Prólogo

Otro día que despierto por las malditas pesadillas, otro día que me alimento más de esa impotencia que supone tener esos sueños.

Mis inicios no siempre son buenos y hoy no creo que mejore. Al ver la hora es muy temprano, pero como sé que no podré dormir más me levanto para lavar mi cara y asear mis dientes, listo con mi ropa deportiva bajo director al Gym no sin antes hacerme un batido de proteínas para beberlo antes de iniciar mi rutina.

Estirando mi cuerpo tenso por la pesadilla de hoy trato de relajarme pero me es imposible, sin poder hacer más y dejándome dominar por la ira me descargo con el saco de arena, lo golpeo como si fueran esos malditos malnacidos, sus caras riendo no salen de mi cabeza y eso solo supone más odio, mas rencor y más fuerza a la hora de que mis puños impactan con el saco.

—Tranquilo hijo de perra, el maldito saco no tiene culpa de tus putos problemas— junto a mí esta Malcolm el mejor amigo de papá y quien nos terminó de criar a mis hermanos y a mí cuando mis padres murieron, es como nuestro padre únicamente que él trabaja como jefe de mi seguridad —tenemos trabajo y podrás desquitarte— dejando de golpear el saco le miro con la respiración agitada por el esfuerzo, tomo la carpeta que me tiende –un hijo de perra se está aprovechando de su ex esposa porque tiene dinero, la dejó a ella y a su hijo sin nada, el maldito aprovechó su influencias y ganó el caso que se suponía era de su esposa— escucho lo que dice mientras le echo una ojeada a los documentos, el maldito bastardo dejó a su mujer en la calle con su hijo de apenas 2 años.

—Llama a los hombres y dile que lo lleven ya sabes donde, sin testigos ni errores hoy veremos eso y poder darle un escarmiento a ese hijo de perra, quiero la cuentas bancarias de la mujer, comuníquense con su abogado y con el abogado del inútil— Malcolm toma de regreso la carpeta.

—Ya todo está listo— le sonrío, no hay nadie que me conozca mejor que él, Malcolm realmente sabe cómo, cuándo y dónde hacer las cosas para mí.

—Entonces bien, me ejercitaré para prepararme, hoy es un día pesado en la empresa— le veo salir sin decirme nada más, es de pocas palabras y eso jamás cambiara en él, a excepción de cuando esta mi hermana.

Las horas pasan y yo termino mi rutina, saber que haré pagar a alguien por ser un hijo de perra me ha cambiado el humor para bien, saber que probaran mis fuertes puños me relajan muchísimo. Voy mentido en mis pensamientos mirando por la ventanilla cuando algo llama mi atención, al pedirle Malcolm que detuviera el auto este me mira por el retrovisor interno frunciendo el cejo.

—Vas tarde y jamás te gusta atrasarte— no detiene el auto.

—Por un demonio, detenlo, mira esa mujer me recuerda a alguien, creo que la conozco— él mira en la dirección que le señalo con algo de irritación.

—Claro que la conoces ella jugó contigo hace un mes atrás, me hiciste llevarla a su casa, tú fuiste conmigo— lo pienso y el flashazo viene a mí. Aquella mujer llegó por error a la habitación donde jugaba y la curiosidad le hizo participar, aunque solo me corrí en ella, pero su disponibilidad me dieron a entender que tiene potencial, pero al mirar tras de ella abro los ojos de par en par.

—¿Es eso lo que yo creo?— Malcolm resopla.

—Si es justo lo que crees ¿Podemos irnos ya? Me estoy enojando por esos idiotas tocar el claxon— la curiosidad me gana así que bajo del auto ante las protestas de Malcolm.

—Buenos días— saludo con mi gesto serio y mi tono indiferente, cuando le veo poner cara de terror despierto más mi curiosidad y las ganas de saber por qué salió de una clínica junto a su amiga y caminando como si le hubieran dado duro por el culo.

—¿Kahin Hamann?— se sorprende la mujer morena que le acompaña.

—Vaya, que me reconozca y me hable una mujer que solo me ha visto en revistas, periódicos y tv y que la que ha estado conmigo de una manera amistosa ni me mire me deja indiferente— miro a la mujer blanca de cabello negro y ojos oscuro como la noche, ella simplemente desvía la mirada.

—Hamann por favor debemos irnos ahora— sin hacerle caso a Malcolm sigo a las mujeres que se iban.

—¿Tanto te degustó lo que hice aquel día?— pienso en esa posibilidad, después de todo les di placer a las otras mujeres y solo me corrí en ella.

—Camilla debes decírselo— escuchar esa petición me hacen mirarle con más insistencia –no vale la pena que te lo quedes, después de todo nada nos garantiza que no lo acepte y ya está— lleno de curiosidad y mirando a aquella clínica el corazón se me acelera, yo no usé protección aquel día.

—No vale la pena, vámonos— tira de su amiga y mi mano no tarda en rodear su brazo con algo de fuerza.

—Quiero saber qué es eso que no me va a importar— la mujer temerosa me mira, a pesar de ser alta la veo pequeña ante mí por el temor que le produzco.

—Señor Hamann mi amiga no está bien y la verdad no puede estar mucho tiempo de pie por lo que le seré directa. Aquella noche donde usted se corrió dentro de mi amiga sin usar protección un mes más tarde trajo sus consecuencia— la mujer trata de que su amiga calle, pero esta está dispuesta a contarlo y aclararlo todo –y esa consecuencia llevó a un aborto, y aunque a mí no me pareció la idea la acepté porque está claro que usted también lo estaría, ahora aclarada las cosas pase buen día— sin soltar el brazo de la mujer y al contrario presionándolo más por el descaro y por contar algo así como si no importara le miro con odio mientras le respondo a su amiga.

—Ninguna de las dos me conocen y por ello no sabían si iba a estar de acuerdo o no— la verdad jamás he pensado en tener hijos, pero sin duda jamás obligaría a una mujer a sacarse uno que lleva mi sangre, y menos si el descuido fue mío —has decidido jugar con fuego— me dirijo ahora a ella —y como el fuego arde te vas a quemar con él— siento como Malcolm tira de mí, mi respiración se estaba agitando y pronto perdería el control, pero como siempre él lo evita y me aleja de ellas —quiero que esa mujer pague lo que ha hecho, mujeres como ella no deberían existir en este mundo— subimos al auto y pronto nos ponemos en marcha.

—¿No quieres que la investigue primero?— pregunta un poco cauteloso —¿Acaso hubieras tú aceptado a ese bebé?— su pregunta me enfurece más.

—Por supuesto que sí y tú lo sabes, quizás no hubiera sido el mejor padre, pero lo hubiera atendido y dado todo lo que hubiera necesitado, jamás me permitiría tener una muerte de alguien inocente en mi conciencia— le veo asentir varias veces.

—¿Estas consiente de que el dinero no reemplaza el calor y la presencia de un padre?— frunciendo el cejo le miro sin querer comprender lo que me dice —Hijo, si esa mujer hubiera tenido ese bebé de alguna manera hubiera sufrido, criarse con padres separados no es nada bonito, y conociéndote sé que tú jamás formarías una relación amorosa con nadie— como siempre él tiene razón, pero nada se hace a mis espaldas y me mantendré firme y en desacuerdo con la manera de proceder de aquella mujer.

—Me importa un coño lo que digas, quiero que pague lo que ha hecho, quiero que sufra así que ciérrale todas las puertas que puedas y aquí se termina el tema— como siempre que saco este carácter de mierda él solo calla y hace lo que le pido, tras hacer una llamada acelera el auto.

Llegados a la empresa como siempre las mujeres babean por mí y no se preocupan en disimular, después de todo la mayoría ha pasado por mi cama, situación que a Malcolm le disgusta, pero ese soy yo, si una mujer me gusta no me rindo hasta llevarla a mi cama e inducirla a todos mis deseos oscuros que ellas sucumben sin protestas y sin saber nada de mi mundo actúan como unas profesionales y es por ello que no me gustan las mujeres que se cohíben a la hora de complacerme.

—¿Cómo está el señorón?— entra mi mejor amigo de toda la vida. Loan Binder fue abandonado por sus padres y mis padres al ver a ese rubio sucio y solo por la calle a la edad de 9 años lo acogieron y desde entonces es como mi hermano, de hecho es mi hermano tiene el mismo derecho que yo y nuestra hermana en la empresa, pero él decidió ser el jefe de la sección de Marketing.

—Jodido y cabreado— me siento y le cuento la estupidez que hizo esa mujer a quien ya odio a mis espaldas.

—Mierda, que jodida situación— se lamenta él —¿Cómo pudo hacer algo tan feo? Mujer sin sentimientos— frunce el cejo —no sé por qué dios le da ese regalo a mujeres que no lo meren— entiendo por qué se ha puesto así, ser abandonado no se supera nunca, eso él me lo deja saber siempre y es el mismo motivo por el cual no se enamora ni piensa tener una relación ni hijos.

—Lo sé amigo y por ello la haré pagar— perturbado por lo que le he contado se levanta, choca mi puño y sale de mi oficina. Pronto el trabajo inicia.

Entre juntas, cenas, firmas de contratos con varios almacenes que distribuyen la marca Hamann, y también follarme a mi secretaria para liberar tensión y olvidar el descaro de aquella mujer llega la hora de ver a aquel hijo de perra que hace sufrir a su ex esposa y a su hijo.

—Déjenme ir maldita sea ¿No saben quién soy yo?— mi puño impacta con su rostro obligándole a callar.

—Me vale un coño quien carajos eres, dame lo que te pido— le miro tras el pasamontañas que tengo para que no me reconozca –dame acceso a tu cuenta y quiero que firmes todos los papeles…— sentir su saliva en mis ojos me llenan más de ira, sin medirme inicio a golpearlo una y otra vez hasta que Malcolm me aparta, mis hombres solo aprecian la escena.

—Está… está bien, haré lo que me piden, pero no me golpees más, y solo espero que no vengan rogándome perdón cuando me dé cuenta de quienes son— carcajeo por su estupidez y sus esfuerzos por parecer alguien duro. Malcolm se asegura de hacer todos los trámites y también de que firme una carta donde indica el motivo por el cual acepta cederle todo a su ex esposa y de esa manera dejar todos sus delitos escritos por sus propias letras.

—Ahora te podemos dejar ir feliz, y ya sabes… si haces una estupidez esta carta llegará a manos de las personas que tú menos deseas y te ira tan mal que querrás ser torturado por mí para no pasar por lo que te harían pasar todas esas personal— dándole un golpe certero en la cara lo noqueo —limpien todo rastro y los demás vengan conmigo, debemos hacer que parezca un accidente— sin más todos nos apresuramos a actuar.

Satisfecho por hacer pagar a un maldito más, voy a casa para asearme y salir con Loan, es viernes y me merezco una noche plagada de sexo y juegos sin control. Tras comer la deliciosa comida que me prepara Susana la mujer que me ayuda en la mansión y la única que ha soportado mi humor de mierda por años, salgo a mi encuentro con Loan en el hotel “PLEASURE” no solo es un hotel, tiene restaurante, bar y habitaciones para tener sexo, en resumen es un lugar Swinger, en él se practica el intercambio de parejas, juegos y para el placer sexual sin restricciones ni tabúes.

—¿Todo ha salido bien?— pregunta mi amigo al verme.

—Sí, un idiota más al que no le quedara ganas de fastidiar a nadie más— sonrío satisfecho al saber eso.

—Risitas me ha llamado y tienes sentencia a muerte, está enojada, quería hablar con los dos— resoplando me pido un trago, amo a mi hermana, la adoro, pero cuando se pone plan pesada es un dolor de huevo.

—No me jodas, solo espero que no me cuente un nuevo amorío ¿Acaso no se cansa de sufrir?— gruño fastidiado, a pesar de que a mi hermana le toco vivir algo realmente duro ella no se cierra a la oportunidad de amar y enamorarse aun cuando esos malditos bastardos en los que ella se enamora la engañen o le paguen mal. 

—¿Sabes lo que necesitas?— pregunta mi amigo a la par que mira a las de mujeres que están frente a nosotros —estamos donde queremos y solo debes aprovechar, olvídate de esa mujer de la cual te vengaras y le harás la vida imposible, olvídate de que nuestra hermana nos contará sus amoríos y vamos a divertirnos, la noche promete y hay mucho por disfrutar— se levanta y acomoda su saco con elegancia, las mujeres no tardan en ponerle el ojo a mi amigo. Es un hombre que al contrario de mi es relajado y permisivo con las mujeres, y eso lo veo mal, él se conforma con cualquier mujer y no debería ser así. Haciendo lo propio me levanto con ese estilo que me caracteriza, desprendiendo elegancia, sensualidad y respeto.

—Creo que llevas razón, hoy no ha sido un día fácil— suspiro al pensar en esa perra que se atrevió a matar a mi hijo. Pasando la vista por el lugar, como siempre tengo de donde escoger, solo me basta mirar a quien quiero por unos segundos y las tendré a mi disposición. Hoy tengo ganas de poner mis conocimientos en práctica y quiero a mujeres expertas y de altura. Tras decidirme por dos mujeres despampanantes una de piel morena, alta de pechos y culo enorme y la otra rubia bajita pero igual de buena les hago una invitación con un gesto de cabeza.

Subo a la habitación que me corresponde y me siento en un sofá después de colocar a the weeknd no hay nada mejor que esas canciones para disfrutar de una jornada de puro sexo erótico y lleno de juegos placenteros.

—Hola guapo— saluda la de piel morena, puedo apreciar que con la luz más clara es tremendamente ardiente, la recorro con la mirada y de esa manera poder dar mi aprobación, la rubia es un poco más cohibida, odio estar con inexpertas por esa misma razón, no me gusta ser profesor de nadie.

—Primero que nada solo se habla cuando yo diga— me levanto lentamente para cerrar la puerta que ellas dejaron abierto —segundo, no quiero que lo hagan todo con vergüenza, somos adultos y el sexo es algo que todo el mundo disfruta y si están aquí es porqué saben a qué venimos la mayoría— voy acercándome a las dos mujeres quien reaccionan como siempre lo hacen todas, escuchar mi voz supone un placer para las féminas y eso todo me lo hace fácil, pues siempre sucumben a mis deseos por muy oscuros que sean —tercero, hoy quiero llevar al límite mis conocimiento y ustedes han sido las elegidas— sonrío al estar frente a las dos, acaricio el cuello de ambas —todo es fácil conmigo, yo mando y ustedes obedecen, si se dejan llevar todo marchara bien, pero si se resisten al placer que yo puedo ofrecerles… les prometo follármelas hasta que cedan— sus respiraciones son casi nulas y eso solo me hace sonreír con arrogancia —para no hacer este encuentro intimo no pasaremos a los besos en la boca— jamás me gusta besar a nadie a la boca, no permitirían que me besaran con los mismos labios que hacen sexo oral –seré para ustedes “su señor”— sus respuesta la sé cuándo ambas se acercan a mí para tocarme, apartándome me vuelvo a sentar —las cosas la haremos así— doy un largo suspiro, me gusta planificar todo antes de dar inicio a cualquier cosa, me gusta calcular y ver mis opciones siempre —se darán una ducha las dos juntas, quiero un espectáculo, quiero que me demuestren si son capaces de hacer lo que yo pida— les miro con morbo y mi tono de voz no las dejan indiferentes, si algo he aprendido con las mujeres es que utilizando el tono correcto hacen lo que les pidas —quiero ver como se dan placer, quiero ser testigo de cómo su calor se eleva solo por saber que yo las estoy mirando con lujuria y con deseos de poseerlas— sus jadeos me hacen vibrar la polla. Al levantarme nuevamente me acerco a sus deseosos cuerpos, me encanta saber lo que produzco en las mujeres, ese deseo por mi aun cuando soy exigente me encanta, pero ninguna ha llegado a enloquecerme, pero sin embargo sí que me hacen pasar un buen rato. Tomándolas de las caderas a ambas caminamos los tres a la ducha, lleno sus cuerpos de mis atenciones mientras tanto, sentir como casi pierden el control por mis caricias y besos en el cuello me encienden de tal manera que quisiera arrancar sus ropas y follármelas duro como a mí me gusta.

—quiero que se deleite con las vistas que vamos a darle mi señor— susurra la rubia una vez besa mi pecho por sobre mi camisa, su voz es más excitante de lo que me imaginé, apartándose de mi camina al lugar donde están los juguetes y es ahí cuando me doy cuenta que me he equivocado con esa mujer de aparente inocencia. En su mano toma unas pinzas de pezones y clítoris con campanilla, un consolador de dos cabezas, un vibrador de clítoris y un arnés con una polla de 20 centímetros, mi cuerpo siente esos temblores que me indican que disfrutare de un gran espectáculo, solo mi imaginación me llevan a un estado de morbo increíble.

—Sin duda alguna lo voy a disfrutar mucho— mi voz es ronca y tremendamente erótica, estoy deseoso por iniciar este juego que será excitante y lujurioso —vamos no quiero esperar más— deja las cosas en el borde de la bañera y se van desnudando frente a mí, sus movimientos son lentos y calculados, se van dejando llevar por el ritmo que marca la canción, mirar aquellos perfectos y voluptuosos cuerpos quedando desnudos me hacen gruñir. Sus pechos operados y perfectos, sus pezones ya duros visiblemente, sus abdómenes sin rastro de grasa, sus montes venus en una depilación brasileña, sus cinturas tan curvilíneas y esa caderas anchas perfectas para aferrarse a ellas. Cuando se giran para meterse a la tina la cual ya estaba preparada ver sus enormes traseros me fuerzan a llevarme la mano a mi erecta polla y presionarla para por lo menos sentir algo y poder controlarla.

—¿Le gusta a mi señor lo que aquí ve?— pregunta con voz traviesa la morena a la par que se lleva los pechos de la rubio a la boca y succiona de ellos, respondo mordiendo mi labio.

—Me excita— inicio a desnudarme sin dejar de ver el jugueteo que ambas tienen una con el cuerpo de la otra, son unas expertas en dar placer visualmente y eso me gusta. Cuando estoy totalmente desnudo y ellas se fijan en mi puedo ver la sorpresa en sus ojos, eso causa mi enorme y gruesa polla cada vez que alguien la ve en todo su esplendor; pasando de sus miradas de asombro me meto junto a ellas en la bañera, un poco más apartado para poder apreciar más la vista. La rubia es quien dará placer, es dominante, ver como hace su voluntad crea en mí un deseo irrefrenable de dominarla yo a ella. Acuesta a la morena en el borde de la tina y devora sus labios con su boca, baja por su barbilla hasta llegar a su cuello donde deja una mordida. Toma las pinzas de pezones, los estimula y cuando estos están erectos se los pone, el hormigueo que siento en mi ansiosa polla es controlada por las caricias que me doy con la mano, el silencio se llena por los jadeos y las respiraciones pesadas de cada uno. Cuando llega la parte del clítoris paso saliva con dificultad aquella rubia mira el sexo de su amiga como algo que desea desde hace mucho, pasa la lengua por sus labios como saboreándolos acto que le imito yo también, el sexo de la morena es grande, con sus labios menores sobresaliente de los mayores, es bastante excitante verla. La rubia sin esperar más pasa su lengua a lo largo de la hendidura mojada de la mujer que da un grito de placer por lo que acaban de hacerle a su sexo, la rubia vuelve a pasar nuevamente su lengua y ya no se detiene, trabaja muy bien el clítoris tira de el con los labios, la mujer que recibe placer no deja de arquearse y temblar bajo las dedicaciones de su amiga.

—Siii, siii mmmm— escuchar sus gemidos un tanto exagerados me ponen.

—Colócale la pinza en el clítoris y mastúrbala con el vibrador del mismo— obedece inmediatamente a lo que le pido, la respiración agitada de la morena es como si agitaran la mía, ella no se contiene, disfruta mucho del placer que le dan, no se limita y lo demuestra todo, estar con mujeres que disfrutan de los juegos y el morbo hacen de este arte algo más interesante.

—Por Dios— se estremece la mujer con solo escuchar el zumbido que crea el objeto al vibrar, cuando este impacta con su clítoris presionado por la pinza soy testigo de cómo su cuerpo se convulsiona y las campanillas suenan al ritmo de sus convulsiones.

—Aumenta la velocidad— ordeno a la rubia quien sin pensarlo lo lleva al límite, no era consiente de cómo me estaba masturbando por el deseo que está despertado aquel juego en mí. La morena no tarda en correrse, sus gritos nos hacen gruñir a la rubia y a mí. Rápidamente la mujer toma el consolador de dos cabezas y se acomoda para introducirlo en la morena que aún no se recupera de aquel orgasmo y también introducirlo en ella. La rubia no deja de tirar de aquellas cadenas y así prolongar el exquisito orgasmo que le produjo a la otra. Las dos cada una con el consolador metido en sus cavidades a tal punto que sus sexos casi se rozan inician a moverse, sin poder ser espectador por mucho tiempo me uno al juego. Me levanto y me acerco a las mujeres que no paran de moverse con desesperación para darse placer una a la otras, sus movimientos son un vaivén —eso es, así está perfecto, quiero escucharlas gemir y que no se detengan, deseo verlas llegar a un orgasmo a la par, no se contengan y quiero que hablen y me hagan saber el placer que están teniendo— llevo mis manos a los pechos de la rubia mientras tanto la morena se adueña de mi polla con urgencia, sentir el calor de su boca me hacen temblar las piernas, esa sensación de placer, su lengua jugando con la cabeza de mi polla es algo que no puedo pasar por alto, gruño cada vez que se lo lleva hasta la garganta, esta mujer es buena y no puedo negar eso. 

—¡Oh mierda!— grita la rubia pasado unos minutos pronunciando su orgasmo —eso es muévete así…— me siento explotar, la morena aumenta sus succiones a la par que el calor va subiendo por su cuerpo creando un orgasmo que no tardaría en explotar, presiono los pechos de la rubia y tiro de las cadenas con fuerza para ayudarlas a llegar a ese orgasmo tan ansiado para los tres —si… si… oh mierda… oh siii— grita la rubia llegando al orgasmo seguido por la morena quien ahoga sus gritos con mi polla llenándola de leche hasta casi ahogarla.

—Busca las esposas— le ordeno a la morena, verla como camina con piernas temblorosas se me hace estúpidamente excitante, mi polla se va despertando nuevamente —ponte el arnés— le pido a la rubia, yo por mi parte me coloco un poco más al centro de la bañera para de esas manera estar a la distancia que se requiere para visualizar la posición que deseo hacer, cuando las dos están listas miro a la rubia —siéntate al borde la bañera— ella lo hace, le quito las esposas a la morena y se las pongo con los brazos hacia atrás —siéntate sobre tu amiga, practicaremos una doble penetración vaginal— la escucho gemir y hace lo que le pido, tras ponerme un preservativo me posiciono para poder penetrarla yo también. Poco a poco me voy hundiendo en ella, mi erección se siente apretada entre la polla del arnés y la húmeda cavidad de la mujer —joder…— gruño cuando estoy totalmente hundido en ella, la mujer se queja del dolor, pero eso no es de mi importancia, yo solo quiero placer y ya está —eso es así quédate quieta y disfruta de sentirte llena, siente como ella le da atenciones a tus pechos aumentando la delicia que proporciona las pinzas, siente como cada penetración que te damos fuerzan a tu clítoris hincharse más y con ello las pinzas se aprieten— sus gemidos aumentan considerablemente al igual que los movimientos de la rubia y los míos, la mujer tiene experiencia y lo vuelve todo más ligero y más fácil.

—Me  gusta tu cuerpo— susurra la rubia –por eso te amo tanto, ver como disfrutas no solo de mi sino de otras personas mientras estás conmigo, es único— sus palabras me aclaran mucho, son pareja, no sé cómo coño puede permitir eso, yo ni loco aceptaría que mi mujer hiciera algo así.

—A mí me encanta aaaahhh sii— los gemidos la interrumpen —te amo— escuchar esa palabra por segunda vez un poco más y me dan un cortazo, para terminar con ese momento romántico que me produce asco acelero mis penetraciones, lo que pensé sería un encuentro lujurioso y jodidamente morboso se ha convertido en un momento estúpidamente romántico. Cabreado por cómo se han tornado las cosas sin correrme pero esperando a que ellas dos lleguen a su orgasmo me aparto de ellas para ir a la ducha y asearme, sin decir palabra me inicio a vestir.

—Fue un placer jugar contigo— la rubia me tiende su tarjeta —estamos a tu disposición para cuando quieras— serio y con un gesto de cabeza asiento, no estoy loco para meterme en esta locura otra vez, mis juegos son solo eso, jugar con parejas supone pasar por lo que hoy he pasado.

Cabreado porque esta noche que prometía y estaba dispuesto a todo se dañara vuelvo a la zona de bar del hotel, cuando llego ya mi amigo está ahí hablando con las mismas mujeres con las que se fue horas antes.

—Eh amigo— me saluda con una gran sonrisa, sin cambiar mi gesto me voy a la barra para pedirme una bebida, no tarda nada en llegar hasta a mí –¿Inexpertas?— pregunta después de darle un sorbo a su bebida.

—Créeme que hubiera preferido mil veces eso— mi tono de cabreo con un ligero toque de asco es claro.

—¿Entonces?— insiste mi amigo para tratar de saber lo que me pasa.

—Las mujeres eran pareja e iniciaron con su absurda demostración de cariño mientras me follaba a una ¿Quién coño hace eso en un momento así?— pregunto con amargura y disgusto.

—Todas las personas normales Hamann ¿sabes lo que tú necesitas?— le miro con advertencia, si llega a decir algo con respecto a esa estupidez del amor le parto la cara de un puñetazo —no me mires así, tú lo que necesitas es a una virgen y con ello liberarte, y ya sé que no te gustan las inexpertas, pero créeme, estar con alguien que no ha sido tocada por nadie conociéndote sé que te va a gustar mucho— miro incrédulo a mi amigo, es medio imbécil la mayoría de veces y esta es una de ellas.

—No digas mamadas Binder, no me gustan las inexpertas y además esas vírgenes suelen enamorarse, pero la verdad aquí la cosa es que no hay vírgenes, hoy en día las mujeres o mejor dicho las niñas inician vida sexual temprana y yo no quiero cogerme a una niña no soy un enfermo— le miro frunciendo el cejo.

—¿Por qué no me haces caso? Podemos buscar una que sea mayor de edad— me encojo de hombros.

—Ante todo olvida esa absurda idea y respondiendo a tu pregunta, pues porque soy yo quien manda— carcajeo al sentir el puñetazo de mi amigo en mi hombro.

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