HERIDA.

La reunión con sus amigos no había sido como esperaba. Nada era normal en su vida desde que Nicolás llegó.

Nicolás había enviado a más de cinco hombres a custodiarla. Para cada esquina que miraba, había uno de los hombres de Arredondo, era molesto, el restaurante era pequeño y sentía que estaba atrapada; pero había decidido portarse bien; además quería saber realmente ¿Cuál era el problema que Nicolás tenía con ella?, creía firmemente que no era solo el asunto de su comportamiento inmaduro. Aunque reconocía que desde que se habían conocido él había evitado relacionarse con ella, pero la cosa empeoró dos años atrás ante de que se viera plantado por su novia.

—¡Amelia! ¡Amelia! —su amigo le gritó y tuvo que sacudirla un poco para tener su atención.

—Perdona estaba pensando en otros asuntos, ¿Qué decías? —Amelia le sonrió disculpándose por su falta de atención; pero era difícil concentrarse en la plática, cuando sus pensamientos estaban ocupados por cierto guardaespaldas. 

—Preguntaba si te gustaría acompañarnos mañana por la noche, habrá una fiesta en casa de unos amigos y estamos invitados —Amelia no quería aceptar, pero tampoco quería parecer que tenía que pedir permiso para hacer lo que deseaba.

—Me encantaría y tu Carla ¿Irás? —su mejor amiga asintió, era lógico que asistiera Ramiro y Carla eran inseparables, desde que los había conocido, Amelia sospechaba que sus amigos se gustaban, pero que ninguno de ellos se había dado cuenta.

—Entonces… pasaré por ustedes ¿O me dan la dirección y llego por mi cuenta? —preguntó mientras bebía un trago de su refresco, sin dejar de buscar con la mirada a Nicolás. Al parecer él no se había bajado del auto, así que trato de olvidarse del hombre y disfrutar dentro de lo posible de la comida y la conversación, estaba segura de que serían pocas las veces que podría ver a sus amigos de ahora en adelante.

*****

Nicolás observó en detalle el lugar, había decidido no entrar para no molestar a Amelia con su presencia, después de lo ocurrido por la mañana y luego del espectáculo del que había sido testigo a través de la cámara, prefería guardar una sana distancia entre ellos. Amelia era un cliente como cualquier otro. Su misión era cuidar de ella, mantenerla a salvo de cualquier peligro que fuera dirigido en su contra.

Observó el auto negro parqueado al otro lado de la calle, el cual estaciono casi al mismo tiempo que ellos llegaron. Le pareció raro que el conductor nunca abandonara el auto, esperó miró su reloj un par de veces, habían transcurrido dos horas desde que llevaba en el sitio. El mismo, tiempo que el auto sospechoso tenía en el lugar.

No quería arriesgar la vida de Amelia por nada de este mundo, esa chiquilla era su prioridad. Llamó a su gente que custodiaba dentro del restaurante, para que la sacaran del lugar. Sabía bien que ella no estaría feliz con su proceder; pero poco le importaba si con eso la mantenía segura y con vida.

****

Amelia sonrió mientras se despidió de sus amigos; después de recibir las instrucciones de Martínez, el chico únicamente seguía las órdenes así, que no pudo enojarse con él. Salió del restaurante y todo lo que sucedió luego, pasó tan rápido que no podía explicar. 

El disparo salió de algún lado, su brazo sufrió una herida que ella ignoró por instinto, busco la seguridad en uno de los autos más cercanos, los hombres de Nicolás abrieron fuego contra quien había disparado. No supo en qué momento Nicolás llegó a su lado, mientras Martínez y García, la única mujer en el escuadrón subieron al auto y salieron tras un sedán color negro, donde los atacantes habían huido.

—¿Estás bien? —Nicolás maldijo por no seguir su instinto y haber demorado en dar la orden de sacar a Amelia del lugar, es su maldita culpa este ataque.

—Tengo el brazo herido —Amelia apretó los dientes. Le dolía, ahora que el peligro había pasado, el miedo recorrió su cuerpo. El tipo que le había disparado al parecer tenía la orden de matarla, afortunadamente había fallado. Un escalofrío recorrió su cuerpo sin poder evitarlo, alguien la quería muerta y no sabía los motivos.

—Vamos te llevaré a casa, llamaré a tu padre —Nicolás la ayudó a ponerse de pie. Sentía tanta impotencia; pero no se lo dejo saber, ahora la prioridad era volver a casa y ponerse a salvo.

—¡No! Por favor no le digas nada a mi padre, tiene demasiado trabajo en la hacienda, por favor solo por esta vez Nicolás, por favor —suplicó la joven con los ojos llorosos, temía perder a su padre tal como había perdido a su madre hace algunos años.

—No me parece correcto ocultarle a tu padre la verdad Ami, trabajo para él y tu seguridad es mi prioridad, él debe tener el conocimiento de lo que ha pasado hoy —su voz no dejaba entre ver su propia preocupación ante lo ocurrido.

—Por favor Nick, por favor —insistió desesperada ante la posibilidad de que su padre se llevará un susto.

—No le diré nada por esta única vez, pero primero debes prometer que no volverás a tratar de escapar, debes tener en cuenta que esto que sucedió hoy pudo ser solamente un aviso —habló con tono serio. Amelia no lo dudo y asintió, aceptaría lo que fuera con tal de evitarle a su padre la angustia de saber la verdad.

Nicolás había aceptado, sobre todo porque no tenía nada en concreto que darle a Hidalgo Contreras sobre el ataque a Amelia, Martínez y García, habían salido tras el auto, esperaba que tuviesen algo que pudiera dar con el responsable del atentado cuanto antes.

Ami, presionó su brazo, tal como Nicolás se lo había indicado. Subió al auto y deseo estar en casa, necesitaba sentirse a salvo.

—Llamaré al médico de la familia para que revise tu herida, Amelia —Ella asintió, cerró los ojos, mientras llegaban a casa, se sentía asustada, hoy por primera vez había sentido terror y agradeció tener a Nicolás a su lado o se habría derrumbado.

Amelia, no hizo comentario alguno, durante el trayecto a casa, pensando en lo que hubiera ocurrido si la bala en vez de rozarle el brazo le hubiese atravesado el corazón, ¿Quién? Y ¿Por qué?, era su pregunta, una pregunta a la que no encontraría respuesta fácilmente.

Amelia bajó del auto con la ayuda de Nicolás, era lo único bueno que había salido de todo aquello, él se mostraba atento y preocupado. Ella se dejó hacer, quería llorar; pero retuvo sus lágrimas, lo haría cuando estuviera sola.

El Dr. Cardona, médico de la familia ya esperaba en la sala, así que apenas entró, fue revisada, el doctor limpió la herida, no era profunda, era un roce, la sangre había hecho parecer que era una herida profunda. Respiró cuando le aplicaron medicamento directo a la herida, ardió tanto que no pudo evitar gemir de dolor, apretó sus dientes para soportar el dolor.

—No hay nada de que preocuparse, la herida no ha sido profunda afortunadamente. Vendré mañana para limpiarla nuevamente, evite el contacto con el agua por el día de hoy eso ayudará a que sane mejor y trataremos que no quede cicatriz —Amelia asintió, pero la cicatriz en el brazo era lo de menos. Espero a que el doctor se fuera para ver a Nicolás directamente a los ojos.

—Sé que crees que soy una niña tonta; pero no es así, ¿puedes decirme qué fue eso? ¿Por qué hoy? ¿Puedo confiar en tus hombres? Nadie más que tú y el personal sabían que saldría —Amelia estaba tratando de entender, había estado escapando por varios días en el pasado y nunca nadie había atentado contra su vida. Mientras que hoy con una secta de custodios casi es asesinada.

—¿Tratas de decir que uno de mis hombres te ha vendido? Realmente eres tonta, quién se arriesgaría a traicionarme, esa bala podría darle a cualquiera de mis hombres. Te consta que todos arriesgaron la vida para proteger la tuya, incluso hay gente rastreando el auto —Nicolás reaccionó mal ante las sospechas de Amelia, no podía creer que en verdad le estuviera diciendo aquello.

—Lo siento, no tengo la confianza que tú tienes en ellos —Amelia no quería discutir más subió a su habitación, estaba cansada y asustada por más valiente que quería aparentar no podía olvidar que una bala le había robado la vida a su madre.

******

—Pudiste hacerlo mejor, pero no puedo exigirte tanto, aún no es tiempo —el chico asintió.

—Cuando acepté el trabajo dijo que solo sería un susto, ¿ha cambiado de parecer? —La persona sonrió.

—Harás las cosas, como y cuando lo ordene, no preguntes ahora vete —el chico de aproximadamente veintitrés años salió con la paga de su trabajo. Había fallado intencionalmente, pero estaba seguro de que llegaría el día que tendría que terminar con el trabajo, la paga era buena, alguien como él difícilmente podría darse el lujo de elegir otra forma de vida, esto era lo que tenía y conocía.

—Esto solo ha sido un pequeño calentamiento, veremos de qué, estás hecho Arredondo —la sonrisa fue tenebrosa…

****

Amelia, no quería cancelar la invitación a la fiesta, pero se preguntaba si no estaría dándole armas a Nicolás para seguir considerándola una tonta, recordó también su promesa. Ella no quería vivir prisionera del temor, quería vivir como el resto de las chicas de su edad, el problema es que ella no era como esas chicas, su padre se dedicaba al cultivo de Café, su empresa exportaba toneladas al año, había conseguido varios enemigos en su ascenso.

—¿Puedo pasar? —se limpió las lágrimas, aunque estaba segura de que sus ojos pondrían en evidencia su estado actual o que la cámara de vigilancia ya lo hubiera hecho

—Claro —se sentó mientras Nicolás dejaba un bote de pastillas en su mesita de noche

—El médico ha recomendado que las tomes cada ocho horas, para la inflación y estos antibióticos para evitar una infección —ella asintió, recibió las pastillas y se las tomó, le parecía raro escuchar a Nicolás tratarla amablemente.

—Tengo una invitación para mañana por la noche, ¿crees que sea prudente asistir? 

—Supongo que nadie atentara contra tu vida dos días seguidos. Aun así, tendrías que llevar escoltas, personalmente prefiero que te quedes en casa, déjame averiguar más sobre lo que ha pasado hoy —Amelia trató de no llorar, quería a su padre, quería que alguien le diera un abrazo, pero estaba sola.

—¿Podrías llevarme a la hacienda por favor? Creo que necesito un poco de aire puro, amo la ciudad, pero me siento expuesta —Amelia fue completamente sincera, tenía miedo e imaginaba que era de humanos sentirlo.

—Llamaré a tu padre, para avisarle de nuestro viaje —Nicolás se levantó y caminó hacia la puerta.

—Por favor no le digas lo sucedido, solamente dile que quiero pasar el fin de semana con él — Nicolás estuvo de acuerdo, llevarse a Ami de la ciudad por un tiempo sería bueno para todos.

—Haré los preparativos descansa, lo necesitas —ella asintió mientras lo vio marcharse.

Amelia sonrió pese a la situación la preocupación de Nicolás por ella, le hizo sentir bien y sobre todo darse cuenta de que Nicolás no era tan frío como pretendía ser.

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