Acechando a su presa

Al día siguiente Nadezhda partió a la casa de Sophia.

Sophia estaba feliz con tenerla en su casa, la colocó en uno de los mejores cuartos con la mejor vista, al frente de un enorme jardín.

Horas antes Nadezhda había mandado un recado a su superior para avisarle que estaba en casa de la novia de Scheider y que enviaría constantes recados con la información que pudiera recabar. 

Bastián iba todos los días pero miraba a Nadezhda con recelo y reserva, evitaba encontrarse solo con ella en una habitación por eso iba habitualmente con Ulreich.

Los dos se metían en el despacho del padre de Sophia y hablaban de estrategias para la nueva batalla que tenían por delante y Nadezhda dejaba a Sophia entretenida con menesteres inventados y corría hasta el despacho para escuchar detrás de la puerta lo que hablaban los soldados, después esperaba que ellos salieran del cuarto y entraba para sacar la información que habían trazado, revisaba todos los papeles después lo copiaba en clave, dibujaba los mapas y estrategias, cuando terminaba; desaparecía en los pasillos como un fantasma detrás de las paredes,  al día siguiente se ofrecía a comprar el periódico para la familia y así introducía la información para que llegase a manos de sus superiores.

****

Esa semana Bastián y Ulreich volverían a batalla, Nadezhda vio como Sophia se despedida de Bastián con los ojos llorosos, lo abrazaba como quien no quiere separarse.

Nadezhda miraba sin mirar, era muy fría, desde muy niña lo fue, nació en un pequeño pueblo a las afueras de Moscú, sus padres eran muy pobres así que la dejaron en un orfanato cuando cumplió su primer año, nunca más volvió a saber de ellos.

Un día, unos hombres visitaron el orfanato cuando ella tenía escasos ocho años, la recogieron y la llevaron a un colegio muy disciplinado donde le enseñaron cómo manejarse, en esos tiempos, ella no lo sabía pero le estaban enseñando a ser una espía, mucho tiempo después, se enteró para que estaba siendo entrenada.

Vladimir era un muchacho que tuvo la misma suerte que Nadezhda, recogido de un orfanato de Moscú y entrenado para servir al Zar y a su patria, la conoció en una misión, fueron compañeros y sin darse cuenta  se enamoraron a primera vista, o eso era lo que ellos creían que era "amor"

Al comienzo negaron sus sentimientos, era prohibido el amor, ya que los sentimientos no eran permitidos por el Decálogo de un espía pero el destino hizo que Vladimir salvará la vida de Nadezhda no una, sino varias veces. Una noche él no pudo aguantar más y le declaró su amor, desde ese momento vivieron un idilio ocultándose de sus compañeros y sus superiores, era tanto su amor que habían quedado en dejarlo todo. La misión que tendrían en Austria sería la última,  desaparecerían en tierras lejanas para comenzar juntos una nueva vida, pero el destino caprichoso tuvo que cruzarse en su camino y Nadezhda quedó sola y con sed de venganza.

****

Mientras Sophia llenaba de abrazos a Bastián, Ulreich se despidió de Nadezhda.

-¡Deséame suerte Annika! - exclamó con una sonrisa y lis ojos suplicantes - por favor bésame para así poder volver a ver tus hermosos ojos.

-No seas ridículo, Ulreich - respondió sonriendo con sarcasmo y malicia - en el campo de batalla no necesitas suerte, necesitas astucia e inteligencia.

-¿Porque siempre te portas tan fría? -preguntó mirándola con el ceño fruncido.

-Porque la vida no es fácil y mis besos no dan suerte, además si tu destino es la muerte no quiero que me echen la culpa "por un beso..."

-... ¡Ulreich!- la voz de Bastián retumbó en todo el patio, en su tono había molestia y fastidio -¡nos vamos! -ordenó.

-Sí - respondió desanimado -por lo menos permíteme besar tu mano.

Nadezhda le dio la mano para que Ulreich la besará, después de hacerlo se dirigió al coche y lo abordó.

Nadezhda miró a Bastián que todavía miraba para ese lado, ella sonrió y le guiño un ojo coqueta para despedirse de él, Bastián tambaleo en su sitio, ella lo notó, intentó mantener la compostura y sin hacer ningún gesto más sé acomodó de vuelta en el asiento del coche son mirar atrás.

Sophia abrazó a Nadezhda, sus lágrimas caían ha borbotones por sus mejillas mientras las dos veían alejarse el coche con dirección al cuartel.

-Sophia, deja de llorar querida... - respondió con frialdad- solo se van a batalla, son buenos soldados volverán sanos y salvos.

-¡Pueden morir! - exclamó con desesperación - Tengo miedo no volver a ver a Bastián.

-Eso no pasará - respondió intentando quitarle importancia al asunto aunque sabía que sucedería, antes de que vuelva Bastián ella quitaría del medio a Sophia - Vamos a comer algo.

La abrazó y la llevó a la cocina, intentó calmarla por mucho tiempo y pasó toda la tarde con ella además de parte de la noche. Cuando por fin Sophia se durmió, Nadezhda salió de la casa con dirección al centro, tenía un encuentro marcado con su superior y ya estaba atrasada, apresuró el paso unas cuadras después se encontró con él, estaba en una esquina fumando un cigarro.

-Señorita...- exclamó al verla caminar de largo.

-Señor, muy buenas noches.

-Buenas noches -la condujo a un discreto restaurante -¿Averiguó algo más? -preguntó cuándo se acomodaron en la mesa más alejada del pequeño restaurante donde habían pocas personas.

-No, el capitán Bastián y el sargento Ulreich se fueron está mañana antes del almuerzo, ya no hablaron nada con referencia a la batalla.

-La información que nos envió nos ayudará a estar dos pasos más adelante que los alemanes en esta batalla.

-Lo sé.

-¿Sigue hospedada en esa casa?

-Falta mucho para que termine mi misión, señor.

-No meta sus sentimientos en medio, - volvió a advertir - agente, sabe en la posición en la que se encuentra ... Y sabe lo que pasará si no resulta como libreta planeando -hizo resbalar con la azucarera algo, envuelto en una servilleta que Nadezhda tomó y guardó  inmediatamente en su pequeña cartera- se arriesga demasiado y lo sabes muy bien.

-Lo sé, señor pero sé también cómo actuar y haré todo lo que tenga en mis manos para llegar a mi objetivo...Bastián Scheider, no estoy metiendo mis sentimientos en esto tan solo quiero cumplir con la misión.

-Lo único que le ordenó es que sea consiente y muy meticulosa, tenga cuidado, si los austriacos o los alemanes la descubren la matarán sin piedad, sabe que nosotros negaremos su existencia.

-Lo sé, señor - se paró del asiento, se puso su sombrero -Buenas noches, gracias por su compañía.

-A usted señorita -le besó la mano y Nadezhda salió del restaurante.

Hace tiempo que el miedo y la cobardía habían desaparecido de su sistema,  no le tenía miedo a la muerte, ni a nada, sabía muy bien que sí la descubrían estaría sola, los rusos negarían su existencia, sería su fin, pero no le preocupaba, lo único que deseaba era sacar toda su información y después vengar la muerte de Vladimir con la sangre de Scheider.

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