Capítulo 4

—Es extenso el contrato veo que se tardó mucho en hacerlo—dije con la mirada fija en él.

—¿Qué le hace pensar que yo lo hice?—replicó totalmente serio el señor Markle y rodó un poco la silla hacia mí.

¡Joder! No sé por qué mierdas dije eso ¿Cómo coño voy a saber quién hizo esto? Creo que la estupidez se está apoderando de mí "Pero ¡Vamos Cristina! Aunque no sepas respondele muy segura"

—Tal vez porque aquí dice ¡contrato especial! Significa que hay uno sólo y usted no parece el tipo de hombre que manda hacer un contrato especial con alguien más o me equivoco?

El señor Markle se levanta sutilmente y se sienta en la mesa del escritorio enfrente de mí con su mano me mete un mechón de cabello detrás de la oreja y me dice.—Además de hermosa muy inteligente, casi la mujer perfecta. —expresó con su tosca voz, luego se paró y caminó hacia la puerta abriéndola.—Léalo con calma y me dice mañana a esta misma hora.—ordenó, a las 3 de la mañana con clima frío.

Lo mire fijamente.

—¡Cierre señor Markle! No necesito más tiempo, lo he leído completo y acepto. —Le dije afincándome en la mesa para firmar el contrato. Él se dirigió a sentarse de nuevo en su escritorio.

—¿Todo? ¿Segura?—Expresó sorprendido.

—Si señor Markle.

—¿No le asusta ser una guardaespaldas sumisa?—preguntó para aclarar sus dudas.

—No señor— dije muy segura. Claro que me asusta pero no lo demostré quería que viera que hablaba con una mujer y no con una niña. ¡Maldición! Estoy sintiendo la envidia de muchas mujeres sobre mí, seré la sumisa del multimillonario más cotizado, ¡Dios! ¡Que envidia! O al menos eso creo.

Reí en mis adentros, creyendo que estaba haciendo lo correcto.

Luego puede notar que él señor Markle estaba muy sorprendido de la manera en que toma las cosas. Su rostro decía mucho y una de ellas era que estaba contento.

—Tiene que estar consciente que correrá un grave peligro pero satisfactorio señorita Fox. —comentó.

—Estoy consciente señor—le exprese deslizando el contrato hacia él. Sólo necesito que me explique ¿Por qué yo? ¿Y...? ¿Por qué quiere que sea su sumisa? —continúe diciendo.

—Simple. Fui al velorio y vi cómo lloraba por la niña Lucy Mead, me hizo darme cuenta que usted es única además también porque usted posee una sensualidad irresistible señorita Fox y desde el primer momento me cautivo. Al principio la quería para guardaespaldas de relleno para poder observar toda su belleza, pero eso no funcionó, mis deseos por usted son más intensos. Y lo de tener una sumisa es un sueño que siempre he querido realizar, no lo había hecho porque simplemente estaba esperando a alguien cómo usted. —confesó y mis pelos de punto colocó.

“¿Alguien como yo?” Escuchar eso hizo mi vagina estremecer, mis manos sudar y mi corazón  latir con mucha intensidad. —¿Se siente bien señorita Fox?—pregunto al no verme reaccionar. «Yo estaba bien, sólo ya me lo imaginaba azotándome.» Joder, debo controlar un poco mi mente pues enseguida un calor comenzo a correr por mis venas.

—Discúlpeme. Sólo que me dejó perpleja con lo que me dijo.—exprese al reaccionar.

— Descuide. Si no tiene más inquietudes sobre el contrato puede irse para comenzar mañana a desempeñarlo.—señaló la puerta.

No me quería ir aun quería seguir escuchando esa malvada y fría voz sexy que tiene pero ya no tenía más preguntas hasta que empecé a caminar hacia la puerta que paso por mi mente la pregunta más importante—Señor Markle una última pregunta—dije volteando hacia él.

—Sí, señorita Fox.—dijo

—¿Cuál es ese peligro que usted corre? Lo pregunto para estar prevenida señor.—

— Cierto se nos olvidó hablar de eso pero, ya es tarde señorita Cristina Fox. Descanse y mañana hablamos.—Expreso Markle señalándome de nuevo la puerta.

Respire hondo, baje la mirada y me fui a la habitación.

Minutos despues me encontraba ahí  y me di cuenta que entre mis manos tenía el libro negro de los Markle, tenía mucha curiosidad de leerlo, lo confieso, pero mis ganas de dormir eran más fuertes asi que me quite todo, las botas, el pantalón y el chaleco, quede completamente desnuda y así me dormí.

Cinco horas más tarde.

Escuche tocar la puerta y adormecida pregunte —¿Quién es?—la inmensa flojera en mí no me dejo levantarme de la cama. Gritar desde ahí se me hizo más facil, y lo hice.

—Soy Leticia señorita la ama de llaves—coloque la almohada en mi rostro mientras gruñía un poco—Él señor Markle la está esperando en el comedor—Dijo y al momento me desperté completamente. La flojera habia desaparecido al instante y nerviosa me coloqué.

¡Dios! ¿Qué? ¿Cómo que me está esperando? ¡No sabía que desayunaría con él!

Abrí la puerta.

—Ok. ok., dile que ya bajo, por favor Leticia—Dije.

Leticia se retiró.

Me dirigí hacia el baño y al salir no me quería poner la misma ropa de ayer ¿Pero cómo hago si no traje más nada? Nervios. Nervios que hicieron que empezara a revisar el clóset que estaba en otra habitación dentro de la mi habitación. —¡Wow! ¿Qué?—exprese al abrir el clóset que tenía docenas y docenas de vestidos, zapatos y joyería. Quede totalmente impresionada, no sabía que ponerme hasta que vi un vestido color perla suave que al ponérmelo sentía que no tenía puesto nada y para combinarlo me coloque unas delicadas sandalias con medio tacón y con los labios color rosa pasión baje al comedor, pero antes de salir por completo me miré al espejo y me retoque un par de veces el labial.

Bajé.

Al estar en la puerta del comedor la abrí con delicadeza y mi impresión al instante se reflejo, el salón era grande con ventanas largas de vidrio que iluminaban todo su espacio y con una mirada sexy mire al señor Markle que estaba al costado derecho de la gran larga mesa, enseguida al verme me expreso:—Se ve totalmente impresionante señorita Fox. —su picardia la mostro mordiendose los labios—Veo que las cosas de mi  fallecida hermana le quedan a la perfección—Dijo Markle con su sutil tono sarcástico e hiriente—Tome asiento por aquí —indicó señalandome un asiento junto él.

«Otra vez volví a meter la pata, de verdad que mi estupidez cada vez se vuelve más grande. Qué vergüenza Dios ¡Cómo quisiera que me tragara la tierra en este momento!.» No sabía que decir ante lo último y en ese momento sólo se me ocurrió.

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