capítulo 2

Melania Castello

Hace cinco años atrás me convertí en la hija de uno de los mafiosos más buscados de la mafia italiana de Cosa Nostra (Sicilia), Favrizio Castello, uno de los mafiosos más sanguinarios que pudo parir Italia. Es un hombre sin escrúpulos que no le importa vender a los suyos por tener poder, dominio y dinero. Es un hombre ambicioso, más oscuro que la penumbra, hasta el mismo diablo le teme. Su única ambición es el dinero hasta que llegue a su vida aquella noche donde me vendían al mejor postor por unos cuantos euros por aquella mujer que juro ser mi madre, siendo una vil mentira.

Moscú – Rusia fue testigo de la muerte de una  mujer cruel y el resurgimiento de un alma vengadora. Nació la Niña de la Mafia. Así me di a conocer en el bajo mundo del lavado de activos, tráfico de armas y joyas, olvidaba mencionar mi mayor especialidad. Soy una gran hacker en toda la dimensión de la palabra. La DEA y la Interpol  están cansados de mis constantes saqueos a sus cuentas con mis lindos virus troyanos eliminando cualquier evidencia de mi padre o mía.

Soy el lucerito de sus ojos.

— Padre, bello. Todo listo en mi trabajo. Doménico Masseria, pensará dos veces al querer tocarte de nuevo uno de tus cabellos. Le hare pagar caro cada uno de sus insultos, te lo juro, papá.

— Hija de tigre sale pintada. Te veo en Moldavia, cariño, imagino ya deben tener nuestra ubicación.

— Exacto, padre, ya la tienen. El bello durmiente ha despertado y está desesperado buscando la pelirroja que lo derribo con su propio juguete. Ame detonar esa bazuca, ¿Te gusto el video, padre?

— Digna de ser mi hija, la hija de un mafioso, mi amor. Cuídate mi pequeño, sol.

Algunos recuerdos vienen a mi cabeza cuando le confesé a ese hombre que era su hija, un secreto que me salvo de una vida miserable. Ese día cambie todo mi aspecto. Deje de ser aquella niña asustadiza o temerosa de la que muchos se burlaron cuando tan solo era una nena indefensa. Gracias a mi padre, soy alguien de respeto y alguien a quien debes temerle, mi sombra me teme.

Recuerdo aquella noche fría en Moscú expuesta ante las miradas de esos hombres listos con sus chequeras dispuestos a pagar fuertes cantidades de dinero por nuestra virginidad. Esa mirada oscura en esos ojos claros congelo mi sangre. Esos 500 mil euros por mi detonaron pánico, miedo, asco, sentimientos que congele esa noche con el frio de la capital de Rusia.

Mis lágrimas se congelaron al escuchar que fui vendida a uno de los sicilianos. Siempre me llamo la curiosidad las mafias, en especial, la italiana gracias a Alina, mi cuñada, y mejor amiga del orfanato, aquella que enterré junto a mi hermano por culpa de Doménico Masseria. Jure vengar sus muertes.

Vi como la nieve que tanto amaba se mezclaba con el rojo carmesí de la sangre de los dos únicos seres que he querido en mi vida. Ellos fueron lo único que me importaba en este mundo, ahora no me queda nada, ni alma. Quebrantaron mis alas blancas cambiando a un color oscuro como el mismo carbón. Mi alma esta tan negra como la neblina que opaca esta noche.

Recuerdo

— Que mejor cumpleaños número 18, muñequita, que un mafioso le dé a tu madre 500 de los grandes por tu virginidad. Siempre supe que eras una mina de oro, pequeña.

— Puta — le grite escupiendo su horrendo rostro — espero esos lindos euros te sirvan para algo, víbora.

— Pobre niña ilusa, apenas comienzo hacer negocios contigo.

Escucharla me dio asco, le volví a escupir su rostro escuchando una carcajada de aquel hombre que me compro por 500 mil euros sin saber que era su hija. Lo miraba con desconcierto al ver que no me conocía, que me dejo a mi suerte y ahora paga por mí.

Me suben a una habitación a la espera de mi comprador. Veo la nieve caer, recuerdos vienen a mi cabeza de mi hermano Dante y Alina cuando jugábamos en el orfanato con la nieve. Sacábamos nuestras lenguas  recibiendo ese hielo en nuestro paladar que nos quemaba. Sus manos tocan mis hombros oliendo mi cabello, está por besar mi cuello diciéndole: - Pagaste como el mejor postor por la virginidad de tu hija, Favrizio Castello.

Sus manos se retiran de mi cuerpo helado por falta de ropa, el conjunto de encaje no cubre mucho mi piel. Sigo de espaldas ante ese hombre siniestro.

— ¿De que estas hablando, niña? Yo no tengo hijos.

— Te suena el nombre, María Antonieta Mancini, mi madre. Aquella mujer que decías amar y la abandonaste a su suerte hace más de 20 años aquí en Moscú, y hoy pagas por tu hija como una mercancía al mejor postor ¿Cobraras tu compra?

El silencio reino en el lugar, lo observo pálido al verlo a la cara sentando en la cama tocándose su cabello negro con algunas canas. No emite palabra alguna, pide que me cubra con su chaqueta, cosa que agradecí. Esa noche le conté toda mi historia, desde la muerte de mi madre  cuando tan solo era una niña de dos años, hasta como caí en manos de esa mujer horrible. Aquella noche libre una batalla, vi morir a mí querida madre (sarcasmo) de la mejor manera. Fue un lindo bocado para los tiburones.

Salí de aquel lugar de apuestas y venta de vírgenes de la mano de uno de los hombres más oscuros y temidos en Europa. No espero mucho de él, nunca ha tenido hijos, y de la nada le aparece una. Será algo nuevo para los dos, yo tampoco sé que es tener un padre.

Favrizio Castello, mi padre comprobó con un ADN que era su hija aprovechando mis talentos para hacer negocios con los rusos y volverme su mano derecha en la mafia y convertirme en el “Niña de la Mafia” como me conocen.

Fin del Recuerdo

— Buena suerte, Doménico Masseria, buscándome… olvide decirte que soy la reina del disfraz — Mencione subiendo a mi avión privado rumbo a Moldavia. Estoy por apagar mi móvil entrando un mensaje que me dispuse a revisar.

Infiltrado

Todo listo, jefa. El pez ha caído en la trampa. Buen viaje, muñeca.

Melania

Perfecto. Revisa tu cuenta, la he cargado por la suma acordada. Ten cuidado, Adam, no quiero perderte a ti también, besos.

Infiltrado

Lo hare, jefecita.

Sonrió al saber que estaré un paso adelante del gran Doménico Masseria, aunque para mí, es un lacayo que caerá a mis pies, rogará misericordia para que perdone sus pecados. Le quitare cada una de las cosas que ama. Inicie por su mujer, lastima su padre que se fue antes que me conociera. Su hermano es un bicho que se vende por algo de poder y dinero. Unas horas me bastaron para ver a mi padre sujetado de la mano de Fiorella Masseria, quien le devora la boca a mi padre.

— Linda peluca, Melania – Refuto la pelinegra al verme — Espero no haigas liquidado a mi querido esposito — Sonrió con sarcasmo — Quiero verlo sufrir.

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