CAPÍTULO 5

Empecé abrir mis ojos debido a los rayos de sol que entraban por la ventana de mi habitación, parpadeé varias veces para acostumbrarme a esa luz tan resplandeciente. Busque mi reloj para visualizar la hora ya que siempre era la alarma la que me despertaba.

Estiré uno de mis brazos cerca de la mesita de noche para tomarlo. Casi me caigo de la cama de la impresión ¡Eran tardísimo!

Me quité las sábanas y me moví rápidamente para salir de mi habitación y ver si mis primas aún se encontraban en casa. Talvez mi reloj no tenía bien la hora.

Salí y definitivamente no había nadie en casa, no era posible que mi tía y primas no me despertaron, me acerqué nuevamente a mi reloj para verificar la hora y definitivamente las clases habían iniciado desde media hora, si me apresuraba iba lograr entrar en la segunda clase.

Corrí hacia el baño, me lavé la cara y los dientes, seguidamente me puse la ropa que encontré primero en mi armario, tomé mi mochila y me dirigí a la puerta de salida de casa.

Tomé nuevamente mi reloj y vi la hora. En diez minutos seria el cambio para la segunda clase, como dije la escuela no quedaba lejos de casa, así que si corría lo más rápido posible podría llegar a tiempo.

Tomé un respiro profundo y me di palmadas imaginarias a mí misma dándome apoyo y empecé a correr.

No era muy común en mi realizar este tipo de actividades, pero no me encontraba tan mal físicamente, practicaba baile moderno. — A escondidas de mi tía claro — Y eso me permitía tener una mayor resistencia en mis pies.

Gimnasia no era una clase complicada para mí, y agradecía de verdad esas clases, ya que en estos momentos me eran de mucha ayuda.

Llegué a la preparatoria, con la respiración entrecortada. Puse mis dos manos sobre las rodillas para descansar mi pobre cuerpo, tomé varias respiraciones profundas hasta poder controlar mi respiración.

A los pocos segundos el timbre sonó para el cambio de clase.

— ¡Ufff! A tiempo — Dije con la respiración entrecortada

No iba a tener problema en entrar, era una buena estudiante y sabían que si llegaba tarde era por una buena razón.

Pasé por la puerta principal y me encontré con Martin el conserje. Era un hombre de unos cuarenta años, moreno y un cuerpo normal. Era muy agradable varias veces me lo había encontrado por los pasillos y siempre lo saludaba, él siempre me respondía con una agradable sonrisa.

— ¡Hola Martin! ¿Qué Tal Estas? — Exclamé, poniendo mi cara más dulce.

— ¡Señorita Wilson! — Me saludó

— Oh ¡Por favor! ¡Solo dime Amy, te lo he dicho muchas veces! — el negó con la cabeza y con una sonrisa

— Y dime que haces por acá ¿No deberías estar adentro? — Preguntó

— Si tienes razón. Solo que se me ha hecho tarde, tuve problemas en mi casa y me preguntaba siiii ¿Tú me dejas entrar? Sabes que soy buena estudiantes y no te pediría este favor si no fuera necesario. — Dije lo últimos poniendo mis ojos de perrito

— Mmmm, ¡Está bien! — Respondió. — Pero solo porque eres mi estudiante favorita.

— ¡Gracias! ¡Gracias! — Decía mientras de daba un pequeño abrazo.

Me abrió las puertas y me dispongo a correr hacia mi casillero, tomé mis cosas y ya más tranquilamente me dirigí hacia mi clase.

(…)

Estaba en la cafetería esperando a Camila. Vi como tomaba su bandeja de comida levanté mi mano y la sacudí para que ella me viera. Sé que ella se muere por saber que pasó el viernes y yo estoy tan emocionada de contárselo. Ella se sentó junto a mí con su bandeja de comida y sin esperar más

— ¡Necesito detalles, ya! — Espetó solo al verme — El fin de semana me has dejado con ansias de saber lo que paso.

— Tranquila. — Le respondí —Disculpa por no haber ido a tu casa el fin de semana, pero me tía me castigo por llegar tarde, ya sabes como es y no pude salir.

— No sé por qué la sigues aguantando, sabes que en mi casa serías bienvenida — Me indicó.

Desde que mi amiga se dio cuenta que no recibía buenos tratos de parte de mi tía y mis primas, me había insistido en que me fuera a vivir con ella, era hija única y sus padres no tendrían problema en alojarme.

Yo tampoco tendría problema, pero no podía irme de mi casa, además si me iba ya no podría cobrar la herencia que mis padres me habían dejado y no estaba dispuesta a dejársela a mi tía. Esa era una de cláusulas del testamento, vivir en aquella casa hasta que cumpliera los dieciocho años. Es por eso que tenía que soportar a mi tía.

— Sabes que no puedo irme

— Si ya lo sé. La famosa herencia no te deja ir de aquella casa. Pero no me cambies de tema, ¡Necesito detalles ya! — Me dijo nuevamente

Le empecé a contar a mi amiga todo lo que sucedió, desde que llegué, el encuentro con aquel chico y su novia, y como ésta me había echado encima una cerveza. Cuando me dirigí al baño y entré a una habitación, cuando me quede dormida y el chico que me despertó y como rompí su lámpara y... me quede en silencio porque dos bandejas de comida se ubicaron enfrente nuestro.

Eran mis dos adoradas primas Hanna y Lanna.

Camila y yo nos quedamos viendo y luego volteamos hacia ellas. Esto era para nosotros algo inusual, ellas no se acercaban a nosotras ya que consideraban que éramos muy raras para juntarnos con ellas. Yo no tenida problema con eso ni siquiera me agradaba que me vieran mis adoradas primas, ellas me daban mala reputación a mí.

— Al grano. — Dijo Hanna. — Necesitamos que nos ayuden

Mis ojos se abren de sorpresa. ¡Ellas pidiéndome ayuda, en serio! Era el fin del mundo y no me han avisado.

— Esperen, Esperen, tiempo, tiempo — Exclamé haciendo gestos con mi mano como en baloncesto.  — ¿De qué me he perdido? ¿Acaso vinieron los extraterrestres y cambiaron a mis primas? Porque solo por ese motivo nos pedirían ayuda.

— No seas estúpida. — Me insultó Lanna. — Esto es de vida o muerte.

— Y ¿Por qué?

—Preguntó mi amiga.

— Acaso ¿no han escuchado el chisme de este fin de semana? — Respondió Hanna.

— No me interesa la vida de los demás. — Le respondí.

Mis primas estaban rojas de enojo y eso me divertía, pero en realidad no me gustaba la vida de los demás me enfocaba en mis estudios y no en los estúpidos chismes que a diario se formaban en la preparatoria.

— Pues, aunque no te importe te lo vamos a contar. — Mencionó Lanna

En serio era el fin del mundo, mis primas se acercaban a mi pidiendo ayuda y ahora me querían contar un chisme. ¿Dónde están las cámaras ocultas? Porque esto era algo sorprendente.

— El fin de semana nuestro adorado Adam Collins, tuvo un encuentro con una chica de vestido rojo.

Adam Collins, era el Capitán de Futbol Soccer, no lo conocía, solo escuchaba su nombre en los pasillos cuando la preparatoria obtenía algún triunfo, él era uno de los mejores jugadores. Ni siquiera lo conocía, talvez había visto su cabello castaño por ahí, pero nada importante. Mi amiga y yo nos quedamos viendo y luego volteamos a ver a mis primas y Lanna siguió contando.

— Resulta que aquella chica se metió a su habitación, la destruyo toda y no conforme con eso después se acostó con él y a que no saben lo más sorprendente es que aquella chica era virgen.

Empecé a toser, creo que me había atragantado con mi saliva de la sorpresa. Sentí que mi rostro palidecía al escuchar las palabras de Lanna. ¡No era posible que me había acostado con Adam Collins y además que este les contará todo eso!

Camila golpeaba mi espalda, para que pudiera calmarme.

—¿Qué te pasa Amy? — Preguntó Hanna.

— Me atraganté con una pasa... pero continua— le indiqué

— Ahora Collins quiere encontrar a la chica, parece ser que lo hizo tan mal que ahora quiere humillarla y cobrarle todo el desastre que ocasionó en su habitación.

— ¿Y eso que tiene que ver con nosotras? — Preguntó Camila

— Que ustedes son amiga de muchas sosas como Amy y de repente podían ayudarnos a encontrar a dicha chica— respondió Hanna.

— ¿Y ustedes que ganarán? — Preguntó mi amiga

— Fácil. — Respondió Hanna. — Collins está dispuesto a dar lo que sea por recibir información o dar con el nombre de dicha chica.

— ¿Y nosotros que ganamos con todo esto? — Pregunté. Demostrando desinterés en el tema, pero por dentro me moría de nervios.

— ¡Podemos ayudarlas a ser más populares!

— No me interesa. — Respondí cortante. — Y si me disculpan tengo cosas más importantes que hacer, que pensar en Collins y su chica misteriosa. — Tomé a mi amiga del brazo y la saqué de la cafetería.

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