Monotonía

Capítulo 3

Monotonía

-Buenos días señor Marcos Olvera, mi nombre es Héctor Centeno y hablo de THK ¿Cómo está? Un gusto poder comunicarme con usted –hubo una pausa pequeña- ¡oh! Comprendo perfectamente, pero solo necesito una par de minutos para…-tuvo que finalizar la llamada después de que su interlocutor colgara.

Muerte empezó a recorrer la oficina y noto que todas las personas reunidas allí, tenían el mismo pequeño espacio con los mismos elementos, con pequeñas diferencias como fotografías, muñecos o algún tipo de decoración que enmascarara la realidad de que todos eran exactamente iguales, además que todos tenían el mismo aparato en forma de “u” invertida que ponían en su cabeza y a través del cual hablaban, pero todos decían las mismas cosas, con ligeras modificaciones o entonaciones pero nada más.

-Esto es lo más aburrido que he visto ¿hacen esto todo el día? –preguntó Muerte.

-Todo el día, todos los días, con un descanso entre semana.

-Discúlpame no quiero ofenderte, aunque siendo sincero tampoco es que me interese si lo haces, pero esto es una porquería ¿Cómo lo aguantan?

-Tú conoces el termino trabajo, aunque no de la manera en que nosotros lo hacemos, ya que en nuestro caso recibimos un pago por las actividades que desempeñamos, en el caso de las personas que ves aquí, realizamos una llamada tras otra de parte de la empresa para vender sus productos.

-Pero escucho a todos decir lo mismo ¿no hay manera de hacerlo menos tedioso?

-Lo hacemos de la manera en que nos solicitan hacerlo, hay reglas y lineamientos que seguir para hacer más eficiente nuestra tarea, no gastar tiempo innecesario y cumplir con los estándares de calidad que nuestro jefe nos exige.

-Básicamente son esclavos entonces.

-Los esclavos no recibían un sueldo por su trabajo, ni tampoco tenían que hacerlo durante ocho horas solamente.

-En serio ¿hacen esto durante un tercio del día?

-Pues sí, aunque he de admitir que yo tuve suerte, llegó caminando a mí trabajo. Hay compañeros aquí que tardan hora y media en llegar, a veces un poco más dependiendo del tránsito.

-No entiendo, si ustedes en promedio duermen durante ocho horas y gastan ocho horas aquí, más el tiempo de traslado, los deja con aproximadamente seis o siete horas para ustedes.

-En realidad menos, si tienes en cuenta que tenemos que comer, ir al baño y asearnos.

-¿Por qué lo hacen entonces? –cuestionó Muerte con asombro.

-¿De qué otra forma obtendríamos el dinero para vivir?

Muerte no contestó, no tenía una respuesta, pues no conocía del todo como funcionaba el mundo humano, así que guardó silencio y espero, llego el momento en que Héctor se retiró de su lugar y se dirigió al exterior del edificio, compro un par de tabacos y se sentó en un puesto de tortas que estaba cerca.

-Señora Mary ¿Cómo está? – preguntó Héctor.

-Buenas días hijo, no, ya son tardes verdad, bien ¿y tú?

-Sí, ya pasan de las doce, pues estamos que ya es ganancia.

-Eso que ni que hijo, ya ves que la cosa esta cada día más complicada. Pero hay salud y trabajo que es lo importante.

-Si verdad, me da dos cubanas por favor.

-Yo no necesito comer –le hizo saber Muerte.

-¿Y quién dijo que era para ti? –respondió mentalmente Héctor.

-Claro que sí hijo, trabajan dos cubanas.

-Por favor y deme una coca y un boing de guayaba.

La señora le extendió los refrescos para que pudiera tomarlos, puso la coca frente a él y el boing en el asiento de a lado, justo después de colocarlo llego una chica morena y de complexión muy delgada, tenía un rostro bastante casual y usaba unos anteojos de pasta negra, se acercó a Héctor y le planto un beso en la mejilla, luego este volteo y le dio otro en los labios. Mientras tanto Muerte fungió como mero espectador.

-Hola señora Mary buenas tardes.

-Hola hija hoy tardaste más de lo normal, pero llegaste a tiempo porque ya estaba por terminar.

-Gracias a dios, muero de hambre –luego volteo a ver a Héctor y preguntó -¿Cómo va tu día mi amor?

-Como siempre corazón, bien –contestó Héctor con una sonrisa.

-Qué bueno ¿ya vendiste algo hoy?

-Sabes perfectamente que si, al fin y al cabo soy yo.

-Ja ja ja un poco de modestia no te caería mal –dijo su compañera mientras pintaba una sonrisa que hacía que se notaran unos pequeños hoyuelos.

-Me encanta que sonrías Gloria.

En ese momento la señora Mary les ofreció los platos con la comida y ellos los tomaron.

-¿Iremos con Julio saliendo de trabajar? –pregunto Gloria para después dar una mordida a su torta.

-No lo sé, honestamente no me siento con muchos ánimos ¿porque no mejor vamos a tu casa?

-Amor, casi no salimos con nuestros amigos.

-Entiendo, pero ya sabes que a ellos les encanta la borrachera y a mí no.

-No es eso, pero tenemos que hacer otra cosa además de ver películas, hablar y coger.

-También vamos al parque, o al museo y a comer.

-Ok sí, pero no salimos tanto como me gustaría.

-Vale, me lo pensaré, cuando salgamos de trabajar lo decidimos ¿sí?

-Está bien –contesto Gloria poco convencida.

Terminaron de comer y Héctor le arrimo el par de cigarros que había comprado antes.

-Gracias, ya me hacía falta fumar, me estreso mucho ahí dentro.

-Solo fúmate uno, el otro déjalo para cuando salgas.

-Si papá ja ja ja.

-Tonta, solo me preocupo por ti.

-Ya sé, gracias. ¡Rayos! ya tengo que irme –y diciendo esto Gloria se alejó dejando una estela de  humo tras de sí.

-¿Cuánto le debo señora?

-Serían ciento cuatro, hijo.

-Aquí tiene, muchas gracias, todo estuvo perfecto como siempre. Nos vemos luego.

-Cuídate hijo, nos vemos.

Héctor volvió al edificio donde trabajaba, reinició sus tareas y dejó que el día simplemente acabara. Eran las cinco de la tarde y por fin era libre, salió del lugar y camino a una tienda que estaba en la esquina, compró un jugo y se sentó en la escalera de un pequeño desnivel que había por allí.

-¿Qué esperas?

-A Gloria.

-¡Ah! La chica que comió contigo.

-Exacto.

-¿Por qué mienten?

Héctor miró a Muerte con extrañeza y pregunto -¿A qué te refieres?

-No entiendo porque mienten, la mayoría de ustedes detestan su trabajo, aun así no lo dejan para hacer otra cosa ¿Por qué?

-Como mencione antes ¿De qué viviríamos? La realidad es que en este trabajo me va muy bien económicamente, es verdad que no me gusta, pero a pesar de que hay otras opciones, son menos remuneradas que estar aquí haciendo llamadas todo el día.

-Tal vez si hicieras algo que te guste, no habrías pensado en suicidarte.

-¿Estás tratando de joderme? –pregunto Héctor con desprecio.

-Aunque es algo que me gusta hacer, no es lo que trato. ¿Por qué intentaste matarte? No fuiste claro conmigo cuando te hice esa pregunta.

-No soy feliz, así de simple.

-¿En serio? No lo había notado –dijo Muerte en tono sarcástico.

-Ya sé que parezco jodidamente obvio diciéndolo, pero a mis treinta seis años miro hacia atrás y veo que no he hecho absolutamente nada. Gano bien en mi trabajo pero lo odio, el departamento en el que vivo es mío, lo amueble como quise y tengo muchas cosas que otros no pueden darse el lujo de tener, esta Gloria también, sin embargo nada de esto me llena, por que las cosas materiales son solo eso, el placer de desearlos se acaba en cuanto las consigues. Y Gloria, bueno… desde hace un tiempo sospecho que me engaña. Aunque esto último fuese verdad, no puedo culparla sabes, desde hace año y medio me ha mencionado que quiere tener hijos y formar una familia, a cambio yo simplemente me he comportado esquivo al respecto ¿cómo podría reclamarle?

-Estuve viendo los pensamientos de tus compañeros de trabajo mientras te encontrabas ocupado, creo que la sociedad en la que vives, le da demasiado valor a esta cosa llamada “dinero”. Tanto que su vida la basan en la cantidad que pueden generar. ¿Por qué no llevar una vida más simple haciendo algo que te guste?

-Parece así de sencillo ¿verdad?

-¿A qué te refieres?

-Como tú lo dijiste somos una sociedad, nos importa lo que los demás piensen de nosotros, aunque no todos los admitan, quieres ser alguien exitoso a la vista de tu familia y amigos, quieres darte una vida despreocupada y para eso es necesario ganar dinero. Yo soy universitario, estudié teatro en la UNAM, tengo mi carrera terminada, durante varios años hice lo que me gustaba, pero sabes que, me estaba muriendo de hambre figurativa y en algunas ocasiones literalmente, entonces…-Héctor se detuvo abruptamente cuando sintió como unos brazos lo jalaban.

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