Protegidas por las Bestias
Protegidas por las Bestias
Por: Cassandra Hart
Capítulo 1

Eli Foster se miraba en el espejo de su habitación. Desde niña pensó que el día de su boda seria quizás, un día especial. Anheló estar en el altar al lado de su amigo de infancia, del amor de su vida.

Sin embargo, las cosas no resultaron así, aquel evento no era algo que se llevaba a cabo por amor, pero era lo mejor si se tomaba en cuenta la vida que llevaba junto a su madre.

Una lágrima se le escapó mientras acariciaba los pliegues del vestido de novia. Nadie podía convencerla de no casarse, con esa boda su madre la dejaría en paz.

Mirando a su alrededor sonrió un poco, su habitación era bastante sencilla, una cama, un tocador y su escritorio. Nada extravagante, de hecho, aquella habitación era igual que ella, sencilla. Aunque para su madre la palabra sencilla no describía a la habitación…mucho menos a Eli, para ella su hija era una simplona.  Eli siempre supo que su madre sentía vergüenza de ella, aunque jamás comprendió por qué.

Cuando cumplió 10 aceptó que nunca la querría y a los 14 empezó su pesadilla. Por eso dejó de tratar de agradarle y se dedicó a sobrevivir.

Dejando eso aparte, Eli observaba su celular, se sentía nerviosa pues quería…necesitaba hacer esa llamada y escucharlo antes de unir su vida a la de otro hombre.

…Uno, dos, tres timbres y ahí estaba…esa voz… él dueño de su corazón.

—Hola Benjamin.

—¡Eli, me sorprende tu llamada! Tenemos ya varios meses sin hablar.

—Benjamin, hay algo que debo decirte… -sonaba tan tensa que era sorprendente que Benjamin no se diera cuenta-

—Eli, dime que me perdonas, que mis errores del pasado ya no evitarán que estemos juntos.

—¿Juntos…?

¡¡Nooo!!¿por qué le salía con eso ahora?

—Si Eli, nada nos separará ya.

—¿Por qué no me dijiste esto hace unos meses…? ¡Dios! ya no puedo dar marcha atrás.

—¿Marcha atrás? Eli, pequeña, te tengo grandiosas noticias, luego me explicarás de lo que sea que estás hablando.

—Yo también te tengo noticias, verás, hoy es el día de mi boda.

Silencio al otro lado de la línea

— ¿Benjamin, estás ahí?

— ¿Tu boda? ¿De qué mierdas hablas? Eli, regreso pronto al país, te amo. No sabía que tenías novio.

—No tenía novio, es un amigo de varios meses que me ha pedido que nos casemos y la verdad es que mi vida en casa es tan dura que prefiero irme con él. ¿Y cómo podrías tener idea de si tengo novio o no? No hablamos hace mucho tiempo…

…A menos que mi abuelo siga de alcahuete contigo, diciéndote lo que no debería.

—¿Cuál es su nombre, pequeña? Dímelo por favor.

¿Qué demonios importaba su nombre? pensaba Eli. Jamás acabaría de entender a Benjamin

—Michael Thompson...

—Michael Thompson... ¡no con él no!

—¿Qué diablos te pasa?

—Odio pensar en lo que te hice, no estuve ahí para ti y por eso estás con él. No lo hagas, perdóname, Eli, estamos hechos el uno para el otro. Fui un idiota de primera, no lo puedo negar. Tampoco puedo esperar que corras a mis brazos, pero dame tiempo para mostrarte cuán grande es mi amor por ti.

—No puedo Benjamin, sencillamente no puedo perdonarte. Mi vida ha sido un infierno y esperé que estuvieras ahí para mí. Pasaron cosas tan aberrantes de las que ni siquiera tienes idea- Eli gritaba histérica-

—Cariño, cálmate un poco, ¿de acuerdo? sé que te fallé cuando más me necesitabas, pero no te cases, menos con él, no es quien dice ser.

—Ni siquiera quiero saber de dónde lo conoces, solo quise escuchar tu voz. Te extraño muchísimo, pero esto es lo mejor. Necesitaba despedirme…

—Pequeña, por Dios recapacita.

— Adiós.

—Eli, no me cuelgues.

Cuando Eli le colgó, Benjamin empezó a caminar desesperado, tenía tanta ira que empezó a arrojar lo que tenía a mano, ella no podía casarse, menos con ese imbécil que la quería para dañarla, él lo sabía. Tomó el teléfono y llamó al padre de Eli.

—¿Si, diga?

—Ethan esa boda es un error.

—¿Benjamin? Pero muchacho has desaparecido de la vida de Eli desde hace mucho, es una joven atractiva, no puedes creer en serio que tienes poder sobre sus decisiones.

—Ethan, me importa una m****a como vas a lograrlo, no dejes que tu hija se case. Ella me ama, es un error que va a ser catastrófico, debes evitar esto.

—Al inicio pensé que era un juego, es decir, mi bebé ya llegaba a los 25 y como no lo ama creí que era algo pasajero, simplemente asumí que estaba esperándote. Sin embargo, ha seguido adelante con la boda, no puedo forzarla a nada. Lo siento.

—Le fallamos mucho y ella parece un animal herido, se refugia en Michael, pero no debe hacerlo.

—Lo lamento muchacho, no hay nada que hacer.

Benjamin miraba fijamente el teléfono cuando Ethan lo colgó

—Maldición, la perdí, la perdí…

Benjamin caminó por la habitación, se sirvió un trago y arrojó el vaso contra la pared.

Ajena a toda aquella conversación, Eli continuaba cepillándose el cabello, de pronto sonó un golpe, su abuelo Peter se quedó contemplándola desde la puerta, se veía melancólico y triste. Se sentó en la cama junto a Eli y colocó en la mesa un sobre de manila bastante abultado, Eli lo miró, pero no preguntó nada.

—Me duele verte así, mi niña.

—No te entiendo abuelo.

—Casándote para huir, deberías ir al altar con el amor de tu vida y en parte soy culpable por no tener mano dura con mi hijo, porque él le permitió a tu madre tratarte mal siempre.

—No estoy huyendo, al menos no en el sentido literal de la palabra.

¡¿qué demonios les pasaba a todos hoy?!

—Soy tu abuelo y te conozco, tu padre ha sido egoísta, tu madre es una usurpadora que te ha tenido encerrada en casa toda tu vida.

—¡¡¡Abuelo!!!

Eli veía a su abuelo bastante alterado, pero aun así no podía faltarle el respeto a su madre, no era correcto, por eso le puso la mano en el brazo y le dio unas palmaditas mientras movía la cabeza de un lado al otro.

—Recuerda que es mi madre y aunque no me trate como quisiera le debo respeto. Deja de ser tan gruñón que me pones más nerviosa.

—No me regañes chiquilla que debería ser yo el que te reprenda. Además, sabemos de las preferencias de tu futuro esposo y este con tal de no perder su dinero te mete la loca idea de que deben casarse para mantener feliz a su padre. Debes atarte a él dos años y si en ese periodo de tiempo conoces a alguien perderás la oportunidad.

Ahora, si fuese un amigo de toda tu vida lo entendería, pero solo le conoces desde hace seis meses, Eli este va a ser un error muy grande. 

—Abuelo, he recibido muchas bendiciones, no fui a la escuela normal pero no he dejado de conocer gente. Aunque ya casi tengo 25 siempre me dije que me iría de casa cuando llegase el día de mi boda, déjame vivir este momento tan feliz. A él lo quiero. No somos amigos de infancia, pero no veo lo malo, mi vida a su lado no puede ser peor que al lado de mi madre.

—¿Y Benjamin?

—¿Qué con él? No empieces abuelo, él está lejos, muy lejos del país, de mi vida...

—Pero no de tu corazón.

Eli se levanta y camina hacia la ventana. Mira por ella mientras los recuerdos vienen a ella. Era demasiado el resentimiento, no parecía existir posibilidad de arreglarlo.

Una lágrima traicionera corrió por su mejilla, no podía darse el lujo de ser débil, mucho tiempo atrás se había prometido a sí misma no llorar más por él.

—Mi niña...

—Muchas veces aquellos a quienes más amamos son quienes más daño nos hacen. Mi amor por él le dio el poder para destruirme, cuando lo necesité me dio la espalda, a Michael no lo amo así que no podrá romperme el corazón.

—¿Benjamin sabe de tu boda?

—Acabo de hablar con él, fue difícil pues pensé, honestamente, en no decirle nada.  Nunca te conté esto, pero estamos algo distanciados. Una de las veces en que mamá me golpeó con la faja me dejó en cama sin poderme mover.

—¿Cómo no me enteré de esto? Mi hijo tendría que habérmelo dicho y por tu cara intuyo que no es lo peor de todo.

—Estabas en el hospital, te acababan de poner el bypass coronario y enfrentabas una larga recuperación.

      —Tenías... Dios mío, tenías once años.

—Benjamin y yo tenemos la misma edad como sabes y hasta los diez años nos veíamos casi a diario. Papá es socio de Ernesto, su padre, en algunos negocios. Pero cuando cumplimos once todo cambió, él empezó a fijarse en niñas mayores que nosotros y se alejó.  Después de la golpiza de mamá, Benjamin llegó a casa, me vio y me dijo que parecía un niño, le dije que había sido mamá, le pedí...no, le rogué que me ayudara a localizar a papá y me dijo que estaba loca, que mi madre, aunque me gritaba, no era capaz de eso. Se río de mí, abuelo.

            la voz se le quebró, no podía permitirse caer

                 en la tristeza, el pasado era solo eso, ya no debía tener control sobre ella.

Me dijo que si estaba tan enamorada de él no llamase su atención así. Mamá escuchó y me fue peor, en el hospital dijo que había caído por las escaleras y por miedo...no lo negué.

—Tu madre es de lo peor, ¿tu padre qué hizo? No puedo aceptar que él supiese todo y no se divorciara de tu madre, que me mantuvieran en las sombras. Me horroriza que has dicho algo que da a entender que fueron varias veces. Ahora comprendo tus ausencias en almuerzos familiares, no estabas fuera de la casa, estabas en tu habitación, herida y sola.

—Papá llegó dos días después y me regañó por hacer estupideces y quitarle la paz a mamá. A los 18, tuve el supuesto accidente a caballo.

—Nunca me gustaron esos animales.

—Mamá tenía un clavo en la mano y lo metió en el muslo del animal, este se asustó y comenzó a correr conmigo encima, lo que no sabía mamá es que esa vez Benjamin la vio, él subió a un caballo y fue tras de mí. Cuando llegó a mi lado estaba en el suelo. Me llevó al hospital, pero le pedí que se fuera, trató de que habláramos, pero no pude hacerlo.

Hemos conversado ocasionalmente pero cuando él toca el tema de las agresiones le cuelgo el teléfono. Papá dice que está administrando uno de los hoteles de su padre. Benjamin me dice que deberíamos casarnos, pero el pasado pesa, le necesité y no estuvo ahí.

—De acuerdo, la verdad es que si le veo le daría un par de regaños por su forma de actuar, pero... ¿y que con posibles novios?

Eli empezaba a sentirse enojada, con su abuelo, con todo.

—¡Ay abuelo! Ni idea, pero sé que hasta yo gano con la boda, de otra forma papá no me dejaría ir, no le importa que sea mayor de edad, me ha criado para irme de casa cuando me case. No es un mal padre ni mucho menos, su mayor error es amar demasiado a mamá, así que nada me cuesta irme siguiendo sus reglas.

Nadie salvo tú, saben de las preferencias de Michael. Deja de andar sacando argumento tras argumento.

—No me gusta esto, pero es tu decisión.

—Lo es abuelito y te amo, pero de verdad es lo primero que decido por mí misma y se siente bien para variar.

—Lo que no entiendo es esta idiotez de amenazar a su hijo con que se case o perderá la fortuna, ¿a quién se la va a dejar?

—Es que no es justo, sabes que el padre de Michael es chapado a la antigua, tuvo a mi amigo ya siendo muy viejo cuando él y su esposa llegaban a los cincuenta años. Está con un severo cáncer de pulmón en etapa final y su último deseo es ver casado a Michael. Ha sido un buen padre dedicado a él en un cien por ciento.

—Aunque su forma de asegurarse que se hijo está estable es algo arcaica. Además, una cosa es un último deseo y otra esto. Es una última orden a su hijo, le hace chantaje.

—Es ridículo, pero bueno, mamá no me quiere y siempre ha sido así, por eso ya no tener que aguantar sus maltratos va a ser un alivio. Ahora abuelito por favor, no quiero hablar más de ello.

—Comprendo tu forma de pensar, aunque no la compartiré nunca. Hay algo que quiero darte. En este sobre está una copia de mi testamento.

—Abuelo no hables de eso, si estás...

—¿Muy joven? ¡Ay, hija mía!

Eli ríe con su abuelo, luego le abraza.

—No abuelito, iba a decir que no te encuentras enfermo, ya sé que estás viejito.

—Pero aún puedo bailar con mi nieta...

Don Peter se levanta y le da la mano a su nieta, luego bailan sin música, pero pronto comienza a toser así que Eli le ayuda a sentarse.

—Bueno, al menos unos segundos.

Ambos ríen, Eli le sujeta las manos y mirándole a los ojos le dice:

—Viejo mañoso, nos vas a enterrar a todos.

—Eso deseo, pero a mi edad nunca se sabe. Tu padre ha hecho bien la gestión de mis empresas y ha cosechado una muy buena fortuna por su cuenta. Él sabe que eres mi única heredera, la empresa le queda a él, pero mi capital te pertenece.

Ya he hecho los trámites en el banco y lo hemos puesto en bonos, mes a mes te depositarán lo que genera en intereses, que debe rondar los dos millones de colones.

—Abuelo...

—No me interrumpas -le golpea sutilmente la mano- mi casa... esa es tuya también. Puedes venderla, no te ates a ella porque fue mía, guarda demasiados recuerdos, prométemelo, Eli.

—De acuerdo. Te estás agitando mucho con esta discusión y no debe ser así. Te amo abuelo y es mi mayor deseo que vivas muchísimos años más. Si entregarme esto te deja tranquilo, pues gracias por pensar en mí.

—Eli… ¿volverás a pintar?

—¿A qué viene esa pregunta?

—Simple curiosidad.

—Bueno, tengo casi veinte cuadros en Estados Unidos en una galería. Mi amiga Georgina quien es además mi agente está organizando una exposición. Apenas acabe esto de la boda, instalaré todo en mi casa.

Estaban tan entretenidos que no se dieron cuenta que llamaban a la puerta, por eso cuando golpearon de nuevo, más fuerte, ambos se sobresaltaron, Eli y don Peter se rieron. En eso entra el futuro esposo de Eli. Michael vestía traje formal, se acercó a Eli y le beso la mejilla, don Peter sin decirle nada se levanta, ignorando a Michael besa la cabeza de su nieta y se marcha. Michael le sigue con la mirada y suspira.

—No me quiere, ¿verdad?

—La idea de nuestra boda no le gusta, pero lo respeta.

—No quisiera causarte problemas, ya sé que es él a quien más quieres en tu familia.

—Lo es, lo amo con todo mí ser, pero debo vivir mi vida.

Llaman a la puerta, entra una mucama con unas tazas de café y las coloca en una mesita. Se marcha sin decir una sola palabra. Ellos esperan a que cierre la puerta para seguir hablando

—Mi abuelo no puede imaginar el suplicio que vivo en la casa y lo que nuestro matrimonio me beneficia.

—Nunca podré pagarte por todo lo que haces.

—Bueno, recuerda que la casa la he elegido yo y que la he decorado a mi gusto, todo de tu billetera, además al divorciarnos me quedará a mí. —le dice con tono como coqueto—

—Hablas como una arribista y creo que tienes más dinero que yo.

Ambos ríen un poco, ven el reloj de la pared que marca las cuatro de la tarde.

—Hora de casarse, vamos, no hagamos esperar a mi madre, ya sabes que esta boda es su oportunidad de sacarme de la casa.

—Vamos a pasarla bien Eli, no dejemos que nadie nos arruine el día. Cuando nuestros hijos vean esto deben vernos felices.

—¿Cuáles hijos? —sonando asustada—

—Has debido verte la cara querida Eli.

Ambos ríen al tiempo que Eli le da un golpe en el brazo.

El celular de Eli suena, ella va adelante así que Michael atiende. Mientras habla se mantiene pendiente de la puerta para estar seguro de que ella no regresa, Michael está seguro de que disfrutará aquella llamada más que nada en el mundo, incluso que la misma boda.

—Mi queridísimo amigo Benjamin del Valle. ¿Llamas para felicitar a mi futura mujer?

—Maldito idiota, no puedes casarte con ella.

—Ella ignora que tan bien me conoces, que gracias a la foto que tenías de ella en tu habitación de la Universidad, la escogí como mi mujer hace bastantes años.

—¿Sabe que eres un perro?

—¿Un perro, yo? Te equivocas amigo, son un pobre chico gay que necesita de su amiga para no perder su herencia.

—Cuando te ponga las manos encima vas a desear estar muerto. Estás usando el buen corazón de Eli.

—Esta noche la haré mía una y otra vez. Gritará de dolor o placer, eso será lo de menos, la doblegaré Benjamin, la volveré mi sumisa y cuando le quiebre el espíritu te lo dejaré saber.

—Voy a matarte

—Tengo una boda a la cual asistir.

Tras colgar sale de la habitación, Eli le espera fuera.

—Lamento haberte hecho esperar.

—¿Era mi teléfono?

—El mío, lo he apagado para evitar distracciones.

—Michael, de verdad que no eres el único que tiene cosas que agradecer. Sabes del infierno que vivo en esta casa, me das una vida nueva y te lo agradezco.

—Si en mis manos está sacarte de ese infierno, es un placer para mí.

Mientras bajan las gradas, Michael sonríe. Está por lograr lo que más anhelaba, vengarse. De Benjamin, de su padre... de Eli, la muy perra amaba a Benjamin y tan solo por eso debía pagar.

Cuando llegaron al recibidor les esperaba Ricarda la madre de Eli quien se les acercó, Michael se alejó un poco para darles privacidad. Eli sin embargo se veía tensa, su madre se acercaba a susurrarle cosas cuando la amenazaba y aunque estaba cansada de tenerle miedo no sabía si sería capaz de enfrentarla ya que nunca nadie la respaldaba, era ella sola contra Ricarda y Eli siempre…siempre perdía.

—Es de mala suerte verse antes de la boda. Dale gracias a Dios que los invitados están en la biblioteca de tu padre. Por Dios que escándalo social, te casas como escondida. ¿Estás embarazada?

—¡Ay madre! ¿Desde cuándo crees en esas supersticiones de no verse antes de la boda? Dime algo, ¿Cuáles invitados? Somos solo la familia, no estoy embarazada, pero se hizo así por consideración con don Alejandro, el padre de Michael. Además, suéltame el brazo, ya no tienes ningún derecho sobre mí.

Por el rostro de Ricarda nadie podía saber a ciencia cierta cuál de las dos estaba más sorprendida, Ricarda la soltó, para Michael que les ponía atención fue sencillo saber que iban a golpear a Eli, Ricarda se sujetaba con una mano la ropa y cerraba el otro puño como manteniendo el control, pero le temblaba con ira. Nadie más, solo él, podía maltratar a Eli. No negaba que le gustaría ver a la perra de su futura esposa con miedo, pero solo él tenía derecho a causarlo.

Cuando Ricarda levantó la mano dispuesta a golpearla, Eli cerró los ojos, pero el golpe nunca llegó. Al abrir los ojos vio a Michael, en su rostro había tal furia que Eli retrocedió un paso.

Mire suegrita, —le dijo con sarcasmo— No empecemos con mal pie esta nueva relación familiar, no voy a permitir que vuelva a ponerle un dedo encima a Eli, ¿quedó claro?

—¿Dé que hablas?

—Sé de cada golpe y supuestos accidentes que ha tenido y yo no me voy a amilanar por su actitud. Nadie tuvo los pantalones para detener sus agresiones, pero a mí no me temblará la mano.

—Mira jovencito....

A simple vista se notaba, por el gesto de dolor de Ricarda, que Michael intensificaba el agarre, pues ella hace muecas de dolor.

—¿De acuerdo suegrita?

—Sí, de acuerdo.

Eli estaba disfrutando de aquello, por eso no pudo evitar reír un poco, se acercó a su madre y le habló como si fuese un secreto entre ellas, mientras que Ricarda se frotaba el brazo, pues le dolía muchísimo.

—Por años esperé que mi padre te pusiera un alto. No se siente nada mal para variar. He decidido hablarle a papá sobre ellos, Rodrigo y Agustín.

—No te atrevas Eli.

—Ellos me hicieron cosas, los dejaste...

—Cállate de una puta vez.

—Arruinaste mi vida, le tengo pavor a los hombres, me dejaste sucia. ¿Qué clase de monstruo le hace eso a su hija?

—Tú me dejaste en ridículo, tu...

—Eran pedófilos, eso eran. Tan solo tenía 14 años mamá, no puedo más con este terrible secreto, papá lo va a saber quieras o no. Te odio y desearía que estés muerta.

—Pero ellos me dijeron que no sucedió nada.

—Me violaron, los dos. Agustín, tu querido médico me tocaba cada vez que me inyectaba para controlarme y Rodrigo... lo único bueno que hizo fue usar protección para no dejarme embarazada. Fui al ginecólogo y en su momento se asustó por las cicatrices internas que me dejaron tantos años de abuso. Le dije que los responsables estaban presos, pero ya no aguanto, ya no más.

—Deja eso atrás. No puedes decirle a tu padre, piensa en mí.

—Mi decisión no está sometiéndose a votación. Tu eres mi madre, debías protegerme, cuidarme.

—Trabajemos en nuestra relación, iremos de compras, ya verás cariño como vamos a recuperar el tiempo perdido.

Ricarda le acariciaba el brazo con amor, casi parecía sincera, pero Eli sabía la verdad.

—¡Por Dios! Solo te aterra que le diga la verdad, no te intereso como hija.

—Si le dices, tu vida será un infierno.

—Mi vida ha sido un infierno siempre, no puedes cambiarlo o empeorarlo.

Después de aquello, Michael tomó a Eli de la cintura e ingresaron a la biblioteca, su madre les lanzaba miradas cargadas de odio, pero por primera vez en su vida, Eli sintió que alguien estaría a su lado defendiéndola de Ricarda.

 Era una pena que tal seguridad estuviese por acabar.

—o—

En la biblioteca les esperaban su padre Ethan, su abuelo, don Alejandro el padre de Michael y el abogado de la familia Gustavo, quien llevaría a cabo la boda civil.

Don Peter se le acerca a Eli, se ve risueño.

—¿Hijita, que pasó ahí afuera?

—Mi madre y sus cosas, por suerte, Michael le ha dejado en claro que ya no estoy sola. Me he sentido tan bien, por fin tras años de aguantar sus cosas pude decirle que ya no se las toleraré más.

—Mi concepto del joven ha mejorado mucho, podría haberle torcido un poco más el brazo, pero es un comienzo.

2

E

Eli ríe y avanza con Michael frente al escritorio. El abogado está en el escritorio y pone los papeles frente a ellos. Tras proceder a la lectura de toda la parte técnica, los testigos que son los que están allí, firman el acta y ambos se convierten en marido y mujer. Ethan se acerca a su hija y la abraza.

—Hija, de verdad espero de todo corazón que este sea el inicio de lo que será una buena vida al lado de un buen hombre.

—Gracias papá, sé que seré completamente feliz.

Ricarda caminaba hacia ella, pero Michael anticipándose a cualquier escena tomó a Eli de la mano y la llevó junto a su padre.

—Don Alejandro...

—Mi niña, no me digas don Alejandro, me haces sentir viejo. Vamos, empuja la silla de tu suegro y llévame a un rincón apartado, quiero que charlemos.

Eli le lleva al comedor, se sienta frente a él y espera. El anciano parece pensar todo con calma antes de hablar.

—Gracias mi niña, sé que ustedes no se aman más que como amigos y que él ha hecho esto para verme feliz. Eres una gran mujer, has vivido bajo el yugo de Ricarda y aun así no has perdido la dulzura. Eres lo único que vale la pena de esa familia.

—Gracias y de verdad haré todo lo posible por hacer feliz a Michael.

Él saca de su chaqueta un sobre, mira a Eli luciendo tenso e incluso apenado.

—No me preguntes como lo sé, en ese sobre hay un papel con los nombres completos de tus abusadores, forma de contactarlos, cualquier información para hundirlos está ahí. Michael no lo sabe, solo yo. Vino uno de ellos a mi hablándome de él mismo y del médico. Le pagué una buena cantidad para estar tranquilo de que no molestará más.

Eli mueve el sobre, su rostro refleja confusión, hay una llave maya.

—Pero hay algo más que un papel.

—Ellos se sacaron fotos impresas que son las del sobre junto con los datos de ellos. Quizás no lo recuerdas o no te diste cuenta. Me entregaron los originales en la llave maya, son las únicas copias me aseguré de eso.

Eli sin poder controlarlo empieza a llorar, de pronto con el sobre en la mano corre escaleras arriba y lo coloca dentro de su bolso de mano, lo mismo que el sobre que le dio su abuelo antes de la ceremonia. Michael se acerca a su padre, pero este niega con la cabeza.

—¿Qué pasó?

—Nada serio, hablábamos de la necia de Ricarda y de que por fin no estará sola.

—Gracias papá por aceptarla como mi mujer.

—Es un buen ser humano, cuídala.

—o—

Entran a la casa, la sala está llena de cajas de regalos que han enviado algunos amigos de la familia, aunque no fueron a la boda. Eli se sienta en el sillón, se masajea las cienes, tiene gesto de dolor.

—La cabeza me va a estallar

—Déjame traerte una pastilla

Se acerca a ella, le da dos pastillas. Eli las toma sin preguntar y luego decide irse a descansar. Michael tiene una mirada siniestra, sus planes para la noche de bodas van viento en popa.

—Gracias, iré a mi habitación

—Trata de descansar que has tenido un día difícil.

Horas después de que la drogase Michael entra a la habitación de Eli, sonríe mientras empieza a desvestirse. Con violencia la toma de las muñecas y la coloca boca arriba. Ella protesta, pero está tan mareada que le es difícil tomar el control

—¿Qué pasa?

—Te deseo y te tendré, hoy serás mía Eli

Michael pasa sus dedos por la pierna de Eli. Empieza a besarla de forma salvaje, ella protesta... grita... se mueve, pero no es suficiente. A la mañana siguiente Eli trata de ponerse de pie, le duele y descubre moretones en sus piernas. Entra al baño y se ira en el espejo, cardenales cubren su cuello. Eli se sienta junto al escusado y vomita, luego se acuesta en el suelo en posición fetal y llora.

Un tiempo después se levanta y baja a la cocina, está a punto de llegar al refrigerador cuando Michael se arrodilla frente a ella, llorando.

—Perdóname Eli, nunca le he puesto la mano encima a una mujer.

—Me… me…violaste… me golpeaste...me drogaste

—Fue la pastilla, anoche tomé un antidepresivo pues lo de papá me tiene muy mal, no sabía que iba a ponerme en ese estado. Te di pastillas para dormir, te veías muy cansada y solo quise ayudarte a dormir.

Eli lo abraza y llora con él.

—Te quiero Michael, no hagas eso de nuevo.

—No lo haré, te amo Eli.

Luego de aquello y por los siguientes tres meses Michael es otra persona, se desvive por Eli, salen a cenar casi a diario y parece que aquello de la noche de bodas fue flor de una noche. Cuatro meses después de la boda llega a visitarla don Peter.

—Me has tenido abandonado. Varios meses de solo llamadas telefónicas

—Lo sé abuelo, pero es que hemos estado muy pendientes de don Alejandro, está muy mal y aunque le insistimos que viva con nosotros para cuidarlo, no quiere. Ni de luna de miel nos hemos ido.

—Pues viendo que estás bien, me marcho. Te quiero mi niña y el matrimonio te sienta bien. Lo de la luna de miel me parece absurdo.

—Michael me trae el desayuno a la cama cada día antes de irse a la empresa. Abuelo, aunque nosotros no intimemos es una oportunidad de irnos de vacaciones y apenas don Alejandro se estabilice nos iremos unos días a la playa.

—Así debe ser, debe cuidarte como la joya que eres. Te quiero pequeña.

Acaba de irse su abuelo cuando suena el teléfono. Eli está sentada en el sillón

—¿Diga?

—Hola Eli, los accionistas me piden una junta de urgencia, llegaré tarde.

—¿Cenas acá?

—No mi vida, como algo por acá. Cuídate y relájate.

Eli pasó el día ocupada, antes de darse cuenta eran las diez de la noche, se sentó a comer. Cuando acabó y mientras se tomaba un café Michael regresó a casa.

—Vengo muerto de hambre, imagino que me guardaste algo.

—¿Es broma? Hablamos y me dijiste que cenabas algo allá.

—Una buena esposa debe tenerle a su marido algo de comer. 

Algo en la mirada de Michael hace que ella se levante, él va tras ella mientras se quita el cinturón, luego los pantalones y queda en bóxer, los gritos de Eli rompen la paz de la noche. Al día siguiente él se acerca a Eli quien está boca abajo, tiene marcas de cinturón en su espalda. Michael trae el desayuno, ella está con la vista fija en algún punto y llora, sin hacer ruido.

—Lo siento, no sé qué me pasó.

Silencio

Las facciones de Michael empezaron a deformarse, estaba realmente furioso.

—No seas tan perra, Eli, te estoy pidiendo perdón.

Eli se sienta a desayunar, en silencio. Mientras toman café reciben una llamada del hospital. Michael sostiene el teléfono y se ve muy angustiado, cuelga la llamada.

—¿Qué pasa?

—Es papá, está en el hospital. Tuvo una crisis y la empleada llamó al 911. Está muy grave.

—Vamos, no perdamos tiempo.

—Has sido un todo para mí, buscaré la forma de divorciarnos

—Perderás todo

—Lo más importante ya lo perdí, a ti. No sé qué me pasó, pero no te ataré a esto. Soy otro cuando me enojo, es como si tuviese a alguien dentro, una doble personalidad. Vamos al hospital y luego resolveremos nuestro futuro.

Eli, con ayuda de Michael, se puso una camiseta sin brassier, pues la espalda estaba bastante lesionada. Después de unos minutos llegaron al hospital, en la sala de urgencias no había nadie de la familia, solo ellos dos.

—¿Hay alguien a quien quieras que llame?

—No, si tú quieres llamar a tus padres, adelante.

—No, esto es algo de nosotros solamente. Además, nadie puede verme así, se darán cuenta.

—Te quiero Eli. Lamento todo lo que sucedió

—Yo lo lamento más, pero ahora la prioridad es otra. Nunca podré perdonarte, pero este no es el momento ni el lugar.

Don Alejandro estaba acostado, se veía muy pálido, pero dormía tranquilo, se veía lleno de cables que entraban y salían de su cuerpo. Michael jaló una silla y se sentó al lado de su viejo. Pocos minutos después entró el médico, Carlos Porras, un hombre que rondaba los 55 años

—Buenas tardes soy el doctor Porras, estoy a cargo de su padre. El sufrió un ataque al corazón, aunque no fulminante si muy severo. Hay varios grados de coma y a veces la persona puede ser capaz de presentar alguna respuesta a estímulos dolorosos o a llamados vigorosos. En el caso de su padre no es así.

—¿Me quiere decir que ya no recuperará la consciencia?

—Para evaluar la profundidad del coma, usamos una escala llamada «escala de coma de Glasgow», la cual toma en cuenta la respuesta verbal, motora y la abertura de los ojos a los llamados y al dolor. Se realizan test simples con el paciente para observar cómo reacciona a ciertos estímulos, como dolor o sonidos.

Esta escala evalúa el grado de conciencia del individuo. La clasificación varía de 3-15 puntos. La puntuación mínima es dada cuando el enfermo no responde a ningún estímulo y la máxima en personas normales que no están con su estado de conciencia afectado.

—Papá... ¿cuántos puntos sacó?

—Tres puntos. Lo lamento mucho.

—¿Que procede ahora?

—El estado de coma es peligroso porque don Alejandro está inconsciente y con ello pierde la capacidad de proteger sus vías aéreas, es decir que algunas secreciones tienen vía libre hacia los pulmones, incluso puede asfixiarse con su propia lengua. Necesitamos evitar eso ya que la aspiración de cualquier material que está en la boca como saliva, suele causar neumonías graves, además de que el riesgo de un paro respiratorio por obstrucción de la vía aérea está presente.

Por eso al puntuar tan bajo en el examen que le hicimos debimos intubarlo para ayudarlo a respirar sin riesgo de broncoaspiración. Para ser honesto con usted, el pronóstico no es bueno.

La empleada que lo trajo lo encontró en la madrugada y por lo que muestra el electrocardiograma, don Alejandro sufrió un paro cardíaco prolongado, el daño al corazón es severo y en estos casos las posibilidades de que despierte son casi nulas.

—Le insistí a mi padre que contratáramos una enfermera, pero estaba en pleno uso de sus facultades y acepté sus deseos.

—Como hay sospechas de una lesión cerebral, para conocer realmente las secuelas neurológicas deberíamos suspender en su mayoría los sedantes que estamos aplicando pues mientras haya drogas en la circulación, es difícil definir si don Alejandro presenta o no secuelas neurológicas. Pero creo que lo mejor es retirar máquinas y ver si el presenta alguna respuesta. Por ahora las maquinas hacen todo por él.

—A la edad de papá y con su historial médico no quiero exponerlo a pasar intubado. Alguna vez me dijo que nunca le dejara así, que no es vivir.

—Bueno, si es su decisión le dejaré un tiempo con él, cuando esté listo déjeme saber y vendré a apagar el respirador. A veces pueden pasar pocos minutos a veces más, eso es difícil de saber.

—Mi esposa Eli está fuera. ¿Podría pedirle que venga?

—Claro que sí y de nuevo, lo lamento.

Eli entró a la habitación y se quedó durante algunos minutos con Michael, dos enfermeras entraban constantemente a checar signos del anciano, el médico retiró el tubo de la boca del anciano y apagó el respirador, colocó la mano en el hombro de Michael y salió, solo se quedó una enfermera con ellos.

Unos minutos después se escucha el sonido de las maquinas que indicaban que don Alejandro había fallecido, la enfermera le colocó una sábana encima y se marchó. Poco después Michael y Eli salieron del hospital.

Michael dejó a Eli en casa y se marchó a poner todas las cosas de su padre en orden, incluido el funeral. Después de unos minutos Eli aprovechó que no estaba Michael para usar el teléfono. Uno…dos…tres tonos y atiende Benjamin

—Benjamin...

—Eli... dime que estás bien. Desde que todo pasó, desde tu boda con ese idiota no he tenido un minuto de paz.

—Necesito ayuda, no puedo pedírsela a papá pues corre peligro.

—¿Te hizo algo? Dímelo, Eli

—Me forzó a estar con él dos veces, me golpea.

—No puede ser...

—Igual que hace años, ¿verdad?

—No Eli, te creo. No me escuchas gritando porque estoy en media junta con los accionistas del hotel, pero tomaré el próximo vuelo y te sacaré de ahí.

—Hoy murió su padre.

—No creo que intente nada, pero deberías irte a un hotel.

—Sí, eso haré.

—Estaré ahí a más tardar mañana en la noche.

Al día siguiente durante el funeral se observaba a muchas personas dando el último adiós a don Alejandro. La familia de Eli estaba a la derecha del ataúd, Ricarda lloraba tan fuerte y con tal melodrama que parecía la viuda. Benjamin recorrió el lugar dándose cuenta de que Eli no estaba ahí.

Cuando todo acabo y después de que los asistentes se marcharon, Benjamin se acercó a Michael para enfrentarlo

—¿Dónde está Eli?

—En casa, esto de mi padre le afectó mucho.

—Sé que la golpeaste, que abusaste de ella.

—Ella es mía. No vas a verla de nuevo, aunque eso signifique matarla

—Pienso ir a la policía

—Adelante, no tienes pruebas.

Michael se marchó y Benjamin corrió a su auto, tratando desesperadamente de seguirlo, pero iba dos autos atrás. En un momento del recorrido Michael hace una maniobra y ya Benjamin no lo puede seguir.

Benjamin se detiene, baja del auto y camina furioso tratando de calmarse, luego decide ir a casa de los padres de Eli

—Voy a matarlo —dijo Ethan al enterarse, por Benjamin, de las atrocidades que estaba cometiendo el esposo de su hija—

—Lo sé, me siento igual. Traté de seguirlo, pero lo perdí a medio camino, vayamos a su casa.

—No podemos, no sé dónde vive

—¿Disculpa?

Benjamin se acercó a Ethan, era bastante más alto que él, no le importaba la edad de su suegro, por eso le sujeto del cuello de la camisa. Poco después lo soltó, Benjamin se pasaba las manos por el cabello mientras trataba de calmarse. Ethan se dejó caer en la silla apoyando los codos sobre las rodillas.

—Dios, yo... ella me la quiso mostrar, pero estaba ocupado con Ricarda

—Ya le fallamos mucho, no puede repetirse

—Lo sé, pero solo podemos esperar a que ella nos llame.

Michael regresó a su casa y fue tras Eli que estaba sentada en el suelo meciéndose de adelante hacia atrás, una marca nueva de cinturón atraviesa desde la mejilla hasta los senos. Por un segundo la mira con arrepentimiento, pero ya no puede cambiar las cosas.

—Eli, vamos a irnos dentro de dos horas, he adelantado nuestra luna de miel

—Llamaré a mi padre

—Llámalo o a alguien más, y los mato, ya lo sabes. Tengo los medios Eli. Vamos a irnos a un hotel y actuarás como una mujer felizmente casada.

—Te odio

—Llamaste al imbécil de Benjamin, sé que está buscándote por eso nos vamos por tiempo indefinido.

Al día siguiente se van a Manuel Benjamin, para en teoría, pasar la luna de miel en la playa, pero Eli está aterrorizada de que él abuse nuevamente de ella. Un poco después de iniciado el viaje ella habla con Michael

—¿No creerás que Benjamin va a renunciar?

—No Eli, por eso nos largamos. El matrimonio te ha vuelto impertinente.

—No te entiendo, me casé contigo para que recibieras tu dinero, no merezco tanta hostilidad, ni tu violencia

Michael aprieta el volante con ira, luego afloja el agarre.

—Cállate Eli

—Déjame ir.

—No, de hacerlo perderé todo, necesito organizar las cosas primero.

—Me violaste

—Confío en que con el tiempo disfrutes de mi compañía

Mientras tanto en la casa de los Foster don Peter entra para hablar con su hijo, Ethan está en la biblioteca bebiendo un Martini.

—Hijo, ¿has pensado en que deberíamos decirle a Eli la verdad?

—Lo he pensado, pero no debemos, aun no. Hay cosas más importantes que resolver en este momento.

—Cuando esto se sepa va a ser terrible para ella, debemos hablar con mi nieta

—Papá, tengo una situación muy compleja entre manos, vete a casa y te llamaré luego.

Don Peter se marchó con un lento caminar, Ethan sin poder contenerse más, arrojó el vaso contra la pared y luego dijo en voz alta, llorando

—¡Maldita sea! Mi nena...

Al mismo tiempo en el apartamento de Benjamin… este caminaba de un lado al otro. Durante la tarde recibió una llamada de Ethan

—Nada, es como si se la hubiese tragado la tierra.

—No atiende el celular... maldición Ethan, ella nos necesita

—Lo sé.

Michael y Eli llegaron a Manuel Benjamin. Mientras avanzaban al área de recepción, la gente miraba disimuladamente las marcas en la piel de Eli, situación que tensaba aún más a Michael

 El muchacho en counter le entregó a cada uno una llave, Eli tomó su maleta y avanzó a su habitación. Michael iba detrás de ella, les separaba una habitación y Eli no quería perder tiempo, no sabía porque no se metía en la misma habitación con ella, pero no pensaba cuestionar su buena suerte

Después de colocar sus cosas en la cama, salió al balcón de su habitación. Las vistas eran espectaculares, luego, consciente de que no podría escapar de un destino inevitable se dio una ducha y se vistió para ir a comer.

Al llegar al restaurante observó a Michael del otro lado de lugar coqueteando con un sujeto. Después de que el mesero recogiera su orden, le entregaron una bebida, cortesía de otro huésped. Cuando el mesero le señaló al responsable, una sonrojada Eli agradeció el gesto inclinando la cabeza. 

Michael, quien ha visto todo aprieta los puños, se excusa con el joven que estaba con él y avanza a la mesa. Se sienta con ella y murmura

—Eli, me estás dejando en ridículo.

—¿De qué hablas?

—Solo una puta coquetea y acepta tragos de un desconocido. Es nuestra luna de miel.

—¿Qué... qué? Michael eres gay, nos casamos para que cobraras tu herencia y ya. Hace rato estás coqueteando abiertamente.

—Coquetear es un derecho natural de los esposos.

—Esta es una broma de mal gusto, has pasado de ser un buen amigo a un violador, un agresor

—Cállate, baja la voz, si alguien escucha te va a ir mal.

—Todo esto debe de ser una broma

—No es broma, me enteré de que mi padre puso otra maldita clausula. No me van a dar nada hasta que tenga mi primer hijo en un plazo no mayor a dos años. He decidido que quiero un matrimonio normal.

—Estás mal de la cabeza, me regreso a San José

—Eli...

—Si no vuelves conmigo, pediré un transporte del hotel sin importar lo que cueste.

—Vete sola, no me importa, pero de una vez te digo que cuando regrese las cosas van a cambiar. Maldito viejo, si por el fuera estaría conectado al respirador

—Pero... pero dijiste que había hablado contigo y te había dicho que no quería estar pegado a una máquina.

—Fui un buen hijo, que además le dio una muerte digna. Pero el broche de oro lo puso Benjamin. Te contaré una historia muy graciosa. Nos conocimos en la Universidad, en su habitación había una foto tuya y fue ahí que te escogí.

—Por eso trató de advertirme el día de nuestra boda... con él estabas hablando

—Si mi amor, de verdad que es un cretino.

—Estás mal de la cabeza. Además, eres homosexual...

—No soy gay, todo ha sido una pantalla. Nada me va a impedir tener hijos y como mi esposa es tú obligación. No recuerdas que ya fuiste mía...

—¿Planeaste esto con tiempo verdad?

—Eres parte de una de las mejores familias del país. Mi linaje no puede cruzarse con el de una cualquiera. Si hubiese sido homosexual tendrías que haberme visto al menos una pareja.

—Pero estabas coqueteando con ese joven.

—No, le preguntaba por el mejor lugar para llevar a mi amadísima esposa a pasear. Has creído lo que has querido creer. ¿Y sabes qué? nos vamos los dos. No me voy a arriesgar a que te escapes.

 Mientras Eli va a empacar, Michael va al counter a informar que se van. Eli entra a la habitación, le pone seguro a la puerta, toma el teléfono y llama a su padre.

—Papá necesito tu ayuda.

—¡Al fin! Benjamin está en el país, vino a ayudarte. Hija no entiendo nada

—Ay papá, no sé qué hacer tengo miedo.

—Por Dios hija dime que sucede

Eli le cuenta lo que ha sido su vida al lado de Michael.

—Hija, no sé si estoy más molesto por los motivos que tuviste para hacerle caso a este imbécil o por saber que tu vida acá era un infierno y no haberle puesto un alto a tu madre. Benjamin me habló, me dijo que los accidentes en tu adolescencia no fueron accidentes.

—No me creíste, traté de pedirte ayuda muchas veces

—Ya tu madre me escuchará. Pon atención hija, en el hotel hay transportes que van al aeropuerto de Alajuela, vete en uno de esos y que te traigan a la casa, no viajes con Michael. Y ya me ocuparé de él por haberse atrevido a golpearte. ¿Llegó a violarte?

—Si

Tras colgar con Eli llama a Gustavo, el abogado que casó a Eli.

—Hola amigo, ¿cómo te trata la vida?

—No pura vida. Necesito prepares de emergencia los documentos de divorcio de Eli, ya te daré los detalles. También una denuncia por violencia doméstica y abuso físico

—De acuerdo, me pongo en eso ya. Espero que me cuentes que pasó con Eli, sabes que es como una hija para mí.

—Así lo haré, por ahora ayúdame a que todo esté listo

Mientras acaba de colgar aparece Ricarda, siempre vestida como si fuese al teatro

—¿Qué es eso de un divorcio?

—Eli.

—Le duró mucho más bien, es una...

       Ethan se pone de pie, se ve tenso y señala a su mujer con un dedo, Ricarda abre los ojos con miedo, nunca ha visto a su esposo así y teme, obviamente, que Eli le comentase sobre sus violadores. En el fondo lo supo, nunca sintió arrepentimiento.

—Ni una palabra de esto Ricarda. Si descubro que empiezas a molestarla ya vas a ver. Ya sé sobre los golpes a Eli, si la miras, aunque sea mal, te quedarás en la calle sin un cinco.

Ricarda se llevó de forma dramática las manos al corazón, aunque en el fondo se alegraba que la maldita de Eli mantuviese silencio

—¡Ethan! Nunca me has hablado así

—Por años he mantenido silencio sobre tu forma de tratar a Eli y eso acaba hoy. Debería haberte arrojado a la calle. Creí que tu actitud se limitaba a una frialdad absoluta y que Eli buscaba golpearse para llamar mi atención, lo hice todo mal.

—Nunca la he podido ver como a mi hija, no siento nada por ella. ¿No crees que no me he sentido desesperada por no sentir lazo alguno con ella? La odio y la odiaré todos los días de mi vida. Siempre he tenido mis sospechas sobre algunas cosas de ella y al final averiguaré lo que sucede.

—Estás loca mujer, lárgate de mí vista antes de que olvide que soy un caballero.

De regreso en Manuel Benjamin, Eli está en la recepción pidiendo un transporte privado. Suben sus maletas y cuando ella está por abordar, Michael le sujeta fuertemente el brazo y la jala. El guarda de seguridad interviene y sujeta a Michael.

—¡Suélteme! Es usted un simple empleado, yo soy Michael Thompson.

El guarda se dirige a Eli ignorando a Michael que está aún bajo su agarre.

—¿Está bien?

—Ella está más que bien, somos recién casados y se está metiendo usted en un problema de pareja.

—Señora, ¿usted desea que la dejemos a solas con este hombre?

—No. Por eso me iba antes.

La separan de Michael quien parece capaz de matarlos a todos, la gente que estaba cerca se les quedaba viendo con gestos que iban desde la desaprobación hasta el horror, Eli mostraba golpes en muchas partes de su cuerpo.

—Suba tranquila señora.

—Muchas gracias

Eli sube al taxi. Voltea a ver cuándo avanzan y ve a Michael soltarse furioso de brazos del guarda y correr a su vehículo. El taxista, que ha visto todo le dice

—Señora, se ve muy alterada. Hay una soda por acá muy buena y apartada de la calle principal, sirven cafecito chorreado y tortillas palmeadas. Podemos esperar un rato para estar seguros de que su esposo ya se fue

—Se lo agradecería don...

—Rubén, señora, pero llámeme solo por mi nombre.

—Mi nombre es Eli, quíteme el doña por favor.

Mientras el tiempo avanza Eli está tomando un café en una soda con mesas de madera, un mantel de cuadros y uno plástico encima. Un chorreador pequeño de café encima y una señora con delantal sirviéndole tortillas. En ese momento Michael avanza a San José ignorando que Eli está aún en Manuel Benjamin.

Michael maneja frenéticamente y mientras trata de esquivar algunos vehículos choca contra un tráiler, muere en el lugar.

De vuelta en el restaurante, Eli va al baño antes de emprender el viaje de regreso, al volver a la mesa Rubén le dice

—Eli, me han dicho que hubo un accidente grande con un tráiler, la carretera estará cerrada por bastante rato. Lo mejor sería regresarla al hotel y que espere a mañana.

—Tiene razón.

Eli va a pagar, pero Rubén le dice que no.

—Esto corre por mi cuenta

—No se hubiera molestado

—No fue ninguna molestia.

—Mañana quisiera sea usted él que me lleve a casa.

—Claro que sí, ya es tardísimo, vamos para que descanse y la recojo a las 8 de la mañana. Solo veamos si su esposo regresó al hotel, de ser así buscaremos otro lugar

—Muchas gracias

Ethan camina de un lado al otro. Mira una y otra vez el reloj, ya son las 11pm. Suena el teléfono

—Eli, nena, dime que estás a salvo

—Ethan soy Benjamin. ¿Qué es eso de si Eli está a salvo? ¿Hablaste con ella?

—Me llamó hace un rato, viene huyendo de él desde Manuel Benjamin en un taxi privado del hotel. La amenazó con que, si nos llamaba, nos mandaría a matar

—Te lo dije, debías evitar esa boda

—¿Cómo sabías que estaba algo mal?

—Ya te lo diré luego.

—De verdad que sientes algo por ella

—La amo. La dejé escapar antes pero ya no más, por favor déjame saber apenas ella este contigo.

—Así lo haré, siempre tuve la fe de que ustedes dos acabaran juntos.

—Eli no me perdona no haberle creído cuando era agredida por tu esposa.

—Tampoco lo hice yo. Te dejo para que la línea quede libre, te aviso apenas tenga noticias.

3

El teléfono suena poco después

-—Hola Pa, aún sigo en Manuel Benjamin

—Gracias al cielo cariño, como no me avisabas nada estaba bastante preocupado.

—Es que no me di cuenta de que tenía sin volumen el celular y ya casi sin batería. Michael se fue desde temprano, estaba como loco, un guarda del hotel tuvo que quitármelo de encima, quería que me fuera con él.

—Maldito idiota ya me va a oír. ¿Regresas mañana entonces?

—Sí, hay un taxista que es el que me acompañó hoy, Rubén me va a llevar, gracias a él no me agarro Michael.

—Descansa hija nos vemos mañana. Y agradécele a este hombre. Por cierto…Benjamin está muy alterado.

—Voy a llamarlo, papá. Descansa.

Eli cuelga con su padre y llama a Benjamin.

—¿Diga?

—Hola…

—Pequeña, Dios... ¿estás bien?

—Creí... él dijo que iba a asesinarte -sollozando-

—Shhhh, tranquila, estoy bien. ¿Cuándo estarás de regreso?

—Mañana en la mañana salgo en taxi.

—Nada de eso, dime en que hotel estás y yo mismo iré a traerte. Hablo en serio, espérame que saldré de madrugada para estar ahí a las 7.

—No deberías hacerlo…

—Te amo, pero sé que vas a necesitar algún tiempo para sanar, si me aceptas estaré ahí paso a paso, si no, me apartaré y esperaré a que estés lista y entonces te conquistaré.

—Ya tienes mi corazón, pero si, tienes razón. Necesito sanar, solucionar lo de mi matrimonio. Estoy en el Hotel Parajes, estaré esperándote en el restaurante.

—Nos vemos pronto.

A la mañana siguiente mientras Eli toma café en el restaurante llega Benjamin, avanza hasta las mesas y ve a Eli sentada tomando un café. Ella levanta la vista y lo ve.

Ambos sonríen, él deja de sonreír al ver los brazos y el rostro de Eli con moretones. Ella se pone de pie y se funden en un abrazo, la cabeza de Eli descansa en el pecho de Benjamin, este le acaricia la espalda.

—Es hombre muerto.

—Tenía tanto miedo…

—Estoy bien, ¿lo ves? cuando no te vi en el funeral, me enfrenté al imbécil.

—Me drogó, logró vio... violarme.

—Tranquila, estás a salvo. No dejaré el país hasta que esté seguro de que no representa una amenaza para tu vida.

Toman asiento y Eli le mira con tristeza, nada duraba para siempre, él iba a dejarla de nuevo.

—Cierto, tu vida está allá. Es que pensé que te quedarías en Costa Rica.

—Esa es la idea, pero debo buscar con calma quien pueda reemplazarme en el manejo de los hoteles allá. Estoy además comprando terrenos para construir uno acá en el país. A un plazo no mayor a dos años, estaré quedándome definitivamente en Costa Rica.

Un mesero se acerca a ellos. Eli, no se siente, la verdad, convencida de que Benjamin realmente vaya a regresar y su desconcierto es claro para él, quien le sujeta la mano mientras el mesero les atiende.

—Disculpe señora ¿Lista para ordenar?

—¿No desayunaste?

—Te estaba esperando. Tráigame por favor unas tostadas y un café con leche.

—A mí un café negro y un pinto. (En Costa Rica es el desayuno típico o tradicional, son arroz y frijoles juntos, es el plato base se come a cualquier hora)

—Enseguida

Benjamin está viéndola de pies a cabeza, él sabe que ella duda de su regreso ¿y cómo culparla? Verla tan lastimada le genera una terrible ira, estaba deseando tener al imbécil de frente para hacerlo pagar por todo lo que le hizo a su amada Eli. Benjamin, sabe que debe tener mucho cuidado con ella, es tan frágil emocionalmente que cualquier cosa que le diga la podría herir.

—Deberías comer mejor, estás sumamente delgada.

—Con todo esto, no me baja la comida, no puedo.

—En todo caso pararemos de camino si sientes hambre.

Durante el desayuno, ocasionalmente Benjamin llenaba su tenedor con pinto y lo acercaba a los labios de Eli, ella negaba con la cabeza, pero el tenedor no se movía, así que al final acababa comiendo.

Luego mientras Benjamin subía el equipaje de Eli a su auto, ella se fue a hablar con Rubén, tras disculparse y agradecerle de nuevo por lo de la noche anterior, le pidió sus datos bancarios para girarle el equivalente al viaje de ida a San José pues había apartado el día para llevarla y ahora ella se marchaba con alguien más. Tras despedirse de él se fue junto a Benjamin.

—Ese hombre que viste era Rubén, el taxista que me ayudó ayer.

—De haberlo sabido le habría dado las gracias también.

    Cuando era casi medio día, Benjamin llegó con ella a casa de sus padres, Ethan salió a recibir a su hija, en su rostro se veía la angustia vivida durante las horas anteriores. Eli corrió a brazos de su padre y empezó a llorar, Ethan mantenía a su hija entre sus brazos mientras le acariciaba la cabeza. Mientras la sostenía hizo contacto visual con Benjamin quien tenía los puños apretados.

Unos minutos después, ella se separa, Ethan le miró las marcas en sus brazos y apretó la mandíbula. Eli lo miraba con temor y dio un paso atrás, nunca había visto a su padre tan enojado.

Benjamin avanzó hacia ella y la abrazo, luego besó sutilmente sus labios.

—Vete a descansar, hermosa. Hablaré un momento con tu papá y vendré verte luego.

—Papá está furioso…

—No contigo ¿de acuerdo?, es todo lo que te sucede lo que le pone así. Sé que le temes a las reacciones violentas y lo hablaré con él. Vete tranquila a descansar.

Eli iba a protestar, pero un bostezo le mostró que estaba realmente cansada, empezó a caminar, pero Benjamin la sujetó de nuevo, era visible el temblor en sus brazos, el terror ante la idea de que el imbécil pudiera llevársela.

Luego la escoltó hasta la puerta, protegiéndola de Ethan quien los veía sin entender por qué Benjamin parecía proteger a Eli de él.

Una vez en la puerta Eli es víctima de un nuevo bostezo, Benjamin la observa caminar y se vuelve a encarar a Ethan.

—Debes ser más cuidadoso, yo también muero por ponerle las manos encima al bastardo, pero esa rabia debes ocultársela a ella. Ha vivido un infierno en manos de un psicópata que la agredió de formas que no podemos imaginar, no creo que ella nos diga todo y lo que haces es asustarla

—Lo siento, me fue imposible ocultarlo, gracias por ir por ella

—Nadie más debía hacerlo, es la mujer que amo. Le vi la espalda sin que se diese cuenta. Tiene marcas donde la golpeó con la faja.

—Ya pedí una orden de alejamiento y Gustavo prepara los papeles del divorcio.

—Debo irme, vendré a verla en la tarde.

Ethan entra a la casa y encuentra a Eli de pie en su despacho, se acerca a ella de forma lenta y le ve en el brazo marcas de dedos en tonos morados. La abraza, coloca la barbilla sobre la cabeza de Eli y le frota la espalda.

—Lo siento mi niña, te he fallado tremendamente como padre, ya tu madre está advertida y no debería representar un problema. Regresa a casa.

—No sabía cómo pedírtelo papá. No creo poder vivir con él.

—Tomémonos algo y esperemos noticias de Gustavo, ya le puse al tanto de lo que sucede.

Eli acaba el fresco y decide acostarse en la sala de la casa a ver televisión. De pronto interrumpen el programa para iniciar la cobertura de un accidente.

—Tal como dijimos en titulares, un aparatoso accidente se dio ayer en la carretera que lleva a Manuel Benjamin. Para más detalles tenemos con nosotros a uno de nuestros corresponsales.

Eli observaba todo con atención y en el momento que mostraron las imágenes del vehículo accidentado empezó a llamar a su papá.

—¡PAPÁ!

—¿qué pasa hija?

Eli estaba temblando fuertemente, Ethan sin comprender realmente lo que sucedía la abrazo. Eli de pronto le señaló la pantalla y le dijo que era el auto de Michael. Al tiempo que la periodista cubría las noticias desde el lugar.

—Gracias compañeros en el estudio, un choque por una evidente imprudencia trae tragedia a la Zona Norte del país. Un hombre joven de aproximadamente 36 años, identificado como Michael Thompson, impactó de frente con un tráiler. Según versiones de los testigos, el sujeto venía manejando de forma errática, se metía a rayar a los carros tratando de avanzar más rápido pero el tráiler le sorprendió de frente causando su muerte instantánea.

Por ahora se procede al levantamiento del vehículo por parte del Centro de Investigación Judicial, más adelante, de ser necesario volveríamos con más.

Después de aquello las cosas avanzaron como en cámara lenta para Eli, llegaron policías a buscarla y tomarle la declaración. Ella les contó lo sucedido e incluso les brindó los datos del hotel y los nombres de quienes presenciaron la forma en que él abandonó la zona. Cuando todos se marchan Benjamin se queda con ella y simplemente la abraza.

Un par de días después fue el funeral, llegaron más de 50 personas, allegados a la familia de Michael principalmente. Eli estaba visiblemente afectada, no era la forma en que quería que acabara todo, según el médico de la familia que había llegado a revisarla, ella necesitaría mucho tiempo para sanar física y emocionalmente.  Benjamin, durante el velorio y funeral, se mantuvo cerca, pero le dejó su espacio. Una vez que se marcharon los dolientes, Benjamin se acercó a ella.

—Debo irme.

—Lo sé, te quedarías hasta saber que estaba a salvo. Ya no tienes nada que hacer en el país. Y estoy bien con eso, no es como si de verdad pensase que ibas a dejar tu vida allá en Estados Unidos por alguien como yo.

—Te equivocas Eli.

—No es así, en mi vida he tenido solo problemas y estoy bien con eso, es lo que me tocó vivir.

—No hables así que pareces resignada a que me marcho y ya. Voy a regresar y mientras tanto hablaremos a diario.

—Lo mejor es no hacerlo, necesito tiempo para sanar, cuando esté lista te llamaré. Ahora me siento molesta, con todo, con todos. Necesito que me dejen sola.

—Podrías venir a Estados Unidos conmigo.

—Preferiría no hacerlo, necesito estar sola.

Eli abandona el cementerio, Benjamin simplemente la ve irse mientras aprieta los puños, todo eso era su culpa y le parecía realmente difícil que Eli fuese a perdonarlo. Su temor más grande era no resolver todo para regresar rápido, Eli parecía no creer en sus palabras y no quería tan siquiera imaginarla en un futuro con alguien que no fuese él.

Unos momentos después Eli entró a la casa que compró para Michael y ella, se quitó los zapatos, los dejó a medio camino, el bolso lo tiró sin delicadeza al sillón. Todo a su alrededor daba vueltas, escuchaba murmullos y voces que repetían una y mil veces las palabras hirientes de su madre, los insultos de Michael, todo aquello iba a acabar volviéndola loca. Sin más fuerzas se dejó caer al suelo en posición fetal abrazándose las rodillas.

Unos minutos o quizás horas después, cuando la crisis parecía haber acabado, escucho su celular, aunque quizás había sonado antes. No lo supo. Tomó el teléfono y revisó el registro, 28 llamadas perdidas de Benjamin y 10 de su papa. Luego de un momento suena su celular y atiende

—Eli, pequeña, me preocupa que estés sola. Dime dónde queda tu casa.

—Sabías que no era homosexual, sabías que me escogió como si fuera algo que se compra, sin embargo, no me avisaste nada.

—No sabía de tu boda, no puedes reprocharme nada,

—No tengo nada de qué hablar contigo, déjame en paz. Ya no me queda nada, vete a tus negocios, vete y déjame de nuevo. Ya nada tiene sentido, no vale la pena seguir aquí.

—Eli, no cometas una locura.

—Te amé, ¿sabes? todos me agreden o abandonan... ¿qué hay de malo en mí?

—Nada, ¿me entiendes Eli? nada malo. Aún sigo en el país y me voy mañana, déjame pasar esta noche contigo.

—Dejé algo para ti en casa de mis padres, necesito estar sola.

—De acuerdo, pero júrame que no cometerás una locura.

—Adiós Benjamin.

Tras colgar con Benjamin llama al abogado de sus padres y espera por él. Pasa casi una hora y no llega. Para matar el aburrimiento y sus nervios tamborilea sus dedos sobre sus rodillas. Poco después suena el timbre.

—Gracias por venir, Gustavo.

—Me dijiste que era urgente. ¿Cómo estás llevando todo esto?

—¿Honestamente? No sé cómo me siento, él me agredió, me casé con él para ayudarlo y se convirtió en mi peor pesadilla. Por eso no me puedo quedar en esta casa y no me interesa nada de su empresa. Y ni hablar de su muerte que fue tan horrible.

Necesito que como abogado vayas en mi nombre a la empresa y les digas que quiero liquidar mis activos, dinero no me hace falta así que no quiero negociar, solo deshacerme de las acciones y donar el dinero que me den a alguna causa benéfica.

—De acuerdo. Me marcho entonces, mañana iniciaré con todo.

—Nadie salvo tú, sabe la ubicación de esta casa, al menos esta noche debe seguir así.

Benjamin llama a la puerta de la casa de los Foster. Le abre la empleada, avanzan a la sala.

—Ethan, me dice Eli que dejó algo para mi acá esta noche.

—Una carta, déjame y la busco.

Se la da y se va dándole privacidad. Benjamin abre la carta y empieza a leerla.

Benjamin, sé que debes odiarme

pues regresaste al país por mí.

No puedo manejar nada ahora,

es demasiado dolor.

Te amo y si más adelante cuando

logre aclararme y saber quién soy,

aun me quieres, entonces estaremos juntos.

No puedo pedirte que me esperes,

no es justo.

Te amo y te amaré siempre

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