4. Jefe.

Cada día que se volaba él seguía pensado en aquella mujer del antifaz que le hizo revivir algo extraño, su corazón necesitaba algo nuevo y ella era "ese" algo. Necesitaba encontrarla. Todas las noches regreso al mismo lugar, en la misma mesa y casi los mismos tragos pero ella no aparecía arriba del escenario. Se estaba volviendo loco por una mujer extraña, era la primera vez en su vida que alguien ocupaba sus pensamientos y eso lo enojaba más.

Por un poco de placer hacia cosas pero está vez, no sabía que quería con esa mujer. Sólo necesitaba tenerla frente a sus ojos y conocerla.

Pasaron varias Semanas ...

En la oficina ninguna de las postulantes cumplían con los requisitos que él quería que tengan como experiencia, el tiempo se le agotaba y el trabajo se le acumulaba.

— Me importa poco como hagas, necesito una secretaria hoy mismo — grita por teléfono.

Se escucha un suspiro — Señor — la interrumpe.

— No te pago para que estés cansada, búscame una secretaria en media hora y la quiero en mi oficina, sino considérate despedida —dice enojado y corta la llamada.

Sí algo no tenía en su vida era paciencia y tolerancia, todo debía estar bajo su control y nada más. No era el peor tipo pero si era alguien autoritario cuando se habla de trabajo. 

Miró su celular, busco un número y se reunió con los nuevos socios de su empresa. Hizo todo en la mañana y estaba esperando que alguien aparezca por su puerta.

Atiende el teléfono que suena —¿Qué quieres? —pregunta enojado.

— Señor, la nueva empleada está afuera de su oficina — dice asustada.

—Hacela pasar — dice y corta nuevamente la llamada.

La puerta se abre, aparece una mujer muy bien vestida y él la mira. Entrecierra sus ojos mientras su mano estaba apoyada en la mesa, espera que ella sea quién salude pero no hay respuesta de su parte. Se levanta y la queda mirando seriamente.

—Asique mira a quién tenemos acá — dice en tono burlándose.

Pone sus manos frente a su cuerpo y traga saliva lentamente, si había alguien que le producía algo de miedo era ese sujeto pero todo sea por el empleo, así pensaba ella a la hora de enfrentarlo. Respiro varias veces seguida —Buenos días, señor — dice algo nerviosa.

—Creo que no fui claro la última vez que nos vimos, ¿no? —le pregunta acercándose.

Ese sujeto la intimidaba más de lo normal, cuando lo tuvo más cerca pudo sentir ese olor. El olor que no pudo sacarse esa noche, era el mismo sujeto. Levanto su mirada para encontrarse con la de él, se miraron. Se quedaron así unos segundos y él no entendía que ocurría.

Frunce su ceño — ¿Nos conocemos? — le pregunta sin más vueltas.

Ella no sabía que decir. No podía decirle que era una bailarina nocturna, que esa noche le bailo encima y menos a su ahora jefe. Tampoco quería pasar a ser la mujer que pierde el trabajo en su primer día. Aunque se moría de ganas de tocarlo, pero se limitaba a observarlo. Jamás creyó que sea tan cruel ese hombre y soberbio hasta el límite de rozar lo irrespetuoso. Aquellas caricias de esa noche, la habían engañado, ese hombre era totalmente todo lo contrario a lo que se habría imaginado. «Un hombre sin corazón no es capaz de amar», se repitió por dentro mientras no dejaba de mirarlo .

Niega con su cabeza — No creo, señor —responde cortante.

Levanta sus cejas y cambia de tema — Mira no tienes experiencia para trabajar conmigo pero necesito a alguien que me cubra la espalda todo el tiempo que trabaje y me acomode mis horarios. Asique te pongo a prueba por tres meses pero tendrás sueldo así no hay problemas, ¿entiendes? —pregunta.

Asiste con la cabeza pero se acordó que debía responder — Sí, señor. Acepto sus condiciones — dice sin pensarlo.

Si algo quedaba en claro era que ella necesitaba ese trabajo para poder de a poco salir de la noche y tener una vida normal. No le importaba qué reglas debía cumplir al lado de ese hombre, creía que nada podía ser peor que trabajar en la noche con sujetos borrachos que cada tanto intentaban abusar de ella. Asique se relajo porque este era un empleo normal .

Enumera con su mano — Necesitó fotocopias de todo esto. Que acomodes mis horarios de mañana y que hagas un par de llamadas. —le dice buscando todo para entregarle.

Memorizaba cada cosa que le pedía su nuevo jefe. No quería arruinar nada y menos con él. Respira hondo, mueve su manos para estar bien concentrada en lo que le pedía — Entendido —dice entusiasmada.

Le entrega todo en sus manos y antes de marcharse la detiene agarrándole la mano — Lo arruinas y date por  despedida —dice mirándola.

Ella se suelta — No lo haré, señor. — dice sonriendo.

Él se quedo mirando aquella sonrisa. Esa sonrisa se le hacía familiar, en algún lado había visto y recordado esa sonrisa. Niega varias veces con su cabeza, prende un cigarro sin importarle nada más. Esa mujer lo tenía ocupado y eso lo ponía nervioso.

Después de un día tan largo, en la noche vuelve a ese sitio y la espera. Vuelve para buscarla, los minutos pasaron y ya había pedido dos tragos seguidos. Algo andaba mal en él y no sabía que era. Esa mujer lo estaba sacando de su tranquilidad, no podía disimular nada. Necesitaba verla.

La música sonaba, los hombres gritaban enloquecidos, no podía ver quién estaba en el escenario después de rebuscarse la manera para ver logra verla. Esa misma mujer estaba arriba de escenario enloqueciendo a todos los hombres, no quería que nadie la toque, la mire y nada. Algo debía hacer para que vuelva a él. La vuelve a ver haciendo su rutina de todas las noches, baja del escenario. Pasa por al lado de todos, tocando los hombros y sonriendo. Él estaba esperando su turno, hasta que se reencuentran. Ella le toca el hombro, él cierra los ojos y se consume con el olor de su perfume. Nota que poco a poco la mano de ella se aleja, pero abre los ojos rápido, le agarra la mano y la tironea haciendo que sus cuerpo chocaran entre sí. Ella se queja y lo mira.

Aprieta sus dientes de la bronca —Necesito que me sueltes, ya — le pide gritando.

Él se acerca a ella cada vez más — Me traes loco, no se como hacer para verte — le confiesa en el oído.

Ella se queda escuchándolo, esa voz. Se quedó pensando en esa voz, se alejó un poco y lo mira. Era él. Otra vez él estaba frente a ella. No le podía estar pasando siempre a ella, una vez que quería acomodar su vida para mejor.

Niega varias veces — Tengo que seguir — le dice tomando sus manos para que la suelte.

Éste la aprieta más su cuerpo —¿Qué has hecho conmigo? — le pregunta apoyando su frente en el hombro de ella.

Intenta desaflojar el agarre —Lo mismo me pregunto —dice susurrándole en el oído.

La observa detenidamente — Te quiero conmigo, necesito de ti. Te espero afuera — le dice.

Ella se tensa completamente pero alguien aparece para separarlos, era uno de seguridad — No la toques — le pide.

Él abre sus manos para que vea que la había soltado, la sigue mirando y algo le resulta conocido pero no sabía que era.

— Perdón, perdón — le pide tocándose el pecho.

Él la sigue penetrando con la mirada, algo en ella lo atraía de una manera imposible. Esa mujer de ojos negros que cada vez que sonreía se le achicaban los ojos, lo traían loco totalmente. 

Mientras que ella estaba pérdida, ¿cómo le diría a ese hombre que era su jefe y que todo es una locura?

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