CAPÍTULO 4. NO HAY CULPABLES

Lucca se sintió como si estuviese en un sueño, de hecho por un momento pudo percibir un zumbido en sus oídos, pensó que iba a desvanecerse, se agarró del escritorio pero no fue suficiente, cuando estaba a punto de caer Alondra lo sostuvo y lo ayudó a sentarse. Él tomó su cabeza con ambas manos, respiró profundo y unos segundos después cuando se sintió más calmado dijo: —Alondra, no me parece correcto lo que vos estás haciendo, así sea para animarme, ya en mí corazón acepté que mi hijo murió, no juegues con eso.

Ella negaba con su cabeza —No estoy jugando señor Lucca, existen altas posibilidades de que Felipe esté vivo, los niños lo vieron en la playa, hasta les compró unos baldes con palas para que jugaran en la arena, mientras iba donde yo estaba, ¡Lo sentí, me besó! Me tocó y me hizo sentir todas esas sensaciones que solo Felipe es capaz de producirlas en mí, debe creerme.

— ¿Cómo sabes si los niños no se imaginaron todo y tú no estabas soñando?

Alondra abrió su bolso y sacó el clavel blanco mostrándolo —Por esto, se lo dio a Tad y le dijo que esa era mi flor preferida, mi hijo no tiene la imaginación suficiente para inventarse todo y usted sabe que significa este gesto entre nosotros, sus últimas palabras en su carta fueron "...cuando veas un clavel blanco allí estaré, con mis prosas y mis versos, solo para ti, cuidándote por la eternidad"—pronunció, luego le contó todos los detalles de lo sucedido, solo omitiendo lo relacionado con el momento que le hizo pasar junto a la playa.

De inmediato Lucca se levantó del asiento —Pero si está vivo, ¿Por qué no fue a ti o vino a nosotros? ¿Por qué se mantiene  bajo las sombras? ¿De qué se está escondiendo?

—Eso es lo que quiero investigar, llamé a Manolo y cuando le conté, le pregunté si era posible que Felipe hubiese salido vivo de allí, me respondió que si alguien era capaz de sobrevivir a esas detonaciones era Felipe, por eso quiero que me responda ¿Dónde está el certificado de defunción de Felipe?

—Nunca nos los entregaron, aunque lo pedimos, nos pidieron una serie de requisitos, luego de que los presentamos, alegaron lo de siempre, que por razones de seguridad no podían dar ninguna información, porque nos pondrían en peligro, insistí, pero no obtuve resultados. ¿Sabés lo difícil que fue para mí ni siquiera haber visto el cadáver de mi hijo? Ese ha sido el dolor más grande que he sentido en mi vida.

—Lo sé, con solo verlo me doy cuenta de lo que ha sufrido y me siento de cierta manera culpable por no haberlo atendido antes, debí venir a apoyarlo, pero de nada sirve lamentarse, no podemos cambiar el pasado pero si tener un mejor futuro. 

« Por otra parte, la búsqueda del certificado es el primer paso que tenemos, mañana a primera hora vendré a buscarlo para que hagamos todos los trámites pertinentes para que nos emitan ese certificado. Otra cosa, no puede decirle a nadie lo que sospechamos hasta estar completamente seguro, porque de no ser cierto crearemos falsas expectativas entre la gente.

—No hay problema, no tengo con quien hablar, mi esposa solo me dirige una que otra palabra, Valeria me dejó de amar—pronunció en tono de derrota.

—Cuando el amor es verdadero, no se acaba, trate de acercarse a ella, dígale como se siente, comuníquense, por favor no cometa los errores que cometimos Felipe y yo—se despidió de su suegro y salió a buscar a los niños.

Cuando caminaba a la sala, encontró a Valeria, quien tenía en sus manos una foto de sus dos hijos, de ella y su esposo, todos salían sonrientes, se veían felices, cuando la vio sus ojos se iluminaron y se limpió un par de lágrimas que empezaron a rodar por sus mejillas —Alondra, estás aquí, estaba viendo los felices que estábamos aquí, quien iba a pensar que tiempo después, nuestra felicidad acabaría, porque mi niño ya no estaría con nosotros—concluyó en un sollozo mientras Alondra le tomaba la mano para alentarla—no me gusta estar en esta casa, a veces pienso que en cualquier momento llegará.

—Se lo difícil que es reponerse, no ha pasado un solo día en que no lo recuerde y en que piense que debí actuar diferente el día de la boda y sincerarme con él, tal vez nada de eso hubiese pasado, pero luego me doy cuenta que Felipe no se detenía ante nada, cuando estaba seguro que algo debía hacerse de una manera, no había nadie que lo hiciera desistir.

— ¡Lo sé! Era un chico testarudo—dijo Valeria con una sonrisa.

—Lo que se hereda no se hurta—expresó Alondra en el mismo tono que ella.

— ¿Qué quieres decir? —Indagó ella.

—Qué de un par de padres, tercos, no puede salir más que un hijo porfiado como lo era Felipe. Señora Valeria, tal vez se vaya a molestar conmigo por lo que le voy a decir, pero su hijo también tenía un padre, ese señor que está en ese despacho, muerto en vida porque su hijo ya no está y su esposa ni siquiera le habla, no me parece justo que usted siga culpando al señor Lucca, si a eso vamos usted también permitió que se fuera a España con sus abuelos y de allí fue donde le surgió la idea de ingresar a la Policía Anti-Narcótica. 

« Y no crea que le digo esto porque quiero hacerla sentir culpable, si no que quiero mostrarle que la culpa no es de nadie, son cosas que pasan, Felipe tomó sus propias decisiones, y lo que le pasó son las consecuencias de ella. Él era un hombre adulto, con toda su capacidad, por ello hizo la elección que a su parecer fue la correcta, ¡No hay culpables! Y usted debe entenderlo. ¡Ya basta de buscar culpables!, está actuando de manera inmadura y haciéndole daño al hombre a quien ama —expresó con determinación—, mientras Valeria la veía sorprendida.

“No es necesario golpear para dañar a otro, las palabras agresivas duelen. El silencio del ser amado duele, la traición duele, el desprecio duele, la indiferencia duele”. Anónimo.

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