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Sin embargo en el calor del momento no cambiaron el vendaje del pecho y como la casa tenía aire acondicionado puesto, la nariz estaba roja y estornudos aparecieron pronto. Y no estaba con las costillas rotas pero como dolían con cada uno de los estornudos. Sabía que no había pasado mucho tiempo desde su pequeño juego íntimo, pero al no tenerlos cerca se sintió rara. Los necesitaba a su lado.

Andreus entró a verla y se sorprendió al observarla con las mejillas enrojecidas y estornudando. Al acercarse la vio tratando de quitarse la venda mojada y quiso golpearse a sí mismo.

—Déjame encargarme de esto. Lo lamento. No hay excusa.

Hasta ese momento veían la magnitud d

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