Capítulo 5.

Arreglando mejor su ropa, salió de la habitación para encontrarse con su familia en la sala conversando o mejor dicho a sus tíos y padres mientras que sus hermanos estaban con sus primos.  Mientras que sus primos postizos estaban hablando entre ellos. 

—Ya llegó por quien lloraban —se burló Kayled, y él le dio un golpe en el hombro. 

— Jamás me cansaré de decir que tus ojos son hermosos — susurró Nasver, para hacer enojar a su novio. 

—Aún estoy aquí, Nasver —murmuró, entre dientes Kayled. 

Digamos que el amor no tiene edad, aunque Nasver era tres años mayor que él. No les importó estar juntos sin importar lo que digan los demás.  Además, son la única pareja hetero que hay en la familia. 

—Es que mis ojos son hermosos y los tuyos no —se burló Jedward. 

—Lo que digas, espero que hayas hecho galletas —murmuró Kayled, y el asintió. 

—Mi papá me obligó hacerlas para todos, así que no me quedó de otra —se encogió de hombros mirando el reloj de la cocina. 

—Amo a tu padre, él es un amor —dijo Nasver. 

Siguieron hablando entre ellos por más de quince minutos hasta que Harry les indicó que debían ir al comedor a cenar.  Jedward mordió su labio cuando dieron las ocho con treinta minutos y su novio no llegaba. Sonrió feliz cuando el timbre de la casa sonó, corriendo hasta la puerta saltó sobre la persona que estaba allí y lo besó como si su vida dependiera de eso. 

— Pensé que ya no vendrías — hizo un puchero. 

— ¿Y que tu padre tenga razones para cortarme las bolas? No, gracias —lo sostuvo bien por la cintura para que no se cayera—.Tuve que regresar a la casa después de que mi auto se dañara, mi ropa se manchó de aceite y no podía dejar que tu padre me viera así —besó, otra vez sus labios.

—Creo que mejor vamos hacia dentro —murmuró Jedward. 

—Déjame besarte un rato más...

— ¡Papá!

Escuchando el grito de su hermano Noah se bajó de los brazos de su novio para darle una mirada fulminante a la persona no invitada.  Harry llegó antes de que Liam viera como sus hijos se mataban con la mirada.  Tomando de la oreja a su hijo lo llevó hasta la sala y lo sentó al lado de su hermano.Todos en el lugar rieron por como Harry trato a su hijo. 

Después regresó y encontró a su hijo y su novio parados en el mismo lugar bastantes preocupados. 

— Cada día están tan cerca de que tu padre... —señaló a Jedward—… deje de aprobar su relación.

—Es que Noah se mete donde lo llaman —se encogió de hombros—. Me chantajeó con decirle a papá Liam que nos vio a Nicolás y a mí en su carro si no le decía que hacíamos allí adentro o si no le decía todo —explicó Jedward, y su padre asintió.

—Tendré que hablar seriamente con tu hermano, no puede hacer esas cosas. Pero por ahora acompáñame a la cocina para servir la cena mientras tanto, Nicolás, ve a la sala y arréglate el cabello para que Liam no piense que te estabas follando a su hijo en la puerta de su casa —dijo Harry, divertido al ver la cara de vergüenza que tenía el novio de su hijo.

—Sí, señor Harry —caminó hacia el interior de la casa.

—No me digas así, dime Harry —lo tomó del saco de la camisa—. Quítate eso.

Nicolás hizo lo pedido por Harry viendo como este quitaba algunos botones de su camisa para que no se vea tan formal. Los tres fueron hacia la sala menos Harry y Jedward los cuales fueron hacia la cocina para servir la cena.

Mientras tanto en la sala Nicolás sentía la mirada de su suegro sobre su cuerpo.  Se olvidó de eso cuando su novio entró con su padre con la comida en manos, luego salieron otra vez hacia la cocina para traer lo que faltaba al igual que las galletas donde todos chillaron cuando las vieron salir en manos de Jedward.

Todos comenzaron a servirse sin discusiones, bueno sin contar con los mellizos. Ellos siempre tendrán esa discusión entre ellos.

—Bien... —comenzó a decir Liam llamando la atención de todos en la masa—. Harry y yo tenemos que darles una noticia. Las únicas personas que saben esto son nuestros hijos solo por estar de entrometido —todos rieron—. Harry está embarazado... otra vez... 

Los aplausos y las felicitaciones no se hicieron esperar por parte de ninguno de los invitados a la cena.  La mayoría se burlaban de la familia porque ya se habían tardado en hacer otro.  Nicolás fue a felicitar a su suegro con el corazón en la boca. 

—Felicidades, señor —lo abrazó sintiendo los nervios en todo su cuerpo. 

— Deja de temblar, chico, no te mataré a menos que me des razones —susurró, en su oído, y el asintió. 

—Y no se las daré, descuide —asintió alejándose de él. 

Después de las felicitaciones y que todos se fueran a sus casas en eso de las doce  Nicolás se acercó con Jedward para pedirle a Liam que su novio pasara el día de mañana con él. 

—No— dijo antes de que pudiera formular la oración. 

— Pero, papá, no puedes hacerme esto —pateó el piso. 

—Ya dije que no y punto —se cruzó de brazos. 

—Liam, déjalo ir. Ya tiene dieciocho años y sabe bien lo que hace —intervino Harry, y él negó.

— Ya te dije no, no pienso dejar que mi hijo duerma fuera de su casa no me importa que tenga dieciocho años —miró a su esposo y este lo vio con una ceja levantada antes de sonreír de lado. Nada bueno.

— ¿Cariño, se te olvidó cuando tenías veintiséis y yo dieciséis?  Yo les mentí a mis padres diciendo que tenía que hacer una tarea súper difícil para que me dejaran salir de casa y pasar casi dos días contigo en tu casa sin salir a menos que sea para comer algo y eso que era en la cocina —puso su brazos sobre sus hombros—. Al menos él está pidiendo permiso para salir con su novio, yo en cambio no lo hacía —subió una ceja. 

Liam gruñó cuando cayó en él juego de su esposo. Tenía un buen punto. 

—Está bien. Te salvas porque no tienes clases y eso me alivia un poco —los miró serio, y ellos asistieron—. ¿No llevaras ropa para cambiarte?

—No, papá, tengo ropa en el departamento de Nicolás —se sonrojó cuando su padre lo vio sorprendido. 

—Mejor váyanse antes de que a Liam le dé un paro cardíaco  rió su esposo. 

Ambos chicos fueron rápidamente hacia la puerta de la casa antes de que Liam cambiara de opinión.

—Tenías que usar ese recuerdo como ejemplo —hizo un puchero—. Pensaba que ya lo habías olvidado.

—Claro que lo hice. Pero que creías, los niños están en casa de Dalton y Gideon haciendo pijamada —sonrió coqueto—. No iba a dejar a nuestro hijo quedarse en casa mientras que tú y yo celebramos que seremos padres por cuarta vez —Liam acompañó su sonrisa después de unos cuantos besos subidos de tonos. 

Y quizás Harry tomaría en cuenta lo que su hijo había dicho sobre hacerlo en la cocina.

Ya para cuando llegaron al departamento del mayor, este no perdió tiempo en el elevador para besar los labios carnosos de su novio como si su vida dependiera de eso.  Cuando quisieron llegar a la habitación ambos estaban en bóxer.

Nicolás colocó a su novio sobre la cama dejando besos por toda su cara hasta llegar a su cuello dejando un tremendo chupetón en ese lugar.  Bajando hasta llegar hasta su bóxer lo bajó con los dientes hasta los muslos donde los termino de bajar con los dientes. 

Mirando con una sonrisa pícara a su prometido entró de golpe gran parte del pene de su novio sacándole un fuerte gemido para nada masculino. 

—Nicolás... —sus dedos fueron rápidamente hacia la cabellera rubia de su novio empujando más su cabeza hacia su miembro para que este se lo tragara completo.

Levantando las piernas de su novio para colocarlas sobre sus hombros sin dejar de hacer su trabajo busco la entrada húmeda de su novio y entró dedo para luego de unos segundos comenzar a moverlo con rapidez. 

—Creo que estás muy necesitado… —se burló antes de gemir.

Gimiendo con fuerza cuando Nicolás mordió una parte sensible de su miembro se sintió como si estuviera en la luna.  Acelerando los movimientos con su lengua y labios para que su príncipe se corriera rápido, movió con más rapidez el dedo que tenía dentro de este añadiéndole dos más. 

Sintiendo los dedos de los pies de su chico arquearse al igual que su cuerpo. Sacó los dedos de su cuerpo y al igual que su pene de su boca.  Se acercó a él aún con las piernas de este sobre sus hombros y lo besó posicionado la cabeza de su polla en la entrada de su chico. 

Soltó una tremenda maldición cuando Jedward mordió su labio en el mismo momento que entró de golpe en él. 

— Creo que tendrás que ser mi sexy enfermero, me has dejado sin labios —se burló, cuando sintió que Jedward dejaba de morderlo.

—Casi me sacas los órganos... —bromeó. 

Sin esperar a que su príncipe se acostumbrara comenzó a moverse con lentitud para que poco a poco se fuera acostumbrando. Pasando sus manos por la curva de su cadera de arriba hacia abajo de forma lenta y cuidadosa, se acercó a su cuello del lado contrario de donde había dejado el chupetón, escondió su rostro en esa área comenzando a moverse más rápido. Gruñó sintiendo las uñas de su novio clavarse en su espalda cuando había tocado el punto sensible dentro de él.

— Esperé  todo el día para tenerte conmigo, así debajo de mí —gruñó Nicolás, antes de morder detrás de su oreja justamente en el área débil de su cuerpo.

—Ya también...

Separándose de él para acelerar las embestidas y luego colocar las piernas de su novio en su cintura moviéndose con más ímpetu.

Jedward arrugó las sábanas debajo de él arqueando la espalda una y otra vez con cada toque a su próstata. Cerró los ojos con fuerza soltando una que otra maldición. Gimiendo el nombre de su novio como si implorara que lo tocara. Tomando su miembro al mismo ritmo de las embestidas. Sabía que su orgasmo estaba más cerca de lo que pesaba ya que Nicolás lo había castigado al no dejarlo correrse en su boca. 

— Córrete —ordenó su novio y él lo hizo. 

Se corrió manchando el pecho de su novio y el suyo aparentando las paredes de su interior para que Nicolás se corriera dentro de él.  Tirándose a su lado rió con fuerza logrando que Jedward lo viera confundido. 

— ¿De qué te ríes? —buscó una toalla en la mesita de noche para secar su cuerpo con esta. 

—Parecemos viejos —tomó la toalla que le tendía su novio—. Creo que cada día que pasa duramos menos teniendo sexo, creo que duramos menos de cinco minutos —secó su cuerpo. 

— Creo que mis padres duran más que nosotros y eso que ya están viejos —buscó la sabana para tapar su cuerpo.

Nicolás asintió tapando también su cuerpo y atrayendo a su chico en brazos besando su sien.

—Aun no creo que seas mi chico, príncipe —suspiró, sobre su cabello. 

—Pues créelo, soy tu chico y de nadie más —acomodó su cabeza en el pecho de su novio. 

—Y de nadie más —repitió— Aún no se me olvida la primera vez que te hice mío, apenas tenías trece años y yo dieciocho.

— Estaba nervioso ese día, no sabía que debía hacer para no te enojes conmigo por no tener experiencia —rió un poco. 

— Pues creo que éramos dos en las mismas condiciones. Te recuerdo que yo no tenía nada de experiencia y tú llegaste a mi habitación para esperarme desnudo como Dios te trajo al mundo. Créeme después de ese día cada vez que te veo desnudo me pongo duro. 

— Tú siempre te ponías duro cada vez que me veías cerca o cuando te llamaba para preguntarte algo.

— Hay veces que solo pensarte ya estoy a punto de llegar a un orgasmo — rió, contagiando a Jedward.

—Mis papás me castigaron por toda una semana cuando no llegue a dormir y me prohibieron verte por todo un mes —murmuró.

— Rompimos esa regla, no pasaron dos horas y ya me había colado a tu habitación... Harry se dio cuenta cuando casi me caigo por cruzar por su ventana pero no le dijo nada a tu papá Liam sobre eso. Él me ama —bromeó.

—También pienso lo mismo, cada vez que llamas al teléfono de la casa tengo que esperar casi una hora para que él me dé el teléfono —rodó los ojos.  

—No debes de ponerte celoso, él fue quien dio el empuje para que tu papá aceptara que te escaparas conmigo... Aún sigo diciendo que tu papá me quiere cortar las bolas o quiere matarme —susurró. 

—Claro que quiere hacerlo —lo molestó—. Así que ya sabes, nada de intentar manosear a su único hijo que va a la universidad, nada de pegarle los cuernos porque te corta las bolas. 

—Eres tan cruel conmigo, por eso te amo tanto —buscó sus labios para darle un casto beso en sus labios. 

—Mañana tienes que ir a la empresa que te dejaron tus padres, ya no te falta tanto para tomar el mandato de todo —le recordó, y él gruñó. 

— No quiero ir, quiero quedarme todo el día contigo en la cama —se subió encima de él. 

— Pero puedes hacerlo hoy y parte de la mañana, tenemos que aprovechar que mis padres están celebrando y nosotros también —suspiró—. Faltan tres meses para que cumplas veinticuatro años... 

—Bien lo dijiste, faltan tres meses, no pensemos en eso ahora. Vamos a disfrutar que tenemos esta noche para los dos y nada más.

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