Capítulo 6.

Las cosas Lucas y su familia seguían igual que siempre, ahora solo tenía un serio problema en la casa y ese era su hermano mayor. El cual solo veía de vez en cuando, no le agradaba para nada, pero debía de mantenerse en silencio el tiempo que este decidiese estar en casa.

Era el último día de la semana, y aunque pudiese ser imposible de creer, Adelmis se estaba comportando de forma más ordenada y además de eso, ya no se la pasaba molestando a los chicos o chicas que pasaban por donde estaba. Solo pasaba cuando sus hermanos y sus dos amigos estaban juntos de arriba para abajo, como si fuesen más y mugres.

En la cafetería estaban Lucas, Karina y Nanya conversando a la espera de que Harry se apareciera por esos rumbos después de haber ido a buscar su celular en el aula. De un momento a otro, la cafetería dirigió su atención a Adelmis, cuando este salió sin ninguno de sus amigos fuera del lugar.

Los chicos se miraron entre ellos, pero solo se encogieron de hombros, restándole importancia al asunto.

*****

En otro lado estaba Harry, caminando mientras veía el mensaje que su abuelo le había puesto ese día, diciéndole que haría otra visita a su casa, puesto que no debía decirle a sus padres sobre eso. Sería bueno ver otra de las discusiones de su padre Jeremy con su abuelo Nicolás, porque aún no le agradaba. Prácticamente era la misma historia de su abuelo Liam y Nicolás, nunca se han llevado bien.

Justamente cuando guardó su celular en su bolsillo, una mano se colocó en su cintura y la otra en su boca evitando que el chico pudiese gritar de alguna u otra forma, su cuerpo fue arrastrado hacia el cuarto del conserje mientras pateaba en el aire, tratando de quitarse a la persona de atrás.

Su cuerpo fue a quedar sobre el piso, logrando que su trasero recibiera todo el golpe. Sus ojos se abrieron como platos salidos de órbitas, cuando se dio cuenta de la persona que lo había llevado hacia ese lugar. El chico retrocedió lo más que la pared en su espalda se lo permitió, mientras la otra persona se acercaba más y más a él.

— No es para que te alejes que te traje aquí —se cruzó de brazos.

— No quiero estar cerca de ti —murmuró, sin ni siquiera mirarlo.

— Es por lo que dicen los demás idiotas de mí, ¿No es así? —dio dos pasos cerca de donde estaba Harry.

— Por Dios, no te acerques —se encogió en su lugar—. Si vas a hacerme algo hazlo después de clases, por favor...

— ¿En qué momento dije que te haría algo? —frunció el ceño, aun manteniendo los brazos cruzados—. No te haré daño.

— ¿Entonces ya me puedo ir? —preguntó mirándolo, y éste negó—, ¿Qué me vas a hacer?

— ¿Por qué piensas que te haré algo? —se acercó más al chico.

— Por lo que pasó el lunes en la cafetería —murmuró, con un leve sonrojo en sus mejillas—. Te veías muy enojado cuando no permití que golpearas a ese chico.

— No estoy enojado contigo —rodó los ojos— No hay nada en lo cual debas temer, no voy hacerte algo malo.

— ¡Por el amor de Dios! ¡Que te quedes ahí! —chilló, asustado, al ver lo cerca que ya se encontraba Adelmis de él—. Si fueses tan amable me dirías la razón por la cual aún estoy aquí contigo.

— Yo... —se pasó una de las manos por el cabello y miró al chico—. Esto es algo raro...

— ¿No me vas a dejar ir?

— Después de lo que te diga si deseas te puedes ir —se encogió de hombros y el chico asintió—. Antes de que me des una respuesta negativa, ¿Bien?

— Si —asintió.

— ¿Quieres ir a una cita conmigo? —mordió su labio, notablemente nervioso por lo que acababa de decir.

— ¿Esto es una broma? —preguntó, sin poder creerlo—, ¿Me has traído hasta aquí por esto?

— ¿Si, creo? —eso había sonado más como una pregunta que como una respuesta— Digamos que si mis hermanos y el tuyo estaban cerca nunca podría pedirte que vinieras conmigo y más aún si estabas solo jamás me dirías que sí.

— Tienes un punto —aceptó—, ¿Así que solo quieres una cita? —sonrió, mostrando su hoyuelo.

— Sip —asintió, y terminó de acercarse y luego se agachó a la altura del chico—. Ya después veremos qué sucede...

— ¿Quieres tener más citas conmigo después de esta? ¿Es alguna apuesta la que estás haciendo con tus amigos? —preguntó, un poco nervioso.

— Para nada —ladeó la cabeza, y se sentó al lado de Harry—, Sólo será una cita entre tú y yo, Harry.

— ¿Estás seguro de que solo es entre tú y yo? —murmuró, ya algo más calmado.

— Así es —aprovechó que el chico tenía la guardia baja, y pegó su cuerpo al de él—. Solo será entre ambos y nadie más, no habrá terceros en nuestra cita.

— Eso me parece cool —rió, contagiando a Adelmis—, ¿Por qué me ha pedido salir contigo?

— Si te dijera la razón no me creerás — suspiró.

— Te creeré —sonrió—, pero tienes que decirme la verdad, Adel.

— ¿Adel? ¿Eso es un apodo? —soltó una pequeña carcajada, pero se detuvo al ver que el chico apartaba la mirada notoriamente sonrojado.

— Si deseas puedo volver a llamarte por tu nombre otra vez...

— No, no, me gusta —tomó la mano del chico—. Puedes decirme como desees.

— Aún no has respondido a mi pregunta.

— ¿Cuál fue la pregunta? —se hizo el tonto.

— La pregunta era, ¿Por qué razón me has pedido salir contigo?

— Hmm —ahora sí que estaba realmente nervioso—. En verdad me gustas mucho, Harry, y no sabía cómo te diría esto.

Las cejas del menor se elevaron al escuchar esa declaración salir de los labios de Adelmis. En el tiempo que tenía estudiando en ese lugar, escuchaba rumores de cosas que este hacía, pero como él era de esas personas que primero conocía a la otra persona antes de juzgarlas,  descartó todos y cada uno de los rumores de los pasillos y aulas.

Aunque, hace unas pocas semanas este, supuestamente, tenía novia. La capitana de las porristas del equipo de lacrosse pero que esta relación se había acabado en una de las grandes fiestas que hacían los chicos de último año cuando sus padres no estaban en casa.

— Esto debe de ser una broma —miró hacia todos lados—. Yo no puedo gustarte, soy un chico que está tres años escolares debajo del tuyo...

— Eso es lo de menos, Harry —rodó los ojos—. No me interesa que estés en  primer año, lo único que deseo es salir contigo y ya después veremos que sucede entre los dos.

— No sé —dijo incómodo—. Nunca he tenido una cita y tengo miedo de que esto sólo sea un juego entre tus amigos y tú —mordió su labio, y luego le dio una breve mirada a su mano entrelazada con la de Adelmis—. Ustedes han hecho muchas apuestas sobre los chicos de este lugar, y también que apuestan a la virginidad...

— No estoy en casa con mis amigos —dijo serio—. Tengamos esta cita y ya veremos que sucede.

— Está bien, tengamos esa cita —el chico volvió a sonreír.

Aprovechando la cercanía de ambos, Adelmis acercó su rostro al de Harry, quien por inercia tenía otra vez su labio mordido, con la única diferencia de que esta vez se lo estaba mordiendo con más fuerza que las veces anteriores.

Colocó una de sus manos en la mejilla del chico y después, pegó sus labios a los de este. En ese preciso momento se dio cuenta de que era el primer beso del menor.

*****

Lucas estaba en la puerta de su casa junto con su hermana a la espera de que el mismo auto que lo había dejado el lunes en su casa llegase por él para ir hacia el famoso departamento. Ese día había estado más nervioso que cuando perdió su virginidad en un cuarto de hotel, al menos podía presumir en un futuro que perdió lo único bueno en él, en un lugar lujoso no como la mayoría de sus compañeros de clases.

Su hermana Karina, estaba de lo más emocionada con él después de contarle la razón por la cual había aceptado ese trato con esos señores, pero le hizo prometer no decirle nada a nadie hasta que sea el momento indicado con la única condición de que este lo ayudara con algunas cosas para poder enamorar a Nanya.

Un auto lujoso se estacionó frente a ellos, terminando la conversación que tenían. Se despidió de ella con un beso en la mejilla, esperó a que ella estuviese dentro de la casa para entrar al carro.

El chico subió al carro sosteniendo su mochila, la cual tenía algunos cuadernos y algo de ropa para pasar el tiempo haciendo tareas en ese lugar. El recorrido de su casa hasta el departamento fue algo que lo ayudó a tranquilizarse, tanto físicamente como mentalmente. Pudo alejar los malos pensamientos que su mente y entorno iban jugando con él.

El chofer le dio una hoja donde estaban las mismas reglas que Edward y James le habían dicho cuando estuvo con ellos en ese lugar, por lo que no le fue difícil tener que aprendérselas de memoria para no tener que recibir un castigo de los cuales no tenía la más remota idea de cómo podían ser.

Se bajó del carro y entró al condominio de departamento, yendo rápidamente hacia donde estaba el elevador sin ni siquiera mirar a la chica de recepción. Cuando al fin estuvo en el piso donde estaba el departamento fue hacia la puerta y la abrió con la llave que se le había otorgado.

Se llevó una mano a la frente cuando recordó que rompió una de las reglas al decirle a Karina de su relación con esos dos hombres, prefirió no decir nada antes que tener que conocer algunos de sus sádicos castigos.

Lo primero que hizo fue sacarse la cola, luego se quitó los zapatos y por último comenzó a husmear el lugar para saber si había alguien como la otra vez que casi le da un infarto.

No podía creer que todo eso era de él, y más aún que estuviese tan cerca de la universidad a la cual deseaba ir.

Dejó su mochila en el sofá y caminó por el pasillo el cual tenía cinco puertas, abrió una a una dándose cuenta de que eran del mismo tamaño excepto la cuarta, la cual era más grande que las demás.

La última puerta tenía seguro por lo que buscó la segunda lleve entre las que Edward le había dado, casi se cae de golpe al ver el interior de esa habitación y más aún al encontrarse con Edward y con James completamente desnudos dentro de esta. 

La habitación estaba pintada de colores oscuros que el chico pudo descifrar que eran mezclas, pero lo que más le había llamado la atención era todos los putos instrumentos de BDSM que habían dentro de ese lugar listos para ser usados en alguien y ese alguien era él sin duda alguna.

— Bienvenido al cuarto del placer, Lucas.

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