Capítulo 6

Al llegar con mis amigos sonrío complacido, después de todo tuve sexo antes de la fiesta y aplaqué ese deseo que siento por Lean. Mis tres amigos me miran con complicidad, estos son los amigos que me gustan, no me juzgan y si algo les parece mal me lo dicen y no dan la nota con el tema.

—Por lo que veo has coronado— bromea Roman —¿Era cierto?— me encojo de hombros.

—Sea cierto o no, le he dejado claro que conmigo no se juega… ella quiso tenerme para su placer ahora debe abstenerse a las consecuencias. Además, le estoy pasando lo del noviecito que tiene ahora— las chicas ruedan los ojos.

—Tienes un par de cojones bien puestos tú— bufa Francesca —tú puedes estar con cuantas quieras y ellas no— enarco una ceja.

—Exacto, que inteligente eres rubita... ¡me deslumbras!— digo sarcástico, Francesca me da un puñetazo en el hombro y yo carcajeo —vamos, muero de hambre y no quiero ponerme de mal humor— los cuatros vamos al estacionamiento y en distintos autos nos marchamos al mall.

Una vez llegamos al centro comercial nos dirigimos directamente al área de restaurantes, como todo glotón debo comer antes de ponerme mala leche como me dicenas chicas.

—Quiero KFC, me traes un puré extra y que el pollo sea crispy— dice Fran al sentarse.

—Yo también quiero lo mismo— le apoya Wendolyn —y que el pollo sea picante por favor— Roman y yo como todo unos caballeros asentimos y nos dirigimos al local para formar la fila.

—Vamos a llevarle donas— miro el DUNKIN DONUTS a nuestro lado —no entiendo por qué se ponen de malhumor cuando no comen postre— rio mirándolas hablar.

—Bueno, por algo son buenas amigas— ríe Roman —¿Es cierto que llevarás a las chicas a la fiesta?— le miro frunciendo el cejo —¿Es esa una buena idea?— me encojo de hombros.

—Por supuesto que no, pero prefiero que vayan a una fiesta donde yo esté y no a una donde vayan solas— resoplo —los hombres le caen como moscas y debo cuidarlas— mi amigo me mira serio, él sabe que este tema para mi es importante. Las chicas están a mi cuidado y si les pasa algo mis tíos, abuelos y padre me matarían.

—¿Sabes algo colega?— me mira directo a los ojos de una manera determinada —no todos los hombres somos malos y todos podemos cambiar por la chica correcta— endurezco el gesto.

—Te acercas a Marilí y te rompo la cara— mi amigo ríe ante mi reacción.

—¿Crees que me acojonas?— se burla —por favor Hamann, haría todo por Marilí, incluso ir ante todos los hombres de tu familia para conseguir un permiso y estar con ella— me cabreo más ante su arrogancia.

—¿Lo crees muy fácil? ¿Crees que te dirán que si por tener los huevos para hablar con mi padre?— carcajeo burlón —macho, eres mi amigo y te conozco… vendemos drogas por puro placer, nos metemos en peleas callejeras, somos un completo problema. ¿Crees tú que yo permitiría que alguien así estuviera con mi hermana? ¿Crees que aceptaría que preocuparas a mi hermana cada vez que nos peleamos con otros tíos, cada vez que debemos huir de la policía o cada vez que nos atrapan? Piénsalo Roman… si la quieres entonces aléjate de ella.

—Buenas tardes— una voz femenina llama nuestra atención así interrumpiendo la charla —bienvenidos al KFC, ¿Qué desean pedir?— la chica nos sonríe expectante a la espera de que digamos algo.

—Dame el combo 16, que el pollo sea crispy, el más picante que tenga…— Roman mira la pantalla frente a nosotros —4 purés agrandados, sin ensalada, de ser posible denos puré por ensaladas… 2 litros de coca cola y los 6 panecillos extras— la chica apunta tan rápido que me quedo hipnotizado mirando como teclea en la pantalla de la caja registradora. Al terminar nos cobra y como siempre me mira como una tonta, es fácil reconocerme con todo el escándalo que siempre hago y por las tantas inauguraciones a la que asisto con mi padre.

—Aquí está todo lo que han pedido las señoritas, y también traemos donas— al ponerlas en la mesa las chicas inician a sonreír felices por la caja de azúcar que se comerán.

—Debo aceptarlo— Francesca nos mira a Roman y a mí con una sonrisa chulesca —como amigos son los mejores del mundo— reímos por su tontería —pero siguen siendo unos gilipollas como novios— carcajeando me siento para iniciar a comer.

—Estoy en total acuerdo con Fran, si las chicas supieran esto creo que no los quisieran como novios— Wendolyn se carcajea, esas dos son venenosas.

—Pero no tuvieran sexo— dice Roman alzando la mano y la chocamos riendo —sin eso no fueran plenas— las chicas ruedan los ojos —a comer que debemos irnos, mamá quiere que asista a una reunión con papá. Solo espero llegar antes de media noche a la fiesta— escucho resoplar a Francesca.

—Te entiendo, papá me ha dicho que pronto iniciaré a llevar la empresa con él, aunque mamá le deja en claro que primero son mis estudios— estira la bemba como un oso hormiguero.

—Gracias a Dios a mí aun no me joden con eso, no me veo yo dirigiendo una cadena de supermercados— Wendolyn niega —ni loca, sería mucho trabajo— ríe.

Desahogados por la vida de responsabilidades que nos espera algún día, con una apuesta hecho de quien entrará primero a una habitación borracho. Después de comer y caminar por el centro comercial y comprar la ropa que usaremos en la noche cada quien se va a su casa.

—Epa han llegado— la tía Lucy besa la cabeza de Francesca y después presiona mis cachetes, como le gusta molestarme —estas guapo y achuchable, solo mírate esa carita de no matar una mosca— ríe y tira mi polo para ponerme a su altura —eres el malcriado más guapo que conozco— me da un beso en la mejilla.

—¿Y así se preguntan por qué es cómo es?— al mirar la puerta del salón veo a Marilí —deberían mimarlo menos y evitar agrandarle el ego— le gruño a la odiosa de mi hermana.

—¿Sabes lo que es el síndrome del sapo?— pregunta Lean parándose al lado de mi hermana, está claro que está muy enojada conmigo.

—¿De qué hablan?— llega mamá y la tía Carla.

—Del síndrome del sapo— le responde Lean a mi madre —su hijo lo padece… ya saben… soberbia, arrogancia, prepotencia y obstinación— me mira a los ojos y sonríe.

—En tu cara— carcajea Marilí, les miro con mi gesto de mala leche pero a ellas no las impacta en lo absoluto —eso ha de doler hermano— Marilí se cruza de brazos y todas las mujeres me miran sonriendo.

—Son todas unas feministas, todas ustedes— las miro a cada una enojado y me apresuro a salir de ahí o seguirán diciéndome estupideces —además, soy irresistible, inteligente, guapo, perfecto y por supuesto el ser más sexy que hay en el mundo.

—Así como capullo, mala leche y gilipollas.

—¡Lean!— le regaña la tía Carla —no le hables así a tu primo— ella como si no le importara se encoje de hombres. Cabreado me voy a la cocina y saco una cerveza del refrigerador para después reunirme con los hombres y ver un partido de futbol, no puedo con ellas.

No entiendo por qué Lean no sale de mi cabeza, es esa mujer a la que yo jamás miraría, es de esas que me darían problemas siempre. No se deja dominar, me dice lo que piensa y lo que más me jode es que sabe cómo dejarme mal con solo una maldita palabra, odio que no se deje de mí. Es una respondona, problemática, es una pasiva agresiva.

La hora de la fiesta llegó, ver a las chicas tan hermosas me da celos. Serán el centro de atención y está previsto que romperé caras y patearé culos sin medirme. El reloj marca las 23 horas y mi móvil no deja de sonar por las llamadas de Elena, ni me molesto en responderle.

Una vez llegamos bajo del coche y me paro frente a las chicas, les miro con gesto serio.

—Nada de hablar con hombres, las tres se van a quedar juntas en la sala, no entrarán al comedor donde hacen los juegos, no participarán de la hora de shot. No bailarán con nadie, ni entre ustedes mismas… eso lo verían sexy— Nasya se lleva la mano a la boca y se sonroja.

—Kahin— bufa Francesca —simplemente no se dejen llevar chicas, no acepten cervezas abiertas ni tragos ya servidos. Miren bien a quien miran y a quien sonríen, si sienten un olor extraño salgan del lugar, si un imbécil se propasa con ustedes rómpanle una botella en la cabeza, si no sirve rómpanle dos— se encoje de hombros —venga vamos, y no se emborrachen o el mala leche no las traerá más y yo tampoco— Marilí como siempre rueda los ojos al igual que Lean. Nasya por su parte no deja de reír, me da miedo con mi hermanita y tantos capullos, abrazándola por los hombros entramos a la mansión donde se está dando la fiesta. 

T.N.T de AC/DC nos recibe, es la música de presentación que siempre me dan en las fiestas. Roman me tira la guitarra y me veo obligado a soltar a mi hermana, corro hacia el grupo y Francesca tras de mí para sentarse en la batería, Wendolyn frente al micrófono e inicia a cantar esa canción que tanto me fascina. Soy bueno en la música y mi mayor secreto es que me sé todas las canciones Disney.

—Amorchi— Elena se tira a mis brazos y me besa cuando dejamos de tocar —has tardado mucho y no me respondías las llamadas— inicia a reclamarme, le doy un beso para que se calle y miro a las chicas.

—Estaré afuera, ya saben lo que les dije— les señalo y ellas se van sin prestarme atención —¿Cómo estás preciosa?— llevo mis manos a su trasero y pegándola más a mí vuelvo a besarla —hoy te dejaré sin caminar por días— sonrío travieso —pero será más tarde, voy con los chicos. Pórtate bien— le doy un guiño y me alejo de ella para ir con Roman y los chicos.

—No fumes Kahin, no me gusta que te drogues— ruedo los ojos.

—Solo es un poco de Mari— sin decirle más nada me voy a la parte trasera de la casa donde están todos mis compañeros de universidad reunidos fumando porros y bebiendo cerveza.

—El gran Hamann— ríe Lezcano —ven amigo, hay uno para ti solo— me la tiende y yo la enciendo inmediatamente, abro una cerveza y me recuesto a la pared para darle el primer jalón al porro —¿Es buenísima verdad?— asiento al abrir los ojos.

—Hablando de lo buena que es— le tiro la bolsa —no puedo tenerla más en casa, es hora de que otro se responsabilice de la mercancía— Lezcano abre la bolsa y asiente echándola a un lado.

—¿Sabes que Moisés está aquí en la fiesta?— pregunta Miguel —ese tío cada día se pone más imbécil— enarco una ceja —tranquilo, no es tan imbécil como tú— todos carcajeamos.

—Vete a la mierda Miguel— le doy un sorbo a mi cerveza —esta fiesta está bastante animada, me pregunto cuántas peleas se formarán— Roman ríe.

—Tratándose de ti, con tus hermanas y prima aquí…— lo piensa —creo que una por hora— le doy un puñetazo en el hombro y carcajeo, lo próximo que siento es un manotazo en los labios y con ello la caída de mi porro.

—¿Qué coño crees que estás haciendo?— miro a Lean descolocado

—¿Sabes que eso te hace daño verdad? Solo llevas aquí 20 malditos minutos y ya estás con esa porquería en tus labios— ver sus ojos con esa llama de furia me deja congelado. La risa de mis amigos me devuelve el sentido.

—Lean, metete a la casa— le ordeno y ella ríe como si estuviera mal de la cabeza —no estoy bromeando— me enderezo y le miro desde mi altura, ella alza la mirada y se cruza de brazos como la caprichosa que es.

—¿Realmente me estás hablando en ese tono? ¿Quieres que me vaya?— frunzo más el cejo.

—Sí y sí, si vuelves a salir estarás en problemas conmigo— ella sonríe y después de pisar el porro entra a la casa.

—No me jodas tío— carcajea Lezcano —esas mujeres de tu familia son una pasada— no le hago caso a lo que dice, me preparo otro porro, aun no salgo de la impresión, con ella últimamente no puedo ser lo suficientemente duro.

Olvidando la escena que me hizo Lean y pasando de las bromas de mis colegas al respecto pasamos a la diversión y las conversaciones sobre mujeres. Las chicas son un tema bastante interesante para nosotros.

—Kahin— al escuchar mi nombre miro a mi lado, Gustavo ríe sentándose al lado de Miguel —no sabía que tu prima era de divertirse tan locamente. Es el alma de la fiesta— me echo a reír.

—Típico de Francesca, siempre es ella la que anima las fiestas— me encojo de hombros —no es ella sino— él me mira y niega todavía riendo.

—Hablo de Lean— al escuchar su nombre maldigo y entro a la casa, mis amigos se parten de la risa, por este motivo no me gusta traerlas a la fiesta, siempre consiguen la manera de joderme la puta noche. Al llegar al salón veo a las personas, en su mayoría hombres animando, y gritando como locos en un círculo. Me abro paso y al ver a Lean bailando sensualmente e incitando a los hombres con sus movimientos me acerco a ella y tiro de su brazo.

—No, déjame— le miro incrédulo, ni siquiera está borracha y ya está actuando así. Enojado por el espectáculo aprieto más su brazo y la saco de ahí, cuando vamos a subir las escaleras veo lo que jamás en mi vida creí ver. Dejándome llevar por la furia camino como si el diablo tirara de mí y sin previo aviso le doy un puñetazo que lo tira al piso, me subo sobre él y le doy otro puñetazo en la nariz y tras de este otros más.

Moisés tira un gancho que me da en la ceja, siento inmediatamente la humedad. Enfurecido le doy cuantos puñetazos pueda a la cara, no mido mi fuerza, le doy para destruirle toda su maldita existencia. Moisés trata de defenderse pero no le doy oportunidad de ello.

—¡Kahin para!— grita Francesca —lo vas a matar— no escucho lo que ella ni nadie dice, ese hijo de perra sentenció su propia muerte —por una mierda Kahin— siento como tiran de mí, pero estoy tan enojado que solo quiero ver más sangre.

—Tranquilízate amigo, cálmate— escucho la voz de Roman, pero la furia crece y el control se desvanece.

—Cálmate— grita Lezcano quien también me sostiene en compañía de Miguel —¿Cómo es que tres hombres no podemos con él?— maldice Lezcano.

—Kahin… Kahin mírame— Lean se para frente a mí.

—No me pidas que me calme— grito —ese hijo de perra estaba besando a mi hermana, no puede tocar a ninguna y menos a Nasya, con ella no— trato de soltarme al recordar como besaba y tocaba las nalgas de mi hermana. Quizás si hubiera sido Marilí no me hubiera cabreado tanto.

—Pero debes calmarte por favor— no quiero mirarla ni escucharla, solo pienso en matar a ese hijo de puta —Kahin mírame— Lean me sostiene por las mejillas y me obliga a mirarle —debes calmarte, por favor— agitado, con la sangre hirviéndome y con la ira en su punto trato de escucharla —vamos— mis amigos me sueltan lentamente y ella tomándome de la mano me lleva a una de las habitación.

—¡Hijo de puta!— le doy un puñetazo a la puerta —lo voy a matar por estúpido, ¿Con Nasya? ¿Por qué con la más inocente?— la rabia y la impotencia por no poder seguir golpeándolo me consume por dentro.

—Por favor, cálmate, no me gusta verte así— su tono mimoso me hace flaquear impresionantemente, pero no me dejo llevar.

—No lo entiendes Lean, ella es muy buena para él— ella se me acerca y mirándome a los ojos sonríe.

—Pasa que a veces a las chicas buenas nos gustan los chicos malos y prohibidos— me abraza por el cuello y tira de mí, cuando nuestros labios impactan uno con el otro mi cuerpo sufre una descarga que despierta cada terminación nerviosa, me recorre una sensación que mayor mente siente mi corazón.

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