CAPITULO II IRA

Por más que me le quede viendo no puedo creerlo aún, ¿de verdad es un ángel moribundo que yace aquí en el suelo? En efecto es verdad lo que se dice, aquí hay más avistamientos de ángeles que en otros lados de Estambul, pero nunca imaginé que me toparia con uno de esta manera ¿Debería llamar a mis compañeros? ¿Será prudente?

Estudio la escena, veo su rostro el cual es oculto por su cabello castaño y ondulado, pero aun así se logra percibir en su perfil un rostro tan irónicamente angelical. Si no fuera por sus heridas diría que su piel es tan perfecta como la de una humana; sin embargo, lo que más llama mi atención y me hace repudiarlo aún más, son sus extensas alas plateadas.

Camino de un lado para otro esperando que una idea golpe mi mente atormentada, pero nada, no sé qué hacer.

Dejo de caminar en círculos, respiro profundamente y me tranquilizo. Muy bien Zend, no hay porque alterarse, solo es un arcángel inconsciente el que acabas de encontrar, quizás la solución más adecuada sea irme y rezar por que el ser alado enfrente mío no se despierte y acabe conmigo.

Pero... Viéndolo por otro lado.

Tengo a mi merced un ángel que de seguro tiene sus manos manchadas de sangre de los míos, podría aprovechar esta situación. Podría matarlo, sería un héroe para todos, dejarían de molestarme si llego con la cabeza de un ángel al nido, se acabarían de una vez por todas esas burlas respecto a mi tardía metamorfosis.

Miro al ángel y luego mis garras y de mis garras vuelvo a ver al ángel. 

Le arrancare la garganta, ¡se lo merece! Él y todos los suyos.

Acerco mis uñas filosas a su garganta y...

—Espera...

Me detengo. El ángel abre sus ojos azules, sin embargo; está tan exánime que no es capaz siquiera de levantar sus parpados por completo. De seguro por tanta sangre que perdió ni es consciente de lo que pasa, ¡un segundo! ¿Los Ángeles necesitan sangre para vivir como los humanos? Hay demasiadas cosas que no conozco de ellos, en situaciones como estas es que me arrepiento a no poner atención en las clases.

El ser moribundo me mira, intenta decirme algo, mas parece costarle, así que solo me hace una seña con su mano indicándome que me acerque. ¿Será buena idea acercarme? Bueno, está demasiado débil como para intentar algo. No creo que pretenda atacarme.

Me acerco sin bajar la guardia, una vez estando cerca lo suficiente como para escuchar su respiración pesada, él levanta su cabeza del suelo y me dice:

—asegurate... que este muerto cuando te vayas, porque yo no tendre piedad —replica el plateado, resollando cada  una de sus palabras debido a su evidente agotamiento—. No cabe duda de que eres una de esas alimañas ¿no es asi? —. Deja escapar una risa burlona que un instante se convierte en una mueca de dolor.

—¿Todos los ángeles son así de groseros?

—Solo cuando se trata de bestias como ustedes. —contesta el con un tono claramente molesto sin dejar de clavar su mirada con la mía, haciéndome sentir incómodo.

¿Cómo se atreve a llamarnos bestias? Ellos son los que nos cazan, los que acaban con familias inocentes importándoles un bledo. Fueron ellos los que empezaron todo esto, ellos son las verdaderas bestias desalmadas.

Ni siquiera fui consciente de que mi coraje me hiciera apretar los puños al punto de enterrar las uñas en mis palmas y hacerlas sangrar, el ángel me mira triunfante al ver mi ira contenida, así que continúa provocándome con sus comentarios atrevidos.

—Apuesto a que eres de esos nephilims inservibles que entrenan toda su vida para algún día destruirnos y reclamar venganza... pero dime chico, ¿lo han conseguido?

—callate — murmuro con la cabeza agachada. mi paciencia esta desbordandoce.

—  la realidad es que siempre seremos superiores, y ustedes seguirán huyendo por no toparse con nuestras espadas y nada pueden hacer para evitarlo —susurra sin dejar de reír con malicia.

— te lo advierto...  

— ¿quieres saber porque? ¡Porque eso lo decidimos nosotros! ¡LOS ARCANGELES!

— ¡QUE TE CALLES!!

Ya no aguante, me abalance hacia su ensangrentado cuerpo y tome su cuello con mis garras ansiosas por cavarse en su piel, lo miro enloquecido de enojo e indignación, el solo responde a mi ímpetu con otra sonrisa burlona. Ahora no me contuve, mi paciencia colapso y a consecuencia de eso mi cuerpo reacciono solo.

Clave poco a poco mis uñas en su garganta, el no dejaba de verme a los ojos mientras sentirá su respiración ser interrumpida y sus fuerzas abandonar su cuerpo gradualmente. Una parte de mí odia al Zend que acaba con la vida de un ser que no es capaz de defenderse, pero la otra  parte, se siente eufórico de ver la sangre emanar de su cuerpo. Tomo su garganta con mis manos y se la arranco en un movimiento limpio dando paso a un río de sangre bendita.

Ahora esa molesta risilla en su rostro desaparece, y el brillo turquesa en sus ojos se apaga.

Lo hice, acabe con él y no puedo sentirme más satisfecho.

Miro mis manos ensangrentadas sin asimilar aun lo que acaba de suceder, no puedo creer que tome la vida de un ángel, quizás no fue un "enfrentamiento" limpio, digo, al fin y al cabo aproveche su estado para acabarlo, aunque eso no me interesa en realidad.

No importa como lo haya hecho, lo que importa es que ahora esta muerto.

Mis pensamientos son interrumpidos cuando mis sentidos me advierten de que algo se acerca a la sangrienta escena, una presencia peligrosa, y está enojada. Me atrevo a mirar hacia arriba y diviso a la distancia un hombre alado que desciende de las alturas.

Seguro es un compañero de quien acabo de asesinar. Ahora seré yo a quien le arranquen el pescuezo. Mi cuerpo se paraliza presa del miedo, pero me controlo y tomo una postura de ataque, preparándome para lo que se avecina, aunque en eso, siento una mano helada cubrir mi boca a la vez soy llevado hacia la obscuridad de entre los pinos.

La entidad que me saco de allí se movió a una velocidad que ni siquiera yo mismo he logrado alcanzar. Todo paso muy rápido, hace unos momentos estaba decidido en cumplir una tonta apuesta de niños, y ahora estoy aquí, con sangre en mis manos y un extraño dejándome en el suelo detrás de unos arbustos. Busco con la mirada al individuo que me trajo hasta aquí, me topo con la figura de un hombre de aparentes 40 años, esbelto, pelinegro y piel tan blanca como la cal. Me doy cuenta que dos enormes alas negras están unidas a su espalda. Quizás sea raro que yo diga esto ¡pero esa criatura es realmente magnifica!

Un ángel negro arrodillado junto a mí ¿acaso esta noche no se puede poner más extraña?

Estaba a punto de preguntarle quién demonios es el, pero antes su mano pálida vuelve a cubrir mis labios con urgencia.

—no hables o nos descubrirá. —murmura, despegando su mano de mí una vez seguro de que no hablare. Volteo la mirada y me encuentro con la escena de un arcángel tomando el cuerpo inerte de su compañero entre sus brazos, sollozando sobre este.

Ver esa escena me produjo una sensación extraña, como si esto ya lo hubiera visto antes.

El extraño de alas oscuras vuelve a hablar sin mirarme.

—No te sientas culpable chico, se lo merecen. ya han hecho demasiado daño —dijo el con una voz tranquila e indiferente, como si fuera el ser más antipático del mundo.

—Lo sé, es lo mismo que nos hacen a nosotros... arrebatándonos a nuestros seres queridos. —replico en un susurro, contemplando los gritos lastimeros por parte del serafín.

Me da una palmada en mi hombro derecho y suspira.

—Hiciste lo correcto hijo, ni siquiera el ganar una absurda apuesta infantil,  se compara a la gran hazaña que acabas de hacer.

Sus palabras me alientan enormemente, pero al procesarlas en mi mente, me doy cuenta que algo no cuadraba.

— ¡Espera! ¿Cómo sabes que hice una...? —Antes de terminar la pregunta, aquel extraño ángel negro ya se había marchado.

Me vi obligado a abandonar el lugar y regresar al punto de reunión con mis compañeros. Intento ahuyentar las preguntas sobre el misterioso individuo, pero es inútil, la intriga me consume y me cuesta trabajo concentrarme en el camino y esquivar las ramas de los pinos. ¿Cómo carajos sabía que he hecho una apuesta? Preguntarme eso me inquieta un poco.

Hablando de la apuesta, creo que al final seré yo quien supla a Jerry en la guardia toda la semana. Llegue al sendero del que partí al inicio encontrándome con un preocupado Lucas y sobre todo, un furioso hee'bell. Luego de que mi maestro de cacería me regañara como un niño pequeño enfrente de todos, me agarra de la oreja para luego encaminarme al nido. Esto no puede ser más vergonzoso.

En el camino es obvio que fui el tema de conversación de mis compañeros, unos decían que me perdí o que tropecé con algo, Jerry por supuesto no hablaba de otra cosa que no fuera sobre mi ineptitud. Hee'bell me explico que hacía más de una hora que todos estaban reunidos, y el no verme reunido con los demás, con lo que se supone  que había cazado, le preocupo tanto que casi manda a uno de mis compañeros a informar a mi padre.

Dios... ¡mi padre! ¿Qué pensara de mí cuando regresemos y le digan que no logre cazar nada? Seguro se sentirá decepcionado de tener un hijo incompetente. Llegamos al nido y  sin decir nada,  hee'bell tan solo sube los escalones a la entrada de la mansión principal, pero antes de entrar voltea a verme con atención y decirme un tanto alarmado.

—¿de dónde es esa sangre?

No supe que responder, no podía decir que era de un humano ya que había regresado con las manos vacías, tampoco podía responder que era mi sangre, porque el olor sería diferente.

Al no oír respuesta, entra a la mansión principal hecha de piedra labrada, donde habitan los nephilims importantes, los que organizan los próximos ataques a los ángeles.  Y yo vivo allí.

Hee'bell entra a dicho palacio, y yo me quedo ahí parado como idiota enfrente de la puerta haciéndome miles de ideas en mi cabeza de cómo va a reaccionar mi padre cuando hee'bel le cuente todo lo ocurrido. Lucas se para junto mío y con unas palabras que supongo yo, son para tranquilizarme me dice: 

—no te preocupes, con un poco de suerte quizás te mate y no tengas que hacer guardia esta semana.

 Lucas a pesar de ser fatal en momentos serios, por lo menos no me ataca con preguntas que solo me harían sentir peor.

Los demás se fueron a la mansión que esta atrás, es más pequeña, pero es suficiente para los pocos aprendices que somos. Yo por mi parte me introduje a la mansión de piedra y me dirigí a mi habitación, para tirarme en mi cama y desear estar muerto. Una vez en mi alcoba, me siento sobre la orilla de mi lecho, con la mirada perdida en la pared gris, asimilando todo lo que paso esta noche.

Mate un ángel, casi me descubre otro y un ser de alas negras me salvo de una posible muerte. ¿Quién será? Esa pregunta me tortura haciendo que me duela un poco la cabeza. Podria jurar que lo conozco de algun sitio, esa mirada vacia y profunda a la vez, junto con esa voz rasposa, es como si hubiese conocido a una especie de leyenda.  En estos momentos me encantaría tener a alguien cerca que de verdad me escuche, alguien que me entienda de verdad.

Quisiera que Liu estuviera aquí.

Ya pasaron tres años que no se viene a parar aquí en mi balcón, desde que fue exciliado del nido hace 7 años, liu me hacia vicitas nocturnas muy constantes. no sé cómo lo hacía, pero lograba burlar la seguridad que rodea el lugar, algo que en mi opinión me parece descabellado y asombroso. Es un buen nephilim, pero desgraciadamente es un moralista desesperante. Sus ideas sobre no comer humanos impaciento a los nephilims superiores, sobre todo a mi padre. Y cuando tuvieron oporunidad lo sacaron de la seguidad del nido.

él fue el único que no me vio como un fenómeno al conocerme, venia todas las noches a conversar conmigo. Me contaba todas sus aventuras y sus penalidades en la guerra. No tengo idea de donde está en este momento, creo que ya paso un año desde su ultima aparicion. Lo más probable es que este muerto, y pensar en esa posibilidad, me produce una sensación de abatimiento.

Es increíble lo que una guerra puede causar. Tantas muertes, tanto sufrimiento ¿para qué? ¿Para que exista paz después? Me gustaría pensar en una posibilidad de que todos vivamos en armonía, pero eso no es posible, no mientras los ángeles y humanos nos vean a nosotros los nephilims como plagas que deben de ser eliminadas.

Me dejo caer de espaldas sobre mi cama dispuesto a dormir, pero antes de que mis parpados se cerrasen, escucho a alguien pararse enfrente de mi puerta, abro los ojos de golpe y observo que en efecto, alguien está ahí estático atrás de la puerta de mi dormitorio. La perilla se mueve, pero antes de que el ente afuera esté a punto de entrar, otro sonido de pisadas se suma y escucho informar algo que me fue imposible pasar por alto.

—Señor Miros, todos lo están esperando en el salón principal, quieren hablar con usted sobre su hijo Zend.

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