Capítulo VIII

 Me siento eufórico, el fuego que recorre mis venas es deliciosamente abrasador, ella me produce esa sensación de volver a la vida, remueve cada fibra, cada parte de mi ser. Su pequeño cuerpo entre mis brazos y el sabor de sus labios me transporta a lugares desconocidos donde ya no hay oscuridad, ni dolor, mi entrepierna se encuentra tan dura que duele a causa del encierro. Voy al ático y encuentro que Tony cambió las sabanas de la cama y eso solo me hace pensar en que se encuentra en los días de su período ¡mierda!

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