DESPUÉS DE LA TRAICIÓN  (SERIE NUEVOS AMORES LIBRO 1)
DESPUÉS DE LA TRAICIÓN (SERIE NUEVOS AMORES LIBRO 1)
Por: Jeda Clavo
CAPÍTULO 1. EL PRINCIPIO

Martín estaba feliz, no cabía de la emoción, salió de la sala de reuniones a su despacho con una gran sonrisa y hasta con saltito y baile incluido, caminó al ascensor y esperó a que este llegara, mientras estaba sumido en sus pensamientos, por fin, luego de un par de meses entre reuniones, revisiones de contrato, su pequeña empresa en expansión Marketing y Publicidad M&M, había logrado firmar con una de las mejores empresas de alimentos del país. 

La empresa de Marketing, la había iniciado en sociedad con su mejor amigo, Marino Russo, desde que ingresaron a la universidad se habían convertido en inseparables, a pesar de que ambos eran de clases sociales distintas, mientras él provenía de una familia de clase media, donde su madre era docente y su padre era contable, los padres de su amigo eran dueños de joyerías, bancos, y socios en numerosas empresas del continente, sin embargo, eso no impidió que surgiera una gran amistad, que inició el primer día de clases. 

 

Martín solo contaba con diecisiete años cuando eso sucedió, estudiaba primer semestre de publicidad y Mercadeo, mientras Marino tenía diecinueve años y estaba repitiendo por tercera vez consecutiva el primer semestre, él iba corriendo concentrado, porque se dirigía con retardo a clases de Comportamiento del consumidor correspondiente al primer semestre, cuando impactó en la humanidad del otro joven, por supuesto más corpulento y fuerte que él, sus libros salieron disparados y como si fuera poco, la bebida que cargaba el chico se derramó en sus cuadernos. 

 

El joven apenado lo ayudó a recoger los cuadernos mientras le decía —¿Estás claro que fuiste tú quien venía distraído y colisionaste conmigo? ¿Cierto? 

 

—Lo sé, siento mucho haberte golpeado es que voy con retardo a clases, porque el profesor llega antes de la hora y cierra la puerta del salón a la hora en punto—declaró Martín. 

 

—¿Estás hablando del profesor Giovanni?—preguntó el joven, a lo cual Martín movió la cabeza afirmativamente—por cierto— continuó el joven—me llamo Marino y también tengo clases de Comportamiento del consumidor. 

 

—¡Vaya!—respondió el jovencito—para ir a la misma clase que yo, vas en dirección contraria, además no estás muy grandecito para ir a la misma clase que yo. 

 

—¿Acaso crees que estás en primaria o bachillerato que es donde debes tener cierta edad para cursarla?. Expresó Marino con un deje de molestia en su voz. 

 

—Lo siento, no fue mi intención ofenderte. Me llamo Martín. Creo que aún tenemos un minuto para llegar a clases, si corremos—inmediatamente lo hicieron y llegaron justo cuando el profesor comenzaba a cerrar la puerta. 

 

Desde ese día se hicieron inseparables, Martín ayudaba a Marino en todo lo relacionado con los estudios, lo instaba a estudiar, hacían los trabajos juntos y se convirtió en una buena influencia para su amigo, de lo cual fueron testigos los propios padres que aceptaron de buena gana a Martín. 

 

Así fueron pasando los años, cuando estaban en el sexto semestre de la carrera, comenzaron a estudiar también ingeniería industrial. Su amistad se fue consolidando con los años, a tal punto que ambos se hicieron huéspedes seguidos en sus respectivas casas, unas veces se iban de vacaciones a casa de los Russo Pascualotto y otras veces a los Landaeta Fernández, Marino se convirtió en otros de sus hermanos, incluso su familia lo había aceptado como un hijo más. 

 

Al graduarse a los veintidós años en publicidad y mercadeo, Martín quería crear una empresa de Marketing, pero no tenía suficiente dinero para emprenderla, por más que recibió ayuda de sus padres, quienes pidieron un préstamo al banco, no fue suficiente para poder constituirla, cuando Marino se dio cuenta, le ofreció una sociedad, aportaría todo el dinero necesario y Martín se encargaría de dirigir la empresa. No obstante, este aportó el dinero que habían pedido prestado sus padres y así inició su sueño. 

 

Habían transcurrido dos años desde que comenzó con ese proyecto, durante ese lapso habían tenido como clientes pequeñas empresas como tiendas de ropa, restaurantes, talleres mecánicos, pero nunca empresas de gran envergaduras, hasta ahora que habian firmado con esa red de supermercados a nivel nacional con posibilidades de extenderse a todo el continente,  a pesar de que ellos tenían un departamento de Marketing, debido a la amplitud de trabajo que implicaba, habían decidido contratar una empresa externa para que trabajaran juntos.  

 

Es así como se encargarían de asesorar y apoyar a la empresa, planificando, implementando y controlando actividades de Marketing, para lo cual debían efectuar investigaciones de mercadeo en los nuevos sectores donde se aperturarían nuevas sedes, trabajo que él había adelantado porque tenia la certeza que ese contrato le sería otorgado, de hecho esa fue su ventaja frente a los demás. 

 

Aparte de asesorar a la empresa, debía realizar un análisis DOFA, ello con el fin de tener en cuenta y actuar conforme a las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas, realizar planes y esquematizar estrategias y tácticas de marketing llevando el control y haciéndole seguimientos las actividades que se ejecuten. 

 

Salió del ascensor, le pareció extraño que su secretaria lo mirara con una expresión que no supo descifrar, sin embargo, la saludó con amabilidad —Señora Thais, buenas tardes, ¿Cómo ha estado el día de hoy? ¿Ha venido alguien de visita? 

 

—Señor Martín, en su oficina se encuentra la señorita Amarantha y el señor Marino. Me pidieron acceso a su oficina y les permití entrada. No se si hice bien—pronunció nerviosa. 

 

—No se preocupe señora Thais, está bien, ellos son dos de las personas en las que más confío, mi amigo, hermano y socio y mi novia, quien en un par de meses se convertirá en mi esposa—expresó con una radiante sonrisa para tranquilizar a la señora, sin embargo, ella no se sintió del todo bien, había algo en la actitud de la novia y el amigo que no le inspiraban confianza, a veces le daba lástima la ingenuidad de Marino. 

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Amarantha se encontraba sentada a horcajadas encima de Marino se movía seductoramente, frotando su intimidad con la masculinidad de él, mientras murmullos salían de sus boca, el deseo lo consumía de tal manera que se abrió el pantalón y le rompió la tanga, se introdujo de un solo empellón en su interior, ella lo besaba con pasión mientras ambos se movían violentamente, Marino no dejaba de acariciar y besar su humanidad, no se podía divisar donde iniciaba uno y terminaba otro, entre besos y caricias incendiaban sus sentidos, las palabras sobraban entre ellos, se limitaban a sentir y experimentar hasta que ambos estallaron en un orgasmo. 

 

Jadeos y suspiros salían de sus bocas, Marino la apartó un poco para poder retomar aire diciendo—Esto no me hace sentir bien, debes terminar tu relación con Martín, me siento como traidor, nunca debí dejar que me sedujeras. 

 

—No es que te sientas traidor, es que lo eres. Pero quiero que tengas claro, jamás terminaré mi relación con Martín, es el hombre que quiero para ser mi esposo, el que será el padre de mis hijos, es tierno, cariñoso, correcto, fiel, aunque no lo creas lo amo. Tú solo eres pasión, un revolcón, solo para que pasemos un rato, pero él es para siempre, nunca querría en mi vida a un hombre que va de mujer a mujer como las abejas de flor en flor. 

Marino la levantó con molestia, apartándola de sí, se arregló la ropa y caminó hacia los ventanales—Él es un pobretón, con el vivirías alcanzada, en cambio conmigo lo tendrías todo—pronunció con aire de soberbia. 

 

—No todo es solo lo material, además algún día Martín conseguirá un contrato millonario que levantará esta empresa—manifestó la mujer con seguridad. 

 

—¿Qué tal si le digo la verdad? Que del año que han estado juntos has sido mi amante los últimos cuatro meses—la amenazó el hombre. 

 

—¿Serías capaz de  causarle daño a tu amigo casi hermano?—interrogó ella frunciendo el ceño con una expresión de suficiencia. 

 

—Creo que no estaría causándole daño, más bien lo estaría librando de la arpía que eres—afirmó con rabia. 

 

—Pero te encanta fornicar con esta arpía—pronunció acercándosele ya vestida, pero en ese momento, escucharon que abrían la puerta del despacho. 

 

Martín abrió la puerta, sin quitar la expresión risueña que lo caracterizaba, apenas entró observó a su novia y a su amigo, él se encontraba  parado mirándo por la ventana mientras que ella estaba en el sofá, sin embargo, su expresión era turbada, dejó de sonreír y preguntó —¿Qué tienes amor? ¿Pasa algo? ¿Te duele algo? 

Enseguida Marino se volteó y respondió —Martín amigo querido, creo que es hora de que te diga la verdad, ya no puedo seguir callándola. 

 “No temo al enemigo que me ataca sino al falso amigo que me abraza” Anónimo.

 

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