Capítulo 1

Estaba en su último año de secundaria por lo que sus padres decidieron inscribirlo otra vez en ese lugar. Había tomado clases en casa para no tener que enfrentarse a los niños mal educados que antes le habían hecho la vida imposible.

Ahora se encontraba sentado en la sala de espera de la dirección esperando a que el director de ese lugar decidiera atenderlo.

Según sus padres, la escuela Gallagher High School era la mejor de todas porque los estudiantes salía preparados de ese lugar y porque también.

Era de generación en generación que debían de pasar por ese lugar. Una señora de mediana edad entró al lugar anunciándoles que podían entrar. Con un suspiro tembloroso que salió de sus labios, tomó la mano de su padre y acomodó el flequillo hacia la izquierda para dar una mejor presentación.

Lo único que quería en ese momento era que ese hombre que estaba detrás de esa puerta no sepa comunicarse con él porque esa sería la única manera de seguir estudiando en casa.

—Buenos días —sonrió su padre Jedward, una vez que cruzaron el umbral de la puerta.

—Buenos días, pueden tomar asiento si lo desean —dijo el hombre, del otro lado del escritorio.

Wow, era sexy a decir verdad. Sus ojos eran marrones como la canela y su cabello era idéntico al suyo con la única diferencia que el de él era más oscuro.

Se sonrojó de sobremanera cuando la mirada del señor cayó sobre él como si fuera la única cosa en esa oficina. Después de sentarse los tres en las sillas que habían colocado para ellos, mordió su labio un breve momento.

—Gracias, estamos aquí porque queremos saber si pueden aceptar a nuestro hijo otra vez —dijo Nicolás, y el hombre asintió.

—Estuve leyendo el expediente de su hijo y por lo que vi tiene problemas en las cuerdas bucales. Antes de que su antiguo director se fuera me dijo sobre esto por lo que ahora me sorprende que quieran volver a inscribirlo —colocó ambas manos sobre el escritorio.

—La verdad es que no tenemos el tiempo necesario para que nuestro esté tomando clases en casa como antes. Mi esposo es diseñador de moda y yo soy un empresario de joyas alrededor del mundo. No es que estemos viajando ni nada por el estilo pero no podemos darnos el lujo de dejar que Nedward se quede sin estudios por ahora —dijo Nicolás, un poco serio, y el director asintió.

— ¿Qué opinas sobre esto, Nedward? ¿Quieres volver a estar otra vez aquí en la escuela o prefieres estudiar en casa como lo has estado haciendo desde que los niños fueron expulsados? —Los ojos de Nedward se abrieron como platos cuando la voz de ese hombre se dirigió hacia él.

No me gusta estar solo en casa pero es la única forma de poder seguir estudiando. Aunque no me guste tampoco venir aquí porque me trae malos recuerdos

—movió sus manos de un lado a otro sin saber que el nuevo director entendiera algo.

—Estamos de acuerdo en eso, Nedward. Aunque, tengo que decirte que esos niños ya no están en Inglaterra sino en la escuela militar en Rusia —dijo compresivo—. No pongas esas caras, también se hablar ese idioma al igual que los profesores de este lugar.

Gracias, señor director.

—No es nada, para que estés más tranquilo, hay cámaras por todos lados menos en los baños de la escuela porque eso sería falta de ética —buscó en uno de sus cajones un folder para entrar los papeles de la inscripción—. Puede entrar mañana, si lo desean.

—Nos parece perfecto, director. Mañana en la mañana estará aquí a primera hora —dijo Jedward, levantándose de su lugar, y tendiendo la mano en forma de despedida.

— Espero que su hijo se ponga al día con los demás y que si tiene algún problema me lo haga saber de inmediato. Mañana cuando salga debe de pasar por aquí para tomar un listado de los materiales de sus aulas —tomó la mano de Jedward y la de Nicolás.

—Está bien, mañana estará aquí.

Dicho eso salieron en fila India de la oficina del director. Nedward antes de cerrar la puerta miró hacia donde estaba y no pudo evitar tener miedo cuando este le guiñó un ojo haciendo que se sonrojara.

Cerró la puerta lentamente y corrió hacia donde estaban sus padres esperándolo.

—Ay, la venganza es dulce y se sirve en un plato frío con ojos hermosos como los de este niño —sonrió de lado, y con maldad, viendo la foto de Nedward.

Le habían dado a ese niño en bandeja de plata al entrar por esa puerta.

*****

— ¿Estás feliz, cariño?

—Sí, papá, estoy más que feliz de poder entrar otra vez a esa escuela. Al menos esos niños no están allí para molestarme como lo hacían antes.

— Me alegra saber eso, mi amor, verás que después de mañana las cosas cambiarán para bien. Pero me temo que tus hermanos no estarán aquí para ayudarte cuando tengas problemas —le recordó su padre.

Pero solo serán unas semanas hasta que vuelvan de Italia, papá. Ya sé que no estudiarán conmigo pero ellos me protegerán como cuando éramos niños —finalizó, entrando al carro seguido de sus padres.

Llegaron a la casa de sus abuelos y lo primero que hizo fue tirarse a los brazos de su abuelo Liam el cual estaba saliendo de la casa para recibirlos.

—Hola, campeón, ¿Te has portado bien? —el niño asintió—. ¿Seguro?

—Sabes que esa pregunta se la tienes que hacer a mis demás hijos, papá. Nedward nunca hace nada malo a menos que yo no me haya dado cuenta — sonrió.

—En ese caso, tu abuelo está en la cocina preparando un delicioso pastel y las galletas que tanto te gustan. Aún no las hace porque te está esperando —se separó de él.

Nedward aplaudió y corrió hacia la casa para ver a su abuelo cocinar y él también hizo lo mismo.

Esa era la única cosa que le gustaba hacer a Nedward, amaba la cocina. Desde pequeño siempre había estado cerca de sus padres y abuelos a la hora de estar cocinando.

Buscó uno de los delantales y se los colocó esperando las intuiciones de su abuelo.

— ¿Cómo te fue en la escuela, cariño? ¿Volverás a estudiar otra vez? —abrió la nevera y luego se dio la vuelta.

Sí, abuelo, hoy estábamos hablando con el director y nos dijo que no habrá problema alguno con que vuelva porque también hay cámaras en todos los lados —

Harry asintió.

—Eso es bueno saberlo, cariño —besó su cabello—. Tú abuelo y yo nos conocimos en esa escuela hace muchos años.

Nunca me han contado sobre ustedes ¿Me puede contar mientras cocinamos?

—Claro que sí —sonrió, comenzando a cocinar—. Lo conocí cuando tenía dieciocho años, apenas había entrado a trabajar en la escuela como profesor. Aunque, no lo creas, se fijó en mi hermoso trasero y en estos hermosos ojos verdes —sonrió, pícaro.

Ay, abuelo. Me gusta mucho el amor que se tienen —hizo un puchero—.

Eres muy malo.

—No soy tan malo, sólo soy yo.

— ¿Qué más pasó con ustedes?

—Hay cosas que es mejor dejarlas en el pasado.

Nedward frunció el ceño sin entender nada de lo que había dicho pero no dijo nada. Siguieron haciendo la cómoda como si nada hubiese pasado entre ellos. Después de que la comida estuvo lista la sirvieron en la mesa.

— ¡Comida! —No pasaron ni siquiera unos segundos cuando James y Edward entraron a la sala.

Son de la misma edad que Nedward por lo que se tratan como amigos o primos.

Aquí vienen los cavernícolas.

—Ellos son así de sencillos, cariño. No es nada del otro mundo. Le agradezco a Dios que Noah esté viajando por el mundo y Nathan vive lejos porque sino ya me había matado —rió Harry, sentándose en la mesa.

—Deja de decir esas cosas, papá, nos avergüenzas —dijo James, serio—. En unos días nos iremos con Ian y Joseph.

—Es verdad, papá —siguió Edward—. Debes tratarnos con cariño.

La noche llegó y Nedward se fue a dormir a su habitación después de un largo día de estar en la casa de sus abuelos viendo películas con sus tíos-primos como él le decía en algunas ocasiones.

Buscó en el closet el uniforme y lo puso encima del escritorio para tener que estar al siguiente día en busca de las cosas. La puerta de su habitación estaba tocada y no pudo evitar girar los ojos cuando en un intento totalmente fallido dijo “pase” con los labios.

Abrió la puerta encontrándose con su padre Jedward con una taza de chocolate caliente en manos como cada noche.

—Aquí tienes —asintió, dándole un sorbo a su bebida y caminando hacia la cama—, ¿Estás nervioso?

Un poco, sé que los chicos que me hicieron la vida imposible hace años ya no están en la escuela pero me siento un poco mal porque aún son niños malos.

No te preocupes por eso, como dijo tu nuevo director hay cámaras por todos lados por lo que ya no habrá problema alguno en que te quedes en esa escuela.

Tienes razón, papá.

—Te dejo dormir, cariño. Mañana tienes clases temprano en la mañana. Gracias a Dios que no estudie así como están ustedes desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde —se levantó de la cama.

Nedward negó con la cabeza haciendo un puchero porque tendría que estar casi todo el día en la escuela y casi no podría ir a la casa de su abuelo a cocinar como todas las tardes, pero de algo estaba seguro era de que su vida cambiaría otra vez.

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