Mi vida jamás ha sido fácil, sin embargo, siempre he sido feliz, quizás no tenga todo lo que he querido en la vida, pero mamá se esforzaba por darme todo lo que yo necesitaba. He crecido sin padre, sin lujos, sin muchos amigos y en una casa que está a punto de caernos encima, pero lo que nunca ha faltado en mi vida es amor y una buena crianza. Mi madre me ha preparado para el mundo, este mundo que es cruel y despiadado, también me ha advertido del peligro que representan las personas, para ser sincera, jamás creí que sus advertencias se pudieran dar, pero me he topado con ellas, ahora debo decidir si seguir los concejos de mi madre, o arreglármelas por mí misma.
Una mala jugada de la vida hace que mi madre enferme, sin ayuda y con ella en el hospital, debo esforzarme el doble para pagar las deudas, una idea descabellada se vuelve mi mejor solución y como todo lo fácil trae sus consecuencias, ahora yo estoy pagando las mías.
Marilí Cook: chica de 18 años de un corazón de oro y una humildad admirable, su dulzura es impresionante, su fe en las personas es única, su inteligencia es desconcertante y su ingenio la hacen peligrosa para algunos, es una persona pasiva agresiva pero con ella no te equivoques, no es la chica frágil que su aspecto da a entender, es fuerte e independiente, para ella la libertad es lo primordial, no le gusta el dominio o la posesividad, es capaz de aprender con rapidez y poner en práctica lo aprendido, tiene la capacidad de darle giros inesperados a situaciones en la que es nueva o nunca ha estado.
Las historias siempre inician con un suceso en lo general fatídico o de aparente felicidad o de total felicidad. ¿Por qué no? Pero para mí suerte iniciará fatídico y esto de aparente no tiene nada. Me encuentro en la sala de espera del hospital Punta Pacífico a la espera de cualquier información que me saque de este estado de desesperación y angustia en el que me encuentro. Mi madre, la única persona que tengo en el mundo, la única que cuida de mí, está en estado crítico y estoy a nada de perderla, ella me enseñó a ser fuerte ¿Pero cómo mantenerme en pie, si todo está a punto de tornarse peor?&nb
Esta vez desperté mucho más temprano, no pienso irme sin bañar nuevamente. —Debo irme mamá, por favor por todo lo que más quieras y por la paz mundial... Pórtate bien ¿Capisci? —Le imploro. —Vale... Lo haré hija, estaré bien, con la explicación que me han dado ahora sé que corro peligro y no puedo desobedecer, no quiero dejarte sola. —Le sonrío con cariño, acercándome a ella le doy un abrazo y un beso.
Flaca vamos debemos irnos. —escucho que grita mi amiga, tomando mi bolso me apresuro a salir de casa, aseguro todo y al girarme le veo un poco más allá. Han pasado tres días desde que conocí al señor Hamann, hoy debemos ir a lo de las pruebas y eso me tiene un tanto nerviosa. Mamá está desesperada, quiere salir del hospital y no me extrañaría que los doctores y enfermeros quieran lo mismo ¡La señora es difícil! —Ya estoy aquí vamos. —Sin perder más tiempo nos dirigimos a tomar el autobús.
Despertar después de una noche de juerga es lo peor del mundo, el apestoso olor a alcohol se percibe en el ambiente, el dolor de cabeza es considerable pero nada de que preocuparse, poniendo mi mejor cara me miro al espejo y sonrío, estoy fatal. Lista y desayunada espero a mi amiga en mi casa, hoy es el gran día, el señor Hamann pondrá más que sus manos sobre mí, hoy me desvirgan por un millón y medio de dólares, si... por un millón y medio de dólares, es increíble mi locura.
El agua cayendo sobre mi cuerpo solo aportan más al deseo irracional que ese hombre me hace sentir, sus caricias son como pequeños tirones en mi piel, tirones deliciosos y placenteros, sus besos son ese afrodisíaco que me hacen perder la cordura y elevar mi libido. —Cada rincón de tu cuerpo me recordará —dice con voz tremendamente bronca. —Tus labios tendrán la sensación de los míos sin posibilidad de que puedan olvidarlo. —Lleva sus manos a mis caderas y me presiona más a él, su gigantesca erección se hunde en mi vientre y con cada respiración agitada que doy se hunde un poco. —Seré dueño de tu piel, de tus besos, de tus gemidos y de tu cuerpo— nos miramos a los ojos. —Serás mía— mis manos recorren cada línea de sus músculos, estos se contraen ante mi contacto. —Seré el primer hombre en tu cama, seré el dueño de tu primera vez— me besa con pasión, con esa pasión que me hacen desearlo más. —Eso me dan esperanzas de que su cuerpo y sus sensaciones también serán míos.
—Lo lamento mucho —me disculpo al verlo con el ceño fruncido, echando mano de los consejos de mi amiga le obligo a acostarse, ahora soy yo quien le dará placer. —Es justo que me gane tu perdón por el cortazo que nos dio mi madre. —Me monto sobre él y me siento sobre su erección sin que esta se hunda en mí, muevo mis caderas y siento como se tensa, beso sus labios y sus manos no tardan en recorren mi pequeño y delgado cuerpo, voy bajando mis besos por su cuello y su olor natural es demasiado delicioso, es un encantador de mujeres. Beso sus pectorales y mordisqueo sus tetillas hasta dejarlas duras, al llegar a esa tableta de chocolate de buena calidad paso mi lengua y doy algunos besos, me lo voy grabando. Al llegar a la mata de vello dónde sobresale su gigantesca erección trago con algo de dificultad, sin titubear lo tomo entre mi mano lo presiono e inicio a moverlo. —No lo presiones tanto. —Le escucho decir, el tono se me sube al rostro. —Tranquila lo estás haciendo bien per
—Está bien. —Le miro seria y aún sofocada por el esfuerzo que hicimos. —La próxima vez que me golpees te dejo sin bolas —le amenazo sin juegos. —Te ha gustado. —Besa mi cuello, tiene razón, pero no estoy dispuesta a entrar a ese juego. —No pude decir nada por lo salvaje que me estabas penetrando. —Frunzo el ceño. —Deja el mal genio. —Me pide sin dejar de acariciar mi cuerpo. —Entonces no me hagas enojar. —Cuando siento que mis piernas pueden sostenerme me alejo de él para terminar mi sándwich, mi sexo duele, no debí provocarlo de esa manera. Al terminar mi sándwich y obligarlo a que comiera conmigo nos dirigimos a la habitación donde me hace el amor como un loco, jamás creí que ese hombre a su m*****a edad podría tener esa resistencia, está haciendo que me trague mis palabras. —Joder —jadea con voz entre cortada, los dos estamos cansados y sudorosos.— Te mueves demasiado bien —sonrío por lo que dice— te pondré arriba más seguido. Una c
Han pasado exactamente cuatro días desde que el señor Hamann me folló, no he sabido nada de él y aunque mi sexo me lo recuerda cada vez que veo su maldito dibujo en la pared de mi habitación, paso de eso, he de olvidarme de lo que pasó y centrarme en que puedo disfrutar con mi novio, ese que vino con la cola entre las patas a pedirme perdón. Mi madre salió del hospital y ahora se encuentra en recuperación, me pregunta una y otra vez de dónde saque el dinero, como buena madre, se dio cuenta que mi antiguo jefe no me lo presto y por supuesto se enteró que ya no tenía un trabajo, no le he querido contar nada. ¿Para qué? No quiero que se ponga loca y su operación corra riesgos. —¿En serio no piensas en él? —Ahí está mi amiga, ella se encarga de hacer que no me olvide del señor Hamann, no hay un puto día que no me pregunte lo mismo. —Que no mujer, deja de fastidiar, no me cabrees la p**a vida. —Le ladro, prácticamente le escupo la cara.