Capítulo 5.

Una semana completa había pasado, desde lo sucedido con su director. Las marcas en sus piernas eran signo de que había tenido varios encuentros sexuales con Jeremy hace unas horas, una vez más. Estaba nervioso, era la primera vez que tenía varios orgasmos por día, desde que tenía el uso de la razón.

Ahora estaba más que seguro de que su vida ya no sería igual que antes, ahora que había recuperado la voz no podía decirle a nadie sobre eso. Todo estaba fuera de sus manos, no podía hacer absolutamente nada.

Se puso un short negro con una franela del mismo color, tenía calor y la mejor forma de bajar la temperatura era salir a la piscina. Tomó sus útiles de dibujos dejando algunas cosas sin importancia y bajó hacia el patio trasero de la casa donde estaba la piscina.

Se sentó en la silla de tomar sol y luego miró el cielo haciendo pucheros porque estaba nublado.

Miró un punto fijo de su casa y luego comenzó a hacer su trabajo, pero no podía concentrarse en nada... En su mente lo único que llegaba eran pequeños retratos de Jeremy y eso fue lo que terminó dibujando.

El teléfono de la casa sonó, rodó los ojos dejando sus cosas aún lado para ir a la sala, aunque estaba más que seguro de que sus padres no estaban en ningún lado.

Viendo el identificador el cual decía el nombre de Jeremy no dudo en tomarlo sin importar que suceda.

— ¿H-Hola?

— Abre la puerta, sé que muy bien que tus padres no están la casa y que llegarán en la noche —

dijo, antes de que el menor respondiera.

— ¿A-Ahora? —preguntó, nervioso.

Si, ahora. Abre la puerta que estoy afuera —dicho eso, colgó la llamada.

Nedward sintió su corazón latir con fuerza con cada paso que daba, no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Dejaría entrar a su director a la casa. Abrió la puerta y tuvo que hacerse aun lado para que Jeremy no tropezara con él cuando entró.

Cerró la puerta lentamente y de la misma forma se dio la vuelta.

— Creo que me puedo acostumbrar a esto más seguido —mordió su labio, mirándolo de arriba hacia abajo—. Sé que tus padres no están en casa, están en una reunión en diferentes partes de la ciudad y que sobre todo llegan pasado la noche porque tienen que ir a una fiesta y que estarás toda la tarde de este hermoso sábado y sobre todo gran parte de la noche completamente solo —se cruzó de brazos—. Esta semana te has portado muy bien y eso merece un premio, también la semana que pasó no pusiste resistencia alguna y eso me está gustando —acarició su mejilla.

— Y-yo n-niño b-bueno... —asintió alejándose un poco del toque del mayor en su mejilla—. ¿Cuál es el p-premio?

— Llévame a tu habitación y allí lo sabrás —sonrió, de una forma que el menor no pudo descifrar.

Se dejó tomar de la mano para guiarlo hacia su habitación, olvidándose completamente de los útiles que había dejado a medio dar. Entró a una habitación de colores algo opacos, pero a la vez hermosos. No era una habitación tan lujosa como las demás porque de algo estaba seguro era de que nunca dejaría de ser sencillo.

No tuvo tiempo de procesar nada cuando Jeremy le dio la cuenta y estampó sus labios contra los suyos de forma inmediata. Apenas se sostuvo de los hombros del mayor en cuanto fue levantado y la puerta fue cerrada con su espalda.

Lo que estaba haciendo estaba mal, muy mal. Las cosas no podían ir tan rápido por lo que decidió parar a tiempo la locura que estaba a punto de hacer.

— N-No, Daddy, no p-podemos —intentó bajarse, pero le fue imposible hacerlo cuando el mayor agarró su trasero y luego le dio unas nalgadas.

— No puedes decirme que no, mocoso, vine hasta aquí por una sola cosa y tú no vas a negarme nada de nada. Por lo que te pido que debes cooperar conmigo si o si —dijo serio, y luego lo llevó hacia la cama donde lo tiró.

Nedward abrió los ojos como platos mirando como Jeremy se desnudaba lentamente mientras lo veía. Intentó salir de la cama pero fue agarrado del tobillo, volviendo otra vez a su posición inicial.

— Te dejaré elegir como quieres que sean las cosas. A las buenas o a las malas, tú decides, mi amor —dijo, con voz oscura.

— B-Buenas, por b-buenas —dijo rápidamente.

— Así me gusta, ¿Serás un niño bueno? —el pequeño debajo suyo asintió—. ¿Serás el niño bueno de Daddy?

— Yo bueno, D-Daddy.

— Así me gusta —ronroneó—. Ahora dejarás que Daddy te quite toda la ropa, absolutamente toda. No me importa si tienes marcas en tu cuerpo, eso es lo de menos ahora, aun así eres hermoso.

Nedward se sonrojó pero aun así asintió y se dejó quitar cada una de las prendas de su cuerpo lentamente, sintiendo como las yemas de los dedos de mayor, rozaban su cuerpo. Dedos fueron dirigidos a sus labios entreabiertos y sin saber que hacer se los llevó a la boca pasando su lengua por ellos, humedeciéndolos una y otra vez.

El bóxer que tenía puesto fue quitado de su cuerpo de forma inmediata y su rosada erección fue liberada. Los dedos de la mano restante del mayor comenzaron hacer su trabajo mientras que los otros seguían humedeciéndose en la boca del niño.

Los dedos fueron retirados en el mismo instante en el que su pene fue soltado, sus piernas fueron a parar a los hombros de Jeremy y los dedos intrusos fueron de lleno en su entrada, causándole dolor.

Arrugó las sábanas debajo suyo, buscando alguna escapatoria de ese horrible dolor que estaba sintiendo, no obstante Jeremy parecía divertirse con facilidad con el dolor del menor.

Mirando las muecas que este hacía sonreía de vez en cuando cada vez que movía sus dedos. Si el niño estaba así por sus dedos ya se imaginaba lo que pasaría cuando tuviera su gran erección dentro.

Aunque, era un poco extraño que él estuviera de esa forma, porque cuando le había hecho lo del tapón la última vez él parecía disfrutarlo al máximo. Sacó los dedos del interior del cuerpo que estaba debajo de él y los reemplazó por su pene, riendo a carcajadas cuando los ojos de Nedward se abrieron como platos. Sin decir una sola palabra fue entrando lentamente y sin pausa. Sabían que le estaba haciendo daño al cuerpo debajo de él pero no iba a detenerse justo ahora.

Las uñas que se clavaron en sus hombros fueron suficientes para que se enterrara de golpe. El grito que soltó Nedward casi lo deja sordo en ese momento. No había pensado o mejor dicho no se había acordado de que él, había recuperado la voz hace unos días.

Llevó sus dedos hacia las mejillas sacando las lágrimas intensas que habían salido sin aviso de dos hermosos ojos de diferentes colores.

— Tranquilo, hermoso. El dolor pasará en menos de lo que imaginas —bajó las piernas, dejándolas a cada lado de su cuerpo.

—D-Duele mucho, D-Daddy —buscó una escapatoria, pero no había ninguna.

— Me pones que me diga Daddy —intentó bromear, para despejar la mente del niño—. Eres tan hermoso, aun no puedo creer que seas el mismo niño que tenía en mis brazos hace doce años y que apenas podía mover sus labios para decir una palabra la cual nunca salía...

— N-No c-cambié nada —frunció los labios, olvidándose del invasor dentro de su cuerpo.

— Claro que si lo hiciste. No eres el mismo niño, hermoso —besó sus labios callando sus palabras.

Había logrado lo que quería desde que Nedward había dejado de quejarse por el dolor en la parte baja de su cuerpo.

No estaba en sus planes ser cariñoso con ese niño, claro que no. Sus planes no cambiarían después de ese día por nada en el mundo. Tenía una cosa en mente desde que su hermano murió por culpa de Nicolás. Primero fue su hermana Lucy y luego su hermano Marcus y todos murieron por culpa de una sola persona con nombre y apellido. Nicolás Collins.

Un gemido lleno de excitación le hizo volver a la realidad, Nedward había dejado salir ese hermoso sonido de sus hermosos y carnosos labios por primera vez esta noche.

Sonrió de lado en cuanto sus labios fueron a parar a su cuello dejando besos húmedos, pero con un solo propósito, dejar marcas. Para hacerle una prueba de cuánto podía aguantar con la presión de sus padres.

Comenzó con un lento vaivén de caderas, buscando una posición en la cual el pequeño pudiera disfrutar también ese día. Cuando encontró el punto de éxtasis en él, no dudo en acelerar las embestidas.

Sus besos fueron bajando por todo el cuerpo del menor o mejor dicho hasta dónde podía llegar dejando marcas que se tornaban rojas y otras casi no eran visibles como las de su cuello.

En cambio Nedward, gemía sin control alguno con cada una de las embestidas, no podía decir con palabras lo que estaba sintiendo en ese momento, todo era tan nuevo para él que pensaba que era un sueño.

Sus uñas seguían en la espalda del mayor arañándola, dejando marcas que estaba más que seguro de que no se harían en días. Con una de sus manos buscó como pudo el caballo del mayor y jaló para que dejara de hacer marcas y que lo besara.

El beso era tan desordenado, tan sucio por los gemidos que ambos soltaban sin necesidad de callarlos. Subió una de sus piernas a la cintura del mayor sintiendo como se enterraba más a fondo dentro de él.

Jeremy estaba encantado con todo lo que estaba haciendo con su pequeño niño, era sorprendente como este reaccionaba a cada una de sus caricias o mejor dicho a sus manos bruscas cada vez más.

Como pudo, buscó al tímido miembro de Nedward y lo comenzó a masturbar conforme iban las embestidas, hasta que el cuerpo más pequeño no aguantó más y terminó corriéndose en sus manos.

Esto provocó que Jeremy también se corriera cayendo sobre el cuerpo del menor, pero sin aplastarlo con su gran peso. Los pequeños brazos del pequeño se cerraron a su alrededor, dándole un abrazo.

— ¿Aún vives? —preguntó burlón, levantó la cabeza para verlo.

—Sí, D-Daddy, yo vivo — asintió repetidas veces.

— Eso es bueno de saber, hermoso —salió lentamente de él—. Tengo que darte un baño o mejor dicho darnos un baño.

*****

Veía cada uno de los movimientos de Jeremy alrededor de la habitación, tenía unos simples bóxer puestos y había estado merodeando por casi toda la casa e incluso había ido al jardín en bóxer en busca de sus útiles. Jeremy le había hecho una serie de preguntas de las cuales no tenía una respuesta.

Estaba en la cama solo en ropa interior y con sudadera algo larga para su peso, pero que servía para ocultar la mayoría de las marcas de su cuerpo, sin saber que hacer o decir, esperando que el mayor dejara de hablar por teléfono. Se veía enojado y él no quería molestarlo.

Esperó pacientemente, por lo que optó por comenzar a dibujarlo con la expresión enojada que tenía. Sonreía mirándolo y cada vez que Jeremy giraba su rostro hacia él se ponía serio para no desatar alguna sospecha.

Movía con rapidez el lápiz de carbón para que la vista no se le vaya del frente, seguía mirando cada expresión buscando la mejor para el dibujo, buscaba algún lunar en su rostro. Hasta que al final pudo hacerlo antes de que Jeremy terminara de hablar.

— Ya me tengo que ir, tu padre Jedward viene en camino y no quiero que se den cuenta de que estuve aquí —comenzó a buscar su ropa—. Si te preguntan dile que el chupón de tu cuello es una marca de una picadura de un mosquito o que te diste un golpe con algo. Ya en unos días algunas irán desapareciendo de tu cuerpo —terminó de vestirse.

— C-Creo que puedo —murmuró escondiendo el dibujo detrás de él.

Jeremy subió una ceja subiéndose a la cama y dejando un beso en los labios de los mejores, aprovechando que este se había distraído para quitarle el dibujo.

— Soy hermoso, lo sé —dobló la hoja que había arrancado del cuaderno y la guardó en su bolsillo—. Nos vemos el lunes.

Dicho eso, salió de la habitación dejándolo solo, como si nunca hubiese estado allí. A los pocos minutos llegó su papá con una sonrisa hermosa al igual que la suya.

Tengo algo que preguntarte, papá —movió sus manos de un lado a otro, un poco incómodo por la pregunta que estaba a punto de hacerle.

— ¿Qué sucede, cariño? ¿Alguien te está molestando en la escuela otra vez? —preguntó preocupado, sentándose en la cama a su lado.

Nadie me molesta. Es que tengo una duda que me está dando vueltas en la cabeza desde hace un tiempo

—mordió su labio con temor—, ¿Puedo quedar embarazado cómo tú y el abuelo Harry?

— Si, no te voy a mentir con eso, estaba esperando que me hicieras esa pregunta desde hace un tiempo.

¿De verdad?

— Si, sé qué harás la cosas con mente fría ahora sabes esto —acarició su cabello—, ¿Qué son esas marcas en el cuello?

Son picaduras de mosquitos, me quedé dormido en una de las sillas de tomar sol y cuando desperté tenía a uno chupando mi sangre

—dijo rápido.

— Si es eso te creo, te dejaré descansar un rato. Iré a hacer la cena.

Su padre salió de la habitación, dejándolo con un sin número de cosas en la mente. Tenía que conseguir esas pastillas que su padre tenía en el baño sí que él se diera cuenta.

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