capítulo 4

Melania Castello

Durante un mes no he tenido descanso despintando a Domenico del paradero de mi padre. Su hacker hace muy bien su trabajo, le he ayudado un poco dándole suerte de encontrar una foto de la pelirroja, será lo único que obtendrá de mí. Me encanta jugar ese juego de quien será atrapado primero. El muy idiota no sabe que conozco sus pasos, me he adelantado a él. Llevo estudiándolo durante 5 años desde que me convertí en una Castello. Me he preparado muy bien para dar mi estocada.  Un mensaje llega de mi infiltrado.

Infiltrado

Dato entregado al jefe, jefecita. Está colérico por no tener mayor información, tuya. Está muy despreocupado por su esposa, creo que no le importa tanto no saber de ella.

Melania

Ya veremos si le dura su tranquilidad. Acabaré con su linda paz. Cuídate mucho, pronto nos veremos.

Infiltrado

Espero sea pronto.

Así que nuestro mafioso está muy calmado por no tener a su dulce esposa en casa. Ya veremos si sigue siendo tan feliz después de un lindo mensaje que se le maltrate a su mujercita hasta dejarla moribunda. Observo a mi padre tan feliz al lado de Fiorella, los dos sonríen, se puede notar el amor que se tienen los dos. No me confió en ese amor, son buenos mentirosos o yo soy la que no cree en ellos.

¿Acaso el amor existe?

Borro esos pensamientos estúpidos  de mi cabeza. No puedo pensar en banalidades como esas y distraerme de mi objetivo que es patearle el culo a los Masseria y quebrantar su imperio hasta verlo en la calle rogando por que acabe con su agonía. Pagará con creces haberme robado a mi familia.

— Cariño, debemos contarte una noticia muy importante que esta bella mujer me ha estado ocultando por miedo.

— Papá, te vez muy feliz no me digas que…

— Tendrás un hermanito, mi amor. Tendré otro heredero, Melania. — Suelta con una sonrisa gigante, sus ojos azul verdosos brillan, sonrió a su par sin agradarme la noticia, aunque esta información la utilizare para atormentar a Domenico. Lo abrumare, lo hare pedazos al hacerle creer que matamos su bebé, eso le traerá problemas a mi padre, sin embargo, sabré cubrir nuestros pasos.

Les cuento mi plan a ellos, mi padre se niega al principio no estando muy convencido por miedo que le pueda pasar algo al feto, tal vez cree que tengo celos, todo lo contrario, al fin, acepta el plan. Preparo micrófonos, audio ambiente de golpes, y le explico a Fiorella para que actué para su maravilloso esposo que quedará destrozado al saber que perdió a su bebé. Ni el más cruel hombre de piedra podrá soportar algo así. Una hora más tarde todo está listo, edito el audio enviándolo de un teléfono que no pueden rastrear, ni el FBI lo podría hacer.

Mi padre me observa con ojos clínicos viendo como trabajo de una forma fácil creando distracciones y a la vez creando maldad. Se preguntara porque un ángel como yo guarda tanto resentimiento en este pequeño cuerpo. Fiorella ha tratado de saber mis razones por que odio a su esposo sin obtener alguna respuesta mía, es mi madrasta, no una hermanita de la caridad.

— Espero te guste el regalito, Domenico. —  Los tres reímos a carcajadas por nuestro plan. — Debo ir a una fiesta que me invito un amigo, no me esperen, padre. Disfruten su noche, picarones, y la próxima… dejen dormir.

Mi plan salió perfecto como lo pensé, mi informante me aviso que enloqueció como imagine que lo haría casi matando a golpes uno de sus hombres. Música para mis oídos. Observo a Patrick esperando a las afueras de mi casa con dos antifaces en sus manos. Es todo un galán ese hombre. Uno que muere por su muñeca rusa sin corazón.

— Te he dicho que el color rojo es mi favorito, preciosa.

— Te he contado que mi arma le gusta hacer agujeros profundos a tipos como tú. – Dije dándole un beso en la mejilla. —  lindo antifaz, imagino que es para mí.

— Es tuyo, Melania. —  Respondió algo pálido por el miedo. –— La… la fiesta es de antifaces, mi prima es la cumpleañera.

— Amo estas festividades.

Al llegar al lugar me quedo impactada al ver muchas caras conocidas. La mafia italiana y la mafia rusa reunidas en un mismo lugar disfrutando de una velada, disfrazados bajos trajes elegantes y vestidos de gala. Mis ojos empiezan su inspección si buscando mi carnada sin encontrar mi objetivo. Me cuelo entre los invitados escuchando rumores que Doménico rastrea a mi padre con lupa ofreciendo una  jugosa cantidad de dinero por información. Sonrió feliz, brindo con alguno de los invitados. Estoy por tomar un trago siendo interrumpida por Patrick.

— Me vas amar, preciosa, con lo que tengo que contarte. — Dijo tomando mis manos como si fuera su novia. –— Doménico, sabe de la existencia de la hija de Favrizio.

— ¿Qué? — Dije algo pálida.  No estaba entre mis planes que se entere tan rápido de mi existencia. Debo armar de nuevo mi juego. — ¿Cómo se enteró de ella?

— Uno de los socios de él tenía conocimiento de ella. No tiene conocimiento de cómo se llama, ni como la conocen en el bajo mundo, mi Niña de la Mafia — Refuto — ¿Creías que no lo sabía, Melania? Sé que tú eres esa chica. Tu secreto está a salvo conmigo, sabes que hago cualquier cosa por ti, aunque todo el tiempo me amenaces y rechaces mi amor.

— Gracias, Patrick, sabes que te quiero.

Patrick Fiori, un castaño de 25 años, de ojos azules claros, de 1.90 de estatura, de un cuerpo esbelto, de grandes brazos con unos tatuajes hermosos en sus brazos, es muy guapo. Ha Patrick lo conocí hace tres años en Holanda en uno de mis viajes de negocios. Desde ese momento somos inseparables. Olvido una de mis reglas de no enamorarse. No suelo meterme con mis amigos, en sí, solo tuve un novio y lo mate cuando intento tomarme a la fuerza. Yo le doy mi puta virginidad a quien yo decida, no a cualquier, imbécil.

Mis reglas son muy básicas:

  1. No te enamores.
  2. No dañes mi confianza.
  3. No juegues conmigo.

Al parecer Patrick olvido la primera regla. Gracias a su lealtad por mí no lo he matado y lo he enviado tres metros bajo tierra. Me suelta el dato que Doménico está en la fiesta, que es intimo con su prima, ella es intocable, no por miedo de lo que pueda pasar, sino por lealtad a mi amigo. Es mi código de confianza.

— Te amo, amigo mío. –— Dije besando sus labios. — No te emociones, cariño. —  Le guiñe un ojo buscando mi objetivo hasta dar con él. Lo veo en un plan romántico con Alana, la festejada. Veo que no pierde el tiempo y fue más el show que hizo de destruir su habitación y golpear su hombre que lamentar la muerte de su pequeño, mi hermanito.

Veo que me observa estando con ella. Alzo mi copa desnudando mi rostro, al parecer, no me reconoce por mi pelo oscuro. Enloqueceré a Doménico, lo haré buscarme por todo el lugar. Patrick espera mis instrucciones. Me toma una fotografía de mi rostro y algo de mis pechos, dejo un mensaje de recordatorio. Estoy algo aburrida en esta fiesta y quiero algo de emoción, y que mejor con mi gatito. El ambiente se tensó. Hombres buscan por todos lados mi presencia observándolos desde una ventana de la mansión.

— Te quiero como amiga y no como enemiga, Melania. —  Bramo Patrick soltando su corbata. — Juro que me vuelves loco, mujer.

— Lo sé, bambino… pero este cuerpecito no tiene dueño y menos ganas de coger. Es hora de dañar un buen momento, espero tu prima no me odie por ello.

— Eres una desconocida para ella, querida.

La veo arrodillada exprimiendo el pene de Doménico, unos corrientazos recorren todo mi cuerpo, muerdo mis labios.  Los observo por unos segundos viendo las expresiones de mi ratoncito que disfruta de la felación que la maestra de Alana le brinda. Sus gruñidos son fuertes, está por venirse, es la misma expresión que hace Patrick cuando lo provoco y termina frustrado. Quiero acabar su diversión. Solo se me ocurre decir.

— ¡UFF! Espero no interrumpir nada. –— Sus ojos oscuros se clavaron fijos con los míos, cerrando la puerta.

Era hora de huir.

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