CAPÍTULO 2. ENFRENTADOS

La actitud beligerante de Angello, fue apaciguada por Sebastián —. Ella es la doctora Martina Landaeta, es la mejor ginecobstetra de toda Europa y recientemente se ha especializado en oncología médica, es una de las mejores profesionales en su ramo.

Martina solo miraba con burla al hombre quien de una vez no dejó de expresar su incomodidad—Pensé cuando me indicaste el nombre del médico que era un hombre, no creo que sea la mejor, lo que es cierto, es que es una mala conductora que por poco no destruye mi Ferrari, dándose a la fuga como una delincuente y por lo cual activé a mi equipo de abogados para que interpusieran una demanda.

—¡Por Dios Sebastián! De verdad que no entiendo ¿Cómo puedes ser amigo de un asqueroso machista, patán y troglodita como este? —Expresó totalmente enojada.

—¿Y yo no sé cómo Sebastián permite que una grosera, atorrante, creída sea amiga de su esposa e hija? Yo la tendría bien lejos para que no las contamine con sus malas costumbres—espetó con un gesto de menosprecio.

Martina perdió totalmente los estribos, vio todo rojo de la ira que la invadió y sin siquiera detenerse a pensar el lugar donde estaba, la compañía, levantó las palmas de sus manos alternativamente y les propinó un par de cachetadas, la rabia que invadió a Angello al sentir las dos bofetadas que dejaron su piel ardiendo, también reaccionó sin pensarlo, y la sostuvo acercándola a su cuerpo, mientras que sus respiraciones se aceleraban de manera descontrolada y ambos sentían una corriente que recorría sus cuerpos como si de su sangre se tratara, por un momento ambos perdieron la noción del tiempo, existían solo ellos dos, ambos quedaron envueltos en una bruma de hipnotismo y sensualidad, solo se miraban como hechizados, hasta que la primera en reaccionar fue Martina, quien lo empujó de ella diciéndole.

—¡Eres un atrevido! Haz el favor de soltarme ¿Quién te has creído tú? ¿Piensas que con esa actitud de macho alfa vas a lograr intimidarme? Déjame decirte que aún no ha nacido el hombre que me doblegue y creo que nunca nacerá—pronunció dándose la vuelta y dejando a todos con la boca abierta, mientras se alejaba con su porte regio, sin embargo, por dentro sentía bullir de furia. “¿Quién se creía semejante patán?

Salió del salón de fiesta y comenzó a caminar por el jardín mientras respiraba profundamente para recobrar la calma, ese tipo la había sacado de sus casillas, solo otra persona con anterioridad había logrado lo mismo, enseguida recordó a Paula, la amiga de Gálata y el padre que vino a interrumpir la conversación que tenían con la niña, enseguida se dio cuenta de que se trataba del mismo hombre —Claro, era el mismo imbécil machista, ¿Cómo no te diste cuenta antes de Martina?—se dijo sin bajar el ritmo de sus pasos.

Al llegar a un banco de jardín se sentó allí y se quitó los tacones, los puso a un lado y se recostó cerrando los ojos. No habían pasado ni cinco minutos cuando escuchó la voz de una joven —¿Eres tú Martina? —interrogó.

Martina abrió los ojos y vio a la hermosa niña castaña de ojos grises —Hola Paula, claro que soy yo.

—¡Qué emoción resulta verla! Me encantó haber conversado con usted en la noche de chicas, la otra vez, aún recuerdo como nos divertíamos—de repente la chica se quedó callada y luego de un momento siguió—Hasta que papá llegó y nos acabó la diversión en forma grosera. Quiero disculparme por él, no debió portarse de esa manera.

—Si fue un grosero y creo que es su forma de tratar a las mujeres ¿Paula tu padre te golpea? —Indagó curiosa.

Paula abrió los ojos como platos sorprendida—Claro que no, papá no sería capaz de golpearme.

—No me extrañaría con lo prehistórico que es, ¡Te compadezco! No sé cómo puedes soportarlo, es insufrible, altanero, retrechero, creído y arcaico—observó el rostro de la niña que la miraba sorprendida y se sonrió —Discúlpame se me olvidó que ese dechado de virtudes es tu padre.

—Pero papá no siempre fue así, de pequeña recuerdo que jugaba conmigo y mi hermano, patinaba, nos ayudaba a montar en bicicleta, nos cantaba porque mi padre tiene una voz muy hermosa. Pero todo cambió a partir de la muerte de mamá, se convirtió en un hombre amargado, sin sentimientos, tal vez sea la soledad que lo pone un poquito quisquilloso.

—Un poquito, tu papá es quisquilloso por completo, en letras grandes, negrillas, comillas, resaltado y en cursivas, absolutamente nada justifica que le hable golpeado a las mujeres y que se quiera imponer creyéndose superior, es un imbécil, cerebro de maní, que se escapó del pasado, porque no puedo entender como un hombre en plena modernidad, actúa como un hombre de las cavernas, es un anticuado, retrógrado, patán—estaba enfurecida y no medía sus palabras, hasta que se giró noventa grados y vio al padre de la chica detrás de ella...

—¡Vaya Doctora Landaeta Fernández!, No pare, siga hablando de mí a mis espaldas y describiéndole a mi hija mis cualidades, no se sienta cohibida por mi presencia—expresó con seriedad, dándose la vuelta y quedando frente a ella, la recorrió con su mirada, manteniendo más tiempo su mirada en los pies, los tenía hermosos, sus uñas pintadas en color rojo, destacaban unos delicados dedos, de repente sintió el impulso de levantarle el pie y besárselo, sacudió la cabeza para desechar esa idea.

—¿Le gusta lo que ve?—. Le preguntó Martina. Enseguida se levantó, se puso de pie y se irguió en todo su porte—Déjeme decirle que no tengo problema en enunciarle sus “cualidades” en su cara, es usted un retrógrado, defectuoso, machista, que no valora a las mujeres, le gusta maltratarlas, humillarlas y someterlas, debe ser que eres producto de un experimento que no naciste de una. Me da lástima esa pobre criatura—indicó señalando a la niña—que no es feliz, que tiene que vivir bajo la desgracia de contar con un padre como Usted, que es como un témpano de hielo, que no le da amor y tampoco deja que los demás le den el afecto que necesita, seguro que la convertirá en una amargada sin corazón como Usted, solo por tener la desgracia de tenerlo como padre.

Angello, se quedó observándola con ojos chispeantes de la rabia, sin embargo, su interior era un cúmulo de contradicciones, pues el porte, la elegancia de la mujer y sus labios entreabiertos le producían un cosquilleo que recorría su cuerpo con pequeñas descargas.

—Tú eres una mal hablada, mal educada, que te crees un regalo de los dioses para los hombres, con ínfulas de superioridad, queriéndote imponer, crees que mientras más apelativos utilices tu nivel de inteligencia se eleva, desconfío de tu capacidad como profesional, y no porque seas mujer sino porque dime de lo que te ufanas y te diré de lo que careces ¿Y adivina de qué te ufanas? De ser más inteligente que los demás.

—No se necesitan demostrar los hechos que son públicos y notorios—replicó Martina.

—Jamás te confiaría a ningún miembro de mi familia, así fueses la última ginecóloga del planeta—pronunció con suficiencia.

—Ojalá algún día no tengas que tragarte tus palabras—respondió con rabia, se inclinó para tomar sus zapatos en la mano y caminó por donde había llegado, sin mirar atrás, con su particular tongoneo de caderas.

Angello se quedó estático junto a su hija, mientras veía a Martina alejarse, iba a pronunciar unas palabras, pero se quedaron atragantadas en su garganta, Paula Antonella fue quien habló—Lo siento papá, no soy quien para juzgarle, discúlpame.

Él extendió su mano—Ven, dame tu mano, vayamos a casa—expresó Angello.

La chica tomó la mano de su padre y juntos caminaron hacia el salón de fiestas, buscaron a Franco y al encontrarlo y pedirle que los acompañaran les manifestó—Padre, me quedaré más tiempo, necesito volver a ver a la mujer de mi vida, sabes que la encontré, bailé con ella, tiene los labios más sensuales que he visto en mi vida, con ese porte de diosa, su hermoso cabello negro largo y creo que ella también quedó flechada por mí.

—Está bien, procura no llegar tarde a casa y cuidado con las trepadoras, porque hay mujeres que solo buscan a los hombres por su dinero y posición—señaló con firmeza, se despidió de los dueños de casa, expresándole sus disculpas por el impase que había tenido con la doctora un rato antes, y aprovecharon para informarle que en un par de meses sería el bautizo de su ahijado, el hijo de Sebastián y Anabella.

Salió de allí, subió a su auto con rumbo a su casa, mientras no dejaba de pensar en el par de discusiones que había tenido con la beldad de cabellos negros y por más que intentaba evadir esos pensamientos, se volvieron recurrentes, por lo cual se dio por vencido y siguió pensando en ella hasta mucho después de llegar a su destino.

 

“Y de repente un día sin darte cuenta, empiezan a agrietarse las defensas que construiste a tú alrededor para protegerte, y por más que intentas evitarlo, tarde o temprano terminas a merced de aquello a lo que juraste no entregarte”. Jeda Clavo.

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Hola corazoncitos,

Otro capítulo de Martina, este par no se soporta, veremos si con el tiempo cambian. ¿Qué le habrá pasado a Angello para ser un hombre tan amargado? Se escuchan hipótesis.

Esperaré sus comentarios.

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JEDA CLAVO

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