Capítulo 4

Westwood Village, Los Ángeles, California

Natasha

Apuesto a que más de una vez han escuchado una de las frases más famosas que existen en el mundo. Déjenme decirles que yo la llevo muy presente en mi vida: 

Si algo puede salir mal, entonces saldrá mal o, tal vez, peor. 

Soy fiel creyente que la ley de Murphy me persigue. Debo decir que después del encuentro con los pandilleros nada ha salido muy bien que digamos. Mejor me explico. Danielle y yo teníamos muchas cosas en mente para hacer, pero nada ha salido como esperábamos.

El único plan que funciona a la perfección y lamentablemente, es el de atrapemos a los idiotas pandilleros. Dani y yo habíamos quedado que cuando tuviésemos un poco de... 

¿Cómo podría decirlo para que suene bien?

Espacio, tiempo... no, mejor es vida... Sí, digámosle así.

Continuemos.

Cuando tuviésemos vida fuera del hospital nos mudaríamos juntas, pero la cruda realidad, dinero, nos dio un perfecto puñetazo en la cara. La compra de un lugar o alquiler salía demasiado costoso y el dinero completo no lo tendríamos para el tiempo que lo necesitaba la agente de bienes raíces. Danielle y yo llegamos a un acuerdo, nuestro amado sueldo iría a la cuenta del prestamista si lográbamos conseguir uno en un plazo de veinticuatro horas.

Mi tío Stefano no tuvo ningún inconveniente en ser la persona en ayudarnos a mudar a otra ciudad. El préstamo fue de cuatrocientos mil dólares. Danielle y yo solo pudimos reunir doscientos setenta y tres mil dólares para poder alquilar un departamento muy pequeño. Aunque la mudanza la tuvimos que posponer un tiempo por razones obvias. Puedo decir hoy, que logramos conseguir un espacio cómodo para nosotras.

—No es fácil ser pobres y tener gustos de una Kardashian —se queja mi conciencia.

No estoy muy segura de que sea normal hablar con tu cerebro. Pero es que trabajar demasiadas horas en emergencia no es par nada fácil y el resultado fue esa vocecita que ahora no me abandona.

Después de regresar de mis preciadas vacaciones en donde ayudé a mis tíos en su restaurant, sí, ya pasó un mes, para ser exactos, dos. A lo que iba, después de volver al hospital mi jefe se volvió amargado otra vez. 

¿Idiota? Sí, y también se lleva el título por ser el más idiota que cualquier otro idiota. 

¿Recuerdan que él había cambiado mi turno por uno de ocho horas? Bueno, lo volvió a cambiar. 

¡Trabajo más de dieciséis jodidas horas porque debo ser un médico ejemplar y trabajador! 

No conforme con eso, también se llevó el reconocimiento por mi ardua labor con cualquier paciente que tuviese alguna complicación en emergencia. Luego de ser felicitado y alabado por toda la directiva del hospital, decidió que era tiempo de que fuera buscando otro piso. Sí, el muy imbécil y bipolar de mi jefe me envió al departamento de pediatría. Digamos que el motivo por mi cambio fue:

—Debes tratar con niños para ver si te cambia ese humor —comentó, molesto.

¡Yo no tengo problemas de humor! 

Soy la única persona amable en este lugar en ambos turnos, pero como él es el jefe estrella del hospital su palabra fue ley.

«El odio es mutuo, estúpido» pensé, negando con la cabeza.

¿Qué hice yo para merecer esto? Él no era así, era una buena persona y uno de mis doctores favoritos. Solo que desde hace unos meses empezó a cambiar cuando el presidente del hospital informó que el doctor Kozlov, vendría de sorpresa. 

¿Motivo? Aún nadie lo sabe. 

Hay un fuerte rumor de que mi ídolo ruso, quiere venir a trabajar aquí para encontrar un médico que lo apoye junto a su colega en cirugías riesgosas.

Pero eso no es todo aún hay más. Mi amada mejor amiga está muy cercana a Logan. ¿Lo recuerdan? Sí, uno de los pandilleros, pero este es el ser más tatuado que he visto. La cosa es que ahora parecen hermanos por lo cercano que se han vuelto. No se separan para nada, debido a eso él y Nathan son nuestras sombras.

¡Qué maravillosa compañía!

—Y aquí estoy dos meses después, poniendo mis cosas en el nuevo departamento —suspiro—, con Nathan, Logan y Danielle —vuelvo a suspirar, mientras veo a mi amiga divertirse con el muy tatuado pandillero.

—¡Masha, esto simplemente me encanta! —chilla, da una mini vuelta en círculo admirando todo lo que su vista le permitiera.

Sonrío al verla tan feliz y me lleno de nostalgia al ver mi nuevo departamento. Trabajar tantas horas al punto de quedarte sin fuerzas hasta terminar tu guardia, tiene su recompensa. 

Al fin tengo un lugar que puedo decir que es mío y podré llamar hogar. Realmente no me importa si es compartido. Es mi casa, es mía y no hay mayor satisfacción que la que estoy sintiendo en estos momentos por haberlo logrado.

«Sé que aún lo estamos pagando y no será para nada fácil el proceso, pero no me importa. Aporte con mi dinero a que este sueño se hiciera posible», sonreí, mientras mis pensamientos invaden mi mente.

—Es un bonito departamento y también les queda muy cerca del hospital —menciona, con una sonrisa burlona, Logan—. Lo mejor es que solo les falto vender sus órganos para pagarlo. ¡Hasta creo que se ganaron la lotería con este lugar! —enfatiza con sarcasmo. 

Danielle y yo volteamos a verlo con muy mala cara. En cambio, Nathan, le pega con su mano en la parte de atrás de su cabeza haciéndonos reír.

No sé, estoy empezando a sentir que traerlos hasta aquí fue un gran error. Sé claramente que una de las partes del plan es tener una gran amistad con ellos, pero me aterra que sean malas personas y nosotras como tontas, los dejamos entrar a nuestras vidas tan fácilmente. Los he estado estudiando y en este lapso de tiempo tan corto, ambos aparentan ser bastante normales. 

No me culpen por ser tan desconfiada. Mi vida no ha sido precisamente un cuento de hadas y a pesar de tener casi veintisiete años, he sufrido lo suficiente y les puedo asegurar que tengo material para hacer dos temporadas de una novela de tragedia sobre mi vida.

¿Suena loco, verdad? Yo diría que muy loco, pero así es mi vida.

El otro par de chicos está trabajando quién sabe dónde, pero todos aparentan ser muy amables. A pesar de que Logan y Dani tienen buena relación, no le ha podido sacar ninguna información importante, y, por otro lado, se encuentra Nathan. Este chico es muy callado y me resulta casi imposible entablar una conversación fluida con él.

Creo que es mudo...

Somos más de silencios incómodos y miradas intimidantes. Es demasiado cerrado en cuanto a todo lo que deseo preguntarle. Pareciera que sospechara de mis malas intensiones y mi sed de descubrir su antro de drogas y prostitución. 

¡Ja, no se escaparán de la justicia, ilusos!

—Chicos, olvide algo en casa de mi padre, iré a buscarlo —la voz de Danielle, me hace regresar a la realidad. Tomando su bolso de la encimera, empieza a caminar—. ¿Pueden los dos intentar ayudar a Masha con eso? —señala las cajas—, es hasta que regrese, lo prometo. 

—Déjame ayudarte con lo que vayas a traer de la casa de tu padre —responde, Logan, mi amiga frunce el ceño—. No permitiré que traigas nada pesado tu sola.

—No es pesado, solo son algunas cajas con utensilios de cocina y ropa —sonríe tímidamente —Logan, la casa de mi padre no está tan...

—Aquí está Nate —la interrumpe, señalando al mudo—, él podrá ayudarla sin ningún inconveniente —le regresa la sonrisa a Dani—. ¿Cierto, Nathan?

—Supongo —respondió, dándose la vuelta y caminando hacia una de las cajas que había en el suelo, los chicos salen del departamento y yo me quedo como una tonta viendo como se cerraba la puerta.

Perfecto, ahora estoy sola con el loco.

Eh, amigo, ¿te cuesta mucho dialogar un poco más? 

—Natasha —la voz grave de Nathan, me saca de mi ensoñación—, si te resulta problemático que me quede aquí, por favor dímelo. No quiero hacerte sentir incómoda y mucho menos que no te sientas a gusto con mi presencia —comenta.

¡Si habla! 

Se puede tener un intercambio de palabras porque si es un humano hablante.

—Tranquilo, no pasa nada —miento, intentando mirarle a los ojos—. No tenemos la culpa de que tu amigo quiera acompañar a mi amiga y ayudarla con las cosas que a ella le faltan —me da una media sonrisa, fijando su vista hacia las cajas—. Nathan, como somos amigos, si quieres puedes decirme Masha. 

—Amigos es una palabra muy usada, pero poco valorada estos días —frunzo el ceño sin entender su comentario—. Está bien, entonces te diré Masha —sonríe—. Desde ahora somos amigos y si tú deseas, puedes llamarme Nate —responde, dejó de hablar y continuó con lo que se supone que su mente le estaba diciendo.

Este hombre me va a volver loca. ¿Por qué no puede hablar más? ¿Por qué es tan cerrado? Quise ser buena amiga y entablar una conversación decente, y él mata las ganas con esas respuestas cortantes. 

¿Me odiará? Yo no quiero que me odie. 

Espera un minuto...

¿Por qué me importa que sea así conmigo?

—Déjate de estupideces y mejor ponte a desempacar tú también, Natasha —hablo para mis adentros.

Y entre silencios incómodos y monosílabos pasaron las horas. Terminamos de arreglar el departamento en tiempo récord. Creo que en nuestras vidas pasadas fuimos flash o descendiente de él. Bueno tampoco es que sea muy grande que digamos mi pequeña casa. Aun así debo admitir que trabajamos rápido. 

¿Qué pasó con nuestros amigos? De ellos no sabemos nada, seguiremos informando si llegamos a saber algo sobre ellos. Gente ingrata y después ella se las verá conmigo. Diciendo ser mi amiga y se va con un extraño tatuado.

—Masha —volteo a ver a Nathan—, ¿tienes hambre? Son pasadas las siete y no te he visto comer nada. ¿Quieres que me vaya para que puedas cenar con tranquilidad? —frunzo mi ceño ante su pregunta.

—Si tengo hambre —sonrío, intentando bajar la incomodidad en el ambiente—, pero no te vayas. Podemos cenar juntos, ¿quieres... quedarte y comer conmigo?

Mueve el cuello de un lado al otro, mira el reloj que tenía en su muñeca y asiente con una media sonrisa después de dudarlo unos minutos.

—Perfecto, entonces pediré algo para cenar —me ve por unos largos segundos a los ojos—. ¿Comes cualquier tipo de comida, o eres muy exigente? —con voz socarrona, dice—. Ilumíname, por favor, Masha.

Este hombre aparte de ser cortantemente callado, musculoso, con apariencia de pandillero y voz gravemente seductora, podría decirse que es bastante... Amable y gracioso, creo.

Suelto una carcajada y levanto mi ceja lo más tontamente posible. 

—Soy alérgica a la comida picante —asiente y saca su celular del bolsillo—. Sorpréndeme, Nate —me mira divertido y se aleja para hacer la llamada.

Después de todo, no creo que esta noche sea tan mala. Puede que me haya equivocado, ¿verdad?

¿Será que Murphy se alejó de mí? Tal vez me apresure a decir que fue un error que ellos vinieran, puede que descubra un poco más de él.

Puede que esta noche nada salga mal y descubra quién es Nate.

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