Capítulo 1.

Harry se levantó como todos los días como de costumbre, para ir a la escuela. Va al baño y dura en la ducha quince minutos. 

Se coloca el uniforme, peina su manta de rizos y sale de su habitación. Ve a sus padres desayunando como de costumbre, su madre viendo revistas de moda y su padre con el periódico. Eso no es nuevo para él.

— Buenos días, padres —saludó, tomando un poco de jugo de naranja.

— Buenos días, hijo —respondió su padre, bajando el periódico para observarlo.

— Buenos días, hijo —contestó su madre, sin apartar la vista de la revista. 

—Ya me tengo que ir, ya es un poco tarde —tomó su mochila. 

— ¿No vas a desayunar? —preguntó Desmond, y él niega con la cabeza. 

— No, papá. Mis amigos vendrán por mí, nos vemos después —dicho eso, sale por la puerta sin importar lo que digan sus padres. 

Ya afuera de su inmensa casa estaban sus dos mejores amigos, Gideon y Taolath en el auto de este último. 

— ¿Cómo están? —preguntó Harry, después de entrar a la parte de atrás del carro de Taolath. 

— Mal, ¿Se te olvidó que hoy viene un nuevo profesor? —preguntó Taolath, comenzando a conducir. 

— Sí, y dicen que es muy estricto con sus estudiantes —comentó Gideon, mirando a Harry y éste frunce el ceño.

— Esto sí que está mal, si ese hombre es así de estricto como dicen, no me quiero ni imaginar las cosas que les hará a ustedes dos, son muy perezosos con las tareas, pero más Taolath —bromeó, y el mencionado lo mira mal por el espejo retrovisor. 

— Sí, Harry, gracias por tu comentario que no se necesitaba en este momento —respondió sarcásticamente. 

— Es cierto, Taolath, eres un asco con las tareas —Gideon ríe, y Harry le sigue. 

— ¿Tú también, Gideon? Eres cruel conmigo. Te odio —hizo un puchero. 

— Ya no te enojes, amor, ese idiota no sabe lo que dice —bromeó Harry. 

— Harry si me quiere. 

— ¿A esa cosa con rizos si y a este rubio no? Terminamos —se enojó. 

— No, amor, tú eres el único. Ven dame un beso y olvídate de ese idiota.

Siguieron haciendo bromas para molestar a Taolath y éste sólo se quedaba callado y maldiciendo en voz baja. Llegaron al instituto y cada quien se fue a su casillero. Harry buscó los libros que iba a utilizar el día completo y dejó los que no. 

Se dirigió hacia el aula, cuando entró había muy pocas personas. Se sentó en la primera fila del asiento que está delante del escritorio del profesor para esperar que éste llegue. Sus amigos llegaron y se fueron a sentar en la parte de atrás, como siempre. 

Tocaron el timbre y los estudiantes entraron más rápido que de costumbre y eso provocó que frunza el ceño. ¿Tan malo era el profesor para que todo el mundo entre como loco?

Pasaron unos pocos segundos y entró un hombre alto, pelo castaño, ojos marrones y labios deseables, pero eso a Harry no le importó en lo más mínimo. Claro está; en ese momento. 

— Buenos días, alumnos —saludó el profesor, cuando puso su maletín en el escritorio. 

— Buenos días, profesor —respondieron todos, al mismo tiempo. 

— Soy el profesor Liam Jackson, seré su profesor durante todo este año escolar. Todas las asignaturas o materias que le daba su anterior maestro se las daré yo, ¿Tienen alguna pregunta? —preguntó, con la voz profunda, y seria. 

— ¿Cuántos años tiene? —preguntó una chica, de pelo rizo. 

— Tengo veintiséis años, otra pregunta.

— ¿Usted va estar todo el año con nosotros? —Harry puso los ojos en blanco cuando esa chica hizo esa pregunta.

— Si ya se lo he dicho anteriormente, por todo este semestre seré su profesor — contestó, serio — Si no hay más preguntas, comenzaré a pasar la lista — toma una hoja.

Comenzó a pasar los nombres hasta que llegó al nombre de Harry. 

— Hamilton, Harry Hamilton —mencionó, y Harry levantó su mano. 

— Presente, profesor —respondió, y Liam lo miró por unos segundos que parecieron eternidad para él. 

Terminó de pasar la lista y comenzó a dar la clase, puso algunos ejercicios de matemáticas en la pizarra y todos comenzaron a hacerlos.

Harry estaba muy concentrado resolviendolos, que no se percató de la mirada de lujuria que le echaba el profesor. En un momento dado Harry levanta la vista y se topó con la mirada penetrante de Liam , pero rápidamente bajo la mirada totalmente sonrojado. 

Había un ejercicio que no podía resolver.

— Profesor —lo llamó—. ¿Le puedo hacer una pregunta? —preguntó, nervioso. 

— Sí. Ven aquí — respondió, Harry se levanta, y va donde Liam . 

— Esto no me cuadra, aquí Y es quince, pero si multiplicamos da veinticinco no entiendo —explicó, con el ceño fruncido. 

— Si multiplicas por tres con este denominador te dará la cantidad que buscas —respondió, cerca de su oído y esto provocó que Harry se pusiera nervioso.

— Gracias —murmuró nervioso, mientras volvía a donde estaba sentado anteriormente.

Siguió haciendo los demás ejercicios, como el profesor le había indicado. Pero la mirada de Liam era demasiado penetrante, que en toda la clase puso a Harry nervioso. 

El timbre sonó y todos comenzaron a recoger sus cosas para salir de allí. 

— Hamilton, quédese —ordenó con voz potente y dominante. 

Harry miró a sus dos amigos.

— Vayan, iré después —comunicó mirándolos. 

— Sí. Te esperamos en la cafetería —le contestó Gideon, y ambos salieron del aula. El profesor se dirigió hacia la puerta y le puso seguro, esto provocó que Harry diera un brinco del susto. 

— No sabes por qué estás aquí ¿Cierto? — dijo, en un susurro, logrando que Harry se asustara más de lo que ya estaba. 

— N-no, p-profesor — contestó tartamudeando, y logrando que Liam sonriera, por eso. Harry no lo notó porque estaba de espaldas a él.

— En toda la clase no he parado de ver tu rostro, en tus deseables labios, en todo lo curvilíneo que es tu cuerpo —explicó, dándole la vuelta para que Harry sintiera su erección contra su abdomen. 

— P-profesor, e-esto está mal —dijo intentando apartarlo de él, pero le era imposible porque Liam es más fuerte que él.

— ¿Por qué está mal, Harry? —preguntó "inocentemente". 

— Porque usted es mi profesor y apenas entró hoy a dar clases —respondió intentando no tartamudear y soñar firme, pero lo último no le funcionó. 

— Eso a mí no me importa, Harry. Lo que yo quiero lo consigo a las buenas o a las malas, así que es mejor que no pongas resistencia —susurró cerca de sus labios. 

Harry ya no podía contener las lágrimas por mucho tiempo, él no se explicaba cómo un profesor que dicen que es sumamente estricto le haga esto a un estudiante. Harry estaba con sus hermosos ojos ya lagrimosos, él no quería que lo que estaba pensando se hiciera realidad en ese momento.

Él nunca se sintió atraído por algún hombre ni por ninguna mujer, él era muy aplicado. Él no era de esos chicos que andaban de cama en cama detrás de cualquier chica.

— Pero yo no quiero, déjeme ir se lo suplico —sollozó bajando su bella y hermosa mirada. 

— Pero yo sí y si tu no haces lo que yo te diga te irá mal, porque todo lo que quiero lo consigo dice en el oído de rizado. 

Sin que el rizado se diera cuenta, le dio un beso con posesión, pasión y rudeza en los labios. 

Tomó el rostro de Harry en sus manos para que él no retrocediera, su lengua entró sin ningún permiso a su boca y esto provocó que el rizado soltara lágrimas en medio del beso. Harry intentaba apartarlo, pero Liam era más fuerte que él. El beso Liam lo hizo más fogoso que antes, sus manos fueron bajando hasta su trasero apretándolo con fuerza. 

— Profesor, deténgase, yo no quiero esto, usted es mayor que yo, lo pueden meter a prisión por esto —suplicó Harry intentado convencerlo, pero no tuvo resultado. 

— Ya te dije que lo que quiero lo consigo y tú no vas hacer la excepción a esto, la policía no puede hacerme nada, yo soy la ley así que vas hacer todo lo que yo te diga —espetó para atacar sus labios nuevamente como lo estaba haciendo antes. 

Tomó las piernas de Harry haciendo que este las enrollara en su cintura y caminar hacia el escritorio y dejar a Harry sobre este con él arriba pero sin aplastarlo. Comenzó a pasar sus manos por debajo de la camisa de Harry provocando que el menor suelte un sollozo y eso enfureció a Liam . 

— Es mejor que dejes de llorar de una buena vez por todas, ya me están cansando tus malditos llantos, sólo me conoces en mi forma pacífica, pero no en mi forma agresiva, dominante y violenta, así que deja de llorar —Harry solo pudo asentir. 

Unos toques en la puerta se hicieron presentes y Liam maldijo una y mil veces a la persona que estaba tocando. 

— ¿Harry, estás ahí? —preguntó Taolath, del otro lado de la puerta. 

— Si, Taolath, en un momento salgo —contestó rápidamente, antes de que Liam dijera algo. Liam lo miró mal, pero se levantó de allí. 

— Esto no se queda así, Harry, para la próxima no te escapas —expusó dándole un beso en los labios y abriendo la puerta. 

Harry tomó su mochila del piso y asintió. Antes de salir del aula secó sus lágrimas. Salió del aula y vio a sus dos amigos que estaban en la entrada con los brazos cruzados. 

— ¿Nos vamos? — pregunta, intentado que sus amigos no notarán sus nervios y que su camisa no estaba en su lugar.

— Si, Harry, pero tendrás que darme una buena explicación —él solamente asiente. 

Harry lo único que pensaba era en cómo iba a salir de ese problema.

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