Capítulo 5.

Damien contó hasta diez en su mente, cerrando los ojos fuertemente para no impulsarse y terminar de arremeter con todo contra el chico al cual terminaba de quitarle la virginidad.

Abrió los ojos para ver al chico que tenía debajo de él con la cara tapada, dejando ver algunas lágrimas que traspasaron sus manos. En un intento de que el chico dejase de llorar, comenzó a repartir besos en la pierna que tenía sobre su hombro para evitar que este siguiese llorando y también para quitar algo de malestar en el cuerpo del chico en lo que se acostumbraba.

Liam comenzó a soltar pequeños suspiros, llenándose el cuerpo completo de satisfacción al recibir tales atenciones por Damien. Quitó sus manos de su rostro, al mismo tiempo que desaparecía las lágrimas de sus ojos y sus mejillas.

La otra pierna que estaba en el escritorio fue colocada en la cadera del mayor dando inicio a una serie de penetraciones lentas, pero profundas, que le daban olas de placer a gran parte de su cuerpo causando que gemidos llenos de placer y con algo de dolor, al no estar acostumbrado, salieran de su boca.

Damien al ver esa acción del chico aceleró un poco las embestidas dándole en sí, en la próstata causando que más gemidos salieran de sus carnosos labios. Apoyó sus manos a cada lado del chico y dejó que su instinto lo dominase.

Las embestidas siguieron con más fuerza, arremetiendo cada vez con más velocidad contra el ano de Liam. Salió con suavidad del cuerpo del mitad gato e hizo que este se echara un poco hacia atrás y él poder sobre el escritorio, y sobre todo estar más cerca del rostro del pequeño.

Liam lo miró sin entender por qué se había detenido, hasta que este le dedicó una sonrisa coqueta y volvió a tomar las piernas del chico colocándolas en el mismo lugar en el que anteriormente estaban. Las manos de Liam se colocaron en sus hombros, apretándolo cuando arremetió de golpe contra su cuerpo entrando nuevamente, con mucha más facilidad por la anterior intromisión.

Damien bajó un poco la mirada viendo los labios del chico, los cuales ya estaban rojos por las veces que este se había mordido. En un intento de hacer las cosas más íntimas besó de forma tierna al chico, dándose cuenta de que este no tenía ningún tipo de experiencia besando a alguien por los torpes movimientos que este hacía con su boca.

Sin dejar de penetrarlo con rapidez, adentró su lengua dentro de la cavidad bucal del menor dándose paso a explorar cada parte que su lengua podía llegar.

Los gemidos que salían de la boca del chico eran callados por los labios de Damien, quien un momento de que el chico comenzara a disfrutar más de lo que ya estaba tomó su larga cola y dándole caricias que ponían a mil por hora el corazón y cuerpo de este.

Ambos cuerpos estaban sudorosos sobre el escritorio, se podían escuchar los jadeos de ambos salir de sus labios en el salón de clases, el choque de sus pieles hacia un sonido obsceno que pasaba de desapercibido entre ambos al estar concentrados en sentirse el uno con el otro.

Damien buscó varias formas de hacer estallar al chico, hasta que sintió la presión en su miembro y algo húmedo en su abdomen. No deseaba correrse tan pronto, pero la presión alrededor de su miembro era mucha por lo que salió del interior del chico e hizo que se bajara del escritorio, y por último que su pecho quedara sobre la superficie.

No lo pensó dos veces para arremeter otra vez contra la pequeña entrada de este. Agradeció que el chico estuviese notoriamente excitado o si no sería un gran problema a la hora de metérsela toda sin algo de lubricación.

Liam, quien aún no se recuperaba de su reciente orgasmo estaba apretando los extremos del escritorio, tratando de sostenerse de algo y no caerse al solo tener los calcetines puestos y nada más. El piso debajo de él estaba realmente resbaloso.

Mordió su labio, tratando de acallar sus gemidos a medida que las embestidas y que los minutos pasaban cada vez eran más y más altos. Lo único que sentía a su alrededor eran las fuertes manos de Damien sosteniendo de las  caderas. Nunca en su corta edad había sentido algo tan parecido al placer que estaba sintiendo justo en ese instante, la forma en la Damien tocaba su espalda con sus labios y las posibles marcas que dejaba a su paso era algo que nunca pensó sentir.

Sintió algo húmedo correr por sus piernas, seguido de la respiración de Damien sobre su cuello, cuando dejó caer casi todo su cuerpo sobre el suyo.

— ¿Cómo estás? —apartó el cabello del rostro de Liam, quien tenía los ojos cerrados.

— Creo que estoy bien —murmuró, sin abrir los ojos—. Duele mucho.

— Es normal que te duela la primera vez —volvió a darle leves caricias a la cola del menor—. Te irás acostumbrando a medida que vayamos teniendo sexo —le restó importancia al asunto.

— Dudo mucho que pueda acostumbrarme a esto —murmuró—. Eres tan grande que siento mi culo bastante estirado.

— Si a eso le llamas estirado con mi pene flácido y imagínatelo erecto —se burló—. No te muevas —salió del chico, soltando su cola en el proceso.

Liam asintió, cerrando los ojos y dejando salir un suspiro lleno de cansancio. Sentía sus ojos pesados, pero aun así, estaba consciente de todo lo que pasaba a su alrededor e incluso cuando Damien fue hacia la papelera para mojar una pequeña toalla y limpiarlo un poco.

Con algo de esfuerzo se sentó en el escritorio, haciendo una mueca por el dolor punzante en su espalda baja.  Al menos podía agradecer que tuviera sus calcetines puestos.

— Bebe esto —le pasó una pastilla y una botella de agua—. Es para el dolor.

— Usted tenía todo bien calculado —desvió la mirada hacia una de las ventanas cerradas del salón, ya que Damien aún estaba completamente desnudo.

— Soy de esas personas a las cuales les encanta tener todo bien planeado a la hora de la acción —se puso la ropa interior—. Esa pastilla hará que el dolor se vaya más rápido por lo que mañana solo sentirás uno que otro malestar.

— ¿Cómo sabe todo esto de los híbridos? —preguntó, alzando sus piernas para que Damien le pusiera la ropa interior.

— No hagas preguntas que no debes de hacer —dijo serio—. Por el momento, solo debes de saber lo que tienes que saber.

— Si, lo siento —alzó sus brazos y Damien le colocó el resto de la ropa en completo silencio.

Aún quedaba algo de tiempo antes de que su padre llegase por él a la escuela, por lo que le daba tiempo a organizar sus cosas. El chico se bajó con algo de paciencia del escritorio para tomar su mochila, y revisar su teléfono.

— Bebe más agua, gatito —le pasó la botella de agua—. Tu cuerpo se deshidrata rápido y será mejor que ocultes bien tu cola —señaló—. Puede que el conserje esté por el pasillo cuando salgas. 

El chico asintió y entró su cola, acomodándola alrededor de su abdomen donde se le hacía más cómoda de tener, aunque de vez en cuando le daba algo de picazón.

Damien una vez que estuvo listo con su típico traje abrió la puerta para que el conserje, el cual estaba en el pasillo entrase al lugar y pudiese limpiar el aula. Al menos recogió y limpió el escritorio y quitó las manchas de semen que había dejado sobre este. 

Liam quien se encontraba en uno de los pupitres sostuvo su mochila contra su pecho, notoriamente nervioso por si el hombre que se encontraba limpiando el aula se diera cuenta de algo o que al menos su sentido del olfato fuese igual que el suyo al momento de detectar los olores de su entorno.

El hombre salió, dejando solos una vez más a Liam y a Damien. 

— Ven —le hizo una seña para que fuese hacia el escritorio.

Liam asintió, colocando su mochila en una de las orillas del escritorio y luego lo rodeó.

— ¿Qué tanto te duele? —lo tomó de la cadera e hizo que se sentara sobre sus piernas a horcajadas.

— Un poco — murmuró — La pastilla me está ayudando con eso, señor.

— Bien —se pasó la lengua por los labios— .Espero que no le hayas dicho a nadie sobre esto, Liam —rodeó su cadera.

— No le he dicho a nadie —bajó la mirada—. No tengo con quien hablar y no puedo decirle a ninguno de mis padres. 

— Sabes lo que te conviene y eso es algo que me gusta de ti —sonrió—. Sólo esperemos a que nadie salga perjudicado.

— Sí, señor —asintió—. ¿Puedo hacerle algunas preguntas? 

— No la responderé todas —Liam asintió, rápidamente—. Puedes hacerlas.

— ¿Por qué decidió que yo debía de acostarme con usted? 

— Porque me gustas, Liam —dijo, como nada.

— Lleva años en esta escuela —Damien ambas cejas, asintiendo—. ¿Por qué hasta ahora decidió meterse con un estudiante? 

— No me gustan ninguno de estos niños —rodó los ojos—. Detesto tener que lidiar con ellos.

— Creo que tengo todas las respuestas a las preguntas que me has hecho y también a las que estás pensando —Liam ladeó la cabeza—. Soy un hombre muy ocupado, y hace algunos años ayudé a uno de tus abuelos en algo y él me ayudó a mí.

— ¿Mis abuelos?

— Ayudé al gran Liam Jackson, en algunas cosas de su pasado. Borré cualquier rastro a lo largo de todos estos años al igual que mi padre…

— No estoy entendiendo —susurró, algo cohibido—, ¿Tu padre?

— Por el amor de Dios —puso los ojos en blanco—. Creo que la única persona que no sabe nada del lado oscuro de tu familia, eres tú. Tu abuelo Liam Jackson era uno de los grandes mafiosos que pudieron haber existido en este mundo… no, es el único hombre que pudo gobernar tres continentes el solo y fue el único que aún mantiene ese récord —la expresión del chico fue de asombro—. Mi padre era la mano derecha de Liam Jackson… bueno mis padres adoptivos.

—  ¿Tus padres adoptivos? 

— Michael Clifford y Calum Hood. Ellos eran mis padres adoptivos, pero lamentablemente ambos murieron hace algunos años en un supuesto accidente en el coche. Liam me ayudó a encontrar a los responsables de esa muerte y yo mismo acabé con sus vidas. Esto que estás viendo ahora no es nada comparado a lo que realmente tengo —apretó su cadera—. Tengo todo el poder de un continente en mis manos, puedo hacer lo que desee y eso termina contigo.

— ¿Conmigo?

— La primera vez que te vi fue hace algunos años. Cuando tenías catorce y estabas con tus padres en una fiesta de alguna fundación de caridad, estabas tan distraído que no dudé en saludarte, pero te levantaste de tu lugar y te fuiste con uno de tus primos. Esa noche Liam me dio todo lo que tenía, dijo que no quería nada más que vivir lo que le quedaba de vida con su esposo y ver a sus futuros nietos nacer y tener hijos…

— Eres un mafioso —lo interrumpió—. Mi familia sabía de todo esto…

— La nueva generación de los Jackson Hamilton  sólo saben algunas cosas, Liam —lo interrumpió—. Tu abuelo sabía cómo jugar muy bien sus cartas a la hora de mantener a su familia alejada de los demás y eso es algo que siempre admiré de él a lo largo de los años —suspiró—. Sólo controlo este continente y nada más, este trabajo es una simple fachada que tu abuelo me enseñó al igual que mi padre. Tus tíos Edward y James controlan el mercado negro en Europa por lo que tu abuelo siempre los tiene vigilados.

— ¿Quién controla el tercer continente?

— Jeremy Sommers. Él se ganó ese puesto hace un tiempo, justamente el día de tu rescate.

— ¿Alguna vez usarás eso en mi contra? 

— Obviamente, gatito —besó castamente sus labios—. Tienes que hacer todo lo que diga y toda tu familia estará sana y salva e incluso tu amiguito Cristian.

Liam asintió, y jugó con sus dedos de forma distraída pensando en todas las palabras que ese hombre le había dicho sobre su familia.

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