Capítulo 5.

Harry se despertó al sentir su despertador sonar más de una vez, y eso lo hizo sentir frustrado. Lo apagó, y cuando lo hizo se sintió débil. Llevó una de sus manos a la frente y la sintió caliente, así que dedujo que tenía fiebre. Suspiró cansado y cerró los ojos un momento para volver a abrirlos.

Mirando la hora en el reloj que tenía en la mesita de noche y vio que eran las diez de la mañana. No iría a la escuela de cualquier modo. Se levantó de la cama sintiendo un ardor en la parte baja de su espalda. Caminó hacia el baño para llenar la bañera con agua a temperatura para ver si la fiebre le bajaba aunque sea un poco.

Volvió a su habitación para ver si tenía alguna llamada de alguno de sus amigos y efectivamente así era. Tenía catorce llamadas de Taolath y veintitrés de un número desconocido para él. Marcó el número de Taolath quien contestó al primer toque.

— Oh, Dios mío, Harry, nos tienes muy preocupados —dijo Taolath, soltando un suspiro de alivio.

— Oh, lo siento mucho, es que no me sentía bien esta mañana. Además, mi despertador no sonó —se levantó de la cama.

— Que mal, si quieres podemos ir a tu casa hoy, para que no te atrases con las tareas —ofreció, con una voz suave.

— Eso suena bien para mí, me imagino que dejaron mucha tarea hoy ¿Cierto? —preguntó caminando hacia el baño con lentitud.

— No te imaginas, el profesor Jackson nos dejó tareas como para el año completo —confesó en un tono melancólico.

— Ya me imagino tu cara al ver toda esa tarea, este fin de semana no saldrás de tu casa, pero que lindo —dijo riendo.

— Creo que tienes razón... mierda, Gideon. déjame hablar... Harry te voy a pasar a la rubia.

— ¡Kei! Hijo de tu madre, me tenías preocupado —fingió llorar.

— Mi rubia hermosa, perdón pero es que estoy enfermo.

— Mira que me tenías preocupado, no lo vuelvas hacer —suspiró—. Mira, Taolath. Allí  están Daldon, Liam y Josh —comentó, de forma lenta y suave.

— Hmm, Gideon, aún estoy aquí —se quitó los bóxer.

— Es que si los vieras se ven tan latigables.

—Sí, me imagino tu cara de idiota —entró a la bañera.

— No te burles. Oye, Harry, ya nos tenemos que ir porque nos toca clase de idioma con Josh y Taolath no me deja hablar contigo —exclamó, enojado, y enfatizando el nombre de Taolath —. Porque al parecer al negro le gusta Josh —confesó, y Taolath le quitó el celular.

— Al igual que a la rubia le gusta Daldon, adiós, Kei —dijo colgando, antes de que Harry dijera algo.

El rizado suspiró dejando el celular a un lado, luego cerró los ojos. Los abrió al recordar que aparte de las llamadas de Taolath había otras. Tomó otra vez su celular y marcó el número desconocido, pero se lamentó al hacerlo en ese momento.

— ¡¿Por qué mierda no viniste a la escuela?! —gritó, totalmente furioso, y Harry se sentó de golpe, pero eso hizo que su trasero doliera como los mil infiernos.

— Es que estoy enfermo, tengo la temperatura alta —contestó, en un pequeño susurro.

— Oh... ¿Será que me estas mintiendo? Porque si es así, te juro que te vas a arrepentir por eso —gruño, muy cabreado.

— No, lo juro. Yo nunca he faltado a la escuela —respondió rápido.

— Si es así, te vas a librar de un castigo, voy para tu casa, después que salga de aquí y eso no se discute.

— No, no es necesario que venga —masculló con una voz entrecortada.

— Ya te dije que eso no se discute, así que nos vemos después de que salga de aquí —replicó, colgando, y Harry suspiró cerrando los ojos otra vez.

Dejó su celular a un lado y dejó que su mente y cuerpo se relajaran en la gloriosa tina. 

Liam se quedó pensativo después de haber recibido la llamada de Harry, algo dentro de él le decía que Harry estaba mintiendo. Salió de sus pensamientos cuando sintió la puerta abrirse y dejó ver a Daldon entrar por esta con una cajetilla de cigarrillos.

— ¡Wow! Tu cara es épica —comentó, bromeando, y Liam rodó los ojos.

— No estoy de humor para escucharte, así que cállate —mandó con voz dura, y ahora fue el turno de Daldon de rodar los ojos antes de sentarse.

— ¿Qué te pasó para que tengas esa cara de idiota? —indagó, con el ceño fruncido y encendiendo un cigarro.

— Harry me llamó y me dijo que está enfermo —confesó con ironía.

— Y me imagino que no le creíste nada de lo que te dijo ¿Cierto? —dijo dándole una calada a su cigarro.

— No le creí nada —respondió—. Ya cambiemos de tema, ¿Cómo les está yendo a ti y a Josh aquí? Aún no creo que ustedes estén en esta escuela —riendo, y Daldon hizo lo mismo.

— Sabes que estoy aquí, por lo mismo que tú, estamos escondiéndonos de la policía y que mejor que ser un simple profesor de educación física —se encogió de hombros.

— Pero enserio, ¿Dé profesor? No encontraron algo mejor.

— Es que es mejor de lo que pensé, aquí hay niños muy hermosos —expresó tirando el cigarrillo al zafacón al lado de Liam.

— No me digas que ya tienes en mente a alguien, eres increíble —dijo acomodándose mejor en su silla.

— Si ya lo tengo en la mira, su nombre es Gideon Labrot, si tan solo lo vieras. Se sonroja cada vez que lo miro o le guiño el ojo y está en tu clase y es amigo de Harry Hamilton —explicó, como si nada.

— Espera... es el chico de pelo rubio que siempre anda con Taolath Praz para arriba y para abajo —inquirió haciendo enfadar a su amigo.

— Ya cállate —ordenó, sacándole la lengua—. Oye, enséñame una foto de Harry aun no lo conozco solo lo vi una vez y fue de lejos —pidió, con ojos suplicantes.

Liam sacó su celular del bolsillo de su pantalón y buscó una de las fotos que le había tomado a Harry cuando él estaba en su casa durmiendo. 

— ¿Es enserio? Le tiraste una foto durmiendo y después que tuvieron sexo —dijo, riendo y le paso el teléfono a Liam otra vez.

En ese instante tocaron el timbre y Liam se levantó de la silla junto con Daldon.

— Tengo que ir a casa de Harry aunque no le creo que esté enfermo —explicó, saliendo al pasillo y vio como todos los estudiantes salieron del salones como alma que lleva el Diablo.

— Espero que Harry esté enfermo  murmuró, para sí mismo, pero Liam lo escuchó. Él solo rodó los ojos.

Daldon iba a hablar, pero escucho una voz chillona de una chica.

— ¡Pero yo no hice nada, fue él quien lo hizo, ese maldito! —gritó aún más alto.

— ¡Pero fuiste tú, quien le tiró eso encima no yo! —gritó, otra voz más grave.

— ¡Ya cállense ustedes dos de una maldita vez por todas! —gritó una voz que ellos reconocieron de inmediato.

Ambos caminaron hacia dónde provenía la voz y entraron abriendo la puerta con violencia.

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó Liam, con una ceja levantada.

— Es que este hijo de perra, hizo algo y ahora me echa la culpa a mí —explicó la chica, bastante enojada.

— Pero fuiste tú quien le tiró el refresco encima, maldita perra regalada —replicó Taolath, con bastante enfado.

— Fuiste tú, maldito maricón de mierda —Taolath comenzó acercarse a ella lentamente.

— Dilo otra vez y te parto la cara — gruñó, acercándose a ella.

— Eres un maldito maricón al igual que tu querido amigo —dijo lentamente en la cara. Taolath levantó la mano para darle un golpe en la cara pero la voz de Josh le hizo retroceder.

— Taolath, no te atrevas —advirtió serio.

Liam y Daldon estaban en la puerta, mirando la situación sin perderse el más mínimo detalle de lo que pasaba en ese momento.

Daldon era el más interesado en esto ya que la mirada de él se desvió al lugar donde estaba el pequeño rubio sentado. Gideon estaba temblando del frío, su camisa estaba manchada de algo rojo que supuso que era refresco, pero estaba inquieto y tenía sus mejillas sonrojadas.

— ¿Ustedes que desean? —les preguntó Josh.

— Nosotros sólo pasábamos por aquí y escuchamos como se gritaban —respondió Daldon.

— Está bien... Gideon, ya te puedes ir, no te voy a expulsar, así que vete tranquilo —dijo con una sonrisa dulce—. Pero a ti, si quiero que tus padres vengan, ahora vete sin decir nada —mandó serio, y la chica salió de allí dando un gran portazo—. Taolath, tú te quedas —expresó, como si nada.

— Nos vemos después —dijo dándole un beso en la mejilla que a Daldon ni a Josh les gusto para nada. Liam vio eso y rió en silencio al ver la cara de sus amigos.

— Adiós, duende, voy y te busco en tu casa más tarde —dijo dándole un gran abrazo y Gideon asintió antes de salir de allí.

— Nos vemos después —se despidió Daldon, dejando a Liam allí adentro para detrás de Gideon.

Salió del salón y vio la figura de Gideon ir bajando las escaleras para ir al primer piso, pero Daldon lo detuvo antes de que el siguiera avanzado más.

— Si quieres te llevo — dijo con una sonrisa de lado y vio que Gideon ya estaba sonrojado. Adorable se dijo así mismo por dentro.

—No quiero incomodar —murmuró desviando la mirada.

— No es nada, es que va a comenzar a llover y no quiero que te resfríes —dijo encogiéndose de hombros. Gideon vio la pequeña ventana que había en las escaleras que estaba nublado el cielo y asintió.

— Está bien —murmuró y Daldon sonrió tomando otra vez su mano para ir hacia el estacionamiento. Miró otra vez al rubio que tenía sujetando de la mano y vio que un estaba sonrojado o bueno más que antes.

*****

— Yo me largo de aquí, así que adiós — dijo Liam , saliendo de allí, pero antes le guiñó un ojo a Josh.

— Ahora dime ¿Qué fue lo que pasó exactamente? —preguntó, cruzándose de brazos.

— Ella buscó un refresco no sé de dónde y según ella "tropezó" y le tiró el refresco a Gideon encima y dijo que fui yo quien la empujó, esa tipa es una perra... —comenzó a decir pero Josh lo detuvo.

— Ya es suficiente por hoy con los insultos —dijo riendo, y Taolath hizo lo mismo. Se fue acercando al menor, quien se puso nervioso.

— ¿Ya me puedo ir? —preguntó con voz temblorosa, al ver la cercanía de su profesor.

— ¿Por qué te vas tan rápido? — indagó, tomando la cintura del menor.

— Yo tengo que ir a mi casa, tengo que hacer unas cosas antes de que mis padres lleguen —respondió, nervioso, y mordiéndose el labio.

— Oh, ¿No será que lo que me estás diciendo es una mentira? —preguntó, y el menor negó—. No me gustan las mentiras —susurró, cerca de sus labios.

— Se lo juro, no es una mentira —contestó, echando hacia atrás la cabeza.

Josh colocó una de sus manos en el cuello del chico y lo besó sin previo aviso. Lo sostuvo con fuerza para que él no se escapara de sus manos.

Taolath abrió los ojos como platos al ver y sentir lo que su profesor de idiomas le estaba haciendo. No hizo nada para detenerlo solo se colocó de puntillas y puso sus manos en el cuello del mayor, para profundizar el beso que tanto le estaba fascinando en esos momentos.

Josh se sorprendió al ver lo que Taolath hizo, pero no se detuvo en lo más mínimo siguió besándolo como si su mundo dependiera de los labios del menor. El beso se hizo más fogoso de lo que ya estaba, las manos de Josh fueron bajando hasta llegar a su al pequeño trasero del menor para apretarlo.

Taolath jadeó al sentir eso, pero un recuerdo no muy lindo llegó a su mente así que se separó de golpe y Josh lo miró confundido.

— Yo me quiero ir a mi casa —dijo en un pequeño susurro.

— No te vas hasta que me digas porque reaccionaste de esa manera, si me estabas siguiendo el beso y después te alejas como si yo quemara —confesó, con un poco de enojo.

— Es que ya me quiero ir, lo siento —dijo tomando su mochila, y salir de allí antes de que Josh dijera algo.

Salió llorando de allí dentro al tener ese recuerdo otra vez. Josh se quedó mirando la puerta y maldijo una y otra vez al no detener a Taolath para que no se fuera. 

*****

Liam llegó a la casa de Harry en menos de veinte minutos. Tocó la puerta y esperó a que abrieran. En la cabeza de Liam aún no cabía la idea de que Harry estaba enfermo, en su mente sólo había que Harry estaba perfectamente ayer después de que lo hizo suyo por segunda vez.

La puerta se abrió mostrando aún Harry cansado y con ojeras en sus ojos. Tenía puesto un abrigo que le llegaba hasta los muslos con unos calcetines y con las mejillas sonrojadas. Adorable para los ojos de Liam .

— Oh, bebé, estás pálido —se lamentó, entrando, a la casa antes de que Harry dijera algo, cerró la puerta y cargo a Harry.

— Yo le dije, pero usted no me creyó —murmuró, con voz ronca, por la fiebre.

— ¿Dónde está tu habitación? —preguntó dirigiéndose a las escaleras.

— La última del pasillo de la izquierda —contestó, colocando su cabeza en el hombro de Liam , ya que estaba muy cansado.

Liam entró a la habitación del chico, vio que todo estaba en orden. Dejó a Harry en la cama, para después acostarse a su lado y acariciar su rostro. Harry sólo cerró los ojos debido a que Liam lo trataba con cariño y no lo forzaba a nada que él no quisiera.

Liam sintió que Harry ya no tenía tanta temperatura como él le había dicho en la mañana.

— ¿Ya comiste algo? —preguntó, y él asintió—, ¿Tomaste alguna pastilla para bajar la fiebre? —volvió a preguntar, y él asintió de nuevo.

— Si, ya lo hice esta mañana, me tomé algunas pastillas que mi madre me dijo que tomara después que tuviera relaciones con un hombre. 

— ¿Y no sabes qué son esas pastillas?

— No sé nada —comentó, antes de bostezar ya que estaba cansado.

— Duerme —le mandó, con voz suave.

Harry cerró los ojos y en pocos minutos ya estaba en un profundo sueño.

Liam se levantó de la cama y salió de la habitación para ir a su casa, ya nada tenía que hacer en esa casa. Bajó las escaleras y se detuvo al ver unas fotos en las paredes y sonrió con maldad.

Ahora todo encaja a la perfección.

Harry Hamilton sus padres son Des Hamilton y Caandil Lacroix. Los enemigos de su padre y de él. Salió de la casa con una sonrisa en el rostro. Tal vez volvería a retomar su venganza contra ellos.

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