Capítulo 3.

Cristian salió de la escuela mirando a las personas que estaban pasando por su lado como si él no existiera y eso era algo que agradeció enormemente. Tenía sus audífonos puestos por lo que el ruido de la calle pasaba a segundo plano, un segundo plano muy alejado de su realidad. 

No pudo evitar rodar los ojos cuando el carro de Nick pasó por su lado haciendo más ruido del que era debido hacer. Eso solo implicaba que tendría que comenzar a hacer las clases él solo una vez más. 

Odiaba cuando le ponían algún trabajo junto con Nick, la mayor parte del tiempo le tocaba hacer todo a él solo, por lo que las notas del otro eran igual de altas que las de  él en algunas asignaturas.

Saludó al portero con una sonrisa y fue hacia el elevador para marcar el número  de su piso, cuando las puertas se cerraron sacó su cola de su lugar. Era demasiado larga para su cuerpo la medida de la cola era prácticamente  desde el ombligo hasta su tobillo, algo que le dificulta el caminar algunas veces porque tenía que tenerla envuelta en una de sus piernas o alrededor de su abdomen.

Se apoyó de la pared y cerró los ojos un momento en el que por fin llegó a su destino. De solo pensar que tenía que hacer tareas con Nick era algo que le ponía los pelos de puntas, aunque, mirándolo por el lado bueno solo serían pocos meses lo que quedaban de clases y ya después irían a la universidad, lejos de él y de sus irritantes amigos. 

La puerta del elevador se abrió y fue rápidamente hacia su departamento antes de encontrarse con alguno de sus vecinos que solo se la pasaban chismoseando en el pasillo como si no tuviesen más nada que hacer.

Cerró la puerta detrás de él y fue hacia su habitación para darse un baño no sin antes calentar un poco de comida en el microondas, o sea, de la que quedó el día anterior a ese.

Se dio una rápida ducha y se puso una ropa ligera para matar el rato  en lo que comía para ponerse hacer tareas. Después de terminar de comer se dispuso a lavar el plato que uso, y en ese mismo instante colocó el plato en su lugar el timbre fue tocado.

Fue hacia la sala para ver la hora en su celular y aun no era hora de que Nick llegase a su casa pensando que era la suya, eso solo pasaba en una de sus borracheras. 

Se calmó, y luego puso su cola alrededor de su abdomen donde podía pasar desapercibida por quien sea que estuviese del otro lado de la puerta.

— ¿Qué haces aquí, Nick? —fue lo primero que salió de sus labios en cuanto abrió la puerta.

— Vine a hacer las tareas —se encogió de hombros e hizo a un lado al chico para pasar—. Pensé que éramos un equipo.

— Tú nunca vienes hacer tareas conmigo a menos que tengas algo en mente —murmuró, cerrando la puerta—. Creí haberte visto con tus amigos en tu carro.

— Así fue, pero como dije, tengo que hacer las tareas atrasadas contigo en lugar de ir de fiesta con ellos.

— ¿Estás consciente de que hoy es lunes? —subió una ceja—. Sé que los viernes es el día en el que vas de fiesta con tus amigos.

—Sí, eso lo sé —puso los ojos blancos y se dejó caer en el sofá—, pero tengo que mejorar mis notas y me tocó la persona que más deseaba hacerlo.

— Iré a buscar mis útiles —susurró, con la mirada baja.

— Tus útiles están justo aquí —señaló al pie del sofá—. Así que ven y comencemos con las tareas, por favor. 

— Tu nunca me dices por favor —se sentó en el piso al lado de la mesa para quitar los objetos que estaban sobre ella—. Sólo lo dices cuando quieres tener sexo conmigo.

— Siempre hay una primera vez —le guiñó un ojo—. Ahora terminaremos con las tareas al menos una parte de ellas.

Cris asintió no muy convencido del cambio de actitud de Nick con él en ese instante, pero mientras más rápido las cosas acabaran todo sería mejor para él. Su cola comenzó a molestarle en su lugar. Chilló cuando la mano de Nick se metió debajo de su ropa para sacar su cola de su lugar  y dejarla al aire libre.

— Así se ve mucho mejor —dijo, sin mirarlo.

Cristian asintió, tomando sus apuntes para comenzar a escribir en el cuaderno de Nick las cosas que debía de comenzar hacer en lo que él avanzaba sus tareas de ese día. Nick comenzó hacer todo lo que Cristian le puso en una hoja sin queja alguna, no necesitaba discutir ese día solo porque no entendía o no quería hacer algo que su profesor le había puesto al igual que a los demás estudiantes de su escuela.

Después de estar varias horas en eso, Nick al fin terminó en el mismo instante que una taza de chocolates fue dejada frente a él con unas galletas.

— Es lo único que encontré en mi refrigerador —dijo Cristian, un poco apenado.

— Descuida —tomó la taza de chocolate y le dio un sorbo—. Terminé de hacer lo que pusiste.

— Me parece bien —dijo, algo pensativo—, ¿En verdad te mudaste a este edificio por mí?

— ¿A qué viene esa pregunta?

— Solo pregunto —mordió su labio—. Me dijiste una vez que fue para estar más cerca de la persona que te podía dar sexo las veces que desearas y por lo visto esa soy yo.

— ¿Y si fuese por otra razón por la cual me mude en el mismo edificio que tú y sobre todo en el mismo piso? 

*****

Liam se mantuvo en silencio tratando de que las palabras de Damien terminaran de llegar a su cerebro y que sus neuronas no se quemaran en el proceso. El hombre frente a él tenía una carpeta con toda su vida en ella, con todas las cosas que le habían hecho en ese lugar en el que alguna vez estuvo pasado día y noche lleno de torturas para un niño de recién nacido hasta que cumplió la edad de cuatro años.

Él pensaba que su abuelo había borrado cualquier rastro de ese lugar, pero el mundo o el destino estaban en contra. De eso no hay duda alguna.

— ¿Y si no quiero hacerlo? —se atrevió a preguntar y Damien rió.

— Tengo varios videos tuyos de cuando eras pequeño, Liam —ladeó la cabeza—. No es difícil saber que eres tú por las marcas que tienes en tu cuello —se encogió de hombros—. Tienes la marca de nacimiento de un Jackson..., y créeme que tengo muchos medios para conseguir más pruebas de que eres un híbrido y la vida de tus padres se irá al demonio y con eso quiero decir que la carrera de tú padre Noah caerá en un abrir y cerrar de ojos.

— No lo haré —se abrazó a sí mismo—. No seré la puta de un profesor...

— No te estoy pidiendo algo del otro mundo —dejó la carpeta en uno de los pupitres—. Piénsalo, tienes hasta mañana para darme una respuesta —hizo una seña hacia la carpeta—. Te la puedes llevar, lo único que encontrarás serán copias, tengo más papeles de donde salieron esos.

Liam tomó rápidamente los papeles y fue hacia donde estaba su mochila para tomarla y luego salir de allí más rápido que como habían entrado a ese lugar. Le diría a sus padres que deseaba volver a estudiar en casa una vez más, le pediría a ambos que volvieran otra vez a Inglaterra.

— No puede irse, joven Liam —el menor miró a su profesor—. Tiene que hacer tareas para ponerse al día y además, sus padres deben de estar enterados de que estará aquí conmigo el resto de la tarde —puso unas hojas sobre el pupitre—. Tiene dos horas para entregarme lo que le estoy pidiendo.

Liam respiró varias veces, pero asintió sentándose en el lugar que anteriormente estaba. Buscó sus cuadernos y comenzó hacer los pedidos que este le puso.

Mientras usaba el libro que Cristian le prestó la mirada del mayor no se despegaba por nada del mundo de su cuerpo algo que lo ponía en una situación en la cual no podía concentrarse por más que lo intentara.

Era demasiada tarea para hacerla en tan poco tiempo, y su profesor tenía por lo visto dejarle tareas y más tareas ese día para que no tenga descanso alguno cuando llegase a la casa.

Un suspiro lleno de alivio escapó de sus labios cuando Damien se levantó de su lugar para luego salir del salón de clases con rumbo a sabrá Dios donde. La carpeta a su lado se veía tan tentadora como para tomarla y leerla.

Dejó sus útiles a un lado y comenzó a leer las primeras páginas.

 En esas simples hojas estaban todas las cosas que le habían hecho en ese lugar e incluso fotos de cuando llegó hasta el último día que estuvo preso en esas cuatro paredes. Había informes de cómo los experimentos que hicieron con él fueron cambiando al pasar los días y las semanas.

Frunció el ceño al ver cosas sobre Cristian también en esa carpeta y de otra persona que conoció hace algunos años en Londres en una de las fiestas de sus abuelos. Debía de ser una broma de pésimo gusto.

— Puedo hacer que todos se enteren que tu familia está llena de personas como tú —saltó en su lugar—. No sólo tú estarías expuesto a todo esto sino las personas que quieres y otras más que son parte de la organización de tu abuelo.

— ¿Por qué me haces esto? —subió la mirada hacia el mayor—. Inicié las clases hoy y ya tengo que ser todo lo que me pida.

— Digamos que eres un chico muy peculiar y desde hace años sigo todos tus movimientos —se apoyó en su escritorio—. No te estoy pidiendo matrimonio.

— Pero no estoy seguro de hacer algo como eso, señor —cerró la carpeta.

— Tienes la edad suficiente para hacer esto —se cruzó de brazos—. Eres mayor de edad y puedes hacer lo que te estoy pidiendo.

— No estoy seguro —negó con la cabeza.

— Piénsalo, Liam —se acercó al menor—. Tienes dieciocho años y no te estoy pidiendo que te cases conmigo por el amor de Dios, ¿Estás consciente de que la vida de esas personas está en mis manos?

— Estoy muy consciente de eso —murmuró—. Usted puede estar con más personas aparte de mí.

— Pero yo solo te quiero a ti —se pasó la lengua por los labios—. No me gusta lo común y tú eres un chico muy sexy —las mejillas del niño se pusieron rojas—. Solo tienes que decir que si y sólo será sexo y nada más, nadie se enterara de lo que hagamos a menos que tú decidas que alguien lo sepa.

— ¿Por cuánto tiempo sería que estaríamos  juntos? 

— El tiempo necesario, Liam —se encogió de hombros—. Faltan pocos meses para que el año escolar se termine e ingreses a la universidad si es que deseas hacerlo.

— Creo que puedo hacerlo —desvió la mirada y Damien abrió los ojos a más no poder, sorprendido.

— Acabas de decir que aceptas —dijo para sí mismo—, ¿En verdad acabas de hacerlo?

— Sí, señor. Acepto tener sexo con usted las veces que quiera.

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