Capítulo 3

— Así que iras al trabajo hoy — Osmilda arregló su falda — ¿Qué hizo te cambiar de opinión?

— Necesito saber la razón por la cual Damon me abandonó hace ocho años — se puso la corbata —  Además, no pude encontrar otro lugar donde pudiese hacer esa pasantía... y no estoy seguro de que consiga otra antes de mes.

— ¿Estas consciente de que en unos días quizás Damon se entere de que eres el niño bobo que abandonó? — Tomó su mochila, y abrió la puerta del departamento de Jacob — Quiero ver su cara cuando se entere de que eres su bebé.

— No soy su bebé — se cerró la puerta — Damon perdió ese privilegio hace mucho tiempo y no tengo deseos de hablar de mi vida pasada la cual Damon es el protagonista.

— Pero no puedes negar que Damon es sexy, pero no tanto como mi novio — le sacó la lengua — Espero que te toque en el mismo piso que Damon, para que hagan cosas sucias en el escritorio.

— ¡Osmilda!

El camino hacia la empresa fue muy molesto para Jacob por las cosas obscenas que le decía Osmilda, y Jacob se ponía nervioso por como las personas lo miraban con diversión al ver su rostro rojo de la vergüenza. Por otro lado, el camino no fue largo llegaron en poco tiempo al gran edificio, lo cual levantó varias miradas de personas que los estaban esperando.

— Al fin llegan — murmuró un chico, llegando con unas hojas — Aquí están sus horarios de trabajo y también está con la persona que trabajaran al igual que el piso.

— Gracias, Samuel — Jacob le sonrió al chico y éste asintió.

— Ustedes se robaron todos los créditos — Osmilda y Jacob lo miraron sin entender a qué se refería con eso — Ustedes están en el último piso con los dueños de este lugar y nosotros estaremos en los pisos de bajo.

— Yo no diría que estábamos privilegiados — Osmilda rodó los ojos — Pero ya que lo dices, suerte, en esos pisos se hace de todo e incluso leí en internet que los empleados hacen orgías entre ellos.

— ¡Osmilda! — gritó Jacob, tapando su boca con una de sus manos — No le hagan caso, es que no se tomó su café esta mañana y tampoco desayunó a la hora que le tocaba, lo siento — la arrastró entre sus compañeros de universidad y de clases hasta el elevador — ¿Acaso estás loca? — esperó a que sus demás compañeros entraran al elevador.

— Él se lo buscó — se desprendió de su agarre.

La tensión en el lugar se hizo presente una vez que todos entraron al extenso elevador del edificio. Uno de los chicos presionó los botones de los pisos y Jacob no pudo evitar fruncir el ceño lleno de confusión cuando vio que había dos pisos más arriba del que iban.

Esperó a que todos salieran del elevador para volver a tomar el brazo de Osmilda.

— ¿Por qué hay dos pisos más arriba del que nos toca estar? — susurró, bajito, y dando una breve mirada hacia todos los lados del elevador para ver si había alguna cámara.

— Damon vive aquí — se encogió de hombros — Es el dueño de éste lugar, lo heredó de sus padres cuando murieron — se acercó a él — Williams me dijo que es una de las razones por las cuales Damon llega temprano a trabajar, pero que los fines de semana se va a la casa que tiene en las afueras de las ciudad en un bosque.

— No sabía eso — se pasó la lengua por los labios — Bueno, no sé nada de Damon desde hacer ocho años.

— En eso tienes razón — vio que faltaban dos pisos más — Williams me dijo que Damon no vive con nadie y que tampoco tiene una pareja normal, ese desgraciado. Pero, que ha tenido sexo muchas veces con diferentes personas...

— Eso era algo que no quería saber — mordió su labio desviando la mirada — Creo que Damon ya tiene su vida hecha, no le importó y dudo mucho que cuando se entere de que soy yo me echará del edificio... si es que se acuerda de mí.

— No digas eso — envolvió el brazo derecho de Jacob con los suyos — Quizás aún te siga amando y solo te dejó sin decir nada porque quería hacer algo antes de regresar... o que yo.

— Él nunca me amó como lo decía cuando pasábamos tiempo juntos sin que mi hermano se diera cuenta de eso — las puertas del elevador se abrieron.

— Estas aquí para investigar sobre lo que pasó hace ocho años cuando Damon por poco te quita la inocencia.

— ¡Osmilda!

— ¡Osmilda! — Imitó su voz — No me puedes negar que Damon era, es y siempre será follable.

— Nunca te diré eso — infló sus mejillas saliendo del elevador — No entiendo cómo puedes hablar del sexo como si fuese el clima del país.

— No tengo la culpa de que los americanos sean tan inocentes y que nosotros los italianos seamos más esperti.

— Ustedes se creen más experto que nosotros los americanos — se burló — Non dirmelo — dijo, sarcástico.

* Experto.

*No me digas.

— Los estábamos esperando, chicos — Williams apareció cerca de ellos — Me imagino que ya saben sus horarios de clases y también los del este trabajo temporal.

— Así es, gracias — dijo Jacob — Aun no sé qué haré en este lugar y tampoco con quien estaré.

— Estarás con el señor Hilton en su oficina durante las semanas que estés aquí — Jacob subió ambas cejas — Yo no hice nada, hubiese preferido que estuvieses conmigo ya que nos conocemos desde un tiempo, pero como él es el jefe del lugar me permitió estar con mi prometida y tú con él.

— Eso es genial, ¿No?

— Por un lado lo es — rió, un poco — Estarás con el jefe del lugar te enseñará muchas cosas de tu carrera y también puede ser muy estricto con las cosas que te puede mandar hacer, pero es alguien bueno.

— Si fuese bueno no abandonara a la persona supuestamente ama — murmuró Osmilda, y después tosió cuando la mirada de su prometido se situó sobre ella — Es tarde y tenemos que trabajar, amor.

— Aquí soy tu jefe, Osmilda — puso los ojos en blanco — Los llevaré a sus lugares, los cuales están dentro de cada oficina.

— ¿Estaré en la misma oficina que Damon? — preguntó, asombrado — Perdón, ¿Estaré en la misma oficina que el señor Hilton?

— Si estarás con él todo este tiempo — caminó hacia la oficina de Damon y tocó varias veces hasta que le dieron el permiso de entrar — Los chicos acaban de llegar y están listos.

— Pueden pasar — asintió Damon, dejando de leer unos documentos.

— Osmilda se irá conmigo a la oficina, tenemos que avanzar la venta de la fábrica que se abrirá en estados unidos en unos días — informó y Damon asintió.

— Está bien, nos vemos en la hora del almuerzo — Williams hizo un gesto con la mano y dejó que Jacob entrara a la oficina, y después cerró la puerta.

— Buenos días, señor Hilton — murmuró Jacob, cuando ambos estuvieron solos.

— Buenos días... — se quedó callado esperando a que Jacob dijera su nombre.

— Pensé que ya sabía mi nombre — sonrió, sin mostrar los dientes — Mi nombre es Dave.

— ¿De dónde eres?

— Nací en Canadá — otra mentira — Todo eso está en mi currículo.

— Lo sé, pero Williams se encargó de hacer todos los preparativos para que ustedes entraran al lugar, así que no vi la necesidad de tener que verlos.

— Eso es interesante — murmuró, incómodo.

— Puedes ir a tu lugar de trabajo — señaló el escritorio que está  cerca de uno de los ventanales.

— Gracias, señor Hilton — ajustó su mochila en el hombro y fue hacia su lugar de trabajo.

Con un suspiro tomó los papeles que estaba en el escritorio, leyéndolos y sintiendo la mirada de Damon sobre él como si estuviese analizando algo que lo ponía sumamente nervioso. Encendió el computador y tronó los huesos de su cuello pata quitar el estrés que se había formado en su cuerpo.

Las cuentas que habían en sus hojas de trabajo era muy fáciles de hacer y también de encontrar los errores en estás, pero no fue nada fácil sentir algunas veces la mirada de su jefe sobre él, y más aún que estén en la misma oficina.

Sentía unas inmensas ganas de patear su trasero arrogante hacía la calle, y sobre todo sentía ganas de querer matarlo querer besarlo como antes lo había hecho.

Pero no, debía de ser fuerte y tener agallas para no cometer una estupidez que pudiese dañar su plan inicial de saber qué diablos pasó hace años, y ahora que estaba cerca de él solo esperaba que Damon no se enterara de nada por el momento.

En cambio Damon, miraba de vez en cuando a su nuevo asistente temporal. Ese chico tenía algo conocido que le recordaba tanto a su pequeño parlanchín y se dio cuenta de eso cuando el día anterior este tomó confianza y a todo lo que le decía tenía una respuesta algo que nunca olvidaría de Jacob.

Pero Jacob tenía el cabello negro algo que siempre le gusto y que ambos prometieron jamás teñírselo alguna vez y el cabello del omega que estaba sentado en el otro escritorio era rubio teñido.

Negó con la cabeza volviendo a su trabajo, la última vez que supo de Jacob fue hace cuatro años, y se enteró de que lo buscaba y movió medio país, literalmente, para que dejara a su familia en paz. Por lo que ahora era imposible que estuviese en Italia en la misma oficina que él sin decirle algo o al menos darle un golpe por dejarlo de la forma en la cual lo hizo hace tantos años.

Williams ni siquiera sabía el nombre del niño que lo tenía con los pies el cielo, nunca se lo dijo y esperaba jamás decírselo a menos que fuese necesario. Cada vez que veía las fotos en las paredes de su oficina o cuando iba a su casa en el bosque pensaba que era una cruel broma del destino el que recordara todavía esos momentos que pasaron juntos.

Jacob quizás lo seguía amando o tal vez encontró a su alma gemela en otro alfa por lo que era imposible que aún lo siguiese amando como antes. Le dio otra mirada al chico en el otro escritorio, era sumamente hermoso, la forma en la cual hacia su mayor esfuerzo por encontrar el más mínimo error en esas cuentas era algo que se le hacía tierno por como fruncía  el ceño lleno de concentración.

—Señor — Damon pestañó varias veces cuando se vio así mismo en una situación bochornosa — Terminé de hacer esto y marqué con un lápiz los reportes y cuentas que no me cuadran — se levantó de su escritorio.

— Déjame ver — tomó las hojas y pudo percibir más de cerca el olor del omega — ¿Usas loción de bebé? — Las mejillas de su asistente se pusieron rojas de la vergüenza — No tienes que responder.

— Si, uso loción de bebé — juntó sus manos — ¿Eso es un problema?

— Para nada, es solo que alguien que quise mucho la usaba y eso me gustaba — sonrió, mirando las cuentas.

— ¿Quiso? ¿Ya no lo quiere? — su corazón se aceleró demasiado para su gusto.

— Es una pregunta que no le corresponde saber — levantó la mirada y Jacob asintió.

— Lo siento — mordió su labio — Volveré a mi lugar de trabajo.

Damon asintió y siguió mirando los documentos que estaban en su escritorio confirmando que todo estaba en orden con lo que había hecho en omega. Sí que era bueno con los números.

— Dave — el mencionado levantó el rostro.

— Sí, señor — dejó de escribir.

— Todo está en orden, eres excelente con los números y eso es bueno — el omega asintió con una sonrisa en el rostro — Y respondiendo tu pregunta — ahora fue su turno de sonreír— No lo deje de querer, porque aún lo sigo amando.

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