Capítulo 2.

Cristian metió a Liam en el baño de la escuela después de que tocaron el timbre para que volvieran a ingresar a clases. Vio como todos los cubículos del baño estaban vacíos y cerró la puerta para que nadie entrara.

Liam observaba cada uno de los movimientos de Cristian esperando que este le dijera algo de lo que estaba esperando desde que entró a ese lugar. Con una sonrisa nerviosa sacó su larga cola del pantalón de la escuela y Liam pudo observar del color que era, era del mismo color que el mechón que tenía Cristian en su cabello.

Era de color blanco, se veía de una forma tan suave que le dio curiosidad en saber cómo se sentía  al tocarla. Cuando lo hizo se sorprendió al sentirla tan suave al tacto. Dio varios pasos hacia atrás y también dejó ver su larga cola también con la única diferencia que esta parecía más a una cola de zorro que a una de gato.

— También soy igual que tú —sonrió, forzado—. Soy mitad gato, solo que mi cola es de un color claro así como la de los zorros.

— Eres parte de esos experimentos que hicieron hace años en Venecia —dijo para sí mismo—. También soy parte de esos experimentos…

— Yo soy parte de estos experimentos también, solo que yo fui robado desde mi nacimiento hasta que cumplí los tres años —sonrió, triste.

— ¿Tus padres biológicos están vivos? 

— Si, lo están —se recostó de la pared—. Ellos no superan algunas cosas de mi vida en ese lugar y hasta que uno de mis primos también fue secuestrado con el mismo propósito.

— No puedo creer que hayas pasado por eso mismo —murmuró—. Cuando tenía tres años me sacaron de ese lugar, fue un señor que tenía el mismo nombre que tú por lo visto. Cada cierto tiempo él manda dinero a mi casa para pagar mis estudios, desde que cumplí dieciocho siempre está pendiente de mí y de los demás niños con los mismos problemas que nosotros.

— Ese señor es mi abuelo —sonrió, y luego puso su cola en su lugar—. Digamos que la persona que me secuestró me puso el nombre de mi abuelo y a mí me torturó día y noche —mostró algunas marcas que estaban en sus brazos que parecían ser lunares—. El color de mis ojos es una muestra clara de eso, mis padres tienen los ojos marrones y en mi familia la única persona que tiene los ojos azules es el esposo de mi tío —suspiró—. Mis padres me han ayudado mucho al igual que mis abuelos…, no sé qué haría sin ellos.

— Al menos tienes a tus padres contigo —su mirada se tornó triste—. Mis padres murieron el mismo día que fui secuestrado en Venecia. Ángelo Millet es el causándote de todo esto.

— Según lo que escuché —caminó hacia la puerta—. Ese hombre tiene hijos por todas partes —salieron del baño—. Uno de mis tíos lo es.

— Tu familia está llena de sorpresas, Liam —ambos rieron.

Detuvieron las risas una vez que llegaron al salón de clases y no vieron a nadie en el pasillo. Jugaron piedra, papel o tijera para saber quién tocaría la puerta hasta que Liam perdió y le tocó tocar la puerta.

La voz que hablaba del otro lado de la puerta se detuvo y Cristian tuvo la magnífica idea de ocultarse detrás de Liam por si hubiese alguna masacre en el pasillo.

El profesor abrió la puerta dejando ver al profesor Damien Nichols con el señor fruncido con cara de pocos amigos. El profesor cerró la puerta detrás de él después de decirles a los chicos unas cuantas cosas que tenían que hacer para entregar al final de la clase.

— Esperaba más de usted, joven O´Donnell —Cristian salió de su escondite—. Es el primer día que está en esta escuela, señor Hamilton , y ya está en problemas.

— Lo sentimos, profesor Nichols —dijo Liam, jugando con sus dedos—. Es que estábamos en el baño y no supimos que el timbre había sonado hasta que no oímos a nadie en el pasillo.

— Espero que no se repita otra vez —se hizo a un lado—. joven O'Donnell, debe de entregarme un ensayo de la guerra fría y usted joven Hamilton espero que llame a sus padres, se quedará horas extras conmigo a parte de las que teníamos programadas.

Ambos asintieron y esperaron a que su profesor les diera paso para poder entrar al aula con los demás alumnos. Rápidamente fueron hacia sus asientos sintiendo todas las miradas sobre ellos.

— Sigamos con la clase, por favor —pidió el profesor—. Como todos saben el año escolar está próximo a terminar y algunos de ustedes no han podido subir el promedio por más que intento ayudarlos —se cruzó de brazos pasando por cada pupitre—. Por lo que algunos de ustedes han intentado cambiar de clases un par de veces e irse con otros profesores —los murmullos no se hicieron esperar—. Haremos grupos de dos, dependiendo que tan cerca viven cada uno de ustedes —algunos comenzaron a festejar y otros no — Debajo de sus pupitres están los nombres de cada uno de ustedes y con su pareja o parejas. Esos nombres están allí desde que ustedes iniciaron el semestre y estoy más que seguro de que ninguno ha mirado dentro de sus mesas.

Todos los estudiantes miraron debajo de sus escritorios e incluso Liam lo hizo, pero no encontró nada debajo de su escritorio.

— Usted es el único que hará todo, joven Hamilton —apoyó su cadera en el escritorio del chico—. Ahora que todos tienen el nombre de sus parejas espero que me entreguen las tareas que tienen pendientes antes de que se acabe el mes —miró a todos los estudiantes—. Tienen dos semanas para entregar todo lo que me deben y tienen cuatro fines de semanas para entregar las tareas que tienen pendientes más las que les dejaré y para que no se quejen sólo les dejaré tareas de una sola materia y será los viernes —volvió hacia su escritorio—. Espero que comiencen hacer las tareas que tienen pendientes en lo que hago algunas cosas para sus futuros exámenes.

Liam se dio la vuelta para ver como Cristian escribía algo en su celular con mucha rapidez.

— El mundo tiene que estar en mi contra —murmuró el mitad mono—. Me tocó con la última persona que quería —bufó—. Me tocó con mi estúpido vecino.

— ¿Quién es ese? —colocó ambos pupitres juntos—, ¿Es de la misma persona que me hablaste y que sabe tu secreto? —Cristian asintió.

— El mismo que pisa y calza —siguió mandando mensajes—. Es mi vecino desde que cumplí dieciocho y eso fue en enero de este año.

— ¿Cuál es su nombre? —sacó sus cuadernos.

— Su nombre es Nick Coleman, es uno de los chicos que estaban en los casilleros cuando te esperé fuera del salón de clases. Es el chico con el cual he tenido sexo desde hace dos años.

— Wow, Wow —levantó los brazos y detuvo sus palabras—. Demasiada información para un solo día —suspiró y sacó sus lapiceros—. Iré donde el profesor en lo que tú terminas de mandar mensajes con tu novio…

— No es mi novio —torció los labios—. Nunca podría estar con alguien que usa mi secreto para acostarse conmigo.

— Me cuentas ahora —se levantó de su asiento y fue hacia el escritorio del profesor.

— Aquí tiene algunos apuntes de los primeros dos meses de clases, espero que avance al menos algunos temas.

— Gracias, profesor —volvió a su lugar—.  Ahora cuéntame todo con lujos y detalles.

— Tu abuelo me ayudó al igual que a otros híbridos a tener alguna casa o departamento cerca de la escuela donde estudiamos para no perder clases —comenzó a escribir—. Digamos que me mude hace tres meses más o menos a un departamento cerca de este lugar y mi querido vecino se mudó dos semanas después.

— ¿Qué más pasó? —preguntó, curioso y buscando su celular para buscar las preguntas.

— Toma —le pasó algunos libros—. Estoy seguro de que solo lo hizo para tener un orificio donde meter su pene cada vez que alguna de sus novias de una semana no está disponible. Aunque, desde hace dos meses no se le ha visto con ninguna chica.

— ¿Cómo es que él sabe de tu otra mitad?

— Él lo sabe porque entró cuando me duchaba después de una de mis clases de atletismo —apretó el lápiz—. En el cuarto de baño de una escuela perdí mi  virginidad, no lo disfruté por nada en el mundo. Por más que traté de hacerlo no pude y todo siguió hasta el día de hoy.

— Ahora entiendo porque ese ser humano no deja de mirar hacia acá y tampoco deja de hablar con el otro chico —Cristian miró hacia donde estaba Nick quien comenzó a escribir—. Estoy seguro de que ahora mismo está planeando cómo acabar con mi vida.

Liam negó divertido, y siguió escribiendo las cosas que el profesor le había dicho que hiciera. El resto de la clase ambos chicos se mantuvieron haciendo las tareas o al menos Cristian trató de hacerlo porque se mantuvo usando su celular cada vez que le llegaba un mensaje de texto.

Liam hizo todo lo que el profesor le dijo que hiciera y entregó el cuaderno a tiempo antes que los demás. Ya solo le faltarían menos clases que hacer ahora. El timbre fue tocado a la misma hora de siempre y todos sus compañeros comenzaron a salir.

Liam esperó a que todos en su salón de clases salieran para quedarse con el profesor y que este le dijera que podía hacer para recuperar las faltas que tenía las cuales gracias a Dios no eran muchas ahora que este le había ayudado con eso.

El profesor le indicó que debía de arreglar todos los pupitres tal y como estaban cuando llegó. Liam fue maldiciendo a cada uno de sus compañeros por hacer que arreglara esas cosas. Se dio la vuelta encontrándose con su profesor frente a frente, algo que casi se va hacia atrás por el susto que se llevó. 

— Tengo algunas cosas que decirle, joven Hamilton —le enseñó una carpeta que decía su nombre—. Eres parte de esos experimentos y sobre todo tienes una hermosa cola de gato color marrón que adorna la espalda baja de tu espalda —sonrió, sin mostrar los dientes— Así que joven Hamilton tengo propuestas que hacerle y esas propuestas tienen solo una respuesta —Liam pasó saliva—, ¿Acepta cada una de ellas? O me veré en la obligación de decirles a todos en esta escuela lo que es.

— ¿Qué sería eso, profesor? —bajó la mirada.

— Que te acuestes conmigo sin queja alguna las veces que quiera.

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