Capítulo 7.

Las clases terminaron por ese día y Harry se sintió mejor que antes, sus amigos lo ayudaron bastante haciéndolo reír por cualquier cosa, hasta el profesor de idiomas, ósea, Josh les llamó la atención más de una vez para que hicieran silencio en su clase, pero a los pocos minutos volvían con las risas.

Josh por un lado estaba feliz, veía mucho mejor a Harry que esa mañana, pero en algunos momentos lo veía distraído, pero después cambiaba su rostro cuando Gideon o Taolath le decía él algo al oído, a Josh no le gustaba como Taolath se acercaba a Harry, estaba celoso, aunque no lo demostrara.

Harry recogió sus cosas al igual que los chicos y salieron del salón sin mirar a nadie. No se percataron de tres pares de ojos que los veían de diferentes puntos del segundo piso de la escuela. Y esos tres pares de ojos, estaban celosos, pero son muy creídos para decir que lo están.

Subieron al carro de Taolath con rumbo hacia la casa de Gideon ya que ese día les tocaba hacer las tareas en esa casa.

— Ahora suelten la sopa, ¿Por qué el profesor Gallagher y el profesor Devine no les quitaban los ojos de encima hoy? No quiero mentiras —dijo y ambos chicos tragaron duro.

— A ti no te puedo mentir o bueno a los dos. El viernes el profesor Devine me besó en el aula donde estábamos. Después de que Gideon se fuera de la escuela, él y yo comenzamos a conversar, hasta que me besó y yo le seguí el beso, pero el beso fue subiendo de tono y el recuerdo de mi tío me llegó a la mente y prácticamente salí corriendo del salón sin darle una excusa —dijo Taolath, suspirando y con la vista al frente.

— Hey, no te atormentes tu tío es un hijo de perra de lo peor, ya pasaron muchos años de eso —dijo Harry tocando su hombro como forma de compresión.

— Gracias, por estar conmigo —sonrió, ellos hicieron lo mismo.

— Ahora dime, tú —éste se sonrojó.

—El viernes después del incidente el profesor Gallagher me llevó a mi casa, primero me llevó a comer algo, después de eso llegamos a mi casa, él me pidió mi número del celular y el de la casa, pero solo hablamos el fin de semana ya que hoy ni me mira —dijo, bajando la mirada.

— Eso no fue lo que vi cuando salimos de la escuela, cuando entramos al carro de Taolath, él estaba mirando por la ventana que está en las escaleras y no nos miraba a mí ni a Taolath; sino a ti —dijo Harry sonriendo y Gideon levantó la vista sonrojado.

— ¿Es enserio? —preguntó tímido.

— Sí, es enserio, pero no se enamoren de ellos, solo no hagan eso, recuerden que ellos son diez o doce  años mayores que nosotros —dijo Harry, y ellos asintieron.

— Tienes razón —dijo Taolath.

Llegaron a la casa de Gideon en menos de veinte minutos y Taolath estacionó el carro en un lado de la cera. Bajaron del carro y entraron a la casa de Gideon.

— Algún día voy a comprar un carro —dijo Harry, y Taolath rió.

— No lo harás. Si lo haces, lo rompo con un bate, para que yo te tenga que ir a buscar todos los días a la escuela y eso me haría muy feliz —dijo riendo.

— ¡Mamá! Ya llegamos — gritó Gideon, y ella salió de la cocina.

— Hola, hijo. Hola, mis sobrinos hermosos —dijo dándole un beso a cada uno de ellos.

— Hola, titi —dijeron al mismo tiempo.

— Yo también soy hermoso —dijo Gideon, rodando los ojos.

— Ya lo sé, bebé, eres mi hijo —le dio un beso en la frente.

— Ahora sí, mami —sonrió.

— La comida está lista, vayan a la cocina —dijo con una sonrisa dulce y ellos corrieron hacia la mesa donde los esperaba un gran banquete.

Las mochilas las tiraron en el piso, se sentaron en la mesa, comenzaron a comer sin esperar a nadie.

— Coman lento, que la comida es de ustedes —los regañó Maura, al verlos chicos comer de ese modo.

— Es que tenemos hambre, Mamá —dijo Gideon con la boca llena.

— Deja de hablar con la boca llena — dijo, enojada.

— Ya, mami no lo vuelvo hacer —dijo con un pedazo de carne en la mano que tenía en el pecho y ella rió saliendo de allí.

Su hijo no tenía remedio.

— Gideon, eso no es asqueroso —dijo Taolath, lanzándole un pedazo de papa a la cabeza.

— No me dañes mi cabello — dijo tirándole un pedazo de zanahoria.

— Ya dejen de jugar con la comida, par de idiotas —dijo Harry, enojado y ellos dejaron de lanzarse comida.

— Lo siento, Papá —dijeron ambos al mismo tiempo.

Terminaron de comer en diez minutos y se levantaron de la mesa.

— Mamá, vamos a mi habitación para hacer tareas —dijo Gideon, entrando a la cocina y ella asintió—. Vamos, chicos —salieron de la cocina.

Subieron a la habitación de Gideon con las mochilas en sus manos. Cuando entraron a la habitación lo primero que hicieron fue tirarse en la cama. Después de durar unos cuantos minutos comenzaron a hacer la tarea, pero Harry tenía algo que decirles.

— Chicos, hay algo que tengo que decirles a ustedes —dijo, aun con la vista en el cuaderno.

— Habla —dijo Gideon impaciente.

— Bueno, espero que sigamos siendo amigos como hasta ahora— jugó con sus dedos — El sábado le pregunté a mi madre porque tengo que tomar pastillas que son solo para mujeres que no quieren tener hijos y ella me contestó: Esas pastillas son para cuando una persona no quiera tener hijos. Yo tengo un útero femenino que puede producir un embarazo, yo nací con órganos parecidos a los de una mujer, así como una mujer puede tener yo también puedo tener hijos —dijo mirándolos fijamente, y con el labio inferior entre sus dientes.

— No juegues conmigo —dijo Taolath, con la boca abierta.

— No estoy jugando, es muy enserio.

—Si lo que te preocupa es que te dejemos de hablar eso no pasará, así que ya puedes estar tranquilo —dijo Gideon compresivo.

— Oh, ustedes valen mucho —dijo Harry abrazándolo.

La vista de Harry se fue hacia la ventana y vio que el sol se estaba ocultando.

— Harry, creo que ya tenemos que irnos —dijo Taolath, suspirando y recogiendo sus cosas.

— Sí, tienes razón —dijo haciendo lo mismo—. Gracias, por estar conmigo.

— No es nada para eso es que están los amigos —dijo Gideon, sonriendo.

Los chicos salieron de la cama con rumbo al carro de Taolath.

— Bueno, Harry, ya llegamos. Nos vemos en la escuela mañana —dijo el morocho.

— Sí, nos vemos.

Entró a su casa y ni siquiera llamó a sus padres ni encendió la luz de la casa, lo primero que hizo fue subir a su habitación. Cuando abrió la puerta se llevó una gran sorpresa al ver a Liam sentado con los brazos cruzados en la cama.

— ¿Dónde estabas? —preguntó, con voz dominante.

— En la casa de Gideon —dejó la mochila en el escritorio.

— ¿Haciendo qué? —preguntó neutro, y Harry tembló.

— Tareas —susurró.

— Tengo más de dos horas esperándote y cuando veo por tu ventana veo que le das un beso a tu amiguito —Harry se puso nervioso al ver a Liam frente a él.

— Él y yo sólo somos amigos —se defendió y Liam lo agarró del brazo inmovilizado.

— Pero eso no te da el derecho de besarlo, a la única que puedes besar es a mí y a nadie más —dijo con una voz muy enojada.

— Usted no es nadie para decirme que tengo que hacer con mi vida, yo beso a quien yo quiera besar, usted sólo llegó a mi vida para arruinarla y nada más, eso es lo que usted ha logrado, hacer de mi vida un infierno —dijo con lágrimas en los ojos y Liam se enojó más al punto de tirarlo en la cama de forma brusca.

Liam se subió encima de Harry inmovilizándolo, colocó las manos del menor sobre su cabeza y él se subió a horcajadas sobre él.

— Tú no eres nadie para hablarme de esa manera, niño estúpido, solo eres mi perra, mi juguete y mi mascota sexual, que siempre tengo cuando quiero tener sexo. Cállate y no abras la boca al menos que sea para chuparme la polla ¿Entendiste? —preguntó cerca de su cara y el asintió—. ¡Dije que si entendiste! —gritó, en su rostro.

— Sí —dijo con voz temblorosa.

— ¿Sí, qué? —preguntó, con una ceja levantada.

— Sí, Daddy —se mordió el labio inferior con nerviosismo.

Liam acercó sus labios a los de él y lo besó con posesión, pasión y rudeza. Harry intentó apartarlo pero en su intento Liam le mordió el labio y así fue que se dio por vencido. Las manos de Liam, sacaron la camisa del menor del pantalón adentrando sus manos por la piel de este. Harry se separó de él abruptamente y Liam lo fulminó con la mirada.

— No otra vez, por favor — dijo, con las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

— Sabes que no me gusta que me nieguen las cosas, así que coopera y no te dolerá —dijo quitando los botones de la camisa del menor.

— No quiero —él le agarró las manos.

— No te doy tu merecido porque mañana hay escuela y no quiero que nadie te vea con la cara llena de golpes —dijo dándole una mirada penetrante al menor.

Harry comenzó a llorar otra vez, pero se dejó hacer todo lo que Liam quisiera con él.

Liam lo desnudo por completo y luego él hizo lo mismo, pero ya estaba cansado de oír los gritos de Harry. Así que le dio la vuelta y lo puso boca abajo. Se levantó de la cama, fue hacia su pantalón, tomó su cinturón y un objeto que tenía en su maletín.

Se acercó a la cama y levantó las caderas del menor.

— Abre las piernas. Ahora —dijo serio, y Harry hizo lo que le dijo sin rodeos.

Liam entró el objeto que tenía en las manos de forma brusca.

— ¡Ahh! —gritó de dolor. Liam le había introducido un vibrador de manera brusca.

— La primera parte de tu castigo y también para que estés estirado cuando te folle —dijo, en su oído y Harry tembló. Cuando él quería que sus padres estuvieran en la casa, ellos nunca lo estaban.

Liam se separó del menor y tomó la correa. La pasó por la espalda del menor y la dejó caer con enojo. Harry gritó deseando que alguno de los vecinos lo escuchara, pero sabía que no lo iban a escuchar debido a que la casa de Harry estaba en el terrenos más grande de ese sector y la casa estaba en medio de aquel lugar.

— Esto es para que no te atrevas a subirme la voz —dijo dándole cinco latigazos con la correa en diferentes partes de su espalda y nalgas.

Harry hundió la cabeza en el colchón y mordió las sábanas con coraje, ya que se sentía impotente en esos momentos.

— Este, es para que no andes de besucón con tu amiguito Taolath —dijo antes de darle en la nalgas cinco más.

— Ya te dije que es mi mejor amigo —sacó la cabeza del colchón para mirarlo. Sus lágrimas salieron de sus ojos sin aviso.

— Este es para que no me contestes, maldita perra —le dio cinco más.

Harry volvió a hundir la cabeza en el colchón y gritó con ganas. Cuando Liam se cansó de darle con la correa lo tomó del cabello, que estaba algo húmedo debido a que el chico estaba sudado y eso hacía frío.

— Ahora viene la mejor parte de esto —sacó el vibrador del interior de Harry.

Harry se tensó cuando Liam lo sacó de la misma forma que lo entró. Sintió como Liam colocaba la punta de su miembro en su abertura y comenzó a llorar otra vez.

— No, no. Otra vez no —dijo, entre lágrimas.

— Otra vez si —dijo entrando de golpe como la primera vez que lo violó.

— ¡Ahh! Me duele, sáquelo por lo que más quiera —gritó, moviéndose en la cama, pero recibió una nalgada.

— No lo voy hacer, eres tan estrecho —jadeó, comenzando a moverse con rapidez sin importar que el niño se acostumbrara a su gran tamaño.

Harry apretó los puños en la cama y volvió a hundir la cabeza en la cama. Liam lo tomó del cabello otra vez y lo obligó a que se pusiera en manos y rodillas en la cama. Lo penetró con más fuerza que antes aún escuchando los quejidos del menor al ver como Liam acelera.

Jaló el cabello de Harry hacia un lado para besarlo con pasión. Harry siguió el beso porque Liam le había mordido el labio nuevamente esa noche. Colocó una mano en la cintura del menor y el chillo, en ese lugar tenía una marca de uno de los golpes que Liam le había dado. Liam lo seguía penetrando de manera brusca.

Harry tenía los ojos cerrados, no los quería abrir, el dolor que sentía en su cuerpo era insoportable y en  la manera en la que Liam tenía su cabello agarrado era muy doloroso para él.

Soltó un suspiro de alivio, cuando Liam salió de su interior, él se tiró en la cama con los ojos cerrados, pero aún tenía las manos hechas puños. A Liam se le ocurrió una idea loca en la cabeza, así que salió del interior de Harry y se acostó a su lado.

— Sube encima de mí —ordenó.

Harry abrió los ojos con algo de dificultad, pero hizo lo que Liam le dijo, se subió en su regazo un poco lejos de su pene, pero no tanto. Cayó agotado encima del mayor, sintió algo duro en su estómago y tragó duro. Liam acarició su espalda con suavidad.

— Siéntate — dijo, con voz ronca.

Harry se sentó aun con los ojos cerrados y con las manos en el estómago de Liam .

— Siéntate sobre mi pene —dijo con una mano en la parte de las caderas que Harry no tenía dañada.

Harry se levantó e hizo lo que Liam le ordenó, abrió los ojos como platos al sentir como el miembro de Liam se enterró de golpe en su interior.

— ¡Ahh! — gritó de puro dolor.

— Eres tan estrecho —dijo alzándolo para que subiera y bajara.

Harry quitó la mano de Liam de su cintura y él colocó las manos en el pecho del mayor y el mismo comenzó a montarlo.

Liam echó  la cabeza hacia atrás, disfrutando de la sensación que sentía al ver y sentir que Harry había tomado la valentía del mismo, montarlo. Subió las caderas para que Harry vaya más rápido, pero él deseaba que el menor fuera con mucha más velocidad, así que volvió a colocar sus manos en la cintura del menor, pero no donde tenía los moretones.

Las embestidas se hicieron más rápidas por parte de Liam . Harry parecía como si estuviera dormido, ya que en ningún momento volvió abrir los ojos, después de que Liam se enterró en su interior. Parecía un sonámbulo.

— ¿A quién le perteneces? — le dio otra nalgada.

— A ti, Daddy — dijo soltando un suspiro de cansancio ya que aún seguía montando a Liam .

Liam tomó el pene de Harry entre sus manos y vio que este tenía un líquido, pre-semen, lo masturbó hasta que se corrió en su pecho. El cuerpo de Harry se contrajo y así Liam corrió en el interior del chico sin ningún tipo de aviso.

Harry cayó agotado sobre Liam , quien lo acostó a su lado, después que salió de su interior. Busco una toalla en el baño y seco a Harry y al mismo.

— Espero que no vuelvas a faltarme al respeto, como te dije: tú eres mío y de nadie más, solo yo te puedo tocar, besar, sentir tu cuerpo y si tengo que matarte, lo hago, solo para que no estés con nadie más —dijo dándole un beso en los labios y levantándose de la cama para ponerse la ropa con una sonrisa de superioridad en su rostro.

Después que se colocó la ropa se acercó a Harry y besó su frente sudorosa y salió de la casa, como si fuera el dueño de esta. Cuando Harry escuchó la puerta cerrarse, se puso a Llorar, él no quería esa vida, pero no le quedaba de otra que aguantar todo lo que le pasara.

Pero quizás algún día el amor llegara a la puerta de su casa.

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