Capítulo 1

¡Demonios! Mi cita de trabajo en Dollas—exprese angustiada al ver que el reloj marcaba las ocho de la mañana. Se supone que mi cita era a las seis,sí, lo que significa que voy tarde. Tardísimo. 

Joder, corrí a vestirme lo más rápido posible destrozando toda la habitación a mi paso, fui directo a mi closet donde me coloque una camisa y mi chaleco con un jeans sólo me faltaban las botas, las malditas botas que siempre dejo tiradas ¡¿Quien sabe a donde?! Dios, las había dejado  ¿A donde? ¿A donde? ¡Ah! en la cama pero no estaban,¡Carajo! La desesperación vino a mí veloz, comienzo a buscarlas por todo el departamento y al llegar a la sala estaban ahí. Suspire de alivio. Y estuve lista en menos de cinco minutos, me subí en mi moto y emprendí rumbo a "Dollas", al fin.

Apenas había tráfico en la ciudad por lo que en menos de quince minutos llegue.

Me baje con pan en mi boca, me dirijo a la sede principal de la empresa multinacional Dollas Markle Company, un edificio con una estructura totalmente impresionante de vidrio oscuro que se extendía por sus 50 pisos, y su insignia: "Empresas Dollas mejora tu vida, convierte tus sueños en realidad" Era una total fantasía. El vestíbulo era grande tenía un diseño majestuoso, con blanco y plateado en toda su decoración.

Cada vez que me entraba más al lugar más me impresionaba, nunca había tenido la oportunidad de trabajar con tan alta sociedad.

Veo venir hacia mí, una mujer alta muy elegante con pantalón gris y camisa con mangas largas blancas que en su hombro derecho decía "Empleado de E.D.M.C". Me recibió la señora Amanda secretaria del mega-empresario. —Llega tarde señorita Cristina.—sus ojos reflejaban odio hacia mí, supongo—Sígame y bote ese pan—manifestó Amanda con voz imponente caminando hacia el ascensor. Yo sólo me limité a obedecerla y con el dolor de mi alma bote el pan en una papelera que estaba cerca de mi. «Al caminar hacia el ascensor me sorprendí, era de cristal por lo cual se podían ver todos los pisos del edificio» Ella entró primero y después lo hice yo. Apretó el botón 50 que estaba de primero. Pensé que por estar de primero nos iba a llevar directo al primer piso pero no fue así, pasamos por todos los pisos hasta llegar al cincuenta. Sin embargo el ascensor nos trasladó al piso 50 a una velocidad de vértigo «Y gracias a dios fue así, estar ahí en el ascensor con Amanda de verdad que me intimidaba»

Las puertas se abren y salgo a otro vestíbulo aún más grande que el primero pero con el mismo diseño, vidrios oscuros por fuera y el interior blanco con plateado. Amanda camino hacia su escritorio y me dio una hoja con tres reglas.—Estas reglas son fundamentales para poder trabajar con el señor Markle. Síguelas y no tendrás ningún problema.—dijo Amanda y se sentó.

¿Señor? ¡¿Está casado?!—Era lo único que estaba en mi mente. Lo que sabía del señor Markle es que es el soltero más cotizado de Manhattan. Las niñas de New York no hablan de otra cosa que no sea de ser su esposa, por eso me extrañe que Amanda dijera “Señor”.

—Señorita Cristina, ¿puede esperar allá? —me dice Amanda al verme enfrente de ella parada con una estatua. 

Amanda me señaló unos asientos y  asentí sin ningún problema mientras observaba cuidadosamente dónde me encontraba.

Las oficinas de Dollas son un misterio y estar aquí es un privilegio, más cuando sé que miles mueren por este puesto. De hecho me sorprende que de miles de postulante me llamaran a mí, a una principiante.

Suspire.

Mientras esperaba pude notar que todos los empleados de la oficina trabajaban sin cesar además de ser muy jóvenes, lo que hizo preguntarme ¿Será que él Jefe tiene una clase de loca obsesión por el trabajo? y lo que más me inquieta es; ¿Por qué sus empleados son tan jóvenes? ¿Acaso los adultos intelectuales no cubren las expectativas del jefe?

Las dudas por él aumentaban a cada momento.

Al principio no quise leer el papel que me dio Amanda pero cómo ya había pasado una hora y él jefe no había llegado. Decidí leer las dichosas reglas para calmar mi aburrimiento.

Regla 1: No se puede tocar al Señor Dylan Markle, si él no te lo ordena.

Regla 2: Tocar antes de entrar a su oficina.

Regla 3: Siempre dirigirse hacia él como el Señor Markle.

"La número tres es la más importante. Dicho esto asume la responsabilidad de estar informada, por lo tanto al no cumplirse las reglas por su persona puede presentar cargos delictivos imputados por la empresa Dollas Markle Company."

¡Rayos!

Me estremecí al leerlas. No sé casi nada de mi jefe, pensé que por ser joven iba a ser relajado pero por lo visto es el típico millonario engreído, antes había trabajado con personas con dinero pero nunca me había tocado uno así tan exigente.—En ese momento cuando tenía una conversación interpersonal conmigo misma, se hizo un silencio total en la oficina, el cual yo no me había percatado hasta que...

—¡Buenos días, señor Markle! Estos son los pendientes de hoy.—Escucho a Amanda decir agitada e inmediatamente se para caminando detrás del jefe. Yo al igual que ella me pare pero él ignoró mi existencia y Amanda entró con él a su oficina.

«Rico en billetes pero pobre en educación» Murmuré al ver que ignoró mi existencia.

Cinco minutos más tarde.

Amanda sale.

—¡Que estés lista, en tres minutos salen!—me notificó Amanda sentándose en su escritorio, para continuar haciendo su trabajo. Firmar y sellar papeles para un quehacer muy importante, pues, la probé lo hace tan veloz y delicado que así lo deja ver.

Suspire nerviosa. 

Estaba a punto de conocer al hombre más guapo de New york y sinceramente espero que esta vez sea más educado. —¡Párate ahí viene!—me ordenó deprisa sacándome de mis pensamientos  Amanda. Me levanté de inmediato con nerviosismo recorriendo todo mi cuerpo, acomode mi chaleco y cruce las manos hacia adelante. Él señor Markle abrió las dos puertas de su oficina usando un elegante traje color azul marino, con su mirada en el teléfono caminó directo al ascensor, y otra vez, otra vez volvió a ignorarme. Yo estaba indignada y no me moví hasta que Amanda me hizo señas para que lo siguiera. Lo hice. Pero solo porque no quiero perder el trabajo, tengo muchas deudas que pagar.

— Llega tarde de nuevo, señorita Fox—expresó irónicamente seco y frío el señor Markle. ¡Santo cielo! Al decirme eso deduje que ya sabía de mi retraso de dos horas, la vergüenza invadió todo mi cuerpo es por ello que apenas me subí al ascensor agaché la cabeza y le pedí disculpas, poniéndome detrás de él.—¡Que no vuelva a suceder! Siempre que yo vaya o camine a un lugar usted debe estar primero. De lo contrario puede despedirse de su puesto— advirtió frío y déspota, sin despejar su mirada de mí.  ¡Maldición! En ese momento me preguntó ¿Dónde mierdas me he metido?

Asentí con la cabeza a sus órdenes y al mirarlo enseguida me percaté de su perfecto y maldito rostro. Esa frialdad con que me habló hizo que notara esos hermosos ojos verdes los cuales quedan perfectamente bien con su cabello castaño lacio, que hace combinación con su bronceado que va más que bien con su cuerpo tonificado.

Dios, debo confesar que me enamore con tan sólo mirarlo una vez...— ¡Maldito millonario sexy, engreído!— exprese dentro de mí mientras lo observaba por atrás. Mientras observaba su esponjoso y redondo trasero.

Se abre el ascensor indicando que ya habíamos llegado a planta baja, enseguida olvidé mis pensamientos y me centré en mi trabajo, al ver que el jefe no me había dado instrucciones para dónde íbamos, me tuve que ver obligada a... —Señor Markle, ¿Para dónde vamos? Necesito saber para tomar las medidas de seguridad necesarias. —pregunté seria y aguantando mis nervios, como toda una profesional que soy. 

El jefe posó enfrente de mí al momento de escuchar mi atrevida pregunta.

—Señorita Cristina.—sus cejas se inclinaron— Veo que mi secretaria no le dijo que tipo de guardaespaldas va desempeñar usted.—me comentó frívolo el señor Markle.

—¿Cómo así? No entiendo señor Markle.— enseguida la confusión llegó a mí y en una pregunta se mostró.

—Su cargo es de relleno. Usted es una simple guardaespaldas de relleno. —enfatizó con un sutil pero hiriente sarcasmo.—Usted ve esos tipos de la derecha y de la izquierda —Siguió diciendo.—Sí —respondí moviendo mi cabeza un poco estremecida.—Pues, ellos son mis verdaderos guardaespaldas —aclaró entrando a la camioneta por el lado derecho.

¡Maldición!

Mi mundo se vino abajo.

¡Qué imbécil! No renunció porque de verdad necesito el trabajo, por eso sólo me limitara a entrar a su auto por el lado izquierdo, sin decir nada.

—Vamos Alfred al Dorado Royal y rápido que ya voy tarde, sabes que odio la impuntualidad—me miró— Más cuando viene de mí y de mis allegados—Dijo. Su chofer arrancó a toda velocidad dejando humo en el estacionamiento.

¡Él señor Markle era un verdadero idiota! Pero... escuchar que íbamos para el Dorado Royal me tranquilizó, en otras ocasiones ya había estado en ese lugar, por lo cual tenía la ventaja de conocerlo muy bien por si se llegara a presentar algún problema. «¡Lo sé, sólo soy una guardaespaldas de tercer grado o de "relleno" como él dice y no debería preocuparme por su seguridad, pero es muy difícil para mí dejar de hacer el trabajo que siempre he desempeñado a la perfección!»

En el Dorado Royal se celebran los eventos más importantes del mundo, viendo la fecha y el mes del año. Supe inmediatamente que íbamos al "Millionaire Donations" el evento de caridad más famoso del mes de Octubre. Ahí sólo pueden entrar familias y personas relacionadas con la realeza. Me extrañe que él un "simple" magnate estuviera invitado. Mi inquietud/Curiosidad y mis dudas crecieron aún más, lo que me llevó a proponerme que a llegar a casa buscaría toda su historia de vida.

[...]

El Dorado Royal.

“Hemos llegado, señor Markle”— indicó Alfredd su chofer estacionando el auto en la entrada. La cual parecía un palacio, estaba todo decorado en color marfil con dorado y con alrededor muchas flores margaritas que con la alfombra roja en las escaleras de 45 escalones le daban un perfil magistral.

—¡Perfecto! ¡Ábrenos!—le ordenó con su detestable y maldita voz de superioridad

Apenas pisar el suelo Dylan Markle miró por encima de sus hombros abrochándose un botón y con la mirada les indico a sus guardaespaldas que estuvieran atentos. Yo entendí perfectamente las instrucciones aunque no me miro a mí. Sin embargo, gracias a dios fui la mejor de mi clase y el lenguajes de señas corporales obtuve la calificación más alta así que sabía muy bien lo que dijo Markle, porque aunque él no quiera, lo protegeré.

Al terminar las instrucciones caminó por la alfombra roja que estaba encima de las largas escaleras.

Había mucha gente.

—Se-Señor Dylan... Dylan Markle—

Eran los periodistas gritando, tratando de conseguir declaraciones y entrevistas con él. Había fotógrafos que disparaban el flash en cuestión de minutos en su maldita y perfecta cara. Calcule como tres mil personas allí. Él señor Markle saludo con una enorme sonrisa a todos mientras caminaba por las escaleras, parecía un príncipe, era otra persona la que estaba ahí. Sin embargo a nadie se acercó a saludar ni a dar declaraciones. Siempre estuve detrás de él hasta que entró al recinto y no pude pasar, me quede observandolo por una ventana que daba a su lugar.

Habian pasado horas y horas, las piernas comenzaban a dolerme, ya eran las doce de la noche con el cielo turbio y triste. Terminó el evento. Apenas sale mi jefe yo lo resguardo sin que se diera cuenta hasta su auto. Nunca sentí ni vi nada fuera de lo normal pero al estar por la Interestatal 78 empiezo a notar ciertas cosas extrañas cómo, los guardaespaldas principales no estaban detrás de nosotros como se supone, la autopista estaba vacía y un auto rojo nos seguía a toda velocidad.

—Doble en la segunda transversal Alfred—ordené con voz gruesa y dominante. El señor Markle, volteo rápido.—¿Quién se cree usted para darle órdenes a mi chófer?—Reclamó furioso.

—Su guardaespaldas—aclaré mirando hacia él auto rojo. «Nunca pensé, sólo actúe, no iba a permitir que le pasara algo en mi turno. No bajo mi mando» Aún no me quedaba claro que era guardaespalda de relleno.

—Señorita Cristina ya le dije que usted es una simpl...—Estaba diciendo el señor Markle pero lo interrumpí.—¡Cállese! Y baje la cabeza—le ordene al notar que un sujeto comenzó a disparar. —Alfred a toda velocidad hasta llegar a la interestatal 81, ahí va a doblar a la izquierda hacia el centro.—le comuniqué al chofer quien manejaba asustado y velozmente escuchando mis órdenes.

El chófer nervioso siguió mis órdenes y el señor Markle estaba agachado debajo del asiento sin moverse. Al llegar al centro de Manhattan perdimos a los sujetos del auto que nos perseguía, lo que significa que estábamos a salvo, el jefe no me hablo, no me dijo nada ni un gracias por salvarle su estúpida vida.

—¡Alfred llévanos a casa!—Fue lo único que se limitó a decir.

Me encontraba disgustada ¿Cómo era posible que acabo de salvarle su maldita vida, y ni unas simples gracias pudo darme? Más que disgustada estaba molesta, yo sé que él me paga para esto pero la educación para mí era lo primordial. ¡Carajo! Parece que el karma me quiere ver sufrir, de verdad que nunca había trabajado con un sujeto tan inaguantable cómo él.

En el camino hizo unas llamadas. Lo note preocupado al colgar el teléfono. No le quise preguntar porque sabía que no me iba a decir, y también para que arriesgarme a un regaño o a un insulto. ¿no? Ya esa etapa la pasé y no pienso vivirla otra vez.

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