No Fue Casual
No Fue Casual
Por: S. Dal Santo
1. Rumbo a mi nuevo hogar

Es un día más de esos nublados en la ciudad de Londres, Inglaterra, apenas está comenzando el día y yo me encuentro terminando de hacer mis maletas para partir rumbo a la ciudad de Barcelona. Momentos después de terminar, tomo un taxi con rumbo al aeropuerto y una vez allí busco mi billete de avión y despacho mis maletas. Recorro los pasillos sintiendo una extraña sensación de melancolía dentro de mi, y al llegar a los puntos de seguridad, paso por los chequeos pertinentes y me dirijo hacia la compuerta 5F, la cual es de donde saldrá mi avión. 

Me quedan unos 30 minutos más antes de poder abordar, y decido sentarme a esperar con calma mientras que veo lo feliz que esta la gente debido a que estará viajando en pocos minutos. Lamentablemente, ese no es mi caso, toda mi vida viví aquí en Londres alejada de mis padres; viví de internado en internado y luego me fui a la universidad. Soy la hija de un famoso arquitecto de Estados Unidos, Sergio Bianchi. Hace dos meses atrás cuando mis padres murieron, recibí una llamada de su abogado donde me explicaba que debía irme de Londres porque mi vida estaba en peligro, confió en él, por qué lo conozco de toda la vida ya que era la mano derecha de mi padre, y si bien, por mi propia seguridad no me ha podido dar detalles del porque estoy en peligro; he hecho lo que él me ha pedido y es por eso que estoy aquí. 

Lo único que el abogado me ha dado, fue un nombre Enrique Del Rio y una dirección donde debo ir. Enrique también es arquitecto y según me sé, él y mi padre han estudiado juntos cual él vivia en España. Por lo poco que he podido hablar con él por teléfono, me he dado cuenta de que él y mi padre eran mejores amigos y le había prometido que cuidaría de mi si algo le sucedía.

Estoy tan perdida entre mis pensamientos que ni cuenta me di que ya es hora de abordar el avión. Rápidamente voy hacia el mostrador, presento mi pasaje, y camino por el largo pasillo hasta entrar al avión. Una vez dentro, busco mi asiento en primera clase junto a la ventanilla y me siento. No hago más que mirar por la ventanilla y sentir que mis lágrimas comienzan a caer al darme cuenta de lo mucho que mi vida ha cambiado y de lo que está por cambiar. Es tanto lo que me pierdo entre mis pensamientos, que cuando menos me doy cuenta caigo dormida. 

Unas horas después llegamos a Madrid y debo recorrer rápidamente el aeropuerto para tomar el vuelo de conexión rumbo a Barcelona. Vuelvo a sentarme cerca de la compuerta a esperar por mi vuelo, y puedo comenzar a notar el acento de la gente aquí. Mis padres eran de descendencia francesa, pero yo nací en Estados Unidos; más precisamente en Miami, aunque ellos me enviaron a Londres cuando apenas tenía 5 años y nunca supe bien la razón por la cual habían tomado esta decisión. Lo único que sé, es que nunca me dejaron regresar a Estados Unidos, y ahora que lo pienso bien me pregunto si tendrá algo que ver esta situación por la estoy en peligro. 

El tiempo trascurre rápidamente hasta que es hora de tomar mi segundo vuelo y afortunadamente, este es mucho más corto por lo tanto me entretengo leyendo y escuchando música en la radio del avión. Tiempo después, el avión por fin aterriza en Barcelona y ahora es tiempo de conocer a mi nueva “familia” por llamarlo de alguna forma, aunque en realidad lo único que deseo es que me puedan ayudar a independizarme en algún lugar cerca de ellos. Viví en un internado y luego sola desde que tengo 18 años y ahora con 26 años no dejare que nadie me controle, solo he venido aquí porque según Carlos; el abogado de mi padre, aquí estaré a salvo y podre solucionar las cosas. No tengo idea a qué se refiere cuando dice “cosas”, pero supongo que pronto lo averiguare. 

Bajo del avión, busco mis maletas, y una vez que paso inmigración y aduana, continúo caminando hasta salir al hall central. No tengo ni idea de cómo es Enrique, así que espero que tenga algún tipo de cartel o algo con mi nombre para poder reconocerlo. Comienzo a mirar por todos lados y veo un cartel que dice "Azul" debe de ser él

Pienso y me acerco, al hacerlo, veo que está acompañado por una señora de su misma edad, un muchacho más joven de pelo oscuro bastante guapo y una chica de pelo de mismo color con dos niñas. 

—¿Usted es Enrique Del Rio? — Pregunto un poco nerviosa.

— Si, mucho gusto, ¿Tu eres Azul Bianchi, cierto? — Cuestiona con una sonrisa.

—Así es, un gusto conocerlo finalmente. — Digo y estrecho mi mano para saludarlo, pero él a cambio me saluda con dos besos como hacen aquí en España.

— Te presento a mi esposa Isabel, mi hijo Jorge, mi hija Lucia y mis dos nietas Carla y Natalia. — Me dice señalando a cada uno de ellos.

Comienzo a saludarlos uno a uno y parecen ser personas muy agradables. Jorge, me ayuda a llevar las maletas al auto mientras que me preguntan de mi vida en Londres y algunos detalles básicos acerca de mi. Durante el camino a la casa de ellos la cual está cerca de la costa, puedo apreciar los bellos paisajes a mi alrededor y la verdad es que he quedado impactada ya que es muy diferente a Londres, y pienso que quizás no me cueste tanto trabajo adaptarme aquí, después de todo es una ciudad muy hermosa.

Unos cuantos minutos más tarde, llegamos a la casa y Enrique y Jorge me ayudan a subir mis maletas a un cuarto que han preparado para mí en el segundo piso de la casa la cual es preciosa y muy grande, me atrevería a decir que es casi una mansión, pero al no ver servidumbre ni gente de seguridad o cosas de ese estilo, me hago a la idea que solo es una casa grande. Una vez que todo esta en la habitación, ellos me dan un tiempo para acomodarme, pero antes de irse, Enrique me deja saber que debe hablar conmigo lo más pronto posible y yo tan solo asiento.

Una vez que estoy sola, comienzo a acomodar la ropa en el guardarropa y después de haber terminado y de cambiarme de ropa salgo de la habitación, camino por el largo pasillo, y bajo las escaleras. Al llegar a la primera planta de la casa, veo que están todos reunidos en la sala.

— Azul, ven aquí por favor. — Me pide

indicando que me siente en el sofá. Me siento en el mismo sofá que él e inmediatamente, él me entrega una carta. — Tu padre me ha dejado esto para ti, creyó que algún día esto sucedería. — Explica y sin decir una sola palabra abro el sobre y comienzo a leer

"Azul,

Tu madre y yo sabíamos que cuando hubieses recibido esta carta nosotros ya no estaríamos contigo y estarías junto a nuestro gran amigo Enrique en Barcelona y comprendemos que te estés haciendo mil preguntas del porque Carlos te ha hecho salir de Londres donde tu tenías toda tu vida hecha. 

La razón por la cual te hemos mantenido alejada de nosotros y de tu país de nacimiento todos estos años es porque tu madre y yo hemos vivido bajo amenaza de muerte durante mucho tiempo. En estos momentos no es conveniente darte todos los detalles, pero cuando sea posible, Carlos vendrá a interiorizarte de todo lo que ha ocurrido y de lo que tu deberás hacer. Por ahora no se te ocurra volver a Londres ni a Estados Unidos, nosotros hemos tramitado todo para que vivas en España el tiempo necesario y le hemos dejado una cantidad de dinero adecuada a Enrique para que te lo entregue. Hija, perdón por haberte dejado sola. Te prometemos que hemos dejado todo encaminado para que no sufras.

Recuerda que siempre estaremos contigo, aunque no nos veas.

Tus padres"

Al terminar de leer esta carta siento como un sinfín de lágrimas comienzan a caer por mi rostro. ¿Mis padres han sido asesinados? Pero ¿Por qué? ¿Quién? Dios, tengo miles de preguntas en mi mente…

Enrique e Isabel están abrazándome intentando consolarme, pero en estos momentos no creo que lo consigan. Jorge, Lucia y las niñas solo me observan sin decir una palabra, hasta que de repente alguien abre la puerta principal de la casa. Tengo la vista nublada a causa de la cantidad de lágrimas que he derramado y no puedo ver bien quien es. Froto mis ojos intentando dejar de llorar y limpiar mi rostro y cuando lo consigo, veo a un hombre bastante alto de cabello castaño claro, ojos color café y un físico casi perfecto; es muy guapo. 

— Azul, te presento a nuestro otro hijo Santiago. — Explica y yo tan solo cruzo mi mirada con la de él.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo