Capítulo 3

Capítulo 3

Unas semanas después, Michael había estado metiéndose en algunos problemas por el poco tacto que tenía al momento de hablar y pedir las cosas. Para su suerte siempre tenía a Cole para bajarle dos rayas y que no terminara muerto o con la lengua cortada.

Una de las cosas que compartía con el chico era, la ducha, no piensen mal. Simplemente buscaban la forma de bañarse juntos y que nadie los molestara. El omega le había dicho que la mayor parte del tiempo que llevaba de relación por conveniencia con Zeus el alfa lo acompañaba a ducharse o al menos lo llevaba consigo al momento de él bañarse. Cole prefería no bañarse si tenía que estar a solas con alguno de esos alfas.

En ese momento el omega tenía el brazo de Michael fuertemente apretado mientras caminaban hacia el gimnasio de ese lugar. Cole vio la gloria en cuanto Zeus llegó a su campo de visión, se tiró a sus brazos sin importar que estuviese sudado. Eliot miró Michael, Michael lo miró a él con los brazos cruzados.

— Nunca verás eso en mi — se sentó en una de las sillas, y recargó su cabeza en la pared — Sigue con lo tuyo, yo sólo me quedaré aquí y miraré el panorama.

— Sigo esperando a que cumplas con tu parte del trato — Eliot caminó hacia el ring — Todavía no cumples con todo lo que acordamos — ladeó la cabeza — Te queda una semana, puberto.

— Ya me marcaste y eso es todo lo que tendrás de mi — le sonrió — Así que disfruta de tu vida que yo haré la mía — le hizo un ademan para que siguiera con lo que estaba.

— Veremos cuanto te dura tu culo sin que mi polla esté allí — le guiñó un ojo — Dentro de lo que canta un gallo...

— Estarás muerto — lo cortó — Y hay de ti que me engañes con alguno de estos omegas — dijo, serio — Sigue con lo tuyo que yo miro el panorama desde aquí.

— No te metas en problemas — lo regañó — Y veremos cuanto te dura la castidad, puberto.

— No soy un puberto — se justificó — Voy a cumplir veinte, pedófilo, ¿Tu cuantos tienes? ¿Treinta? ¿Cuarenta?

— Tengo treinta y cuatro, dentro de poco cumpliré treinta y cinco se colocó los guantes — Y seguiré siendo irresistible.

— Señor humildad le dicen... paren el mundo — dijo, en shock — ¿Vas a cumplir treinta y cinco? Eres un pedófilo, asalta cuna, viejo rabo verde, desgraciado...

— Michael — dijo, severo — No te pases.

— Pero si es la verdad — se burló — Hablaré con la ONU y les diré que quieres violarme, viejo pedófilo — frunció los labios de forma graciosa — Espero que Zeus te golpee tan fuerte que quedes moribundo.

— Creo que amo a éste chico — el alfa se llevó una mano al pecho, recibiendo una mirada poco agradable de Cole y de Eliot — Es la verdad, no miento con algo tan serio y eso lo saben.

— Tampoco te pases de listo — chocaron los puños — Tienes tu oportunidad de darme los golpes que desees. Veremos cuanto aguanta el puberto.

— ¿Estás bromeando? — Preguntó Zeus, Eliot negó con la cabeza — Pensé que nunca vería algo como esto en mi vida — fingió llorar — Cole, busca agua para Michael y algo de hielo para Eliot.

El chico trotó hacia donde el alfa le había dicho, le pareció extraño el que pidiese algo para Michael, ya que éste estaba de lo más tranquilo con sus miradas de odio al raza pura. Unos alfas comenzaron a mirarle el trasero y a silbar cuando el chico se agachó para tomar dos botellas de agua y un bolsa de hielo se sintió incomodo, por lo que apretó las cosas en su pecho y se colocó nuevamente a un lado de Michael.

— Dejen de mirar lo que es mío o no respondo de lo que haga con sus asquerosas caras — gruñó el alfa, con cara de pocos amigos.

Los hombres levantaron las manos en señal de rendición, dejando todo en sus lugares para presenciar la fusión que estaba por ver. Eliot cayó en un sonido sordo en el suelo, algo que lo dejó medio estúpido. No dudo en mandarle una mirada de odio a Michael cuando comenzó a reírse. Sí que le había dolido el golpe, pero sabía que le daría al pequeño puberto un pequeño castigo.

— Dale uno en las bolas y déjaselas moradas — aplaudió — Haré que Cole se vista de chica para ti en menos de lo que canta un gallo.

— Es una oferta que no se puede dejar pasar — se encogió de hombros — Seria excitante ver a Cole de esa forma... he estado falseando con esto desde hace meses.

— No te atrevas a dejarme con las bolas de esa forma — se puso de pie.

— Lo siento, pero el chico acaba de dar una orden — le guiñó un ojo, antes de darle un hincapié.

Michael chilló y se agarró el pecho cuando sintió un malestar. En el mismo instante que Eliot recibió el golpe, Michael llevó ambas manos al abdomen, cada golpe que el alfa recibía el sentía cada cosa.

— Sabia que algo tramaban esos dos — Cole le dio una botella de agua — Lo está haciendo a propósito.

— Lo mataré mientras duerme — tosió — Juro que lo haré.

— Diles que paren te matará lentamente si siguen — dijo el chico, sobó su espalda — Anda diles.

— No les daré el gusto de verme caer — se sentó de forma correcta, y el chico no aguantó otro golpe más — ¡Ya deténgase, hijos de perra!

Eliot dejó salir una carcajada, el chico no aguantó mucho. Escupió la sangre que estaba en su boca y caminó fuera del ring donde recibió un fuerte golpe por parte del pequeño alfa.

— ¡Mira a ver dónde duermes! ¡En la misma celda que yo, jamás!

— Tampoco te pases — lo tomó de brazo, y lo sacó de allí — Tú quieras que me golpearan y mira cómo te pones.

— Me duele — se removió para quitar el agarre que tenía el alfa en su brazo — ¡Quítate, viejo pedófilo!

— Deja de decirme de esa forma, puberto malagradecido — gruñó, sin soltarlo — Nos soy ningún pedófilo.

— Entonces deja de decirme puberto, viejo pedófilo — dijo, de la misma forma — Eso es lo que eres, un viejo asqueroso y pedófilo, asaltacunas...

— Michael... — dijo, severo — Estás acabando con mi paciencia.

— Tú acabaste con la mía y no me quejo — se justificó — Desde que llegué sólo me has insultado, ¿Y yo no puedo hacer lo mismo?

— Eres tú quien sólo se ha metido en problemas desde que llegó y yo tengo que sacarte de ellos — entraron a la celda y Eliot cerró la puerta — Eres un imán para los problemas y estás cruzando una línea muy delgada.

— Rompiste la mía y yo haré lo mismo con la tuya, asaltacunas — le sacó la lengua, se subió a la cama — ¿Sabes? Apestas a celo.

— ¿Uh? — Eliot lo miró extrañado — ¿A celo?

— Si, si — se mordió la lengua — Aparte de asalta cunas, también eres sordo.

Eliot cerró los ojos y contó hasta a diez mentalmente. Estaba seguro de que mataría al chico sin importar que fuese su alma gemela. Alzó los brazos en señal de rendición y tomó sus cosas del aseo, debía de darse una ducha para calmarse.

— En la sombrita y en la acera... — dijo Michael, antes de que saliese — No quiero que apestes a otros omegas o alfas, al menos que sea alguien conocido para mí... y con eso digo que sólo Zeus y Cole, ¿Entendido, viejo pedófilo?

— ¿Me estás celando? — Preguntó, jovial — Pensé que nunca vería algo como esto.

— Sigue soñando — se recostó en la cama — Ya vete, y no quiero que vengas apestando a omegas o te mato lentamente mientras duermes.

— No serias capas — alzó ambas cejas — No puedes matarme o tocarme.

— Créeme que lo haré... aquí muchos alfas que desean estar conmigo, viejo pedófilo.

Eliot se pasó la mano por el rostro y salió de la celda dejando que la puerta se cierre en un sonido sordo. Sin duda mataría al chico antes de que saliese de éste lugar, saludó a algunos omegas que le sonrieron, si Michael no lo ayudaba con su celo buscaría la forma de que otros lo hicieran por él.

A los lejos vio a Zeus decirle algo al omega Cole, que le hizo llevar sus manos a sus mejillas. Esos dos tenían algo más que una relación por conveniencia, ya que después de que su amigo rescató a ese omega no lo veía detrás de otros traseros que no fuese el de ese omega.

Hizo una mueca, Michael tenía razón, apestaba a celo y estaba seguro de que de esa noche no pasaba. Después de ducharse fue hacia la celda sintiendo como todo el calor de su cuerpo se expandía y no sabía qué hacer.

La cena había pasado mientras se daba una relajante ducha, estaba decidido a estar con algún omega si Michael no cumplía con sus necesidades. Vio al chico dándole la espalda y con torso desnudo mientras rayaba la pared, dejó todo en su lugar y su rostro se mostró lleno de asombro al ver su cena en la mesita.

— Te dije que no volvieras aquí si apestabas a omega o a celo — dijo, sin mirarlo — Todavía hueles a celo.

— No me acosté con nadie en las duchas — caminó hacia la mesita tomando el plato, y dejando sus cosas donde anteriormente estaban — Gracias, por lo de la cena.

— No pasa nada — se encogió de hombros, y bufó cuando Eliot se sentó detrás de él — Estoy seguro de que te tiraste a alguien en las duchas...

— Que no hice nada de lo que estás pensado — tragó, con malestar la comida — Ya deja eso.

— Entonces te has tirado a un beta, ya sabes... sus olores... o si cierto no tienen — se dio la vuelta — Seria fácil tirarte a uno de esos, por lo que vi sólo tienen como cinco de esos aquí.

— No te haré caso — se puso de pie y dejó la comida en la mesita — Me iré de aquí, ya que mi olor te afecta.

— No regreses — Eliot contó hasta tres, y el chico siguió hablando — Y marca a otra persona, para que se vaya esta porquería.

— En verdad debí matarte — golpeó la pared — Me tienes las bolas hinchadas con tus niñerías.

Michael sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras de la boca de Eliot. Asintió, de forma brusca y se acostó dándole la espalda al alfa. No valía la pena, se dijo.

— Tampoco te pedí que fueras mi niñero — dijo, en voz baja — Tampoco pedí ser hijo de quien soy. No tengo la culpa de cometer cientos de errores por culpa de mi parte y que ahora tenga que pasar el resto de mi vida en éste lugar — pasó saliva — Puedes hacer lo que quieras es tu vida después de todo.

— ¿Qué dijo tu padre para que hicieras todo lo que te pedía?

— Me decía que los padres del esposo de mi hermano eran los villanos, que mi hermano Dylan era el causante de que supuestamente mi madre le tuviese miedo a salir del sótano en el que vivía — su voz sonó apagada — Lo peor de todo es que mi propia madre me tenía miedo porque me convertí en una persona despiadada como mi padre siempre quiso.

— No eres malo, Michael — acarició el cabello del chico — Es sólo que tu padre siempre te dijo las cosas a su favor para que hicieras lo que pedía.

— Mi madre me odia — soltó un sollozo — Ni siquiera ha venido a verme desde que estoy aquí... ella me dio todo el amor que podía darme y yo la alejé con mis porquerías... nunca fui un buen hijo para ella y estoy seguro de que jamás lo seré.

— Venga, puberto — hizo girar al chico —Te daré un gran abrazo.

— No quiero un abrazo de un viejo pedófilo — frunció la frente y Eliot rió.

El raza pura le tomó por las caderas e hizo que quedase en su regazo. El chico colocó el rostro en la curva del cuello, olvidándose de que el otro estaba a nada de iniciar un celo y apenas faltaban unos días para que el plazo terminase.

Michael se encontró el olor de Eliot atrayente que no pudo evitar suspirar y cerrar los ojos. Se suponía que debía de sentirse de esa forma con el olor que desprendía ese alfa, pero mierda, era adictivo lo que estaba pasando.

Las manos de Eliot se aferraron a su cuerpo, dejándolo disfrutar del contacto. Sabía que Eliot estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para no tirarlo en la cama y fallárselo salvajemente, pero no podía detenerse más.

Michael tomó el rostro del alfa, el cual se estaba tornado sudoroso y pegó sus labios a lo de éste de forma brusca, sin nada más que pasión, cero delicadezas. El alfa estaba más que sorprendido por la actitud del chico, tampoco iba a dejar pasar la oportunidad de tenerlo para calmar a su cuerpo que estaba más que listo para sentirlo.

Eliot aprovechó el beso y colocó al menor en la cama para colocarse encima de él. Quitó la parte de arriba del uniforme, tanto el de Michael como el suyo, y cuando pensó que el chico le diría algún comentario mordaz para que se alejase de él, éste lo jaló hacia su cuerpo y lo besó, introduciendo su lengua.

El alfa metió una de sus manos dentro de la ropa interior del chico e hizo que éste se apagase más a su cuerpo, buscando más tacto. El raza pura quitó el pantalón del chico junto con la ropa interior.

— ¿Estás seguro, puberto? — se alejó del chico para quitarse el resto de la ropa.

— No... — Pasó saliva, mirando la erección del alfa — ¿Eso cabrá en mí?

— Si lo hará — levantó las piernas del chico — Sino no lo hace, haremos que pueda entrar. Chupa.

— No voy a chuparte los dedos — alejó la mano del alfa — No sé dónde tenías esos dedos metidos esos dedos.

Eliot no pudo evitar rodar los ojos y los dirigió a secas. Sus cejas se alzaron el señal de asombro al encontrarla tan húmeda. La mirada del chico le hizo saber que no debía de decirle algo porque le mandaría al piso de un fuerte golpe.

Con tres dedos dentro de su cuerpo, se sintió extraño. Nunca en su vida pensó que sentiría bien tener algo dentro. Eliot retiró los dedos cuanto pensó que al fin el chico estaba bien dilatado. Su miembro estaba duro y listo para enterrarse dentro de ese orificio que lo aclamaba, y así lo hizo. De forma lenta y suave, se introdujo, no necesitó que el menor le dijese que podía moverse, con sólo sentir las piernas del chico alrededor de su cuerpo, supo que debía de hacerlo.

Las uñas de Michael se clavaron en los hombro del alfa, conforme las embestidas avanzaban, los labios del alfa se posaron en la marca que le había hecho semanas antes. El cabello del alfa le hacía cosquillas en la mejilla, podía escuchar los pasos de los reos y detenerse frente a la celda. Sin embargo, la celda era aprueba de sonido para el exterior por lo que no había nada de qué preocuparse. La marca en su cuello se sentía tan liviana que pensó que ya había cicatrizado por completo.

El chico se estremeció por completo al sentir que algo dentro de él era tocado constantemente. Un suspiro escapó de sus labio, Eliot sabia como moverse y tocar su cuerpo, era algo magnifico y más aún que él alfa no lo hubiese obligado a estar con él.

Un pequeño gemido lleno de incomodidad escapó de sus labios cuando las embestidas subieron de intensidad y fuerza. Apretó la carne debajo de sus manos y cerró los ojos fuertemente para no dejar salir un quejido.

Eliot agarró las manos del chico y las colocó encima de su cabeza en un movimiento rápido. El menor lo miró de forma extraña y supuso que había llegado lo tanto el alfa aclamaba con tanta vehemencia. Se dijo, que podía aguantar todo lo que podía, que era fuerte.

Sus piernas siguieron envueltas alrededor de la cadera del alfa, esta vez con más fuerza que antes. Eliot buscó sus labios con tanta vehemencia que él no objetó a nada, sólo disfrutó de su noche.

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