CAPÍTULO 7

Jamás me había sentido tan expuesta como en ese momento. Esteban había mirado más profundo y había dado en el clavo.

No podía quedarme un segundo más en su casa, si lo hacía, sentía que de alguna manera iba a leer mis pensamientos y a entrar en mi lugar más privado y con más muros…mi corazón.

No podía entrar, ni él ni nadie.

 — ¿En dónde estabas?

Arrugué mi ceño y volteé a ver quién era el intrépido que se atrevía a hablarme en plena crisis.

—No tengo por qué darte explicaciones Vlademir —aclaré, no queriendo empezar una discusión—. Ahora si no te importa, terminaré de llegar e iré a mi habitación.

—Al parecer tu madre llamó al tío Leandro y le dijo que tú estabas yendo a casa. Para que

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