Capítulo 5

Al terminar el desayuno me pongo a trabajar. Patricia me guía a la habitación de nuestro jefe, al entrar mi boca se abre exageradamente. La habitación es enorme y majestuosa, está pintada en tono oscuro, puedo asegurar que el tono es un gris, la cama es enorme, tiene un estante que abarca toda la pared llena de libros, la mesa de noche es en negra y lleva una lámpara con diseños en chocolate caoba, también cuenta con sofás visiblemente cómodos en negros, las ventanas son enormes y todo el lugar está perfecto.

Dejo de admirar el lugar y me pongo a limpiar. Al ver la cama tan desordenada frunzo el cejo, él estaba con esa mujer aquí y después me besó a mí. Furiosa quito las sabanas y maldigo al sentir el olor de su perfume, es delicioso y varonil, ese olor despierta la sensación de mi cuerpo y me traslada a esos pensamientos que no debería tener, ese hombre es un descarado que solo quiere aprovecharse de mí.

Tras limpiar la habitación para salir de ahí y no pensar más en ese hombre sinvergüenza, bajo a la cocina, Patricia tiene el almuerzo hecho. Entro y un delicioso olor me recibe.

—Has llegado a tiempo, la lasaña está servida— sonrío emocionada, me fascina la lasaña, es uno de mis platillos favoritos. Voy tras ella al comedor y me siento a la mesa, le doy un bocado a mi lasaña y jadeo del gusto.

—Esto está deliciosa, es uno de mis platillos favoritos— le confieso —y a ti te sale muy delicioso— disfruto ese manjar como si fuera la primera vez que lo pruebo —eres una excelente cocinera, Patricia, ¡Felicidades!— la mujer me mira orgullosa por el halago que le he hecho.

—No es nada cariño, disfrútalo y me alegra mucho que te guste— obedezco, por supuesto que estoy disfrutando de este delicioso manjar.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para el señor Meyer?— le miro.

—Unos diez años— alzo las cejas, es mucho tiempo —me paga bien así que no me quejo— se encoje de hombros —no solo cocino aquí, cuando tiene alguna reunión de la empresa soy yo quien supervisa la cocina— le miro asombrada.

—Vaya, que bien te ha ido con el señor— ella asiente sonriendo.

—Me ha ido muy bien la verdad, es un estupendo jefe— no puedo evitar reír divertida, esa mujer está muy ciega, no se da cuenta que su jefe no es lo que aparenta.

                                 ***

Terminado el día me despido de Patricia y me voy a la universidad, me toca dibujo arquitectónico a la primera hora y voy tarde. Hoy debo presentar un proyecto y si no llego a la hora que debo no me lo aceptarán.

Corro lo más rápido que puedo y al ver a mis amigos fuera del campus respiro aliviada al saber que no he llegado tarde.

—Deberías comprar un auto— me aconseja Will —no puedes andar en estas— me abraza y besa mi cabeza. Will está enamorado de mí, pero yo siempre lo alejo, lo quiero como amigo y no como pareja. Afortunadamente él lo acepta, aunque siempre que tiene la oportunidad me recuerda que está dispuesto a una relación seria conmigo.

—Nena, deberías hacer caso, no me gusta que estés por ahí tan tarde, es peligroso— sonrío mirando a Rusa, es mi amiga, está loca, pero siempre me apoya y jamás me abandona, siempre está ahí para mí, al igual que mi Darling y Will.

—No tengo dinero para eso, ustedes lo saben, además…— les miro divertida —ustedes hacen de mi Uber, no me quejo— carcajeo al verlos resoplar —vamos, debemos presentar el trabajo— los tres nos dirigimos al salón de Dibujo arquitectónico.

Como siempre el profesor llega justo a tiempo e inicia la clase inmediatamente, cada uno presenta su diseño. Yo trabajé en un diseño para casa de playa, tiene dos pisos, está hecha de concreto y en su mayoría tiene cristales. Su diseño es contemporáneo, bastante actual y estiloso, las habitaciones tienen un diseño minimalista y los baños son de diseño más rústicos.

Tras presentar mi diseño y sacar la mejor calificación me voy con mis amigos a la clase de sistema de construcción y tras de esta damos todas las que nos toca hasta terminar todas las clases.

Cansada y aprovechando la ultima hora libre que tengo, me siento con mis amigos a conversar.

—¿Simone irá el viernes al bar?— pregunta Rusa —el fin de semana no pude ir— se lamenta —realmente quería ir y pasarlo bien— sonrío, agradezco que no fuera, no me hubiera gustado que ella hubiera presenciado lo que sucedió con el señor Meyer. 

—Tranquila, no pasa nada, estabas con tu novio— la tranquilizo para que no se sienta mal —trataré de llevarlo nuevamente, al parecer esta vez si la pasó genial— sonrío al recordar lo feliz que estaba por tener de acompañante a Yazahib Meyer.

—Yo si me apunto— asegura Will —tengo que verte bailar— me guiña un ojo, sonrío divertida, está loco —no es bueno que todos te miren menos yo, lo merezco más que ellos— me abraza y besa mi cabeza.

—Eres un exagerado Will, tú no quieres ver solamente. Tú quieres tocar y disfrutar— me mira a los ojos, su cara está muy cerca de la mía. Le veo sonreír.

—También merezco eso, me gustaría tocarte y volverme loco— acerca más su cara a la mía, rápidamente quito la cara y besa mi mejilla —me estás torturando Daniel, ¿Qué debo hacer para que me hagas caso?— suspiro, él sabe perfectamente que no quiero una relación con él ni con nadie.

—Will, no seas tonto— le pide Rusa —no seas tan insistente hombre, la vas a cansar— él sin dejar de abrazarme asiente.

—Daniel— escucho una voz profunda y con tono molesto, al girarme Yazahib está mirándome con el gesto furioso —dile que te suelte— ordena con la mandíbula presionada, le miro incrédula.

—¿Por qué haría algo así? Él es mi amigo y usted no debería estar aquí— camina con rapidez en nuestra dirección y tira de mí, me separa a la fuerza de Will. Mis amigos le miran con incredulidad, ante ellos está el hombre más imponente de todos los Estados Unidos.

—No juegues conmigo— me advierte en tono amenazante —sube al auto— me ordena —no lo repetiré dos veces— sonrío con altanería y me cruzo de brazos.

—No haré lo que me pide, no iré con usted— le escucho gruñir y poco después me siento por los aires, me echa a su hombro y sin importarle las miradas de todo los presentes toma mi bolso y se dirige a su auto —bájame de una vez, no quiero ir con usted— forcejeo para que me baje, pero él no lo hace, me mete al coche y cierra la puerta con fuerza, intento abrir para salir, pero me es imposible. Se sienta tras el volante y sin decirme nada se pone en marcha —¿Qué pasa con usted? No quería venir, déjeme aquí, por favor señor Meyer— acelera y me mira furioso.

—Te he dicho que me llames por mi nombre, te dije que cenaríamos y eso haremos, te advertí que eras mía. Nadie te puede tocar y ese imbécil te estaba abrazando, estoy furioso— gruñe con la respiración agitada.

—Él es mi amigo y puede abrazarme cuando quiera, debería calmarse, no puede conducir tan rápido— desvía la mirada y se centra en el camino. Echo mi flequillo para atrás y maldigo —de acuerdo, iré con usted, pero no a esos restaurantes a los que usted está acostumbrado, quiero ir a un McDonald’s— su mirada no tarde en posarse sobre mí, me mira como si estuviera loca —de lo contrario gritaré y lo pondré en ridículo, usted elige señor— resopla como un toro.

—De acuerdo, pero después te vienes conmigo a mi casa, y no quiero escuchar protestas, no cambiaré de opinión, así que ahórrate lo que tengas para decir— le miro con la boca abierta, ese hombre además de arrogante es controlador.

—Es usted un sinvergüenza, esta mañana estuvo con una mujer, no me llevará a su casa, ¿Cuándo va a comprender que no estoy interesada en usted? Debería dejarme en paz y dejar de comportarse como un loco cada vez que un hombre me toca— aparca en el estacionamiento del restaurante y se acomoda para mirarme de frente.

—Cuando dejarás de mentirte a ti misma, sabes que provoco muchas cosas en ti, te mueres por estar conmigo— carcajeo por lo que dice.

—No es cierto, no lo conozco, entiéndalo usted, no se mienta ni trate de ver cosas donde no las hay— sin decirle nada más, bajo del auto y entro al restaurante, cuando entra él las personas se asombran al verlo ahí, el imponente y respetado empresario Yazahib Meyer está en un restaurante de comida rápida. Cuando se acerca a mí me toma de la mano, trato de separarme, pero no lo permite.

—Pide para llevar, no nos quedaremos aquí— nerviosa por tantas miradas puestas sobre mi asiento y obedezco, pero con todas las intenciones de jorobarlo.

—Me da 500 cajitas feliz para entrega en la primera fecha disponible— la mujer me da el bolígrafo y un papel. Suelta la mano de Yazahib y sin mirarlo anoto la dirección de un colegio que ayuda a niños huérfanos —tambien agregue 10 cajas grandes, puede armarlas justo como vienen. Eso entra en el pedido para entregar, ahora aparte me da un cuarto de libra para llevar— una vez la mujer le da la cuenta a Yazahib quien me mira como si estuviera chalada, yo me aparto un poco y le miro entregar su tarjeta, no creí que pagara eso. <<¿Acaso estoy loca? Debería estar huyendo de él, en este preciso momento y no estar riéndome en su cara por lo que he hecho>> me regaño mentalmente, pero es imposible escapar de él y estoy segura que después de esto querrá matarme siempre que lo recuerde y me buscaría hasta el cansancio.

—Vamos— vuelve a tomarme de la mano una vez recibe mi pedido. En el auto evito mirarlo y trato de no reír.

Al llegar a su casa yo me dirijo al comedor, él sube a su habitación y cuando baja está sin el saco de vestir y con la corbata deshecha. No le miro más de cinco segundos, me lo prohíbo, tampoco le hablo, yo quería estar en mi casa no aquí con él. Él debió dejarme en mi casa después de lo que hice.

—No lo comprendo— le miro después de un largo silencio, no lo soporto más —¿Qué quiere conmigo? Estoy segura que otras mujeres mueren por estar con usted, ¿Por qué no me deja en paz y busca a otra? Mire que lo que hice en el McDonal's es imperdonable— él me mira directo a los ojos.

—Ellas no son tú, si tú preocupación es porque viste a Aurore aquí… ya te lo dije, no es mi pareja— maldigo en voz alta por la frustración —no hables de esa manera— me reprende —además, vi que diste la dirección de la casa hogar. No me molesta hacer feliz a esos niños— se encoje de hombros, ¿Por qué me hace difícil el odiarlo?

—Es que realmente no lo entiendo, yo jamás me voy a acostar con usted, no lo conozco y además usted es un sinvergüenza que sale con muchas mujeres— se acomoda en la silla y me mira.

—No creas todo lo que ves en la televisión y en las revistas de cotilleo. Dices que no quieres estar conmigo porque no me conoces, de acuerdo… pregúntame y yo te respondo, de esa manera puedes conocerme— trago la papita frita que tenía en la boca y suspiro, no escaparé de esto.

—¿Cuántos años tienes?

—Treinta y siete años— le miro sorprendida, no pareciera tener esa edad.

—Vaya…— susurro incrédula —¿Familia?— su gesto cambia repentinamente, se le ve incómodo.

—Como la de cualquier otra— asiento, eso me ha dejado intrigada pero no voy a indagar sobre el tema.

—¿Pasatiempos?— sonríe.

—Tiro al blanco y escuchar música— sonrío por lo segundo que dice, también soy amante a la música.

Dejo mi irritación de lado y conversamos como dos grandes amigos. Yazahib es divertido, es una persona bastante interesante aunque no habla mucho de su familia.

Estamos sentados en el porche trasero bebiendo cerveza y yo estoy ignorando la tensión que hay entre los dos, cada roce de piel, cada mirada a los ojos, cada sonrisa que nos damos es como una invitación a besarnos y acariciarnos.

—La noche está fría— susurro por el frio, siento su fuerte cuerpo envolverme, su olor me embriaga y su calor me hace sentir segura.

—¿Por qué no quieres estar conmigo?— pregunta de la nada —ahora no puedes decirme que es porque no me conoces. Hemos hablado toda la noche y te puedo asegurar que me conoces más que cualquier persona— alzo la cabeza y le miro a los ojos.

—No confío en ti, aceptar estar contigo es tener el puesto de amante permanentemente, y no estoy de acuerdo con eso, yo no quiero ser amante de nadie, ni tampoco perder mi virginidad con un hombre que no valora y…

—¿Eres virgen?— me interrumpo, dejo de mirarle y me levanto, no debí decir eso —¿A dónde vas? Dani, ven aquí— grita tras de mí, corriendo voy por mis cosas y salgo de la casa, cuando voy a correr él me diete. ¡Qué estúpida soy!

—Debo irme, recordé que tengo un trabajo para mañana, no puedo tener una mala calificación, por favor, déjame ir— él me mira frunciendo el cejo.

—Quédate— me pide en tono de ruego —prometo no tocarte, pero quédate— niego sin para y le miro suplicante.

—Por favor déjame ir— le oigo suspirar.

—De acuerdo, pero yo te llevaré— acepto lo que me propone, no me gustaría estar por ahí sola.

Al llegar a mi casa abro la puerta para salir del auto, pero Yazahib me detiene, le miro avergonzada, ¿Quien se avergüenza por ser virgen? Soy patética.

—Debo irme— susurro, él se acerca lentamente a mí y me da un tierno beso en los labios.

—Nos vemos mañana, y recuérdalo bien Dani, no quiero que nadie se te acerque, no quiero a ningún hombre cerca de ti, y menos ahora que sé la verdad, ¿Lo has entendido? Eres mía— le miro furiosa, todo encanto se fue.

—No me digas Dani, me llamo Daniel, y no soy suya, nunca debí decirle que era virgen, ahora querrá ser el primero. No quiero estar contigo, jamás lo estaré— salgo rápidamente del auto y corro a la puerta al escucharlo gritar para que me detuviera, al entrar subo las escaleras corriendo. Al entrar a mi piso todo está en silencio, mi amigo está dormido así que en silencio me meto a la cama, inmediatamente Yazahib se instala en mis pensamientos, hoy he conocido un poco de él y me gustó, pero no puedo obviar el hecho que es un sinvergüenza, jamás estaré con ese hombre, odio a los multimillonarios y eso no cambiará.                      

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