Capítulo 2

Tras leer la carta Benjamin sonríe como tonto y se va. Prometiéndose a sí mismo arreglar todo con prontitud.

—o—

18 meses han pasado, Benjamin sigue aún fuera del país tratando de arreglar todo, pero una cosa acaba llevándole a otra y el momento de regresar aún está lejos.

La casa de los Foster está decorada para navidad y algunos globos puestos por Ethan muestran que también celebran el cumpleaños de Eli. En la mesa hay un queque con el número 26, están sus padres, su abuelo y el socio de su padre, Guillermo Roldán quien ronda los 60 años.

—Felicidades Eli, sé que han sido meses muy difíciles pero la vida continua.

—Don Guillermo, han pasado más de seis años desde la última vez que lo vimos.

—Bueno jovencita, había decidido irme un tiempo, asuntos del corazón y aunque me veas viejo mi corazón ama como quinceañero.

—Don Guillermo, usted no cambia. ¿Por qué decidió regresar? si no le incomoda la pregunta.

—Para nada chiquilla, la mujer que amo me ha dicho que me extraña y que va a luchar por lo nuestro.

—Para el amor no hay edad, luche por ella.

—Ay chiquilla, si supieras…

La empleada de la familia les pide ir al comedor, coloca en el centro de la mesa el pastel con el número 26. La madre de Eli toma la palabra.

—Para nadie es un secreto que este año y medio ha sido muy duro…

Hace una pausa de unos segundos mientras ve a todos fijamente, el padre de Eli asiente mientras abraza a su hija, abren los ojos con sorpresa con las siguientes palabras de Ricarda

—...Para mí.

—¿Ricarda, de qué carajos hablas? Interviene Ethan avergonzado por las escenas de su esposa

—Claro, me ha tocado lidiar con las habladurías sobre la viudez de nuestra hija, recuerden que se vive de estatus y entre más pronto empiece a salir mejor. Ni hablar de los cargos de violación que pensaba imputarle Eli durante el divorcio, esos trapos sucios no debían salir de casa.

—Disculpen a mi mujer, ha de estar borracha.

Todos ríen algo tensos, Eli va a la cocina tras despedirse de su abuelo, Ethan sube a su cuarto y tanto Ricarda como Guillermo se van a la biblioteca. Eli acaba de tomarse un vaso de agua y va a la biblioteca, ve la puerta entreabierta y a los dos ocupantes hablando tomados de la mano.

—Mi amor, he vuelto para que retomemos lo nuestro.

—Te he extrañado tanto, creí que me olvidarías.

—Recuerda que hubo un momento en el que casi nos descubren. Por eso me fui querida mía, te sigo amando como el primer día.

—Pienso seguir casada con Ethan.

—¿Por Eli?

—Jamás, a esa la detesto cada día más. No se parece a ninguno de nosotros, es tan estúpida e impulsiva...

—Creo que es una buena joven, pero no hablemos de eso.

Eli se tapa la boca y da un paso atrás, chocándose con su padre. Los ocupantes de la biblioteca se separan, Ricarda se asusta al ver ahí a Eli quien se disculpa y sube corriendo las gradas y entra a su habitación, empaca unas cosas y sale.

En Estados Unidos, desde su oficina, Benjamin habla con su madre Isabella. Una hermosa mujer dedicada en cuerpo y alma a él y a su padre.

Toda la situación de Eli le tenía muy alterado, no le había hablado en año y medio y no por no querer, cada email que enviaba nunca traía respuesta alguna, sabía que veía los mensajes incluso en sus redes sociales, pero nunca le respondía.

—Hola mi niño, ¿cómo van las cosas?

—Hola mamá, acá en los últimos trámites para que el nuevo administrador quede a cargo de todo. ¿Has sabido algo de Eli?

—No ha ido a reuniones sociales y a Ricarda no le hablo, no después de enterarnos sobre sus agresiones hacia Eli. Tendríamos que haber intervenido.

—Lo sé, ella acudió a mí en varias ocasiones.

—Nunca me lo dijiste.

— Es mi vergüenza. Ella me gustaba y cuando la vi cubierta de moretones le dije que parecía un niño. Me reí de ella, mamá, le dije que si quería llamar mi atención no debía recurrir a eso.

—Benjamin, no te criamos para ser así, insensible, aunque lo hubiese hecho por llamar tu atención, tendrías que haberlo manejado distinto.

—Lo sé y nunca podré disculparme lo suficiente con Eli, ni perdonarme a mí mismo.

—En fin, con quien si hablé fue con Ethan, está preocupado por Eli, parece estar al borde de la depresión. Según me enteré, la llevaron al hospital dos veces por tratar de suicidarse.

—Maldición, estoy en un momento muy difícil acá. El hotel va bien, pero me encuentro en negociaciones intensas por lo que me es imposible regresar aún. Trata de comunicarte con ella.

—De acuerdo, te quiero hijo y va a ser increíble verte establecido acá en el país y si todo sale bien, con Eli de nuera. Ese apartamento tuyo pasa siempre vacío, me encantaría verles ahí.

El abuelo Peter observaba a su nieta, el dolor que sentía en el corazón era mucho. Lo asustaba que llevaba varios días sintiéndose enfermo y de alguna forma sabía que su final estaba cerca, el ver a Eli tan mal, tan sola, le hacía temer por su futuro. No quería morir y dejarla sola.

La forma en que Eli llegó a su casa le preocupaba, parecía a punto de derrumbarse y no sabía qué hacer. Aunque no había que ser muy listo para comprender que Ricarda debía ser la responsable.

—Eli, llevas acá dos días, no me molesta tenerte, pero es extraño que vinieras llorando.

—han pasado muchas noches y aún me duele lo de Michael, perdió la vida de forma horrible y en su momento sentí alivio. ¿Me convierte eso en un mal ser humano?

—Es algo normal, el maldito te agredió.

—Lo sé abuelo. Por ahora debo resolver algo con papá, por eso me marcho.

—Esa situación, es la que te trajo a esta casa.

—si abuelo, por eso necesito aclarar todo.

—Te quiero chiquilla. De todas formas, voy de salida.

—¿A dónde vas?

—voy a un lugar llamado Residencia Villa Guadalupe.

—No había escuchado del lugar

—Verás, a mi edad no hay mucho que hacer o eso es lo que creía. Un conocido me habló del lugar, es un sitio de cuido diurno donde me hacen sentir querido y especial, no es que contigo no sea así, pero tienes que vivir tu vida y no puedes estar pendiente de mi todo el día.

—¿Y qué cosas haces ahí?

—De todo, jugamos bingo, tenemos club de lectura, terapia física, nos hacen sentir importantes.

—No quiero pensar en eso, digo, en que te sientes abandonado.

—Es lo normal, no puedo pedirte que dejes de vivir y en Villa Guadalupe pueden suplir esos espacios en blanco cuando estamos solos.

—Pues esta vez atrasaré la ida a casa de papá, quiero ir contigo a este lugar.

—¿Enserio Eli? Me encantaría que me acompañes.

—Has sido otro padre para mí, me has enseñado a ser fuerte, de niña me cargaste en tus hombros y me diste más de lo que me dieron mis padres. Soy lo que soy gracias a tu amor, a la forma en que siempre estuviste para mí, a tu lado siempre me sentía indestructible y es justo que me dejes saber que te sientes abandonado.

—No completamente abandonado, pero a veces la soledad golpea, este lugar nos ayuda a estar con gente de nuestra edad. Ya tengo 80 y aunque me siento como un roble, cada día pesa más, estoy cansado.

—Vamos pues abuelito, enséñame este famoso lugar. Me gustaría darte un aventón y ya estando allá que tu chofer llegue a recogerte.

El viaje lo hicieron en un cómodo silencio, cuando llegaron Eli se adelantó al chofer y ayudó a su abuelito a bajar del auto. Casi al mismo tiempo salió una mujer, tenía una sonrisa cálida y en su rostro se veía afecto real por su abuelo.

—Bienvenido don Peter, esta hermosa joven ha de ser Eli

Eli la miraba con desconcierto, su abuelo probablemente hablaba de ella, pero Eli, quien no sabía nada del lugar se sintió algo incómoda. Pero, tal cual le habían enseñado, escondió sus inseguridades tras una máscara de calma y serenidad.

—Me encuentro en desventaja.

—Eli, esta amable mujer es Lidia, ella y su esposo Esteban son los dueños de Villa Guadalupe. Y una jovencita bellísima que vas a conocer es María Paula, la hija de ambos.

María Paula viene algunas veces cuando sale de la escuela a compartir con nosotros, somos como abuelitos para ella. Tiene un hermanito menor, José Pablo quien me recuerda a mí mismo a su edad.

—Pues no puedo esperar a conocer a tan increíbles jovencitos.

—Eli, tu abuelo es un pan de Dios, a veces debo jalarle el aire a María Paula, se ha vuelto casi una sombra para tu abuelito. Y cuando viene mi otro hijo esto es como si pasaran dos terremotos.

Entran a la sala, una muchacha del lugar le trae un té a don Peter. En eso llega María Paula y abraza con cuidado a don Peter.

—Hola abuelo Peter.

—Pequeña diablillo, ¿cómo estás?

—Muy bien abuelito Peter, venga que ya vamos a jugar Bingo.

Caminan un poco por el lugar, Lidia le explica donde hace que cosas. Eli está fascinada con el ambiente de paz y serenidad del lugar. Ahora comprende a su abuelo y la comodidad que siente en el lugar.

—Bueno abuelito, me marcho ya. De camino llamaré a tu chofer para que te venga a esperar fuera.

—Claro hijita, acá me quedo bastante bien acompañado. Te quiero hija y si las cosas no salen bien en casa de tus padres, regresa conmigo.

—Gracias abuelo. Te quiero.

        Mientras conduce, Eli intenta tranquilizarse pues ignora la reacción de su padre ante lo que va a revelarle. Una vez en casa, avanza al escritorio y le da un beso en la cabeza luego se sienta frente a él.

—Hola papá, ¿mamá está en casa?

—Hola corazón. Salió hace rato, ha de llegar en algún momento.

—Papá, necesito decirte algo sobre mamá...ella

—Dime cariño.

—No sé cómo decirte esto, espero me creas porque jamás inventaría algo así.

—Hija, ¿porque das por hecho que no voy a creerte? Lo que te hizo tu mamá a lo largo de tu vida fue algo tan monstruoso que no me perdonaré nunca, además hay algo que debo decirte hija, he estado hablando con Benjamin.

—No me interesa. Estos meses me han servido para pensar que de momento no quiero nada con él.

—¿Y si se enamora de alguien?

—Pues que se enamore, no puedo entrar en una relación cuando tengo tanto coraje.

—Hija, él está tan arrepentido como yo. Nos equivocamos, lo sé, pero ese hombre te ama con locura y recuerdo que tus sentimientos por él eran fuertes. Sé, mi amor, que te traicionamos y no estuvimos ahí cuando lo necesitaste, pero déjanos ser parte de tu vida hija, no le alejes.

—No me interesa hablar de eso por favor. Lo que sé de mamá es horrible. Ella...ella tiene un romance con Guillermo.

—Hija, tu madre siempre ha ido tras mi dinero, me lo advirtieron en aquella época, pero estaba tan enamorado que pensé que quizás con el tiempo, ella me amaría por quien soy y no por lo que tengo, sin embargo, no ha sido así.

—Crecí viendo a Guillermo como a un tío político, por Dios si le hemos abierto las puertas de nuestro hogar.

—Lo sé....

—Estás demasiado calmado, no sé cómo lo haces.

—Cariño hubiese deseado ahorrarte esto. Los problemas estuvieron casi desde el inicio. Nada parecía llenar su vida. Sin embargo, poco después de conocer a Guillermo ella cambió, estaba siempre feliz, no parecía odiarme así que pensé que ella finalmente me amaba.

—No te divorciaste.

—Aún no habías nacido y no tenía nada en concreto contra ella. Me duele que te enteraras así.

—Los vi en tu despacho el día de mi cumpleaños...

—Por eso te fuiste a casa de tu abuelo. Ay mi pequeña, he tenido mis sospechas durante algún tiempo.

—¿No vas a hacer nada?

—¿A mi edad hija? Eso dejó de importarme hace tiempo.

—¡Papá!!!! Pero es que...

—¡ELI es suficiente! Dejémoslo así por favor y háblame de esas buenas noticias que ibas a darme.

Eli sonríe un poco, como emocionada.

—Papá, iba a contarte que me propusieron ir a exponer algunas de mis pinturas a Estados Unidos, originalmente iba a ser cuando acababa de casarme, pero todo se complicó. Estos meses no pensé en eso, pero la llamada de mi amiga Georgina me dejó algo tentada pero no lo sé... no es solo lo de mamá sino tu cumpleaños. Tenía hasta el boleto para mañana.

—Vete tranquila hija y cenaremos cuando regreses. Sabiendo que estás con ella me quedo más tranquilo. Si pudieras dejarme a solas te lo agradecería, necesito finiquitar algunos asuntos con Gustavo.

—De acuerdo y te amo.

Ethan conoce bien a su hija, sabe que oculta algo.

—Hija, que es lo que no me has dicho.

—Papá…

—Hija, dímelo por favor.

—De acuerdo, pero es que es muy malo.

—Vamos hijita, dime que es lo que te angustia tanto.

—Papá, nunca me creíste cuando te dije lo que hacía mamá, ella me hizo cosas tan malas, tan oscuras y jamás te diste cuenta.

—Lamento mucho esto Eli, confía en mí.

—Cuando cumplí 14, el médico que me sedaba… él...me tocaba…

—No me digas eso, no mi niña.

Cuando cumplí 16 me presentó a Rodrigo, me hizo frecuentarlo, me hacían hacerle cosas...

Ethan la envuelve en sus brazos, Eli llora aún más. En sus ojos hay odio puro y aunque desea ir a matar a Ricarda, su hija no debe percibir la violencia que siente en ese momento, debe mantenerse en calma.

Casi una hora después, cuando ella está más tranquila y deja la biblioteca, suena el teléfono.

—¿Cómo es eso de que Eli está por caer en depresión? ¿Que ha tratado de suicidarse?

—Hace unos días creí que era lo de Michael, pero no. La verdadera causa es que descubrió que su madre me es infiel con un viejo amigo.

—Cuídala por favor, espero regresar pronto.

—Aun vienen cosas peores, ella te necesitará. Benjamin… abusaron de ella cuando adolescente.

—¿de qué mierdas hablas?

—Regresa pronto muchacho que mi niña te va a necesitar. Debo irme.

—¡No me cuelgues! ¡No me…!

Cuando Ethan le colgó la llamada Benjamin no sabía qué hacer. Y es que lo frustraba la condenada costumbre que tenían los Foster de colgarle el teléfono en medio de las conversaciones.

Tras colgar con Benjamin, Ricarda entró en la biblioteca. El autocontrol al que se sometió Ethan era mucho, si ella sospechaba, su plan se iría al carajo. Verla caminar hacia él, luciendo tan arreglada le provocaba asco. Necesitaba acabar con todo aquello. Ella traía en sus manos un sobre, primera parte de su plan.

—Cariño, me sorprendes con este regalo, ¡Un día de spa! Pero eres el que cumple años. No entiendo por qué a esta hora.

—En una terapia a la luz de la luna o que se yo, lo que sé es que sale muy caro, así que debe ser bueno o eso es lo que dices siempre.

—Hay que pagar por tener cosas buenas.

—¿No lo sabré yo!

—Si insinúas que solo estoy contigo por dinero te equivocas. Te amo con todo mi ser.

Perra codiciosa —pensaba Ethan—Ahora sufrirás solo un poco.

—Me alegra mucho escucharte, no sabía cómo ibas a reaccionar con lo de la quiebra a la que me enfrento.

—¿La quiebra? Te lo digo Ethan, pobre no pienso ser.

—Lo sé, la quiebra no existe queridita, solo corroboraba lo que se me dijo por años, aun así, te amo demasiado. Más tarde tipo nueve de la noche viene Gustavo a hablar de algunos negocios que quiero iniciar así que por favor, si aún no te has ido procura no estorbar.

—¿Qué negocios?

—Mi querida Ricarda, cualquiera diría que te interesan mis negocios más allá de los beneficios económicos que te generan. Vives de estatus y hay que mantenerlo. Además, tal como dicen, calladita más bonita. Anda a ponerte guapa que es tu único trabajo. Estarás 24 horas allá, te traerán de regreso mañana en la noche como a esta misma hora.

—A veces me pregunto si solo soy una esposa trofeo.

—¿A qué más aspiras? Has fracasado como madre, siendo siempre cruel e inhumana con Eli y fracasé también yo, por permitirte llegar tan lejos. Me acabas de probar que me dejarías si me vuelvo pobre. Pero te amo demasiado y seguiré dándote lo mejor.

—Nunca seríamos pobres, para eso está la fortuna de tu padre.

—Le pertenece a Eli.

—No, ella es muy joven debe aprender a ganarse las cosas.

—¿Igual que tú? Eli no debe prostituirse para obtener dinero.

—no te entiendo.

—Una mujer que se acuesta con un hombre por su dinero se está prostituyendo, sexo a cambio de dinero. No creas que me tragué el cuento de que no tenías familia, sé que tu madre cobraba a hombres ricos por sus favores.

—¡No tenías derecho a investigar mi pasado!

—Al inicio me movió el deseo de que tuvieras a alguien de tu familia en nuestra vida, mi investigador me dio un sobre de fotos muy interesantes.

Ricarda agarra el respaldo de la silla con mucha ira, en sus ojos había tanto odio que parecía capaz de matar a Ethan.

—Su camello la mató porque le robó bastante mercancía, mi hija no sabe que es nieta de quien es nieta ni la clase de madre que tiene, por eso me arrepiento demasiado de la decisión que tome hace casi treinta años.

—¿Qué decisión?

El sonido del timbre les interrumpe.

—Querida, vete que ya están fuera.

Ricarda sale de la habitación furiosa, Ethan la sigue con la mirada, luego toma el teléfono.

—Ya se fue, Gustavo. Ven de una vez.

Unos minutos más tarde, Gustavo llega a casa de Ethan, su cliente y amigo sonaba bastante mal y le preocupaba su salud.

—Me sorprende tu llamada Ethan, creí que tenías todo en orden.

—Mi mujer me es infiel amigo mío, no pienso divorciarme porque no quiero que esa perra se lleve parte de mi dinero, pero he modificado mi testamento, anula el anterior pues en el nuevo dejaré todo a Eli.

—¿Seguro? Piénsalo bien.

—Eso es todo, vete que tengo cosas que hacer.

—Amigo, sabes que te quiero, que Eli es casi una hija para mí.

—Lo sé y lo lamento, es que esto de Ricarda me supera, lo más doloroso es que esta vez tampoco pude proteger a Eli, soy una m****a de padre.

—¿Protegerla?

—Ella los vio, no pude evitarle esa experiencia. Fue golpeada, drogada y además siempre la trató como si no valiera nada.

—No puede ser… pero estás tan tenso que presiento que hay algo más macabro tras tu dio hacia Ricarda.

—Es una perra sin sentimientos. Convenció a Eli de que estaba mal de la cabeza y empezó, con ayuda de un médico, a drogar a Eli. Ese mismo tipo la tocaba íntimamente desde los 14 ¡CARAJO!... mi niña... ella le llevó a otro tipo cuando cumplió 16, la obligó a darle placer, la toco…

—Es que me resulta tan increíble, tan monstruoso todo esto, pero te conozco, no vas a quedarte así tan tranquilo.

—Me conoces bien, esa perra no sabe lo que se le viene encima a ella y a su amante. No tengo datos de los abusadores, pero quiero encontrarlos.

—Te ayudaré con eso

—Gracias amigo. Por mi parte estoy preparándole una sorpresa a mi amada esposa.

—No hagas una locura.

—Necesito seguir en mis asuntos Gustavo, te agradecería mantengas lo de Eli bajo secreto profesional.

Gustavo abandona la casa mientras Ethan sube a su habitación y llama a su hija. Necesita oírla una última vez.

—Hola mi amor, ¿cómo te está yendo por allá?

—Hola Pa. Todo muy bien, aunque me da pena no estar ahí contigo este cumpleaños. Estamos aterrizando así que apenas esté instalada te llamo, te dejo que debemos apagar los teléfonos.

—Mi niña, luz de mis ojos, hay tanto que quisiera decirte, no me alcanzará la vida para disculparme lo suficiente.

—Ya nos veremos cuando regrese y podemos empezar a trabajar en una nueva relación.

—Lo lamento hija, vendrán épocas duras, pero vas a salir adelante. Júrame, Eli que sin importar qué, saldrás adelante, apóyate en Benjamin, no dejes ir a ese hombre.

—Papá te oyes extraño, si es por lo de tu infidelidad, bueno, si lo aceptas haré lo mismo, pero no me gusta cómo te escuchas.

—Estoy cansado, solo eso. Ya sabes cómo es tu mamá, quiere más y más cosas y a veces solo quisiera retirarme, pero son cosas que no deben angustiarte. Recuerda que te amo mi niña.

—También te amo papá.

Al día siguiente, cuando el reloj marca las 8pm Ethan baja vestido bastante elegante, un pantalón negro y una camisa gris. Ricarda, quien regresa del spa le mira con lujuria, su esposo siempre logra excitarla. 

—Hola queridita, ¿cómo te fue?

—Divino todo, me han atendido a las mil maravillas. Estás muy elegante.

—Ya sabes que es mi cumpleaños y he hecho una reserva en acá en Escazú. Un restaurante bellísimo con una vista impresionante del todo el Valle Central, Guillermo nos verá allá.

—¿Gui...Guillermo? ¿Para qué con él?       

-Ricarda se sentía bastante nerviosa y asustada, no sabía la causa, pero aquello no le gustaba. Había tenido tiempo de pensarlo durante su estadía en el spa. Debía ser cautelosa durante la cena-

—No me importa tu pasado, te amo demasiado y quiero exhibirte ante todos.

—¿Y Eli? Debería ir con nosotros. No sé por qué, pero me temo que hay algo que no me dices. Además, estoy cansada.

—Nuestra hija se fue de viaje. Vamos mujer que no creo que estés muy cansada. Lo único es que quería darte una sorpresa, he ganado un buen negocio y pensé que querrías renovar tu guardarropa. Ayer me porté muy mal contigo y mereces que te recompensé.

—Déjame ponerme más elegante y nos iremos a cenar. Sabía que te darías cuenta de que no soy más que una pobre víctima.

—o—

Estaban sentados en la parte externa, el lugar era precioso y Ricarda se sentía como una reina. Mientras esperaban a que Guillermo llegara Ethan llamó al mesero.

—Buenas noches, señor Foster, bienvenido. La reserva es para tres, ¿ya no va a ser así o esperamos al tercer comensal?

—Si joven, aún esperamos a alguien más. ¿Podría por favor traerme una botella del mejor vino que tengan?

—De acuerdo señor, enseguida.

Poco después de marcharse el mesero llega Guillermo.

—Hola buenas noches. Disculpen el atraso es que había unas presas increíbles.

—Descuida amigo, además no llegamos hace mucho, es más, acabamos de pedir vinito.

El mesero regresa poco después.

—Acá tienen y apenas estén listos para ordenar déjemelo saber.

—Gracias joven.

El mesero se aleja, Ethan abre la botella y sirve las copas. Ricarda se ve desconcertada, cuando Ethan le dijo que quería exhibirla se imaginó que cenarían en algún lugar repleto de gente, no al aire libre y sin nadie más cerca.

—Ethan, reservaste toda la zona exterior. Pensé que querías exhibirme.

—Ricarda, mi amor, quiero exhibirte, pero también te quiero para mí.

—Me encanta mi regalo, no puedo esperar para irme a comprar ropa, tan solo hace seis meses renové guardarropa y ya todo está pasado de moda.

—Pues sales cara mujer, no cualquiera puede darte la vida que te da Ethan —intervino Guillermo—

—Por eso es por lo que lo amo, no solo me adora, sino que me consiente mucho.

Aparece el mesero, piden la cena y comen en un ambiente jovial. Ethan se siente muy triste, nunca más verá a su niña ni conocerá a sus nietos. Después de que les retiran todo y les traen un café, las cosas se ponen turbias.

—Una comida bárbara mi amigo, este lugar es siempre de primera calidad.

—Necesitaba este lugar. En la vida, mi amigo, llega un momento donde uno no sabe si será su última cena o no.

Guillermo bebe de la copa manteniendo la vista en su amigo.

—Me parece que estás bastante extraño, digo... otros años hemos cenado juntos para tu cumpleaños.

—Lo sé, pero esta vez me siento más cansado, el médico sospecha de una falla cardíaca severa, no me da mucho tiempo de vida.

—¡Pero debemos ir a otro médico! —interviene Ricarda—

—He visto a tres, querida. Ya no hay nada que hacer por eso he llamado a esta, nuestra última cena.

—Pues pienso que deberíamos ver otros especialistas. Ese título para esta cena me parece macabro Ethan.

—Para ser brutalmente honestos, mi muerte solo afectará a dos personas, papá y Eli. La tuya sin embargo querida, no afectará a nadie

—Ethan, eso es algo muy cruel de decir.

—Mi amor, Guillermo, —viendo de uno al otro— quiero brindar por la vida, por mi gran amigo casi hermano quien ha estado ahí para mí en todo momento. Ricarda —le toma la mano, se inclina y le besa los nudillos— te amé a pesar de que todos me decían que solamente buscabas mi fortuna.

Mientras Ethan hace una pausa para beber vino, Ricarda se mueve incómoda, viendo de un hombre al otro.

—Quiero brindar por este amigo que se ha estado acostando con mi mujer durante muchísimos años.

Ethan sacó la pistola y sin dudar le dispara a Guillermo en el pecho. Ricarda está realmente aterrorizada, la gente de dentro del restaurante empieza a gritar, un mesero intenta acercarse a tratar de calmarlo.

—Joven, entre al restaurante o va a ser el siguiente.

—Señor, deje ir a la señora, no haga esto peor.

Ethan dispara al suelo junto al mesero, este se aleja corriendo y tropieza en el camino, pero sigue adelante.

—Ethan mi amor, estás equivocado....

—Maldita perra, te has acostado con mi mejor amigo, nuestra hija lo sabe, les escuchó en la biblioteca, eso se unió a las sospechas que tuve por años.

Pero de ser solo eso... DE SER SOLO ESO MALDITA PERRA, te habría puesto en la calle sin un cinco, no existe castigo más duro para ti que ese, sin embargo, hiciste la cosa más aberrante que existe, dejaste que un tipo tocara a mi bebe, que otro la violara.

— Sé que fui infiel pero no puedes matarme, me amas Ethan, razona, lo de Eli fue un error -lo dice con un temblor en la voz, está de pie detrás de la silla-

—Mi bebe tenía 14 años.

Sin decir nada, con la pistola en la mano hace un movimiento como señalando que avance frente a él. Ricarda está llorando de forma histérica.

—¡Ethan por favor! ¡No puedes dejar a Eli sin madre!

—¿Cuál madre maldita perra? La has humillado y agredido toda su vida, le estoy haciendo un favor a Eli.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo