8. Persiguiéndote

[SANTIAGO]

Estoy corriendo detrás de ella, quien cruza las calles sin mirar y asegurándome que no pasen coches la sigo. — ¡Espera! — Le grito mientras intento alcanzarla, pero al parecer esta chica hace deporte porque corre demasiado rápido.

Azul ni siquiera voltea a verme y sigue corriendo. Ya luego de haberla seguido por varias calles, llega a la playa y continúa corriendo por la arena, yo estoy más cerca esta vez y aprovecho para aumentar el ritmo de sus pasos hasta que por fin la alcanzo. La sujeto de sus hombros, intento hacer que gire para que me mire pero nuestros pies se enredan haciendo que caigamos sobre la arena, ella cae de espalda y yo prácticamente caigo encima de ella. Su rostro y el mío están a tan solo centímetros de distancia; puedo sentir su respiración agitada y el aroma de su aliento sobre mi rostro. Solo puedo mirarla, estoy perdido en ese mar azul que son sus ojos, los cuales en estos momentos están inundados de lágrimas. 

Ella me observa, no quita su mirada de la mía y tengo que hacer todo el esfuerzo posible para controlar este impulso que siento por besar esos labios rosados que me invitan a hacerlos parte de mi boca. ¡Santiago! ¿Qué te sucede? Me grita mi inconsciente. Puedo sentir como mi cuerpo se ha tensado con el solo hecho de sentirla tan cerca de mi piel. Hasta que ella rompe con toda la tensión del momento — ¡Suéltame! — Me grita mientras golpea mi pecho con sus manos.

— Te soltare, pero por favor no salgas corriendo nuevamente, necesitamos hablar. — Le pido mientras mido su reacción antes de soltarla.

— Yo no tengo nada que hablar contigo, ¿qué parte de no quiero nada de nadie no has entendido? — Me dice intentando zafarse se mi agarre.

— Mi familia y yo solo queremos ayudarte, ¿Por qué no nos dejas hacerlo? — Cuestiono mientras estoy intentado comprender que le sucede, pero ella no hace nada de su parte para que yo pueda lograrlo.

— Quiero que entiendas que yo no necesito nada de nadie, yo estoy sola en este mundo y así seguiré. Jamás necesite nada de nadie y créeme que ahora no es diferente ¡Suéltame de una vez! — Repite.

Lentamente me levanto y tomo sus manos para ayudarla a sentarse, ella acepta que la ayude y puedo sentir como mis manos queman al hacer contacto con las suyas. El contacto es corto ya que ella en un segundo me suelta, pero no por eso se siente menos. Está sentada sobre la arena con sus codos apoyados sobre sus rodillas y sus manos sosteniendo su cabeza; me recuerda a nuestra primera conversación no hace mucho en un lugar parecido. 

— ¿Qué fue lo que ha sucedido? — Me atrevo a cuestionar mientras me siento a su lado.

Ella solo se queda en silencio por unos cuantos minutos, la observo y veo como las lágrimas siguen cayendo por sus mejillas; tengo que controlar el impulso de quitarlas y probar con mis labios que tan saladas son su sabor, y cabe destacar que no me gusta lo que estoy sintiendo... Ella suspira y luego me mira.

— Sucede que mis padres han muerto en un accidente que no ha sido un accidente, sino que los han asesinado. También sucede soy la heredera de una de las firmas de arquitectura más importante de Estados Unidos y no quiero tener nada que ver con eso. Por último, sucede que estoy en peligro porque lo más probable es que me quieran matar para que no sea un estorbo para que una persona se quede con todo el dinero de la empresa. Ah, y por si fuera poco quieren que viaje a Estados Unidos para que me intenten asesinar y así enviar a la cárcel al culpable de todo. — Me cuenta y obviamente hay rabia y sarcasmo en sus palabras.

La estoy mirando mientras me dice todo esto y creo que lo que le sucede es más grave de lo que yo creía. — ¿Por eso saliste corriendo? — Indago intentando comprender su reacción.

— No... — Me dice en un tono distante.

— ¿Entonces? — Presiono.

— Salí corriendo porque no quiero heredar nada, no quiero que nadie me intente asesinar, no quiero estar aquí, solo quiero estar sola como siempre lo estuve. Si mis padres me dejaron sola en Londres por culpa de todo esto… por culpa del dinero, porque al parecer su empresa era más importante que su hija, por culpa de Ramiro o de Alejandro o de quien sea... yo no quiero tener nada que ver; solo quiero empezar una vida nueva y hacer de cuenta de que nada de eso existe— Explica y sus palabras me transmiten la angustia que ella siente y solo puedo colocar mi brazo por encima de su hombro y traerla hacia mí para poder abrazarla. Permanecemos así por unos cuantos minutos; solos mirando el mar y abrazados. Hasta que de repente puedo ver la sombra de alguien que se acerca desde atrás nuestro.

— Tenemos que hablar... — 

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