Capítulo 1

Capítulo 1

Axel se puso de pie, mirando su brazo, el cual tenía un moretón enorme. La habitación estaba silenciosa por lo que supo que el alfa se había ido al trabajo antes que él. Se dio una ducha rápida, colocándose la ropa del trabajo y yendo rápidamente a la habitación continua donde encontró a su hijo agarrándose a las pequeñas rejas que tenia la cuna, mientras se ponía de pie.

— Hola, pequeño alfa — lo cargó — Papi ya está aquí, amor — besó su cabello — Vamos a darte un baño y luego saldremos.

— ¿A dónde irán sin mi permiso? — El beta dio un salto en su lugar, bajando la mirada — ¡Responde!

— Lo llevaré a la guardería, como siempre lo hago — murmuró.

— ¿Lo ibas a llevar sin mi? — preguntó, dando pasos hacia — Responde, Axel.

— Creí que te habías ido al trabajo — respondió — Le iba a pedir a alguien que me llevara.

— Buen intento — hizo que el menor levantara la cabeza — Somos dos adultos, con la única diferencia de que estás por debajo de mi. No intentes nada, porque sabes cómo terminarás al final.

— Lo sé, Brock — asintió, repetidas veces — ¿Puedo bañar a Justin?

— Ve, te espero aquí — se sentó en la mecedora, no sin antes colocarla frente a la puerta, entrelazando sus dedos en su abdomen.

Axel tragó en seco, y dejó la puerta abierta. Sabía que el alfa sólo hacia eso para mantenerlo vigilado, sin importar que cada rincón de la cada estuviera vigilado por cámaras de seguridad.

Su hijo era un alfa tranquilo, no estaba todo el tiempo brincando de un lado a otro, siempre se quedaba observando a los demás, como si estuviese analizándolos, había visto la primera transformación de éste cuando apenas había cumplido los tres años, es un fuerte lobo blanco, algo poco común.

Él, vio su primera transformación a los diez y fue la causa de que internaran venderlo en el orfanato. Escapó, y vivió años en la calle, hasta que consiguió un refugio del gobierno y se mantuvo ahí hasta que lo conoció de casualidad.

— Ya lo bañé — informó, saliendo del baño — ¿Necesitas algo?

— Que te des rápido, no tengo toda la mañana para esperarte — dijo, serio.

Axel suspiró, yendo hacia el armario de su hijo, con él en brazos, tomando cualquier conjunto de éste. Lo dejó en la cama y lo vistió bajo la atenta mirada del alfa. Tomó al niño en brazos, colocándose el pequeño bolso del menor en el hombro.

Salieron de la habitación, con el alfa siguiendo sus pasos. Brock le quitó el bolso, al ver que éste estaba batallando. El pequeño alfa lo miró de arriba hacia abajo, y luego lo ignoró. El alfa mayor, tensó la mandíbula al ver lo que su propio hijo estaba haciendo con él.

El pequeño alfa lo abrazó con sus brazos cuando entraron a la camioneta, una niñera no era buena elección para él y dejarlo con sus padres estaba en lo último de su lista, ya que estos tenían varios equipos de futbol.

Dejaron al alfa en una guardería cercana a la empresa en la que ambos trabajaban y luego fueron hacia la cafetería más cercana. El beta pudo respirar en paz cuando vio el vehículo alejarse, se llevó ambas manos al cabello y entró a la cafetería a pedir el desayuno de su alfa, loe sonrió al cajero como cada mañana.

— Lo mismo de siempre, por favor — dijo, pasándole la tarjeta de crédito.

— ¿Alguna vez me darás tu numero?

— Sabes que no — sonó tenso — Debes de buscar una pareja.

— Lo seguiré intentando — le guiñó un ojo, pasándole la bolsa con ambos desayunos.

Axel arrugó el papel con el número del cajero, sabía que Brock lo estaba observando a través de las cámaras de seguridad que el mismo hackeaba o sino por sus matones. Les sonrió a los guardias la entrada del lugar. Cuando estuvo en el piso correspondiente, dejó la comida sobre el escritorio de Brock y salió hacia su pequeña oficina, la cual estaba en un cubículo. Podía ser la pareja del alfa, pero nadie lo sabía que estaban juntos desde hace cinco años. .

El alfa tenía a su secretaria, la era una señora algo mayor, pero que no envejecía porque sin importar la edad que tenía, encontró a su alma gemela. Por lo que no le preocupaba mucho lo que pasara entre ellos. Se sentó en su lugar habitual, sacando un frasco de pastillas, con una etiqueta errónea a lo que en verdad tenía dentro. Eran pastillas para que oliese a omega.

Apoyó su mejilla en la palma de su mano, y entró a la misma página de siempre, mirando las fotos de un país en específico. Todo en ese piso estaba en calma, ya el gran trabajo lo tenían los de contabilidad y también los de distribución. Suspiró sacudiendo la cabeza, y tomando la primera carpeta que tenía asignada a su mando.

Era copias, por lo que podía rallar...

— ¿No se supone que debe de estar trabajando y no planificando sus próximas vacaciones? — El beta saltó en su lugar — ¿Por qué no está trabajando?

— Sólo quise ver... lo siento...

— A mi oficina, señor Axel. Ahora.

Axel suspiró colocándose de pie, con los hombros caídos lo siguió apagando el monitor. Cerró la puerta detrás de él, y se quedó pegada a ella para evitar estar tan cerca del alfa.

— ¿Cómo sigues del brazo? — preguntó Brock, apoyándose contra el escritorio.

— Aun duele, pero puedo con eso — se llevó una de sus manos hacia el área afecta — ¿Se te ofrece algo?

— ¿Por qué estabas viendo fotos de Montenegro? — colocó ambas manos alrededor de la cabeza del menor — Responde.

— Sólo quería ver la ciudad... no estaba intentando nada.

— No es la primera vez que lo haces — ladeó la cabeza — ¿Quieres dejarme otra vez?

— No... Sólo estaba mirando... deseo ir con Justin de vacaciones alguna vez — cerró los ojos cuando el alfa dejó caer su rostro contra su cuello — Por favor...

— ¿Recuerdas como nos conocimos? — Dejó besos en esa área — Eras muy asustadizo incluso cuando estuvimos juntos la primera vez.

— No me lo recuerdes — dijo, dolido — Desde ese día no sé que es salir sin tenerte vigilándome.

— ¿Por qué deseas salir tanto? ¿No te basta con estar aquí?

— No es lo mismo — quiso separarse de él — Por favor, aléjate, estamos en la oficina.

— Te llevaré de vacaciones — alejó su rostro — Al igual que a tu hijo.

— También es tu hijo — susurró — Y lo tratas tan indiferente.

— ¡Porque lo tienes en mi contra, estúpido beta! — Bramó, enojado — Lo consientes demasiado, ni siquiera me puedo acercar a él sin la necesidad de que me mire con odio.

— No hice nada de eso — jadeó cuando el alfa tomó su brazo herido para acercarlo a él — Me estás lastimando...

— Créeme que esto es lo que menos me importa — lo apretó — Será mejor que no sigas con tus cosas de querer irte, Axel. Durante estos cinco años he sido demasiado bueno contigo como para que salgas con que te quieres ir de mi lado.

— No hay razón para hacerlo... estoy aquí contigo y eso es lo único que importa, ¿No?

— Axel... — apretó a un más el brazo del beta — Mi paciencia es nula y tú cruzas esa línea cada vez que hablas...

— ¡Suéltame! ¡Me romperás el brazo otra vez! — Sollozó — ¡Por favor!

— Debería de hacerlo — gruñó — Así te quedas en la casa, estas acabando con mi paciencia con cada estupidez que sale de tu boca.

— Lo siento, en verdad lo siento — colocó su pequeña mano sobre la del alfa — Ya no lo haré, pero suéltame.

— Así me gusta, amor — besó su cabello, soltando la mano de éste — ¿Ves no fue difícil?

— Entiendo — cerró fuertemente los ojos cuando los labios del alfa cayeron sobre los suyos, dándole un forzado beso — ¿Ya me puedo ir?

— Largo — lo soltó — Recuerda que esta noche iremos a donde mis padres, y no hagas nada estúpido como la otra vez.

— Si, tomaré ambas pastillas — abrió la puerta rápidamente — ¿Llevaremos a Justin?

— No hay de otra.

Axel asintió, y cerró la puerta saliendo por completo de la oficina. Caminó a pasos apresuráramos hacia el baño, encerrándose en uno de los cubículos a quitarse la parte superior del traje. Su brazo palpitaba en una zona en específico. Le dolía más que cualquier cosa en la vida, y el color que tenía no se veía para nada saludable.

Fue a la enfermería que estaba unos pisos abajo, con todas las miradas sobre él, eso era lo que menos le importaba. Una venda fue colocada en esa área, logando sacarle una que otra mueca de dolor. Tomó un par de analgésicos, después de ser interrogado por el doctor.

No volvió a mirar la página en donde había estado viendo ese dichoso país, algo le decía que debía de ir porque su destino estaba en ese lugar. Pero, conociendo a Brock estaba seguro de que no saldría ni a la esquina sin estar de vuelta en sus manos.

Odiaba su vida desde que tenía dieciséis, odiaba ser esclavo de alguien que lo trataba como un objeto sexual sin sentimientos. Debió de robarle todo el dinero que tenía en la certera, pero ahí estaba. Y no podía salir.

Su jornada laboral terminó, y recogió sus cosas y las dejó en un cajón bajo llave y fue hacia el elevador. Faltaba al menos dos horas para que Brock saliera de su oficina, le daba tiempo de buscar a su hijo y dar una vuelta.

— Hola, amor — lo cargó — ¿Cómo está el niño más hermoso de todos?

— Te extrañé, papá — rodeó el cuello de éste con ambas manos — ¿Vamos para la casa?

— Si, corazón — suspiró, ajustando el bolso de éste en su hombro — Primero iremos al parque por un helado.

— ¿Brock no se enojará?

— Papá — lo corrigió — No, no lo hará — estaba tenso — Debes de decirle papá.

— No me gusta — arrugó la frente — Pero lo haré por ti, papi.

— Bien.

El dolor en su brazo se hizo presente, cuando dejó a su hijo sobre el césped, ya se le hacía extraño el no tener ese malestar. Dejó que éste se sentara entre sus piernas y dirigieron su vista hacia el lago donde había padres jugando con sus hijos.

Justin era uno de diez niños que detestaba socializar con los demás, siempre había sido así, incluso estando en la escuela era de esa manera, por esa razón se rindió por completo para convencerlo de que debía tener amigos.

Su teléfono lo había apagado, por si Brock decidía llegar primero a la casa, no quería arruinar la poca paz que tenia al estar con su hijo a solas, sin la necesidad de tener que pedirle permiso hasta para hablar. La sortija en su mano le hizo llorar, ese no fue el mejor día de su vida, y recordar la razón por la cual se había casado, era aun peor.

El camino a la casa, fue el más calmado que había tenido en su vida, su hijo estaba sobre sus hombros, masticando una golosina, todavía seguía su teléfono apagado.

El aroma a tristeza que dejó salir, fue el impulso para que su hijo se concentrara en él.

— ¿A quién le pediste permiso para salir? — Brock dio grandes zancadas hacia él — Y para el colmo apagas el teléfono.

—Sólo quería pasar un momento con Justin... si hubiese querido escapar ya lo hubiese hecho — murmuró, bajando la mirada.

— Y si no fuera por ese chip en mi cuello — pensó.

— Sube a la camioneta, pasaremos el fin de semana con mis padres por esa mierda de las reuniones — de dio la vuelta — Cámbiate ahí dentro, la ropa que escogí para ti está en el maletero al igual que la de tu hijo.

Axel asintió, y entró a la camioneta dejando las cosas de su hijo en el suelo de esta, y colocando la pared de metal entre el conductor y él. Al menos no le dijo o le gritó sobre su pequeña escapada.

Pasaron al menos cinco minutos antes de que la puerta fuera abierta y su corazón se acelerara. Cargó a su hijo, y se mantuvo lo más alejado del alfa.

Éste sólo rodó los ojos, estaba casando de todo el trabajo que había hecho ese día para poder pasar el fin de semana largo con sus padres y no tener que volver el martes con sus empleados llenándolo de trabajo.

Llegaron a una casa, que estaba custodiada en casa extremo por hombres armados hasta los dientes. El primero en bajar fue el alfa, quien ayudó al beta a hacerlo con una sonrisa, fingida. Besó su mano dándole a entender de qué frente a sus padres eran una pareja felizmente casada.

El beta dejó al niño en el suelo, cuando un omega de ojos azules, cabello negro como el carbón y con el mismo rostro de dieciséis años, el cual tenía desde que fue marcado por su alma gemela.

— Me alegra que hayan venido — el omega le dio un fuerte abrazo a su hijo, y luego al beta — Me alegro tanto de que mi hijo te haya traído, omega.

— También me alegro de verlo de nuevo, Dylan.

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