Capítulo 4

—Has llegado— escucho que dice papá, al mirar en dirección a su sillón favorita resoplo, siempre se sienta en las sombras para asegurarse de que mis hermanas no escapen a media noche.

—Y por lo que veo me esperabas— digo casualmente en un intento por evadirlo, pero antes de que ponga un pie en la escalera escucho sus pasos.

—Vamos, quiero hablar contigo. En mí despacho obviamente— parece calmado y eso solo es motivo para obedecer. Fui grosero con mamá y eso él no lo tolera —¿Tengo que patearle el culo para que camines?— pregunta deteniendo su macha.

—¿Tienes que hablarme así?— reprocho en un medio gruñido, si lo hago completo seguramente quedo noqueado hasta el día siguiente.

—¿Acaso no le has hablado peor a tu madre?— ruedo los ojos con disimulo e inicio a caminar. Papá que es un hombre alto, de hombros anchos, moreno de cabello y bronceado de piel con más de 1.90 metros, camina delante de mí. Realmente es un hombre imponente y cabrón como yo, ¿Para qué negarlo? —siéntate— me ordena sirviendo dos tragos de vodka. Una vez me deja la copa frente a las narices sobre su escritorio toma asiento en su imponente sofá de cuero negro —¿Que ha pasado en la cena?— desvío la mira, tengo que medir bien mis palabras o de lo contrario gritar para que vengan a mi ayuda. Papá es un hombre que si tengo los huevos para ser el gilipollas que soy, tengo los huevos para aguantar tres o más guantazos de un hombre.

—No pasa nada papá— le miro después de darle un trago a mi Vodka —Es únicamente que no creí tener un hermano a estas alturas, por una mierda... ¡Ya están viejo!— para mi asombro papá sonríe abiertamente. Le miro incrédulo, es una falta lo que le he dicho.

—¿Quieres saber por qué un hombre como yo sigo embarazando a una mujer como tu madre?— enarco una ceja.

—¿Por qué?— pregunto con la curiosidad a mil, papá se me hace alguien interesante y de él aprendo hasta lo que no debo, aunque eso él no lo sepa, cree que no sigo los pasos de nadie, y es así, pero eso no significa que de él no aprendo nada.

—Porque soy un maldito Hamann y yo todo lo puedo, si deseo embarazar a mi mujer tres veces más lo hago porque me sale de los cojones— me mira serio —Ella puede tener 60 años y yo 76… y si la quiero embarazar lo hago porque es mi mujer, mi esposa... Y porque toda ella es mía. ¿Lo has entendido? Si a ti te parece mal tener un hermano porque consideras a tus padres viejos me vale un coño— gruñe sacando eso que lo caracteriza —has lastimado a tu madre, le has arruinado su felicidad y después vienes aquí y me dices que tu maldita reacción de aquello es porque nos consideras viejos— pasando saliva con dificultad me acomodo en mi puesto.

—Es que no comprendo cómo se pueden desear tanto... Han pasado muchos años— papá le da un trago a su copa sin apartar su mirada de mí. Sus ojos negros dejan ver un brillo que únicamente aparece cuando piensa en mi madre.

—¿Quieres saber por qué la deseo y nunca me aburro de ella?— asiento, quiero saber su secreto, quiero saber cómo mantiene su matrimonio fuerte y para nada monótono, quiero saber cómo mierda pudo dejar su pasado por completo. Yo no me veo follándome a la misma mujer por años habiendo otros coños por explorar.

—Quiero saber cómo Kahin Hamann, ese hombre del que se habla mil y una cosa pudo cambiar completamente— mi padre asiente y después de tomarse toda su copa se acomoda en su sofá y me mira con gesto serio, pero con una sombra cálida en los ojos.

—Era el mayor capullo de todo el planeta, era el hombre más deseado por las mujeres. A dónde sea que fuera siempre había una, dos, tres o cuatro mujeres esperando por mí. Me las follaba a todas, las disfrutaba sin límites... Y una vez estaba satisfecho al igual que ellas les dejaba todo en claro. Rompí más corazones que un cardiólogo... Hice llorar más que una muerte, hice sufrir más que cualquier accidente físico puede hacer sufrir... Pero el día que una pequeña, insolente de sonrisa angelical y ojos enormes— una leve sonrisa se le dibuja en la comisura de los labios —con ese aspecto de ser pasiva pero que cuando decía algo dejaba ver lo agresiva y que para mí era lo más dulce que había visto aunque demostré que me cabreaba por ser como era. Decidí cambiar, decidí luchar por esa mujer, ganármela y hacerla mía de todas las maneras que podía existir... Y no fue fácil, conoces a tu madre y yo cometí muchos errores al igual que ella, pero no la solté, no desistí y no me rendí— niega —¿Crees tú que puedo dejarla ir después de todo lo que me costó tenerla a mi lado? Y si hemos durado tantos años y me la sigue poniendo dura de solo pensarla, es porque yo sé todo lo que ella hizo por mí. Me rescató, me mostró un mundo distinto, mi Dulce me enseñó a amar... Ella lo dio todo por mí, desde su virginidad hasta el sacrificio de su cuerpo por traerlos a ti y a tus hermanas a este mundo... No me canso de follármela porque mi mujer es mejor que cualquier otra. Ella es sexy, interesante, inteligente, atrevida y sabe bien como batírmelo para sacármela toda y quedar satisfecho pero aun así querer más de ella— frunzo el cejo, por alguna razón no me siento incómodo con esto, papá ama realmente a mi madre y eso es de admirar.

—¿Has engañado alguna vez a mi madre?— mira la puerta y se encoge de hombros.

—Ni una sola vez desde que la metí a mi cama por primera vez... Por mi mente jamás ha pasado engañarla, la amo mucho y como te lo he contado, ni una otra mujer daría por mí, lo que tu madre ha dado— sonríe complacido —te daré un consejo. El día que encuentres a tu dulce y ella sea tu tentación, lucha por ella, y si no hace falta luchar... Recuerda la mierda que eres ahora, la mierda que eras cuando ella te aceptó y eso te será suficiente para no querer engañarla. Eso si... Si es la indicada ni siquiera tendrás que recordar nada porque verás en ella lo que realmente necesitas— se levanta dejándome plasmado —como sé que no te gusta lastimar a tu madre, te doy 10 minutos para que puedas hablar con ella y pedirle perdón— sin decir nada me levanto y salgo de su despacho, la cabeza me da vueltas, ¿Cómo es posible amar con tanta intensidad? ¿Cómo coño una mujer puede ser tan importante en la vida de un hombre que no sea su hijo? ¿Cómo puede abstenerse a follar con muchas solo para follar con una?

Al subir las escaleras me encuentro con mi amigo canino, le doy unos cuantos mimos para después ir directamente a la habitación de mis padres que está al otro extremo de la mía. Al entrar mamá está sentada en la cama con gesto triste, muerdo mi labio con un poco de fuerza. Odio lastimarla y siempre lo hago.

—¿Mamá?— la llamo y ella me mira, al hacerlo su cara refleja alivio, pobre mi madre, no sabe nunca que esperar cuando salgo de casa —¿Podemos hablar?— su gesto se contar y me da la espalda, suspiro y me siento a su lado, no le gusta llorar ni mucho menos que la vean cuando lo hace. La abrazo como si fuera un crio y ella inicia a sollozar, me rompe el corazón escucharla así —perdóname, fui un idiota— ahora soy yo quien la abraza a ella como si fuera una niña y es que es muy pequeña —lamento lo que pasó…— beso su cabeza —¿Me permites cuidarte y quitarte esa tristeza?— mamá me mira con sus ojos tristes he inicia a besar mi rostro, sonrío por lo que hace —venga mamá… se supone que debo ser yo quien te mime a ti— de pronto siento un golpe en la cabeza, le miro sorprendido.

—Que sea la última vez que me trates de esa manera, ¿Lo has entendido Kahin Hamann? Soy tu madre y a mí me debes respeto… y siempre que salgas de aquí decirme para dónde vas— resoplo, desde luego actúa muy extraña.

—Está bien mamá, lo lamento… pero la próxima vez recíbeme como siempre, no hagas como que estás triste y después me golpeas y me gritas enojada— frunzo el cejo al verla llorar más —¿Qué sucede mamá? No me he peleado con nadie y no he formado un espectáculo público— la vuelvo a abrazar.

—No es eso, me duele como me tratas Kahin, soy tu madre. Tu padre a pesar de todo te enseñó a respetar y te enseñó que los sentimientos de los demás importan… mírate hijo, solo peleas, te metes en escándalos en los que tu padre debe sacarte— niega y yo me levanto.

—Ok mamá, no quiero hablar de esto, les he dicho mil veces que quiero irme y no me dejan… tengo un departamento que papá me regaló y en el que solo puedo ir cuando las chicas vienen conmigo. Si me dejaras ir no tendrían que aguantarme— me inclino y le doy una beso en la cabeza —me iré a la cama— camino a la puerta.

—Eres muy joven para que vivas solo— me detengo en pleno umbral, mamá es manipuladora —eres mi bebé y ya te dije que de aquí te vas cuando termines tus estudios— resoplo y sin decir nada me encamino a mi habitación a la par que juego con Rucher, está un poco viejo.

—Pero qué coño— susurro al ver a mis hermanas y a Lean en mi habitación revisándolo todo. Ellas miran en mi dirección cuando Rucher ladra, ahora comprendo porque me lo encontré fuera a estas horas —¿Qué mierda creen que están haciendo?— les grito entrando hecho una furia —maldita sea, no me gusta que estén en mi habitación— maldiciendo voy a mi armario y busco lo único que no me gustaría que ellas encontraran.

—¿Buscas esto hermano?— al voltearme miro a Marilí con una bolsa, furioso me dejo ir contra ella y se la arrebato.

—Que sea la última maldita vez que tocas esta mierda, ¿Lo has entendido?— le miro a los ojos y los suyos que son tan azules como los de mi madre me desafían.

—¿Y si no qué?— sonríe burlona —¿Le vas a decir a papá que no me deje salir contigo? ¿Convencerás a mamá de que no me deje ir a dormir con mis amigas más de un día?— un pequeño “Ja” me sale desde la garganta.

—No me hace falta una excusa para eso. Lárgate de mi habitación— mi hermana como la toca pelota que es niega sonriendo.

—¿Qué dirá papá cuando sepa que su problemático hijo tiene tanto dinero en su closet además de droga?— aprieto los puños y endurezco el gesto, la respiración se me va volviendo pesada y las venas de mi cuerpo van palpitando más y más.

—Marilí, no tientes— le regaña Nasya —sabes bien que no le dirás nada a nuestros padres— trata de alejarla de mí, pero Marilí es una cría que no me deja estar nunca, odio que mi hermana sea tan gilipollas como yo.

—Ok…— dice Lean con un poco más de firmeza, pero poco caso le hago, me acerco más a mi hermana y le miro amenazante.

—Que sea la última vez que intentes chantajearme, sabes muy bien que si así lo decido se quedan encerradas y si salen seria con guarda espalda. ¿Quieres jugar a esto hermanita?— le sonrío triunfador y lo siguiente que siento es un puñetazo en la mejilla izquierda —mierda— gruño por el dolor.

—Mala leche de mierda— Grita Marilí, Nasya se la lleva a rastras y yo carcajeo para su disgusto, intenta regresar pero nuestra hermana la saca. Al ver a Lean pasar por mi lado para salir, estiro mi mano y la paso por su vientre hasta tenerla sujeta por las caderas, ella se detiene y no me mira. Quiero disculparme, pero yo nunca me disculpo, solo lo hago con mi madre y ya está.

—No quiero que vuelvas a ir tras de mí cuando estoy furioso, ¿Lo has entendido?— paso la lengua por mis labios para remojarlos, esas son mis disculpas, queda de su parte si tomarlas o no.

—Eres un capullo, suéltame— intenta soltarse pero no se lo permito, ella descontrolada inicia a golpearme una vez la pongo frente a mí y para que no se suelta la abrazo dejando mis manos en sus caderas.

—Deja de golpearme— no me escucha, sigue haciéndolo —sabes que eso no me afecta— me mira con rabia, sus ojos están rojos y cristalizados —¿Seguirás enojada?— la intimidad con la que nos miramos no es normal, quizás sea yo quien lo esté malinterpretando, pero que ella me mire tan dolida por como la traté me llena de satisfacción porque sé que eso va más allá de un trato como primos.

—¿Qué crees? Me has tratado mal— le miro serio, su voz… esa dulce voz, esa mirada angelical y ese rostro tan inocente me desquicia, me molesta, me fascina —eres demasiado cruel Kahin— muerdo mis labios sin dejar de mirarla a los ojos, mi cabeza sin permiso se va adelantando así provocando más cercanía. Cuando me voy a decidir a cometer una idiotez escucho que abren la puerta y la suelto como si quemara.

—Sal de mi habitación y no quiero que vuelvan a entrar aquí— sin mirarle camino a mi closet para meter la bolsa, trato de relajarme y olvidar esa intimidad que no debería de darse, no con ella.

—Vamos Lean, no vale la pena, sabes cómo es él— Nasya resopla y segundos después siento como me abraza por la espalda —te quiero señor gruñón… no te enojes, eso le hace daño a tu negro corazón— sonriendo sin que me vea niego —ahora si nos vamos— se despega de mí y al girar ya están por salir de mi habitación.

—Mierda— resoplo tirando la puerta del clóset y me tiro en plancha a la cama después, si tan solo pudiera hacer mi voluntad con esa mujer que es prohibida para mí ante la sociedad y la familia todo sería más fácil.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo