Capítulo 3

Todo parece haber vuelto a la normalidad, la llegada de Lucelia es como si nos devolviera la luz, todos la quieren, y es que es inevitable, pero como somos iguales a los perros y gatos como dice papá discutimos por todo y por nada, ella no comprende que no puede hacer nada, está embarazada y debe cuidarse, pero todo lo que yo le diga le entra por un oído y le sale por el otro.

Mi corazón está más repuesto, ya no extraño tanto a Marilí, ahora si la dejé ir, como siempre la Corporaciones Hamann están siendo un total éxito, hemos sacado una línea de seguridad completa para casas, las mismas se manipulan desde un computador o móvil, haré una fiesta para celebrarlo.

Mi padre el muy bribón está saliendo con Lourdes, lo que se nos hace extraño a Loan y a mí, Carla es como su hija y nosotros también lo somos, pero como siempre risitas nos aclara que no tiene nada que ver, no tenemos la misma sangre, ella contenta porque papá finalmente accedió a ser feliz, no puedo decir nada, hasta más suerte que yo tiene.

Regresando a mi superación en cuanto a Marilí, el niño bonito vino a buscar mi ayuda, tal parece que Camilla está intentando matarse y no ha podido superar la depresión, no pude evitar darle la ubicación de Marilí y ofrecerle mi jet para que tratara de traerla, y creo que ella no accedió, han pasado un par de días.

—Quiero que veas lo que he hecho— mi hermana tira de mí, es una candelilla, no se queda quieta nuca, ella ha ocupado la habitación que tenía Marilí como taller. Al entrar en la habitación que mi hermana ha decidido pintar sus paredes lo miro todo —¿Y?— pregunta emocionada mirando lo que ha pintado.

—¿Es la invasión del 89?— grabe error en preguntar eso y más en el tono de burla, me mira con rencor, soporto la risa —¿Qué? Solo pregunto—  ella se va enojando.

—Es un paraíso entre neblinas bestia— suelto la carcajada sin poder aguantarla, es malísima pintando y aun así sigue intentando —eres un tonto— chilla acercándose a las pinturas.

—Risitas…— trato de ponerme serio mientras retrocedo —no lo hagas, no vayas a tirarme esa pintura, te lo estoy advirtiendo— su sonrisa se vuelve traviesa.

—Llévame a Atlapa hoy en la tarde y no te haré nada— resoplo, y niego, ella va tomando impulso, es capaz de hacerlo —puedes llevarme… estás libre y ya todo para la fiesta está preparado, no tienes nada más que hacer, ya te has ejercitado, no quiero estar aquí encerrada, llévame o comerás pintura y no panques— niego nuevamente, ella sin bacilar tira la pintura como advertencia, toma ahora un pote —esta vez no te preocupará la pintura, la tiraré tan fuerte sobre tu frente que te noquearé lo suficiente para largarme de aquí— endurezco el gesto.

—No me gusta cuando haces eso, está bien… te llevaré— sonriendo baja pintura —pero aun eso parece la invasión del 89— antes de que me tire el pote salgo corriendo, agradezco que la puerta estaba abierta, como voy mirando hacia atrás solo siento el empujón, caigo varios metros más allá, al mirar al frente miro a Malcolm.

—¿Qué? ¿Creías que te abrazaría para no lastimarte?— como si el golpe que me he dado no bastara siento algo frio y espeso bajar desde mi cabeza y recorrer mi cuerpo.

—No te burles de mis pinturas, por lo menos yo lo intento— levantándome enojado miro furioso a papá y sin mirarla a ella que se parte de la sigo mi camino antes de que esa pintura roja se pegue.

—Ahora no te llevaré a ningún lado, y suerte con que tu papi te lleve sin dejarte libre como lo haría yo— apresuro los pasos al escucharla protestar, sonrío orgulloso por como la he dejado, sin duda alguna la llegada de mi hermana me ha ayudado mucho, estar con ella es reír, rabiar y protestar sin parar, es una toca pelotas como dicen los Españoles.

Limpio y sin ninguna gota de pintura bajo a desayunar, Lucelia se despierta con el sol, todos los días estamos despiertos muy temprano, Susana está encantada con mi hermana, esta la ayuda en la cocina y en todo lo que la mujer le permita hacer, que realmente no es mucho, también la mima sin parar.

—Quería ir a desayunar con Loan y Carla, la otra semana me iré a su departamento y te dejaré solo, amargada bestia— gruñe, está molesta.

—Deja de molestarme, deberías comer más que eso— le gruño al ver su plato con solo un panques, pero este lleva una torre de nata montada y sirope de chocolate, tiene un plato lleno de fresas y un vaso enorme de coca cola —no te alimentas como debes, todos los días es lo mismo— le regaño.

—Déjala— me ordena mi padre —es el embarazo que la tiene así, simplemente debe moderar la nata y el sirope, no veo problema— miro a Malcolm con el cejo fruncido —no podré llevarla a Atlapa, debo coordinar y repasar los pasos para la seguridad de la fiesta— limpia su boca con la servilleta y la tira de regreso sobre la mesa.

—Está bien…— digo fingiendo disgusto, jamás dejaría de llevarla, no sale si no es conmigo. Cuando la veo hipar maldigo internamente, es muy sensible.

—Estoy cansada de parecer una carga, si no me quieren llevar no lo hagan, no los obligo a nada, tal parece que ya no soy su favorita, papá solo trabaja al igual que tú, y Loan por estar con su novia no me puede prestar atención— con el corazón encogido me siento a su lado, la abrazo y beso su cabeza.

—No eres una carga y lo sabes, si es cierto que trabajamos mucho, pero siempre buscamos el tiempo para ti— no deja de llorar, odio cundo se pone así, el día que le dije que el imbécil que tenía por marido dejó de existir no me habló por días, y no porque estuviera enojada, simplemente no se perdonaba que yo hiciera algo así por ella, me recordó a Marilí, son muy iguales en esa parte.

—Yo… yo estoy triste… tú sufriste mucho… y… y… no tenías que sufrir, tú eres bueno— sonriendo la abrazo con más fuerza, no debí contarle mi historia de amor como le llama ella al desastre que pasé.

—Hey… no te vayas por allá, bueno sé que estoy, pero tampoco— ríe en medio de las lágrimas y golpea mi pecho, se separa y no deja de reír y llorar, no la entiendo, no comprendo como un embarazo puede volver a las mujeres más locas de lo que ya nacieron —aliméntate para ir a tu cita, es que no veo la lógica en no querer saber que será el bebé— miro a Malcolm, él tampoco lo entiende, y no hay quien la convenza, Carla trata de hacerlo al igual que Lourdes y ninguna puede, con la única que no permito que se relacione mi hermana es con Camilla, lo tiene prohíbo, igual los demás tienen rotundamente prohibido enseñarle una foto de Marilí, ya mucho cuando hablan de ella y alimentan más su curiosidad por conocer a la mujer que me robó el corazón y me lo dejo como la mierda.

En la clínica a la espera de que ella sea atendida puedo ser testigo de cómo ella mira a las parejas, ella no lo sabe, pero la he visto llorar cuando está sola. Le abrazo y beso su cabeza, le escucho reír, cualquiera que nos viera diría que somos esposos.

—No doctora, no le diga a mi hermano que será el bebé, sería incapaz de mantenerlo en secreto— gruño, es una terca.

—Lo siento tío, pero tendrá que esperar a que nazca, igualmente está tan rebelde que no se deja ver— sin nada más que hacer acepto lo que ellas dicen, presta total atención a las recomendaciones de la doctora y al salir nos dirigimos a casa, Loan no contesta mis llamadas y eso se me hace bastante extraño, pero dejo de insistir, no vaya a ser que le interrumpa el polvo.

La hora de la vendita exhibición llega, Lucelia me tiene como un muñequito de aquí para allá y de allá para acá, este lugar está a rebosar de gente, cada vez que alguien me conoce debo saludar y estrechar mano como si fuera un político, y como si no fuera poco aclarar que la hermosa mujer a mi lado es mi hermana. Ha comprado tantos cuadros que no sé lo que hará con ellos, voy distraído mirando todo menos las pinturas, estoy aburrido, pero no digo nada, ella está siendo feliz y me gusta verla así, como niña en dulcería.

—¡Madre mía!— escucho que chilla con emoción, dirijo la mirada al frente, quiero ver que me hará comprar ahora, pero al hacerlo mi polla inicia a palpitar, la jodida la ha sentido antes que mi corazón, su cabello ahora más corto cae en cascada sobre sus hombres, todo pasa en cámara lenta, el tiempo se detiene cuando nuestras miradas se enganchan, todo yo tiemblo, todo yo siente un calor por la manera en la que mi corazón late y mis pulmones dejan de funcionar así sofocándome. Ante mi está la única mujer a quien he amado, esta mi Dulce, esa que me dejó hecho mierda, la que me dejó solo al haber pasado una semana de nuestra separación. Está hermosa, su cuerpo ahora es de una mujer hecha, está más corpulenta, su físico sigue igual de angelical, pero sin embargo se le aprecia más madura, es una puta belleza, tan perfecta que me cuesta creer que alguna vez fue mía. Presiono más a mi hermana, si la suelto juro que me voy contra ella y la besaré hasta cansarme, todo cambia cuando su mirada se desvía a Lucelia, es ahora que debo tratarla con indiferencia, después de todo su marido ha de estar por ahí. Como siempre mantiene su sonrisa y no se deja desequilibrar, pero la conozco demasiado bien, se ha llevado un asombro igual al mío, esto no tenía posibilidades, y aquí estamos, uno frente al otro.

—Buenas tardes bienvenidos— pasa en mi totalidad, no puedo dejar de mirarla, realmente está aquí, se suponía que ya la había superado, me había hecho a la idea de vivir sin ella, y ahora la tengo frente a mis narices ignorándome como si no existiera.

—Hola preciosa— saluda mi hermana sin saber que la mujer frente a ella fue esa que me enamoró, cundo intenta alejarse no lo permito, si la suelto me sentiré inseguro —me gusta esa pintura, la del lago ¿Acaso es la estación de primavera?— Marilí mira los cuadros, ni ella misma se cree esa puta indiferencia que quiere demostrar. No puedo dejar de recorrer su cuerpo, soy un idiota, mi polla reaccionó antes que mi corazón, quiero reír, pero eso me arruinaría la fachada de hombre serio, sexy, y seguro.

—Sí, son hechos por mi madre, es la colección primavera ¿A qué son preciosas?— escuchar eso me da el impulso de gritar que no, Lucelia me mira con ojos de cachorritos, odio ser tan débil con ella.

—Lo quiero... Quiero el más grande— me señala la pintura —ese el del lago— me hace puchero, y yo soy incapaz de sonreír aun cuando quiero hacerlo, y como siempre mi corazón se ablanda totalmente ante ella.

—Jamás me puedo negar a ti— beso su cabeza y miro a esa mujercita que me ha removido todo con este encuentro, ella desvía la mirada, no puede mantenerla, odio su hipocresía, no puede reprochar nada, en todo caso ella me cambió primero.

—Gracias... Gracias... Te amo— tira de mi saco e inicia a besarme por donde pueda —¡Me lo llevo!— aplaude en medio de los chillidos —no pu—e—de... Ser...— le miro frunciendo el cejo por su tono —¿Ese eres tú?— me mira seria, al guiar la mirada en la dirección que ella señala me cago en todo lo que se mueve, tiene la maldita pintura en la que aparezco con la polla más dura que una roca, miro a Marilí y mi primer pensamiento es darle tres nalgadas, desnudarla y follármela con fuerza para hacerla pagar por esto, pero lo cierto es que solo lo haría por la pizca de esperanza que tengo de que su conciencia le remuerda por haberme dejado por otro.

—Si... Es solo que...— trata de explicarse, pero los gritos de Camilla nos deja a todos alarmados, se acerca con un bebé en brazos, este llora como si quisiera acabar con el mundo, es una bruja, ni los niños la quieren.

—Hija... Él... Él está llorando mucho, te juro que no le hice daño, te lo juro— mira histérica a su hija.

—Oye mamá tranquila— Marilí le quita el bebé de las manos, mi corazón se detiene, ¿Es su hijo? —no has hecho nada, te he dicho que él es de un temperamento fuerte— Dulce trata de calmar al crio y a su madre, misma que pareciera se le fuera la vida.

—Yo... Yo solo quería besarlo... Y no sé qué pasó yo... Yo...— se va asfixiando, Marilí casi me tira al bebé, debo soltar a Lucelia para sostenerlo bien, este al mirarme deja de llorar. Aquellos ojos negros, aquella mirada profunda e intensa, aquel rostro tan duro y delicado a la vez me acelera el corazón, y me tensa, no puede ser, no creo que ella haya sido capaz, todo a mi alrededor desaparecer, el ruido se apaga y solo existimos él y yo, los dos serios, los dos mirándonos y los dos sintiendo esa conexión. En mis brazos tengo a mi hijo, Marilí se fue teniendo a mi hijo en su vientre, quiero culparla, quiero reprocharle esto, pero sus llamadas quizás eran con este propósito y yo no las atendí. Me siento el hombre más traicionado y dichoso a la vez, jamás creí ser padre y ahora estoy aquí… sosteniendo algo que he hecho y ha salido perfecto.

—Oh no, tranquila— escuchar su voz me llena de ira, esa maldita mujer hizo lo mismo que su madre, ella podía tomar un vuelo y buscarme, pero no lo hizo —no deberías hacer fuerza con tu embarazo, yo podía levantarme sola— entre más la escucho más quiero gritarle, pero esa mirada oscura que no deja de fijarse en mi me contienen, siento algo que nunca antes sentí, siento que mi corazón se ha llenado de una manera que nadie podría vaciar, siento felicidad aunque lo que quiero expresar es ira.

—¿Estará bien?— pregunta mi hermana preocupada —al parecer tu bebé le sentó muy bien los brazos de este grandullón— no les presto atención, estoy demasiado enamorado como para dejar de ver a lo más hermoso que haya podido haber en la tierra, soy padre y no lo sabía.

—¿El qué?— el bebé se retuerce sin dejar de mirar, ya no sé si es normal que un bebé tan pequeño mire tanto como él me mira a mí.

—Tú hijo, mira, está muy cómodo.

—Por el amor de Dios... Lo lamento— chilla Marilí al borde de un ataque y me doy cuenta que no tenía pensado decirme nada —no fue mi intención— cuando me lo va a quitar no quiero que me separe de él, pero es tan bruta que tira con fuerza y para no lastimarlo lo suelto, le miro con rencor, quiero odiarla, quiero gritarle, pero no actuaré como el maldito que soy, le daré el tiempo para que ella me lo cuente, le daré el privilegio que no se merece —te regalo el cuadro como felicitaciones— dice al mirar a Luci, sonríe —felicidades por tú bebé, conocerás el verdadero amor— quisiera tomar a mi hijo en brazos y alejarlo de ella para que sienta lo que es sufrir sin posibilidades de evitarlo, creí que Marilí era más madura, confié en su juicio y por segunda vez me estoy dando contra la pared, es igual a su madre, y pensar que se indignó cuando Camilla le dijo que mató al bebé sin decirme nada, ella no lo mató, pero lo alejó de mi sabiendo que yo estaba aquí.

—¿Verdad que sí? Ya quiero que esté aquí conmigo— Lucelia al mirar al bebé no le despega la vista de encima.

—Y para cuando lo esté, ya tú tendrás este hermoso cuadro que desprende tranquilidad, debo irme, tengo que asegurarme de que mi madre esté bien— cuando toma el cuadro doy un paso al frente, quiero cagarme en todo ella, pero me es imposible.

—Hey letal— mi hermano se acerca sin ser consciente de que estoy, cuando me ve queda de piedra, él sabía que ella estaba aquí y no me llamó, no me dijo nada.

—¿Me decías?— le gruñe Marilí al ver que mi hermano no nos deja de ver a Lucelia y a mí —solo estaba atendiendo a los señores, recoge los cuadros iré a ver a mi madre— Loan está cagado, y con razón, esto le costará caro —joder Loan habla— grita y el bebé se sobresalta, inicia a pujar.

—No debería gritar con el bebé en brazos— le espeto molesto, ella nerviosa no deja de mirar a Loan.

—A eso vine— responde él finalmente —ella está bien, solo fueron los nervios— muerde su labios —recogeré las pinturas para llevarlas a casa— masajea su cuello, está buscando la manera de zafarse a lo que le espera conmigo —hoy habrá una fiesta y tienes que ir— le ordena, ella que jamás le ha gusta que alguien le hable así enarca una ceja.

—Por respeto a la joven no te voy a decir nada, pero que sea la última vez que me hables en tono de yo mando y tú obedeces ¿Estamos?— mi hermano no hace más que asentir.

—¿Están hablando de la fiesta en el hotel Panamá?— interviene Luci emocionada, y con razón ella me ayudó a elegir muchas cosas —debes ir... Sé que no nos conocemos, pero esa fiesta es la mejor del mundo— Dulce más que incomoda le sonríe ante la aparente ignorancia de mi hermana.

—No, no iré lo lamento, pero espero que ustedes se diviertan— era cuestión de tiempo para que Lucelia metiera el dedo en la llaga, si algo tiene ella es que se hace la desatendida y cuando menos acuerdas y le has dicho todo lo que quiere saber.

—¿Ustedes dos se conocen?— entrecierra los ojos, Marilí asiente.

—El tontuzo es el Zazo de mi mejor amiga Carla, debes conocerla— Lucelia me mira, ya lo tiene todo.

—Tú...

—Debo irme, mi hijo está incómodo— le corta —espero que te guste el cuadro— mira a Loan —te esperamos en el auto— sin mirar atrás se va, miro a mi hermano y me acerco más a él.

—Juro que te lo iba a decir, pero sería hasta que llegáramos a la fiesta, mi Zaza estaba encima de mí y no pude ni enviarte un mensaje, lo siento, quería decírtelo— Lucelia me aparta de él.

—¿Han visto al bebé?— pregunta sonriendo.

—Sí, es idéntico a la foto que nos obligaste a mirar hace unos días— responde Loan —es idéntico al desgraciado este— gruño enojado, no estoy para juego.

—Me las va a pagar, le daré tiempo para que me cuente todo, y si no lo hace me voy a alimentar para hacer de su vida una desgracia, así como la amé, la odiaré. No quiero que digan que sé la verdad, actúen como si nada— tomando el jodido cuadro tomo a Luci de la mano y nos vamos al auto, un poco más y no cabemos por todo lo que llevamos.

Llegamos a la casa y furioso me cambio para bajar al gym, esa mujer hace conmigo lo que quiere, y por mucho que diga sentir odio por lo que ha hecho no es así, solo quiero que me diga la verdad, no quiero decepcionarme más de ella, solo la vi unos minutos y mi vida volvió a cambiar nuevamente, y esta vez dio un giro más brusco, soy padre y no lo sabía, tengo un hijo tan parecido a mí que puedo pensar es un clon. Toda esta puta contradicción de odiar y amar a Marilí será un nuevo desafío para mí.

—Oye— escucho la voz de mi hermana, dejo de golpear el saco —¿Aun la amas?— frunzo el cejo.

—Sal de aquí, estoy entrenando, no me desconcentres— inicio a golpear nuevamente el saco, ella ríe como siempre.

—No te llenes de rencor bestia, ella te llamó y tú no atendiste, puedo asegurar que ella trataba de comunicarse contigo para eso, date la oportunidad, sé que ella pudo venir aquí para decírtelo, pero uno de los dos debe ser el maduro, y por lo que veo los papeles ahora se han intercambiado entre ustedes— fue un puto error desahogarme con ella y contarle todo —hey— me detengo nuevamente y le miro —solo intenta sacarle la verdad una vez, si ella no lo hace entonces has las cosas a tu modo— sabedor de que no me dejará en paz si le demuestro cabezonería asiento.

—Si va a la fiesta hablaré con ella, ahora ve a alimentarte y relajarte para que no vayas tan cansada a la fiesta— sonriendo me abraza sin importarle que este sudado, le da un golpecito al saco y al quitar la mano veo mi foto de bebé, sonrío, si no estuviera en blanco y negro podría pasarse por mi hijo. Me mata no saber su nombre, o cuando nació, ni como ella llevó el embarazo, pero supongo que aquel hombre le dio todas esas atenciones y ahora yo tendré que extorsionar para saberlo todo, lo que será difícil, no nació aquí y sé que los únicos que pueden contarme todo no lo harán.

Al llegar a la fiesta navideña que tiene doble propósito, celebrar la temporada en la que estamos, y premiarnos por el excelente trabajo que mi equipo y yo hemos hecho saludo a cada trabajador que se me acerca y a cada colega, estoy de lo más divertido cuando el lugar queda en silencia, Dulce llega con Loan y Carla, está preciosa y jodidamente sexy, si estuviera con ella no la dejaría vestir así, muestra piel, pero deja mucho a la imaginación. Muero de celos al ver como todos le dedican atención, me mantengo a la distancia porque soy capaz de golpear a alguien por como la están mitrando.

A la hora de la cena casi no me concentro en comer, esa mujer capta toda mi atención, soy un maldito estúpido con ella, debería pasar de su presencia, divertirme sin importarme nada, pero ella no solo es la que me enamoró y me destruyó, también es la madre de mi hijo y la que me hace palpitar la polla como no lo hace ninguna, ha sido 10 meses en los que no he tocado a una mujer pensando en ella, siento que no puedo desear a nadie más.

Terminada la cena voy con mis colegas a beber algo, Luci se acerca a Marilí, las dos en la barra sonríen, Dulce está incomoda, me gusta que crea que estoy con otra y estoy a nada de tener un bebé como el que ella me ocultó a mí. Sin que ella me vea observo todos sus movimientos, mi hermana le da charla hasta el cansancio, Loan termina la conversación al sacar a nuestra hermana a bailar, ver a Marilí hablar con Carla como si nada me hierve la sangre, todos estaban ahí para que no me sintiera solo, y ahora que los necesito todos la apoyan a ella sin importar lo que yo pueda sentir, me siento traicionado por Carla, pero de ella no podía esperar más, Marilí es su mejor amiga, no yo. Cuando un idiota la saca a bailar quiero ignorarlos, pero me es imposible, así que pasado un rato me acerco a ellos.

—Me permites— le pido a mi empleado, este me mira.

—Pero acabamos de iniciar— se niega a cedérmela, sin querer explotar le miro a los ojos.

—No me interesa ¿Me la permites?— ahora sueno amenazante.

—Ya escuchó, acabamos de iniciar— responde ahora ella, sin poder hacer más miro al idiota.

—Puedes pasar por tú carta de despido mañana mismo González— el imbécil la suelta y se va sin mirar atrás, las comisuras de mis labios se curvan, ha olvidado que con los demás si lo puedo todo, ella como la chiquita brava que es se da media vuelta para alejarse de mí, pero eso no lo permito, me cabrea su arrogancia y cinismo —deja de hacerte la difícil Dulce— susurro a su oído después de abrazarla, llevo mi mano a su espalda baja y la pego totalmente a mí, aun usa esa fragancia de vainilla que despierta cada una de mis sensaciones. Tenerla tan cerca me da deseos de no querer soltarla más, soñé infinidades de veces con tenerla entre mis brazos y sentir su delicado cuerpo contra el mío.

—No me digas así— su intento de sonar segura es en vano, pero ella tiene razón, no merece que le diga así —deberías separarte un poco más, tu mujer se puede enojar y no quiero problemas por malos entendidos— sonrío, la está pasando mal, pero no me importa, solo quiero sentirla, deslizo mi nariz por su cuello para sentir más su olor, mi polla está que explota, debería hablarle del bebé, pero esa conversación nos haría discutir y solo quiero sentirla otro poco, zacear las ganas que tenia de sentirla para darle paso al enojo si es posible después, pero que sea después que la haya sentido por un rato.

—Ella no debe importarte— inicia a sonar “Cómplices" de Luismi le siento tensarse, esa es obra de Lucelia —ahora solo estamos tú y yo— digo con voz ronca.

—Estamos aquí para bailar no para hablar— intenta detenerse, está loca si cree que la dejaré ir tan fácil —si quieres hablar puedes ir con tu mujer y ya está, conmigo no tienes nada de qué hablar, tú sabes lo que hiciste, así que no me jodas— dejando mis ganas de besarla y mimarla me pongo más serio, es hora de darle su oportunidad.

—Deja ese temperamento— le miro directo a los ojos, ruego que se sincera para que no rompa más mi corazón —háblame de ese bebé que tienes— sin con la canción se tensó, con mi pregunta dejó de vivir.

—A mi hijo no lo metas— grita —déjame, ya no quiero bailar— la presiono más a mí, con fuerza para que no pueda apartarse.

—¿Tu hijo?— gruño a su oído molesto —¿Puedo saber cuál es la edad de tu hijo?— enfatizo en eso de “tu hijo” me duele lo que hace, me decepciona haber confiado nuevamente en ella y llevarme lo que me niego a aceptar, una decepción que no se supera con nada.

—No tienes por qué saberlo, eso no te incumbe— me mira furiosa, estoy conteniendo todos mis impulsos por no soltarle que sé la verdad, creí que ella era más inteligente.

—¿Estúpido? ¿O ignorante?— pregunto para darle indicios de lo que sé —¿Por cuál de las dos me tomas?— no la siento respirar —no soy un idiota Dulce— sigo bailando para que no se note lo incomodo de esta charla.

—No sé de qué coño hablas, déjame ir, ya no quiero bailar más— sonrío mirándole, odiaré a esta mujer como no quiero hacerlo.

—Disfruta del baile— no quiero formar un espectáculo como esos que siempre protagonizamos nosotros, llevo mis manos a su culo, al mirar a los colegas estos quedan serios, no voy a permitir que esos estúpidos se hagan ilusión, me vale una mierda que ella tenga marido, pero mientras yo esté presente y su cuerpo siga reaccionando a mi nadie la tocará. Sin cortarme un pelo inicio a acariciarla, tiene las nalgas más grandes, mi hijo supo hacer lo suyo.

—Deja de manosear— me mira con advertencia —Tienes mujer Kahin esto no te lo voy a permitir, me gusta respetar lo ajeno— sonrío de esa manera que a ella le gustaba.

—Eres mía Dulce, no te olvides— me acerco a su oído, hoy la saco de quicio y se irá enojada y pensando muchas cosas —hay un contrato vigente... Puedo decidir cuando quiera y serás mía— me empuja con fuerza y me mira con desagrado, Boom justo lo que quería.

—Si amaras a tu mujer no me harías esto— está agitada, siente furia e impotencia por saber que la tengo en mis manos.

—Y la amo— meto el dedo en la llaga y me encojo de hombros —pero eres mía y eso no lo puedes cambiar— se aleja de mí.

—Tú me dejaste ir— grita con indignación, no va a lugar su reacción, fue ella la que se fue y sobre todo no tuvo las agallas para venir aquí y darme frente y decirme que estaba esperando un hijo mío, esas cosas no se dicen por teléfono ni correos. Sale corriendo del lugar y le miro con mi cabeza en alto, esto solo inicia.

—Tranquilos, los reencuentros nunca son fáciles— digo sin vergüenza saliendo de la pista, mi hermana me mira con reproche.

—Bestia, eso eres, una bestia— carcajeo, le di la oportunidad y ella no la aprovecho, ahora que se atenga a las consecuencias de la decepción que ha sembrado en mí.

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