentamiento entre ellas.

La señora cuelga el teléfono y centra su atención en mí. 

-Siéntate Ashton, -me ordena.

Hago lo que me pide y nos quedamos en silencio hasta que ella decide hablar.

-Ashton, ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para mi? 

-Dos años señora.

-Y en dos años, ¿Cuántas veces me has fallado? 

-Ninguna, señora. -respondo seguro.

-¿Ninguna Ashton? 

-Ninguna. -le recalco.

-¿Apostarías tu vida por eso? 

-Lo haría señora, se lo aseguro. 

-¿Sabes qué? Si no te conociera lo suficiente creería que me estás mintiendo, pero no, Rupert ha venido por la tarde, los números estaban maquillados, pero curiosamente no era su informe, era el tuyo.

-Señora le juro que...

-No me interrumpas Ashton, por suerte yo analicé el informe, el tuyo, el original y pude ver que era una mala jugada de Rupert, nunca dudé de ti.

-Dios, señora, casi me infarto aquí mismo. 

-Ya pasó, en realidad no te llamé para eso, sino más bien, para darte esto. 

Ella me entrega un papel en donde dice que me haré cargo de todas las casas de baile que le pertenecen, eso significa dos cosas, más trabajo y más dinero.

-¿Está segura señora? 

-Completamente, yo no cometo errores Ashton y sé que esto no es un error. 

-Le agradezco por brindarme la confianza señora, no sabe lo mucho que la aprecio. 

-No agradezcas muchacho, te lo mereces por ser honesto conmigo, ahora quiero hacer algo por ti. 

-¿Algo por mí? 

-Sí, me salvaste de ir a la ruina, ahora debo hacer algo por ti, ¿Dime qué quieres? ¿Vacaciones? ¿Otro horario? ¿Dinero? No lo sé. 

Pienso por un momento mínimo y sé exactamente lo que le pediré.

-Quiero a Afrodita. 

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