Capítulo 4.

Jedward se encontraba haciéndole un té a su padre para calmar sus nervios. Habían pasado por lo menos unas dos o tres horas desde que había llegado de la universidad. De seguro que Nathan debe de estar de camino o sino ya debe de estar en la puerta de la escuela. En cambio Noah  debe estar en sus clases de boxeo como cada tarde de lunes a viernes. 

Subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de sus padres, giró la perilla para poder entrar sin obstáculos. Viendo la figura de su padre y luego viendo su estado se repitió varias veces en mantener oculto su estado. Es decir, no decirle nada a Nicolás mientras las cosas se calman en su casa. 

Además, con solo escuchar la voz de este cuando le mencionó sobre el embarazo de su padre fue más que suficiente para comentarle nada. Subiendo a la cama de su padre le pasó el té y lo ayudó a sentarse para tomárselo. 

— ¿Ya estás un poco mejor? —preguntó y Harry asintió. 

— Sí, creo que me hacía falta este té para calmar mis nervios y esas cosas —Jedward sabía que estaba mintiendo, con sólo escucharlo. 

— No tienes que mentirme, papá. Sé muy bien que te sientes igual que hace trece años. Aunque, mis recuerdos son borrosos, sé muy bien que papá Liam te abandonó cuando estabas esperando a los gemelos... 

— ¿Qué?

Dirigiendo sus cabezas ambos hombres miraron como la boca de Noah Jackson Hamilton se abría en una perfecta 'O'.

Harry miró a Jedward y éste hizo lo mismo con su padre. Ese era un pequeño secreto que Harry le ocultaba a sus hijos y era algo que planteaba llevarse a la tumba. Bueno, ahora las cosas cambiaron desde que Jedward abrió la boca y soltó tremenda cosa. 

Noah quien seguía con la mochila en el hombro ladeó caer y camino hacia la habitación, no sin antes cerrar la puerta de esta. Se subió a la cama esperando alguna respuesta de ambos antes tanta información acumulada. 

— Hablen, ya tengo trece años y entiendo muy bien las cosas —su voz era idéntica a la de Liam. 

Incluso su rostro era la misma imagen de su padre a esa edad, según lo que habían visto en las fotos viejas.

— Creo que tienes que irte...

— No me iré, Jedward, me quedaré aquí hasta que papá me diga porque papá Liam los abandonó hace trece años —lo interrumpió—. Y sé que en ese entonces papá estaba embarazado de Nathan y de mí. Quiero respuestas y las quiero ahora. 

Mirando a su padre, Jedward espero a que dijera algo o que hiciera algún ademán. 

— Tu padre tenía serios problemas de ira —comenzó a decir mirando cada reacción de su hijo—. Él para no hacer alguna locura mientras yo estuviese embarazado, se fue una noche sin decir nada. No dejó una carta o algo con que pueda encontrarlo, en ese momento sentí que se me iba el mundo encima. Apenas tenía unos seis meses cuando eso pasó. El parto se me adelantó al igual que el de Jedward, solo tenía ocho meses —desvió la mirada cuando su hijo abrió los ojos como platos—. El tío Dalton lo llamó cuando comencé con los dolores de parto al principio se negó pero no sé cómo llegó tan rápido al hospital, pero estuvo en el parto, ya desde ese día no se volvió a ir —finalizó, omitiendo la gran parte de la historia. 

Jedward se contuvo para no soltar un bufido, su padre había ocultado muchas cosas de las cuales él aún desconocía pero estaba seguro de que algún día sabría de la forma en que sus padres se conocieron en el pasado antes de que su papá quedara embarazado. 

Viendo como Noah abría la boca en la perfecta “O” otra vez y luego la cerraba, sus instintos fueron abrazar a Harry dándole apoyo para después besar su vientre. 

— Estoy contigo, papá. Yo no me sentiré pequeño nunca más. Al fin seré un hermano mayor —susurró, dejando otro beso en el vientre de su padre—. ¿Cuánto tienes de embarazo?

— Dos meses —murmuró, y Jedward abrió los ojos como platos. 

— Tanto tiempo, y no me habías dicho nada, papá. Eres… sin palabras —dijo entre dientes. 

— Ya ves que no eres el único idiota en la familia —se burló Noah. 

— Cállate Noah Hamilton Jackson... 

— ¡Eres un envidioso porque no llevas el apellido de papá primero que el de papá Liam y yo sí!  —chilló—. El bebé llevará tu apellido primero, ya me cansé de ser el único en llevar Hamilton primero que el Jackson, así podré burlarme de Nathan y también de Jedward, lo llevaré de fiesta y a reuniones para que sea igual que yo. Todos nos tendrán envidia de la mala y eso que sólo seremos dos Hamilton en las calles de Londres. Ya me quiero imaginar cómo será. Será hermoso como su hermano, o sea yo, no tu Jed…

— ¡Ya cállate Noah Hamilton Jackson! ¡Hablas hasta por los codos! —gritó Jedward, sintiendo que en cualquier momento su cabeza iba a reventar al escuchar a su hermano hablar sin detenerse.

— ¡Eres un envidioso! ¡Yo al menos tengo el apellido de papá Harry primero y tú no!

— ¡Ya hagan silencio! —ahora fue el turno de Harry en gritar también. 

Ambos chicos se miraron entre sí antes de decir un pequeño "Lo siento, papá". 

— Tengo hambre, papá —dijeron los dos, al mismo tiempo y Harry no se contuvo en rodar los ojos. 

Eran un caso perdido sus hijos, un momento están discutiendo y en el otro están hablando como si nada hubiese pasado.  Media hora después, estaban comiendo lo que Harry había preparado antes de que Liam saliera huyendo de la casa. 

Jedward estaba con una pequeña duda reflejada en su rostro sabiendo que Harry lo observaba cada cierto tiempo tratando de descifrar lo que pensaba.  Viendo como Nathan devoraba la comida veía la decisión del chico en ser un gran empresario de grandes negocios como era su padre, sin tener conocimiento de cómo éste llegó a tener tanto poder. 

En cambio Harry aún pretendía mantener oculto de sus hijos la forma en la que había conocido a su esposo y más de su hijo Jedward, sabiendo que este podía llegar a odiarle si sabía cómo había sido concebido. 

Aunque estaba seguro de que ese día debería de llegar, pero por hora simplemente se mantendría en silencio.  La voz de su hijo lo hizo sacar de contexto cuando entró corriendo a la casa, ni cuenta se habían dado de que había salido de la cocina. 

— ¡Papá Liam llegó, papá, corre! —gritó Noah, eufórico tomando la mano de su padre, quien tomó la de Jedward para no caerse con la rapidez que su hijo lo llevaba.

Salieron al jardín delantero donde vieron a Liam parado al lado de un gran oso de peluche. Sus ojos no pudieron dejar de llenarse de lágrimas otra vez, era el mismo oso con el que él lo molestaba, o sea, que Liam se parecía mucho al oso que siempre sus hijos veían en la televisión cada tarde cuando eran pequeños. 

Sostenía un gran ramo de flores con diferentes colores. Caminando a paso lento con sus hijos sosteniendo sus manos para que se cayera llegó hasta colocarse enfrente de Liam esperando que dijera algo. 

— Sé que me asusté cuando vine a la casa y me dijiste que estabas embarazado otra vez. No quería que te pusieras triste. Salí huyendo porque ya me imaginaba que me dirías eso y que yo no tenía ningún regalo. Me di cuenta cuando le dijiste a Jedward en la casita, lo sé, me has dicho muchas veces que deje de ser un entrometido en las conversaciones que tengas con tus hijos y esas cosas pero al verte así esta mañana cuando solté las palabras en el comedor no lo decía en serio, es que Noah… —miró a su hijo quien bajó la mirada sabiendo lo que su padre iba a decir—... Y Nathan me sacan de mis cabales a veces. Pero nunca los odiaría —se arrodilló en el piso—. Me perdonas... otra vez —lo último lo susurró, sintiendo como su corazón se acelera.

Jedward soltó la mano de su padre y tomó la de Noah el cual se resistió a irse porque quería ver como sus padres intercambiaban saliva como esta mañana. 

— No debes de ver eso, eso es de grande —lo tomó por las orejas sacándolo de allí para darle más privacidad. 

— Yo también seré grande ¿Sabes? Haré lo mismo que hace Papá Harry con papá Liam, también haré lo que tú y tu novio el mandón hace contigo cuando papá no —murmuró, una vez que habían entrado a la casa.

Los ojos de Jedward se abrieron y sus mejillas se tornaron rojas de vergüenza. Su hermano lo había visto en una situación muy vergonzosa con su novio. 

— ¿Dónde me viste con Nicolás? —preguntó, sentándose en uno de los sofás de la sala.

— El otro día en su carro, papá Harry me había mandado a buscarte una vez para que papá Liam no se enojara contigo, pero no vi lo que pasaba dentro del carro, sólo vi que los vidrios estaban empañados y después tu saliste de allí con las mejillas rojas justamente como las tienes ahora ¿Qué hicieron allí dentro? Quiero todos los detalles —se quitó los zapatos al igual que la camisa de la escuela quedando solo con una franela y con los pantalones de esta. 

— Aun estas muy pequeño para saber esas cosas...

— Tú tienes novio desde los cinco años, yo quiero saber todo o le digo a papá Liam que te vi haciendo cosas sucias con Nicolás en el carro y que intentaste chantajearme con dinero y comida —subió una de sus cejas de forma intimidante.

Jedward vio la misma cara de su padre Liam cuando no le decían lo que esperaba. Maldiciendo una y otra vez se dijo así mismo que mataría a Nicolás por estar de calentón enfrente de su casa. Cómo le explicaría a su hermano que su novio le estaba haciendo una mamada y que él le devolvió la misma.

Como si estuviera implorando a un ángel se juró besar a su hermoso hermano menor y luego darle lo que pudiera.

— ¿Por qué nuestros papás están intercambiando saliva y enredando sus lenguas uno con el otro? —frunció el ceño mirando de forma insinuante a sus dos hermanos mayores.

Porque él aunque no quisiera era menor que Noah por dos minutos nada más.

— Tendremos a otro hermano, ya no serás el más pequeño, Nathan —se burló Noah, y Nathan no se contuvo en rodar los ojos.

— Eres tan idiota —después sus ojos se abrieron como platos—. Tendremos otro hermano —susurró, para después salir de la casa.

Jedward y Noah salieron de inmediato detrás del loco de su hermano, pero llegaron tarde ya que este se había subido en la espalda de Liam chillando que ya no sería el hermano menor de la casa y que sería el mejor hermano mayor de todos.  Ya para cuando llegaron Liam estaba caminando con su hermano en la espalda como si no pesara nada.

— Papá tienes cuarenta y cinco y aun cargas a tus dos demonios —se burló Jedward, y Liam rodó los ojos.

— No estoy viejo, solo estoy un poco mayorcito y nada más —se encogió de hombros. 

Sintiendo un peso en su espalda no tuvo que preguntar o ver hacia atrás para saber que la persona era su hermano Noah.  Escuchando la risa de su padre cargando el gran oso de peluche entre sus brazos y también sosteniendo el ramo de rosas.

— Eres muy pesado para estar en mi espalda, Noah. Mejor bájate y deja de ser tan idiota como tu hermano Nathan

— ¡Oye!

— Sabemos que es un idiota, así que tranquilo —dijo Noah, encogiéndose de hombros. 

— Serás idiota... 

— ¡Ya cállense, ambos! —gritó Liam, y todos, absolutamente todos saltaron de la impresión. 

— Lo sentimos, papá —dijeron los mellizos—. No volverá a suceder. 

— Eso espero, ya me cansé de escuchar sus malditas discusiones —siguió caminando hacia la casa — Jedward, llama a tu novio, dile que está invitado a la celebración esta noche.

Y las cosas no podían ser peor. 

— Tendrás que decirme cómo hacen las cosas en el carro o si no le diré a papá Liam —susurró Nathan, con maldad.

Sí. Las cosas se pusieron peores.

*****

Mi papá quiere que vengas esta noche a la casa —se tiró en la cama mirando el techo de la habitación.

¿Me quiere ver para cortarme las bolas? —aunque intentó que su tono de voz sonara de horror no lo consiguió. 

No. Tranquilo, solo quiere verte para celebrar que voy a tener otro hermano y nada más. Tus cositas se quedarán en su lugar —rió. 

Eso es bueno saberlo —escuchó el suspiro de alivio que soltó—. ¿Me harás galletas de leche con chispas de chocolate? 

Sabes que siempre te hago esas galletas aunque a mi papá no le guste —murmuró—. Tengo algo que decirte. 

Dime

Mi hermano Noah nos vio haciendo cosas en tu auto una vez y quiere que le explique todo lo que hicimos —sus mejillas se pusieron rojas. 

¿Como que nos vio? ¿Cómo pasó?

— Pues mi papá Harry lo había mandado a buscarme para que mi papá Liam no se enojara más contigo entonces vio los vidrios del carro empañados y luego me vio cuando baje con las mejillas rojas —explicó.

Estás metido en un gran lío, bueno ambos lo estamos —rió un poco y Jedward soltó un bufido fastidiado.

— Eres un caso perdido —murmuró—. Esta noche puedo convencer a mis padres para que me dejen dormir contigo —cambió de tema con picardía.

— Ya me pusiste duro, príncipe. Creo que no me aguantaré toda la cena sin poder tocarte, sin que tu papá me quiera cortar los huevos.

Pues tendrás que mantener tus manos lejos de mi cuerpo y portarte bien. Me tengo que ir ayudar a mi padre con la comida como pretexto para poder hacer las galletas, te amo, Nico — sus mejillas se pusieron rojas. 

— Yo también te amo. 

Jedward bajó las escaleras después de hablar con su novio y fue hacia la cocina para ayudar a su padre con la cena.

— No soy idiota, príncipe, sé muy bien que vienes para hacer galletas para tu novio. Así que es mejor que hagas para todos en esta casa también para tus tíos e hijos que vienen también. 

Mierda, ¿Cómo sabía eso?

***

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