Capítulo 2

Capítulo 2

Su labio estaba ligeramente mordido, pero sin hacerle mucho daño en realidad. Tenía frio y la bata que cubría su cuerpo no hacia el trabajo fácil para él, en lo más mínimo.

El hombre que conducía la motocicleta lo hacía con tanta perfección, que parecía todo un galán de esas novelas mal narradas que hacían los chicos del club, sus manos estaba sosteniendo su cuerpo a través de la cadera y abdomen del mayor.

No podía negar que estaba extremadamente nervioso por lo que podía ocurrir esa noche con ese hombre que poda matarlo con solo decir algo fuera de lugar. Después de unos largos minutos sus ojos se abrieron como platos cuando se dio cuenta de que estaba cerca de la playa o mejor dicho en la playa privada de la que tanto ha escuchado.

Ahora tenía sentido del porque el frio se coló por su cuerpo que sintió de un momento a otro. El hombre apagó la motocicleta y lo ayudó a bajar con sumo cuidado, algo que lo sorprendió de sobremanera.

Una mano fuerte se posó en su cadera indicándole que caminara a la par con él hacia la casa. Su asombro no pasó de desapercibido, al ver lo hermosa que era esa pequeña casa, aunque fuera pequeña para la compleción del hombre que lo sujetaba de la cadera, eso no quitaba que fuese acogedora.

Mordió su labio una vez más, cuando la puerta fue cerrada detrás de ellos con seguro, y la mano en su cadera fue retirada de inmediato dándole un poco de respiro para poder observar todo a su alrededor con sumo interés.

Era una casa de un piso, con una pequeña cocina, sala y al parecer dos habitaciones, se dijo a sí mismo por lo que vio en el pasillo. Un suspiro tembloroso salió de sus labios, ya se imaginaba lo que pudiese suceder esa noche y su lobo no lo ayudaba mucho con las feromonas que soltaba a cada minuto.

— Ven — dijo Jared, tendiendo su mano hacia él — Vamos a la habitación.

Él asintió y se dejó guiar hacia la habitación, pestañeó varias veces al darse cuenta de que había dos habitaciones aparte de las que había visto. La última puerta fue la que Jared abrió para que pasara primero. Era espaciosa para cualquier cosa que quisieran hacer dentro de ese lugar y más aún si ellos la usaran a su uso y antojo.

Sus mejillas se pusieron más rojas que de costumbre cuando imaginó lo que harían esa noche en esa habitación. Sólo esperaba que no fueran como los demás hombres a los cuales había tenido el placer de dejarles con algo roto de su cuerpo.

Apretó los puños cuando la puerta de la habitación fue cerrada de la misma forma que la principal, ahora sí que no había escapatoria a lo que avecinaba.

Comenzó a temblar cuando las manos de Jared se posicionaron en sus hombros para darle una leve caricia y luego que estas se dirigieran hacia el nudo de la bata que le habían proporcionado esa noche para los servicios sexuales.

— Sube a la cama y quítate la bata — dejó a un lado sus manos cuando vio el chico temblar como una hoja en invierno — Iré al baño a buscar algo.

— Sí, señor — susurró, cuando él se alejó de su cuerpo, lo suficiente para que dejara de temblar como lo estaba haciendo.

— Sólo relájate — dijo Jared, alejándose hacia el baño.

Después de que escuchó la puerta del baño ser cerrada se quitó la bata rápidamente y luego subió a la cama con las mejillas como una hermosa cereza. Miró sus piernas, las cuales tenían unas pantimedias color rosa al igual que la ropa interior.

A los pocos minutos de estar sentado en la misma posición de buda, la puerta se abrió, dejando ver a Jared con solo un bóxer color blanco que no dejaba mucho a la imaginación de sus pensamientos. En una de sus manos tenía lo que parecía ser un potecito de lubricante y en su mente agradeció ese gesto porque los hombres que habían intentado tener relaciones con el siempre querían metérsela así sin ningún tipo de preparación.

Sólo esperaba que ese alfa al menos hiciera algo para que no le doliese mucho.

Dylan seguía cada uno de los movimientos del otro hombre con sumo interés, esperando un movimiento en el cual él pudiese hacer algo para defenderse, pero no pasó nada fuera de lo normal que él pudiese decir que estaba mal. Jared colocó el lubricante en la mesita de noche.

— Estas muy nervioso, Dylan — dijo Jared, subiendo a la cama y sorprendiendo al menor cuando dijo su nombre — No es para que te asombres el que me sepa tu nombre, es necesario saber algo de con quién voy a tener sexo.

— Creo que tiene razón — murmuró, y luego sonrió de lado, sin mostrar los dientes — Es que me sorprendió mucho el que supiese mi nombre… nadie me llama por mi nombre en ese lugar — se encogió un poco, tapando sus piernas con ambas manos.

— Interesante — asintió, y luego miró las manos del niño — Acuéstate y abre las piernas.

Dylan asintió e hizo lo que se le pidió sin decir una sola palabra, mientras más rápido pasara todo menos doloroso será para él después de todo.

Jared tenía que hacer algo para que el menor dejara de temblar de esa forma, por lo que optó por acariciar sus piernas de forma lenta y cuidadosa, para que los nervios y las feromonas dejaran de fluir.

— No es para que estés nervioso — susurró, mirando las piernas del menor, las cuales tenían unas pantimedias muy provocativas para su gusto.

— Lo siento, es imposible no estar nervioso con esto — mordió su labio y su lobo sin poder evitarlo comenzó a reaccionar a las caricias en sus piernas.

— Pero, esto es algo de lo cual debes de estar acostumbrado — dijo, serio y su mano siguió el curso que estaba haciendo hasta llegar a la entre pierna del menor.

— Para nada… — jadeó — No he tenido relaciones… con nadie… — mordió su labio — Tampoco he dejado… que alguno me bese…

Eso sí que sorprendió al mayor, así que el niño no había sido besado por ninguno de los clientes. Su lobo se llenó de ego y orgullo cuando se dio cuenta de que sería el primero en besar esos labios que tanto lo llamaban.

Subió encima del cuerpo de Dylan logrando que éste soltara un gemido asustado, por la rapidez con la cual lo hizo, pero sobre todo porque sintió lo duro que estaba con solo escuchar esas palabras.

— Así que nadie te ha besado — pasó uno de sus dedos por los labios del menor y este negó cerrando los ojos por el repentino toque — ¿Nadie en la vida ha besado estos labios? — su voz se había tornado ronca.

— Nunca me han… b-besado — respondió, sin abrir los ojos.

— ¿Quieres que te bese? — sonrió, la verdad es que ese niño era una caja de sorpresa.

Dylan asintió sin abrir los ojos y Jared tampoco se hizo el de rogar. Desde que vio a ese niño en la foto, se le hizo en el pecho una enorme necesidad de probarlo de pies a cabeza sin dejar un solo lugar donde no haya sido explorado por él esa noche.

Atacó los labios del menor con suma precisión y poca delicadeza en el acto, los labios de Dylan eran suave bajo los suyos. Eran como de esponja y él estaba dispuesto a dejarse ser absorbidos por estos si llegaba el momento.

Su lengua se abrió paso a la cavidad bucal del menor y sus manos fueron directamente a sus muslos para hacer que enrollara sus piernas en su cadera y que la fricción de sus extremidades les enviara más cargas de placer a todo su cuerpo.

Dylan se dejó hacer de inmediato cuando las manos del mayor hicieron su trabajo acariciando su cuerpo, mientras lo besaba. Con las manos temblorosas, dirigió sus manos hacia el cuello del mayor seguido de su cabello, el cual comenzó acariciar conforme avanzaba el beso.

De un momento a otro se vio a si mismo correspondiendo con la misma intensidad el beso que Jared le daba, se movió un poco hacia abajo y soltó un gemido que volvió loco al mayor, sin poder evitarlo perdió el control de su cuerpo.

Su lobo ya estaba extremadamente inquieto por enterrarse dentro del cuerpo de Dylan.

— Mi nombre es Jared — simplemente dijo eso antes de romper las bragas con una de sus manos algo que asustó al menor.

Dylan asintió tembloroso, por la repentina reacción que tuvo Jared y más se puso nervioso cuando lo vio quitarse la única prenda que cubría su cuerpo quedando desnudo como él, con la única diferencia que al menos tenía las pantimedias.

Lo vio estirarse un poco para tomar el lubricante de la mesita de noche y luego abrir sus piernas. El sonrojo que había disminuido de su rostro hace unos minutos volvió sin poder evitarlo cuando su entrada quedó a simple vista y Jared le dio una sonrisa traviesa.

Dylan se iba a dar la vuelta, pero la mano del mayor sobre su abdomen le hizo quedarse en la misma posición que anteriormente estaba. Jared tomó las piernas del menor y las colocó sobre sus hombros y después vio la entrada de Dylan por lo que optó por dejar el lubricante a un lado ya que no lo iba a necesitar.

Sin previo aviso, tomó en su boca el miembro erecto de Dylan y comenzó con vaivén, mientras sus dedos se abrían paso en la estrecha entrada que lo llamaba a cada segundo.

La espalda del menor se arqueó y las sabanas debajo de su cuerpo se arrugaron cuando las hizo puño en sus manos. La manera en la que su cuerpo respondía al placer de ser atendido de esa forma tan poco vista en los de su clase era increíble.

Los siguientes minutos fueron los más placenteros de su corta vida y él no podía estar más de acuerdo en eso. Un suspiro salió de sus labios cuando Jared sacó sus dedos de su interior seguido de su miembro de su boca.

Los labios del mayor se encontraron con los suyos una vez más y él no pudo estar más de acuerdo en eso, al menos su mente se había ido a otro lugar cuando el miembro del mayor comenzó a entrar en él. Mordió el labio de Jared apretando sus piernas a las caderas del mayor, pero el dolor sobrepasó cualquier cosa que alguna vez sintió en su corta vida.

Un sollozo salió de sus labios cuando el dolor se hacía cada vez más fuerte conforme el falo de Jared seguía entrando más y más en él.

Clavó sus uñas en la espalda del mayor cuando por pudo sentir piel contra piel, dolía demasiado como para que su pequeño cuerpo pudiese soportar si comenzaba a moverse. Sintió como los labios del mayor iban hacia su cuello dejando besos a su paso hasta detenerse en esa área.

— Duele mucho… — su respiración se volvió errática.

— Tranquilo, haré que disfrutes de esta noche y vas a querer seguir repitiéndola toda la vida.

 — ¿Seguro? — preguntó, con timidez.

Jared dejó de darle besos en el cuello para mirarlo a los ojos, secó las lágrimas que estaban en sus mejillas con las yemas de los dedos y luego le sonrió.

— Te lo aseguro Dylan — dejó un casto beso en sus labios — Soy un hombre de palabra.

Y quizás de alguien más — pensó su lobo.

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