El día de la partida

Mi alarma suena, lo que me indica que son las cinco de la mañana. Me levanto a toda prisa odia llegar tarde, me doy una ducha lavo mi cabello lo envuelvo en una toalla y mi cuerpo también, deje la ropa del viaje lista ya que mi armario está vacío, todo está ya perfectamente doblado en las maletas. Jeans negros, una camiseta roja, mis converse negras y una cazadora negra, seco mi cabello con el secador tengo risos naturales, Victorio siempre me decía que parecía una cría de león por mi cabello. Me miro al espejo y está todo bien tomo mi bolso a Tobías y bajo.

Mis padres están en la sala esperándome, mi madre es una hermosa rubia de ojos verdes y mi padre un hombre alto con un pino con la piel de un hermoso color aceituna, de hecho sus padres, uno de ellos, mi abuelo para ser exacta es afrodescendiente y se caso con mi a abuela que al igual que mi madre es rubia y  de esa mezcla salió mi padre, no tan blanco ni tan oscuro, y yo herede su color de piel. Soy pequeña 1.60 mido exactamente, con ojos café oscuros, nada fitness para ser sincera de hecho tengo los muslos algo grandes y un trasero algo llamativo y digamos que mi barriga no colabora con mi situación, pero bien arreglada creo que quedo un poco mejor. No soy algo tan especial y cuando lo digo lo digo enserio, no como en los libros que he leído en donde la protagonista dice que no es nada fuera de lo normal y termina siendo una adonis de la belleza, en mi caso es cierto y creo que todos los genes buenos le tocaron a mi hermano. Castaño alto, de ojos café dorado y muy musculoso, creo que mis padres se esforzaron más en hacerlo a él que cuando me hicieron a mi.

– Eva lista – pregunta mi ansioso padre

– Si papa ya tengo todo listo – me da su mano para ayudarme a terminar de bajar las escaleras, como si fuera una pequeña de dos años que apenas esta aprendiendo a caminar y tiene miedo de que me caiga y me saque dos dientes. Esto debo agradecérselo a la ansiedad

– Bien cariño, llámanos si necesitas algo no importa la hora – Dice mi madre abrazándome

– Está bien mama…estaré bien –  respondo fingiendo mi sonrisa… ¡no estaré bien, de hecho nada estará bien!

– Llámanos cuando aterrices y estés con Victorio – vuelve a recordarme ahora mi padre

– Lo hare – Dije abrazando a mi padre – Diviértanse en Grecia –

– Lo haremos – hablaron los dos al mismo tiempo. Están que no les cabe la emoción

– Bien… pues adiós – digo nuevamente.

Odio las despedidas, siempre quiero llorar y casi nunca entiendo la razón del porque quiero llorar. Para mi buena suerte el taxi llega a tiempo antes de que haga mi acto de llanto, mis padres me acompañan afuera y 

mientras mi padre sube las cosas al taxi, doy un último abrazo y me subo al auto, abrazo a Tobías con fuerza y el taxi se echa a andar mi pequeña ciudad que pasaba ante mis ojos a través del vidrio del taxi. He pasado toda mi vida aquí, pero las personas dicen que lo cambios son buenos, yo nunca le he visto lo bueno a los cambios, pero puede que ahora lo vea.

Al llegar al aeropuerto están Margarita y David su hermano gemelo, esperándome en la puerta

– Hola –  me saluda Margarita dándome un abrazo, mientras David ayuda a bajar mi equipaje del taxi

– Hola – dijo con desgano

– Bien ya las cosas están listas, Eva, solo faltas tú –

– Ha… si David gracias, yo también estoy lista –

La espera no se hizo larga, cosa que aborrecí, porque aquí estoy nuevamente despidiéndome, solo que con Margarita si puedo llorar tranquila

– Adiós y por favor promete que llamaras siempre –

– Lo hare Margarita, eres la única persona a quien conozco –

Es cierto solo ella y la señora Porter nadie más, no trato con nadie más. No he visto a mi hermano en tres años, Victorio y yo somos hermanos por parte de mama, mi madre se caso con mi padre tres años después de que el padre de Victorio muriera en un accidente. Victorio tenía cuatro años cuando mi madre se casó con mi padre y luego, dos años después cuando Victorio cumplió seis llegue, yo linda historia ¿no? En realidad, no sé cómo está ahora, pero agradezco que me reciba en su casa, él es una de las pocas personas que me entiende y que me poyo cuando dije que estudiaría Botánica, estaba entre Literatura Inglesa o Botánica  y al final me decidí por Botánica. A mis padres casi les da un infarto cuando les dije, mi madre es agente de bienes raíces la mejor de Massachusetts y mi padre es oftalmólogo uno de los mejores, trabajo para una de las mejores clínicas de Seattle pero cuando conoció a mi madre y ella quedo embarazada de mi se mudaron a Concord y trabaja en el hospital local además de dar clases en la universidad donde estudie, mi hermano estudio medicina y luego hizo su especialización en nutrición, pero como siempre tiene que aparecer alguien que rompa el molde a través de la historia y para los Stone fui yo. No me gusta la medicina, odio los hospitales, las medicinas e incluso estar enferma, no me gusta nada de eso, si un simple ataque de ansiedad me frustra a mí, no me imagino tener que ayudar a otros para que no se sientan igual… así que la botánica  fue mi más rotunda e incambiable decisión. Puede que no haya muchos campos de trabajo pero empezar dando clases no esta tan mal, me gradué exactamente hace tres semanas Victorio no pudo venir porque tenía una conferencia muy importante, pero se excusó enviándome flores y un hermoso brazalete con un lirio de esmeralda, es muy hermoso y además una tarjeta expresando sus disculpas, es obvio que no usare esa cosa, es muy extravagante al menos para mi gusto, pero lo traje conmigo y ponérmelo aunque sea una vez y no se sienta mal por haber gastado ese dinero en algo que no será usado.

Victorio pago todo los gastos de mi viaje, así que viajo en primera clase, no me gusta para nada el lado de la ventana aunque las nubes son hermosas cuando veo todo tan pequeño la ansiedad se apodera de mi, así que pongo los audífonos en mis oídos y dejándome llevar por la música así transcurre mi vuelo, música y algo se sueño pero rápido para mi mayor suerte

El capitán nos informa que ya vamos aterrizar así que me coloco mis cinturón de seguridad muy bien y espero el descenso del avión que también fue rápido, al llegar al aeropuerto no veo a Victorio por ninguna parte y ya llevo aquí más de veinte minutos y ya el vaivén de las personas me está desesperando al igual que el gran bullicio así que me aferro a mi bolso con fuerza y pego más a mí a Tobías. Bajo mi cabeza y cierro los ojos pidiendo no entrar en desesperación, hasta que una voz gruesa me saca de la pequeña burbuja de protección que había creado para mi llevándome nuevamente a entrar en pánico

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