Capítulo 4

La boca de Azul se sentía pastosa, pero en cambio su cuerpo estaba totalmente relajado, aquel lugar donde estaba acostada era como estar en una pomposa nube, se sentía relajante y gustoso, todo su placer terminó al recordar donde estaba, asustada se sentó en la cama y después de mirar a todos lados miró sus manos, pies y se fijó en si estaba vestida, acto seguido se llevó la mano a su sexo de manera temerosa, al sentir que no dolía dejó salir el aire aliviada, había sido un sueño como los otros, pensó en que este había sido más real porque había conocido al hombre que con esos besos y esas caricias se había metido en su mente, pero lo cierto es que Lucían despertó por una pesadilla y la vistió para probar suerte en que ella lo recordara como un sueño, así no se lo sacaría de la cabeza.

Por la cabeza de Azul pasaban muchas cosas, aquel hombre que apareció de la nada y le ayudó en un momento indispensable le había propuesto algo muy indecente, ella en su vida solo había estado con Gregory y no era todo el tiempo, él desde que iniciaron su relación estaba por su carrera policial, lo que le llevaba a irse por meses, 8 años y si mantuvieron relaciones en más de 30 veces era ponerlo por lo alto, Cosy y Blanca luchaban por abrirle los ojos, pero ella simplemente no quería ver la realidad. Echándose a llorar pensaba en que hacer, si no aceptaba lo que ese hombre le pedía quizás su madre no tendría la posibilidad de sanar, aunque no podía olvidar que ya todo estaba pago, él ya no podría pedir el dinero de vuelta. Una enorme sonrisa se le dibujó en los labios, no sería obligación ceder a lo que él pedía si el tratamiento y la operación de su madre estaban pago.

—Dios— susurró al recordar que la cambiarían de hospital y aquel indecente no le había dicho el nombre, estaba atada a él en todas las maneras, pero lucharía para no quedarse ahí, ella debía irse de aquel lugar, ya vería como buscar un sitio donde vivir ella y su madre.

Mientras azul se daba una ducha Lucían le veía desde una pantalla, solo verla desnuda le provocaba un calor inmenso y su polla dolía como nunca antes por la dureza y la ansiedad de estar hundido en su inexperto coño, sabía que después de poseerla ella quedaría rendida ante él, ¿Pero acaso estaba dispuesto hacerla suya siendo un desconocido para ella? Esa pregunta y lo que sintió cuando disfrutaba de su sabor lo detuvieron a follársela como lo deseaba.

Da un largo suspira al verla tallarse el cuerpo con tanta delicadeza, se imaginó como seria sus caricias, como sería ella acariciando su desnudo pecho después de hacerla suya, sus manos en sus mejillas cuando quisiera golpear algún idiota por mirarle y ella tratara de calmarlo, como seria esa jodida mirada que ella le daba antes, esa de amor y que le hacía saber que ella era su salvación su calma. Sacudió la cabeza, no podía permitirse eso, él estaba ahí para hacerle pagar y era todo, en eso era lo que debería estar pensando y no imaginando estupideces. Cabreado por la jugada que le hizo su mente metió la clave y desactivó las cámaras de esa habitación, no estaba dispuesto a que sus hombres vieran lo que le iba a pertenecer.

—¿Todo bien señor?— preguntó el encargado de vigilancia, que su jefe se encargara de ver algo personalmente y a solas solo suponía que algo estaba mal, él jamás se para a ver si ellos veían a las mujeres desnudas o que lo vieran follar, y ahora les ordenaba salir de la habitación para ser él quien vigilase a esa mujer que había traído de la nada, pero jamás le cuestionaban.

—Todo está bien Julio— le miró de frente —quiero que vigilen cada paso que ella dé— no da más detalles, él sabía perfectamente de quien estaba hablando —si la ven en una situación comprometedora me lo haces saber, quiero que te comuniques con cada uno de los hombres y les pongas sobre aviso, si uno se llega a pasar con ella muere, ¿Entendido?— Julio asintió algo turbado, no entendía lo que pasaba con esa mujer, pero debía obedecer, si su jefe así se lo pedía así lo haría.

Lucían por su parte deseaba que ella siempre estuviera bien, sentía enojo, ira, resentimiento por ella, y su estúpido corazón solo deseaban que estuviera bien, pero como él era más de cerebro que de corazón seguiría en marcha con su plan. Azul que salía del baño optó por ponerse la ropa con la que había venido a pesar de ver un closet lleno, supuso que era de las tantas amantes que aquel indeseable hombre tenía. Cuando estaba a nada de vestirse chilló al ver a una mujer salir del closet, era tan enorme que no la había visto cuando echó un vistazo.

—Oh lo lamento linda— se disculpó la mujer ya madura —estaba ordenando sus cosas, han traído todo y el señor me pidió que lo arreglase por usted— con una preciosa sonrisa vio a aquella mujer de piel canela y ojos saltones e inocentes —soy Laura, seré su ayudante, yo haré todo lo que usted pida— Azul con la boca abierta le miraba incrédula mientras se tapaba la desnudez con sus manos.

—Yo… yo… yo no me quedaré— dijo no muy convencida, la mujer alzó las cejas, si sus cosas estaban ahí era porque se quedaría, su señor siempre hacia las cosas por algo, y cuando decía algo era porque así pasaría —además, no puedo aceptar que usted haga todo por mí, no sería capaz de algo así— le miró casi disculpándose, la mujer sonrió al verla de esa manera.

—No tiene de que preocuparse— le tranquilizó inmediatamente —me pagan por eso y disfrutaré de mi trabajo, algo me dice que usted es distinta— Azul frunció el cejo, saber que habían otras como ella no le gustó, ¿Acaso ese hombre estaba enfermo? ¿Le gustaba encerrar a todo el mundo y que hicieran su voluntad? —vamos, toda la ropa que está en el closet es suya, todas nuevas y a su disposición— dijo finalmente la mujer al verla tan pensativa, Azul estaba asustada, no estaba acostumbrada a tanto, miró a la mujer y con cara de súplica mordió su labio.

—¿Podría dejarme un momentos a solas mientras me visto?— Laura sonrió ante la petición de la joven, era tierna, esa niña no se merecía estar en ese infierno, sin duda las anteriores se lo merecían por ser unas ofrecidas y materialistas, pero aquella que estaba cubriendo su cuerpo desnudo con sus manos no era como las otras.

—Por supuesto, le espero afuera, el señor nos espera dentro de 10 minutos en el comedor, debe alimentarse y él quiere asesorarse de que lo haga— Azul masticándose el labio asintió, debía verlo para pedirle que la llevase con sus amigos, no se quedaría nuevamente en esa casa, tenía miedo de que sus sueños se volvieran realidad, la necesidad que estaba teniendo de ese hombre le asustaba, solo habían sido unos besos y algunas caricias, no era para que ella soñara y pensara constantemente en eso. Azul al verla salir corrió al closet y se metió en el, había mucha ropa bonita, Blanca se volvería loca estando en ese enorme espacio, había de todo, pero ella no quería eso, así que rebuscó hasta dar con su ropa, al ponérsela salió de la habitación.

—Estoy lista— sonrió cuando la mujer le miró, Laura estaba impresionada, ella había pasado de todas las bellezas que había en ese armario y escogió su ropa —por cierto, Soy Azul, lamento no presentarme cuando usted lo hizo, es solo que estoy algo confundida— sin pensarlo abrazó a la mujer y le dio un beso en la mejilla, Laura descolocada le correspondió, no estaba acostumbrada a esos tratos de parte de las mujeres que su niño traía a casa, debía hablar con él, además ese nombre ya lo había escuchado en una de las tantas borracheras, ¿Acaso era ella de quien siempre hablaba? Ya lo averiguaría.

—No te preocupes cielito, ya sé que esto pude ser abrumador, vamos, no hagamos esperar al señor o ni el negro se le compararía—bromeó provocando que Azul sonriera, esa mujer era buena y lo agradecía. Al llegar a la cocina Lucían hablaba con el encargado de la seguridad de su obsesión, al verla inmediatamente dejó de hacerlo y le ordenó al hombre que se fuera.

—Vaya, te dignaste finalmente a traerla— gruñó como el ogro que Azul lo tenía catalogada, Laura solo rodó los ojos, cuando él se ponía en esas era insoportable —déjanos a solas, debo hablar con ella para dejarle las cosas claras— Azul pasó saliva con dificultad, inmediatamente tomó la mano de la mujer para retenerla, pero esta le miró y con una sonrisa tranquilizadora acarició su mejilla.

—Ladra, pero no muerde querida, no temas, y si te hace algo solo debes llamarme, ¿De acuerdo?— Lucían les miró incrédulo, era cierto que era un desalmado, pero jamás se pasaría con ella, Laura que lo cuidó cuando no era nadie le dio una última mirada de advertencia y soltándose de Azul salió del inmenso comedor, ella con el corazón acelerado y la respiración casi nula miraba a ese hombre que no salía de su cabeza ni de sus sueños, se asustaba por la manera que su cuerpo despertaba ante él, de cómo su corazón se aceleraba, el sueño que había tenido ese día había sido más intenso de todos.

—Solo quiero irme— le pidió ella en un tono de voz inaudible, Lucían enarcó una ceja y río —solo quiero irme con mis amigos, no quiero estar en este lugar con usted, no quiero pagar mi deuda con mi cuerpo— él suspiro, sería mucho más difícil de lo que pensó.

—Bien, solo desayuna y podrán llevarte a donde desees— ella aliviada dibujó una sonrisa de agradecimiento —pero me temo que debes volver Azul— aquella manera de decir su nombre le trajo recuerdos, ella le miraba, esa forma solo lo hacia una persona, pero era imposible —no tienes donde vivir, prometo no tocarte hasta que tú estés de acuerdo con lo que te he propuesto— ella casi agitada por la visión que tuvo mirándolo a él se sentó, se sentía mareada, no podía creer que aquellas visiones volvieran —déjame ayudarte por favor, si crees que te tendré aquí encerrada te equivocas, podrás hacer tu vida— ella le miró, no se confiaba, pero algo en él le hacía creerle, él tenía la posibilidad de hacerla suya y no lo hizo, no llegó más allá de unos besos.

—No puedo aceptar ser suya— contestó bajando la mirada —yo… yo… no puedo— pensó en contarle que en toda su vida solo había estado con su ex, pero prefirió callar, él se podía burlar de ella, por Dios que ya tenía 28 años y no había follado en más de 30 ocasiones, era tan patética que hasta llevaba una posible cuenta.

—De acuerdo, entonces solo vive aquí con migo, dale una mejor calidad de vida a tu madre, aquí ella tendrá quien la cuide mientras tu trabajas— Lucían no comprendía su comportamiento, si él quería algo se hacía, se maldecía internamente por trazar un plan tan lento como ese —piénsalo, quizás creas que te ayudé con lo de tu madre para que fueras mía, pero no es así— soltó el aire por la estupidez que haría —puedes estar aquí sin ser mía— esas palabras rasgaron su garganta al salir, no deseaba nada más en el mundo que tenerla en su cama —después de todo sé que no me sacas de tu cabeza— sonrió y ella se sonrojó, ¿Cómo sabia él eso? —cuando abras los ojos y sepas que lo que te pido no es un pecado estaré aquí dispuesto a llevar a cabo mi propuesta, ahora aliméntate para que te saquen de aquí— ella pasó saliva, y obedeció a la orden.

Totalmente lista esperaba dentro del coche, el conductor hablaba con el tío del que no sabía ni su nombre un poco más allá, desde luego no regresaría a esa casa, ese hombre estaba loco, no sería suya nunca en la vida.

—Está bien señor, la traeré de vuelta para esa hora, y tranquilo, no sabrá que lleva guarda espaldas, no se preocupe— Lucían asintió mirando el coche donde ella se iba, rogaba para que no tratara de escapar de él, si era así su plan se iría a la basura, pero la traería a la fuerza si era posible, resopló, ¿Acaso estaría dispuesto él a eso? Pero que se preguntaba, si la dejó fácilmente sin nada por supuesto la podía secuestrar, no sería la primera persona que es secuestrada bajo su poder.

—Vete, y cuídala como si fuera tu propia vida, esa mujer es muy valiosa para mí, ¿Entendido?— el hombre asintió y sin más montó al coche y arrancó, tenía trabajar que hacer.

—Con que es muy valiosa para ti he…— se burló Rocco, era momento de hacer que su amigo entrara en razón, el paso más importante se había dado, pero aquel creía que estaba siendo inteligente y lo que estaba siendo era un imbécil -tenemos que hablar- inició a caminar, Lucían que aun veía en la dirección en la cual se alejaban los coches siguió a su amigo sin decir nada, estaba confundido, turbado, y muy cabreado por su manera de comportarse ante ella.

—¿Qué quieres?— preguntó aceptando el trago que su amigo le brindaba —no tenemos tiempo, hoy llega un cargamento desde Rusia y es nuestra responsabilidad recibirlo personalmente— Rocco sin prestarle atención se sentó frente a su amigo, ese cargamento podía esperar.

—Deja de pensar en el trabajo, es hora de que te diga las cosas como son, estoy cabreado de verte cagar todo y que pienses que ese estúpido plan va a resultar, y claro que lo hará, pero los resultados serán muy odiados— Lucían resopló, su amigo era un pesado, pero a eso Rocco le importaba en lo más mínimo, su amigo estaba actuando mal y no se lo permitiría —te vi sufriendo por esa mujer y no sé el porqué, pero sí sé que si sigues en esto sufrirás mucho más, la amas amigo, eres duro y despiadado, con ella lo eres, pero no como te gustaría— Lucían miraba con seriedad a su amigo —¿No te parece estúpido hacer todo esto siendo un desconocido para ella? Piénsalo, si ella sabe quién eres sufrirá más— se encoje de hombros, le haría ver que lo apoyaba en su plan, pero no era así, si estaba en lo cierto ella debió amar a su amigo con la misma intensidad que él la ama a ella, que lo reconozca podría sacarle esa loca idea de la cabeza —amigo, muéstrate ante ella, que sepa que eres tú, eso te lo pondría más fácil, no sé realmente lo que sucedió, ya que cierto idiota no quiere decírmelo, pero ponte a pensar, te muestras, ella te reconoce, recuerda viejos tiempos, piensa en lo que has hecho últimamente por ella y ¡bum! Será tuya sin hacerla sufrir tanto, solo tendrás que enamorarla hasta enloquecerla y dejarla sufriendo después tal como lo quieres, todo listo, tu plan será llevado a cabo— Lucían lo pensó, su amigo tenía razón, ¿Cómo no lo había pensado antes? Claro estaba tan ansioso de hacerle pagar que solo trazó el plan sin pensar que era a ella a quien haría pagar.

—Tienes razón, soy un idiota, estaba tan cegado y creando un plan perfeccionista que no pensé en esa opción— sonrió con algo de tristeza —hoy será el día que me muestre ante ella- Rocco pensándolo mejor frunció el cejo.

—¿No se molestará por habérselo ocultado?— Lucían carcajeó esta vez, por supuesto no sería así, ella sabía perfectamente lo que había hecho, ese plan de su amigo era perfecto, se maldecía por no haberlo pensado antes.

—Gracias por ese plan, muchas gracias…— se tomó el trago y se levantó —es hora de cambiarme el look— Rocco casi se ahogó con su trago.

—¿Estás hablando de cortar tu cabello? ¿Ese que amas con todas tus fuerzas?—Lucían asintió, valdría la pena hacerlo.

—Créeme, que ella me reconozca sola será lo ideal, ya quiero ver su cara cuando me muestre ante ella— su gesto era de odio —quiero ver qué cosas estúpidas me dice para salir de la situación— Rocco maldijo, ¿Su amigo realmente no estaba enamorado? ¿Acaso lo ayudó realmente con su plan para lastimar a esa chica? Se inició a preocupar, se suponía que en el intento de enamorarla su amigo se diera cuenta de su amor por ella, pero ahora que lo escuchó hablar de esa manera y vio cómo su gesto demostraba solo maldad al hablar de ella le hacía dudar.

—De acuerdo macho, venga vamos, debemos ir a una barbería y a trabajar en el proceso— debía disimular ante su amigo, tenía que pensar en cómo sacarle de la cabeza ese pensamiento, o por lo menos que le explicara el porqué de su empeño en hacer sufrir a esa mujer que desde luego era una chica dulce e inocente que jamás veía malicia aun teniéndola en las narices.

Los dos hombres salieron de la mansión, tenía un importante trabajo y para ello debían estar centrados totalmente o lo pagarían caro. Azul finalmente estaba con sus amigos, Cosy afortunadamente no tenía huesos rotos, solo eran moretones, contusiones e inflamación, en pocos días estaría bien.

—Aaiiss Diosa… creí que traerías al ángel de ayer, ese rubio era un papucho de esos que me dan calentura de solo recordarlos— Azul sonrió, su amigo podía estar mal, pero jamás cambiaba su manera de ser, era alegre y bastante loco —¿Será que viene a verme como sigo?— Azul se encogió de hombros, no había visto a ese hombre desde que se fue con el otro. Cosy y Blanca conocían a su amiga, estaba distraída y sumida en sus pensamiento.

—¿Qué sucede Diosa?— preguntó Blanca posando la mano en el ante brazo de su amiga —te veo muy pensativa— Azul suspiró.

—Me echaron del departamento— los dos amigos le miraron incrédulos, ¿Cómo era eso posible si le habían dado 3 días? —pero tranquilos, no dormí en la calle— desvió la mirada —el hombre que me ayudó con Cosy…— mordió su labio, si bien le había contado a sus amigos que se encontraba bien no les contó que ese mismo hombre le había ayudado también con ella, no sabía si contar la verdad, sus amigo sabrían que hacer, pero no se sentía cómoda con aquella propuesta, no cuando soñaba con aquel hombre de esa manera tan indecente.

—Cariño— susurro Cosy —sabes que a nosotros nos puedes contar todo, te podemos ayudar siempre que podamos— Azul asintió a lo que dijo Cosy, ella eso lo sabía, pero no podía obviar que ellos tenían compañeros de cuarto y además habían quedado sin nada de dinero.

—Está bien, iniciaré desde un inicio, ¿Recuerdan la semana pasada? ¿Cuándo todo inició a irme mal?— ellos asintieron, como olvidarlo, el gilipollas de su novio la dejó y la hizo sentir mal con ella misma —pues ese día que fui a la bodega antes de llegar a encender el interruptor alguien salió de la nada y… y… Dios— se tapó la cara con las manos, le avergonzaba contar eso, pero debía hacer así que dio un largo suspiro y quitó sus manos, sus amigos le miraban con atención —pues me besó y me tocó… y… y yo le correspondí, pero prometo que pensaba en resistirme, pero no podía, era como si me sintiera poseída, me quería detener y no podía… hasta que su mano se coló por mis bragas y Dios, estaba tan excitada, tan mojada que sus dedos se deslizaron por mi hendidura— sintió un corrientazo en su bajo vientre, solo de recordarlo le ponían calurosa. Cosy y Blanca sonrieron al ver de esa manera a su amiga.

—No eres una pecadora ni menos que otras, cariño— Blanca le quitó las manos de la cara y le obligó a que le mirase —todas tenemos un momento de debilidad, y si aquel hombre era eso que toda mujer desea— negó con la cabeza —entonces no había nada que hacer, y comprendo tu mal sentir, ese día terminaste con el sarnoso, pero venga que no puedes sentirte mal, ahora síguenos contando para entenderte mejor— Azul asintió y tomando una bocanada de aire continuó.

—No me lo saqué de la cabeza en toda la semana, soñaba con ese hombre aunque no vi su rostro, los sueños eran tan reales que al despertar me sentía muy mojada— estaba realmente avergonzada, pero quería concejos sobre saber que hacer —ayer que nos atacaron a Cosy y a mi unos hombres nos ayudaron, juro que no lo había reconocido, y cuando lo hice me quería morir, era el mismo chico al que insulté por mi enojo de que Gregory me dejara, él sin importar eso nos ayudó, cuando me llamaron del hospital donde estaba mamá, yo estaba tan asustada que una vez tú dijiste que venias a cuidar de nuestro amigo Salí corriendo, no recordaba que no tenía dinero, ese hombre fue tras de mí y se ofreció una vez más y yo lo acepté, debía llegar con mamá— se limpió las lágrimas —él no me dejó sola y cuando me dijeron que mamá debía recibir cuanto antes el tratamiento y que no se lo podían dar por mi deuda él sin pensárselo un segundo dijo que lo pagaría todo, absolutamente todo, me quise negar, lo juro, pero la recepcionista me convenció, yo no quiero que mamá sufra más, ya estoy cansada yo también de luchar y luchar y jamás tener para que mi madre esté en buenas manos— sorbiéndose los mocos cerró los ojos por unos segundos para calmarse —una vez él pagó todo le dije que no sabía cómo podría pagarle tanto, pero estaba dispuesta a trabajar toda mi vida si era necesario para así pagarle cada centavo que gastó en mamá— abrió los ojos, sus amigos no parpadeaban así que dejó salir el aire —cuando llegué a mi piso todas mis cosas y las de mamá estaban fuera, me sentí tan mal que me senté y solo lloré, ¿De que valía si mamá se recuperaría si no tendría donde tenerla? Aquel hombre que yo creí era mi ángel o algo así apareció nuevamente, esta vez con comida para mí, cuando miró todas mis cosas y yo le aclaré que me habían echado antes de tiempo nuevamente sin pensárselo me dijo que me fuera con él, nuevamente me negué, por el amor de Dios no quería yo abusar de ese hombre, ya había hecho mucho, pero lo que me dijo después era cierto, ustedes estaban aquí, y además tienen compañeros de piso, así que para no molestarlos más me fui con él, tiene una mansión a una hora de aquí. Llegamos y me llevó a una preciosa y enorme habitación— sonrió al recordarlo —solo pasaron 5 minutos y ya me había propuesto que viviera con él junto a mi madre y que fuera suya— miró a sus amigos preocupada —por supuesto me negué, yo… yo solo he estado con Gregory y ustedes saben que no era todo el tiempo, no soy así, yo no puedo acostarme con alguien que no conozco— Cosy y Blanca cruzaron mirada, si aquel le había hecho daño a su amiga lo pagaría caro —una vez di dos pasos decidida a salir de esa habitación y buscar la manera de venir con ustedes, él me tomó por el cuello y me pegó a la pared, no me hacía daño, aquel gesto fue sensual, pero yo estaba muy asustada, creí que me haría daño así que pateé sus bajos con todas mis fuerzas, traté de escapar, pero él me volvió a detener y me besó— su corazón latía de manera rápida, recordar eso le ponía nerviosa —y fue ahí que me di cuenta de que ese hombre había sido el mismo que me había besado y tocado en el bar, por Dios, estaba frente al hombre que no olvidaba por lo que pasó en la bodega, con el mismo que soñaba cada día— pasó su mano por su pelo —claramente no dije nada, solo lo insulte, ¿Y saben cómo respondió él?— los amigos en medio de la incertidumbre negaron en silencio, ese era un culebrón de novela —me volvió a besar, cada insulto que recibía él me besa, y yo insistía, pero no era para lastimarlo, ya sabía que jamás se ofendería, así que creo que lo hice para sentir sus labios, ¿Estoy loca verdad? Yo… yo supuse que él me perseguía desde la primera vez que cruzamos insultos, pero por algún motivo no creo que lo haya hecho para lastimarme, si no para tenerme, no sé qué hacer, él es frio, da miedo, me tiene en sus manos, por él Cosy está vivo y mi madre también vivirá, por él no dormí en la calle, pero, ¿Debo ser suya por lo que ha hecho por mí? También me prometió cuidar de mí, atenderme y darme todo lo que yo exigiera, y hoy que le aclaré que no sería suya me dijo que igual viviera con él, que no me tocaría, ¿Debo creer en su palabra?— los dos amigos miraban a Azul, no sabían que decir, eso era de película, sin duda siendo ellos sin pedírselo se entregarían sin más, pero ella no era así, su amiga era inocente y le faltaba mucha malicia, aquel quizás era un psicópata que se aprovecharía de su amiga, pero… ¿Y si no era así y simplemente se había enamorado de ella? —digan algo por favor… ayúdenme, ¿debería volver a su casa?— los amigos suspiraron, sin duda tenía que volver, no tenía donde vivir y aunque ellos la recibían con gusto quizás sus compañeros de cuarto no lo verían cómodo.

—Cariño— susurró Cosy —por lo que has contado aquel hombre despierta en ti cosas que te asustan, tú no quieres ser de él por miedo, porque no eres así, pero debes pensar más fríamente, no tienes dinero y por mucho que Blanca y yo quisiéramos ayudarte no podemos, si él te ha aclarado que no te tocará confía, no cualquiera hace lo que él hizo por tu madre y por ti, así que cariño, debes espabilar, pero eso sí, si crees que no puedes confiar en él entonces no vuelvas, nosotros vemos cómo ayudarte, ¿De acuerdo?— Azul asintió, debía pensarlo bien, pero por lo pronto no tenía más que hacer, no quería preocupar a sus amigos, debía volver con aquel hombre y tratar de sacarse de la cabeza su contacto.

—Volveré con él, cambiaran a mamá de hospital y yo no sé dónde estará, así que estoy prácticamente obligada— los tres amigos suspiraron y pronto pasaron a una conversación menos seria, como siempre Cosy inició a molestar a su amiga de que tenía a un millonario loco por ella.

Rocco y lucían habían tenido un excelente trabajo, la mercancía estaba completa y no tuvieron contratiempos, pasaron el resto de la tarde en una barbería, ambos se mofaban que parecían chicas esperando su turno en el salón, Lucían estaba pensando seriamente si cortar su pelo, pero Azul le impulsaba como siempre, quería entrar por la puerta y ver la cara que ella ponía al ver quien fue ese que la ayudó, al ver que era él quien estaba frente a ella, así que sin pensarlo más lo hizo.

—Pareces un puto angelito— carcajeó Rocco, su amigo con cabello corto y barba fina se veía como un niño de papi y mami —pueda ser que no te pierdan el respeto— no dejaba de reír en carcajada, Lucían gruñía, por eso no le gustaba el cabello corto, parecía un hombre pacífico y cuando sonreía aunque le sacaba suspiro a las mujeres no era por ser imponente, lo hacía por verse dulce e inofensivo —a ver esa carita de niño bueno— pidió Rocco con mimos, Lucían cabreado de las tonterías de su amigo le soltó un puñetazo en la cara, Rocco aun riendo se lo devolvió y ambos se golpeaban a vista de todos fuera de la barbería, cuando ambos estaban satisfechos de sus tonterías se subieron al coche.

—Vuelves a decirme una mierda por mi apariencia y te mato— advirtió Lucían en tono firme —¿Ya está en casa?— Rocco asintió.

—Tal parece que tu plancito está por todo lo alto, ella ha aceptado quedarse contigo, eso me dijo Laura cuando llamé, pero eso si, llegó tarde— no quería decirle, pero si se daba cuenta a boca de otra se pondría más furioso.

—Será un dolor de cabeza, pero sé que una vez ella me vea hará todo lo que yo le pida, pero no será un reto como creí— miró a su amigo —aunque será un reto que obedezca cada una de las cosas que le ordeno, ¿Te has dado cuenta que este maldito plan es bastante contradictorio?— Rocco carcajeo, su amigo verdaderamente no se daba cuenta de las cosas.

—Tú lo pones así, amigo, esa mujer pone tu mundo de cabeza y te desestabiliza de una manera que no coordinas bien, yo todavía no comprendo porque tu empeño, amas a su madre y casi me matas por no darte ese detalle, la amas y no quieres aceptarlo, ¿No sería mejor perdonar eso que ella te hizo? No lo sé, por lo menos dile lo que hizo mal para que ella te pida una disculpa, así podrás seguir con tu vida y ella con la suya, la haz destrozado amigo, la tienes sin nada, ¿No crees que eso ya es suficiente? Déjala así tal cual está y listo— Lucían no dijo nada, le gustaría hacer las cosas así, pero ayer que la probó su obsesión por tenerla a su lado había incrementado más —me preocupa que realmente eso que sientes sea una obsesión y que realmente no sea amor— el resto del camino fue en silencia, eso era lo que más Lucían odiaba, que no podía decirle nada, no quería sentirse más estúpido, a ella la conciencia le tenía que remorder, pero la veía demasiado tranquila y feliz.

—Baja de ahí niña, vas a caer— Laura estaba con el corazón en la boca —por Dios Azul… ya viene uno de los muchachos— Azul no hacía caso, no era necesario así que trepó sobre la encimera.

—Tranquila Laura, ya casi la tengo— sonrió alcanzando las galletas con chipas de chocolates que había pedido, Laura quería morir, se podía caer —¿Ves? Ya las tengo— sin problemas se bajó, la mujer estaba pálida, si a ella le pasaba algo a su niño le daría un ataque —tranquila, vamos ya relájate, no me pasó nada, ahora me voy a la habitación— Laura sonrió, esa niña estaba loca.

—Está bien preciosa, pero deberías conocer el lugar donde vivirás— Azul negó.

—No quiero encariñarme, ya se lo conté, no pienso quedarme mucho tiempo, una vez saque mi documentación buscaré un segundo trabajo para buscar un departamento— sonriendo se acercó a la mujer y le dio un beso en la mejilla —descansa Laura, me encantó la cena— sonriendo y con sus galletas favoritas en las manos se dirigió a su habitación, debía hablar con el señor como le decían todos, pero como no había llegado ella decidió descansar después de hartarse con el paquete de galletas. Lucían que había llegado hace un rato, después de bañarse decidió esperarla en su habitación, estaba ansioso por ver la reacción de esa mujer, con cabello y barba corta era el mismo de antes, ella lo reconocería  sin problemas —Rayos— susurró Azul cuando el paquete de galletas se le cayó cuando cerraba la puerta, no las quería destrozadas, tomándolas nuevamente las iba tocando asegurándose de que no estuvieran destrozadas hasta que siente que no estaba sola, al alzar la mirada su corazón se detuvo, sus pulmones se cerraron, el tiempo se paralizó y la vida se le había ido a sus pies.

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